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02 de octubre de 2010

Entrevista a Jorge Echazú, secretario general del Partido Comunista Marxista Leninista Maoísta (PCMLM) de Bolivia, realizada en La Paz el 8 de diciembre.

Quieren desmembrar a Bolivia

Urge la solidaridad con la clase obrera, los pueblos y el gobierno de Evo Morales

¿Cómo es en este momento
la situación de Bolivia?

—Desde hace varios meses se ha iniciado una verdadera escalada reaccionaria de profundo tinte fascista, con intenciones francas de derribar al gobierno popular de Evo Morales, y crear una situación insostenible para el gobierno a través del dominio que tiene la derecha de algunas prefecturas [provincias] y de los comités cívicos de la llamada Media Luna.
Esta escalada reaccionaria ha ido tomando cuerpo frente a una actitud un tanto vacilante del gobierno, que confiado —sobre todo Evo— en su popularidad, ha considerado importante no reprimir algunas actitudes ilegales provocativas de la derecha, como el asalto a la propia Asamblea Constituyente y a instituciones del Estado, atentados contra la propiedad de constituyentes, diputados o autoridades que apoyan al gobierno. Todo un complot para crear una situación explosiva, acusar a Evo de asesino, crear las condiciones para su derrocamiento, o lograr una división del país.
En nuestra opinión, el objetivo principal del imperialismo es dividir Bolivia: el Oriente camba, con los principales recursos naturales del país, y por otro lado el Occidente.
El cerco que se tendió en Sucre sobre la asamblea constituyente agravó la situación. Sucre ha reivindicado siempre la capitalidad del país.
Es una ciudad pequeña, pero lograron que toda la población se movilice por este privilegio, digamos así, pero que en realidad ha sido utilizado por la derecha y ha creado una verdadera asonada, muy peligrosa.

¿Qué avances contiene
la nueva Constitución?

—Lo principal es que, frente al Estado nacional de carácter burgués, liberal, plantea un nuevo Estado, que reconozca el carácter plurinacional que tiene el país: el reconocimiento de las naciones indígenas, sobre todo de la gran nación aymara, de la gran nación quechua y la guaraní, y otras nacionalidades menores.
Hay que esclarecer el concepto de Estado, diferente del de nación. Este es uno de los principales fundamentos de la constitución: la inclusión de estas culturas y naciones originarias en el Estado.
Otra diferencia profunda se refiere a la educación, que tiene que ver con el punto anterior: una educación que reconozca estas culturas.
En el campo de la justicia se plantea la institucionalidad propia, la justicia comunitaria, que se practica en las comunidades indígenas. Es una dificultad, entonces, tener dos estructuras jurídicas: una común para las ciudades y los sectores medios, y otra para las comunidades indígenas, para el campo. Pero hay que reconocerla, aunque sea difícil su coordinación.
En lo económico, la nueva constitución plantea cuatro tipos de propiedad. No es un salto al socialismo, apenas es el inicio de una transformación de las relaciones de propiedad: se reconoce la propiedad estatal, la comunitaria, la cooperativa y la privada.
En el tema agrario: en Bolivia desde 1952 se plantea la prohibición del latifundio, de las grandes extensiones de tierra improductiva, o con relaciones de producción de servidumbre. La nueva constitución prohíbe el latifundismo, y propone expropiar las grandes extensiones de tierra que poseen los agroindustriales del Oriente. Este es uno de los motivos fundamentales de la oposición tan cerrada de ellos y de la oligarquía terrateniente a la nueva constitución.
El plan de la derecha y el imperialismo es dividir Bolivia. No tanto voltearlo al Evo, sino dividir el país. Naturalmente la capital de la Media Luna sería Santa Cruz. Una ciudad de un millón y medio de habitantes, la más grande del país después de La Paz y El Alto juntas. Sucre quedaría relegada a un tercer lugar. Por eso nos sorprende cómo han sido llevados a esta lucha los habitantes de esa ciudad, que no podrían ser capital ni de Oriente ni de Occidente.

¿Las fuerzas armadas
bolivianas permitirían
esta autonomía?

—Pensamos que por primera vez un proyecto popular y revolucionario podría contar tal vez con la mayoría de las Fuerzas Armadas, que tiene un sentimiento patriótico, en el sentido de defender la integridad nacional. Pero siempre existe la posibilidad de que cambie, que algún sector se pliegue a la política divisionista.
La política de Evo fue muy inteligente con las Fuerzas Armadas, y le han dado respaldo pleno hasta ahora. Esperamos que no haya cambios, aunque siempre se pueden dar. Las FFAA tienen una tradición larga de intervencionismo, de influencia norteamericana; eso ha disminuído mucho, pero siempre está el peligro de que parte de las FFAA se involucre con la derecha.

¿Qué sentido tiene
el referéndum revocatorio?

—Nos ha sorprendido. Esta medida tiene dos aspectos. Uno muy positivo, para desarmar el complot contra el país: quien decide finalmente si Bolivia cambia o no es el pueblo, desde el punto de vista democrático. Pero también existe el peligro de que nos derroten, como en Venezuela. Estamos analizando esta situación, y la posición del Partido frente a esto.
El pueblo boliviano debe elegir ahora entre dos caminos: no caben medias tintas, o se está con el proceso o se está en contra.

¿Querría agregar algo más?
—Simplemente a los camaradas argentinos: esperamos su solidaridad. Nuestros saludos revolucionarios a los camaradas de la Argentina.