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22 de septiembre de 2020

Raíces Históricas de la Lucha de las Mujeres

Las raíces históricas y los debates actuales en el movimiento de mujeres y feminista. Charla virtual a cargo de Rosa L. Nassif organizada por el Partido del Trabajo y del Pueblo de Córdoba el 7 de agosto de 2020.

Me da mucha alegría de poder estar compartiendo con ustedes, aunque sea de esta forma limitada que nos permite la virtualidad. Pero también la aprovechamos y tiene sus ventajas porque podemos coincidir en este espacio desde lugares bastante distantes que antes no lo podíamos hacer presencialmente en forma simultánea.

En esta charla vamos a referirnos a un movimiento que está presente con muchísima fuerza, aun en las condiciones tan difíciles de la pandemia. Un movimiento muy heterogéneo, muy complejo y que está en desarrollo. Por eso creo que cada uno de estos encuentros para reflexionar sobre el tema de la larga lucha de las mujeres nos deja siempre la inquietud de seguir participando en ese movimiento, que es la cuestión principal y, al mismo tiempo, tratar de estudiar esa realidad compleja. También avanzar en el estudio teórico porque hay problemas muy importantes, algunos nuevos, donde nosotros estamos tratando de aproximar alguna respuesta, pero no significa que tengamos todo resuelto. Uno podría decir por suerte, porque el día que tengamos todo resuelto también sería pensar que el movimiento puede terminar.

Vamos a comenzar haciendo una breve referencia a la situación actual para ir después a los temas que me propusieron:

El origen histórico de la opresión de las mujeres, para comprender el origen de la lucha de las mujeres; guiadas `por esta idea tan sabia de Mao Tsetung: “donde hay opresión hay resistencia”. Ya que se pueden entender más profundamente las luchas de resistencia si uno entiende las causas que provocan esas luchas.

En segundo lugar, me referiría al desarrollo histórico de ese movimiento llegando hasta el momento actual, por supuesto muy sintéticamente.

Finalmente abordaría algunos de los debates que hay hoy en el movimiento de mujeres. En esa última parte tal vez podríamos interactuar con las preguntas que vayan haciendo porque son los debates en los que estamos inmersas todos los días.

 

Situación actual

Sobre la situación que estamos viviendo,  todas sabemos que es una situación muy grave y difícil, de una crisis muy profunda, donde esta verdadera catástrofe sanitaria, esta pandemia, lo que ha hecho fue agravar todas las otras crisis que venimos sufriendo hace décadas, pero que se profundizaron en esos fatales cuatro años de gobierno macrista. Todavía seguimos festejando haberlo podido derrotar electoralmente. Ayer (7 de agosto), se conmemoraron cuatro años del movimiento de los Cayetanos que fue el núcleo principal en esa lucha, que permitió acumular fuerzas al movimiento popular en las calles contra las políticas del macrismo y nos permitió converger en ese frente político, el Frente de Todos, en el que participamos y que tuvo el mérito principal de haber permitido derrotar al macrismo. También hay que tener presente, porque hace al momento actual, que esa derrota fue electoral y muy ajustada, donde las fuerzas que se nuclean alrededor de ese polo político, Juntos por el Cambio, son fuerzas que tienen un gran poder económico y también una base de sustentación social que se ha expresado repetidamente en las calles.

Como dicen tantas compañeras que están en la primera línea hoy protagonizando la lucha para que se pueda resolver en algo los problemas alimentarios de hambre y de salud que hay, “no queremos ni imaginarnos lo que sería esto si todavía estuviera Macri”. No dudamos que sería mucho peor. Porque el gobierno de Alberto Fernández tuvo una decisión importante colocando en primer plano la cuestión de la salud y la vida, cosa en la que coincidimos totalmente. Y nosotros tuvimos la decisión y el acierto político de haber planteado que la clave era ponernos a la cabeza de la necesidad de organizar el protagonismo popular, para poder enfrentar en estas dificilísimas condiciones lo que iba a ser, como lo vemos ahora, una pandemia que ataca en general, pero particularmente y en forma muy cruel a los sectores que están en las peores condiciones de vivienda, sin agua, sin alimentos. Y en eso nos pusimos tanto el Partido como su juventud y todos nuestros movimientos, principalmente la CCC.

Nunca hay que olvidar que se inició el año con la declaración de emergencia que incluyó nueve emergencias. No es que las emergencias empiezan ahora. Pero increíblemente no se logró que entre esas emergencias se incluyera la emergencia en violencia contra las mujeres. Y ese es uno de los centros hoy de la lucha en la que nosotros estamos: que se apruebe una ley que declare la emergencia nacional en violencia contra las mujeres. Hay proyectos presentados en el Congreso, entre ellos uno impulsado por la compañera Verónica Caliva, pero todavía no lo hemos logrado. Grandes luchas han hecho las mujeres a pesar de la pandemia, por ejemplo, las compañeras de Neuquén que han organizado una marcha de 600 personas por el femicidio de María Marta Toledo que se produjo en Centenario, una localidad próxima a la capital neuquina. En la marcha se exigía como primera cuestión que se declare a nivel municipal, provincial y nacional la emergencia en violencia contra las mujeres.

Hay que ver el camino que permitió triunfar en Pilar, que es un hito muy importante en la lucha que venimos dando porque se consiguió a la vez que se aprueben las promotoras en violencia y que estén remuneradas, se ha resuelto también una vivienda que puede servir de refugio. Fíjense que hasta ahora hay poquísimos refugios para las mujeres, en Tucumán no hay ninguno, nosotros tenemos que poder hacer el inventario de con cuántos refugios contamos porque oficialmente no nos dan las cifras. Yo estoy en el Consejo Asesor del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad pero no logramos tener cuántos son los refugios, así que ésta es una de las tareas que tenemos por delante.

Hablando de lo que sufrimos y sufren en particular los sectores más pobres y vulnerables en esta pandemia, en particular las mujeres, las compañeras que están en la primera línea de fuego cocinando, sufriendo porque las comida no alcanza, hay anécdotas en todos los comedores del país de la angustia que produce cuando se ve el fondo de la olla  y todavía hay colas esperando por la comida. Cuando nosotros decimos que el gobierno ha tomado medidas pero que son insuficientes es porque son muy insuficientes. Todavía la emergencia alimentaria no está ni de lejos resuelta. Y hay ya 11 millones de argentinas y argentinos que van a los comedores, muchos de ellos que no iban antes y comedores que no pueden funcionar todos los días.

A esas compañeras también tenemos que rendir un homenaje especial porque han fallecido varias por coronavirus.

Dentro de esta situación que se ha agravado durante la pandemia, tengamos en cuenta que hay 294.600 despidos que se han producido durante estos meses, a pesar de que están prohibidos, como tantas cosas que se han conseguido que el gobierno resuelva bien y no se cumplen. Entonces, tenemos que movilizarnos para que eso se pueda cumplir.

Lo mismo pasa con los casos de violencia, no solo los femicidios que desde ya a nosotras nos atañe particularmente porque es la forma extrema de la violencia contra las mujeres, que lleva a la muerte. Y que como sabemos perfectamente nunca es el primer hecho, sino la consecuencia de una serie de situaciones que muchas de las veces las compañeras denuncian infructuosamente. Acá está otro de los elementos de la opresión de la mujer que se va a expresar en lo policial y en lo jurídico. Desde que comenzó la pandemia -tengo las cifras hasta el 30 de junio, no he podido tener la totalidad del mes de julio- hubo 144 femicidios, víctimas de la violencia machista. 40% en los propios hogares, porque la situación de encierro agudiza el problema de tener que vivir con el agresor, el violento, dentro de la casa todo el tiempo. Siempre hay que recordar que cada una de las víctimas implica a la vez otra serie de víctimas que son los chicos, hay 177 chicos que se han quedado sin madres en este lapso al 30 de junio, y también la familia. Es una situación tremenda, pero a la vez, no ha cesado la lucha contra el hambre y tampoco la lucha de las mujeres, como decíamos con lo de Pilar, o la lucha de Neuquén, o la movilización que se hizo en Tucumán hace dos días para evitar que el marido matara a una compañera. Somos nosotras y las promotoras que se están organizando en todo el país las que estamos actuando ante la falta de acción efectiva de parte del Estado. Esa es la red que nosotros tenemos que sostener y fortalecer.

Respecto a cómo se profundiza la crisis y la situación, yo solo querría agregar que acá se está manifestando una ley que es inexorable: “cuando no se golpea arriba, se descarga abajo”. O sea, la crisis se ha seguido descargando abajo en los casos que hemos mencionado y en muchos otros, porque el gobierno no ha tomado ninguna medida de fondo para golpear a los que todos estos años y décadas (y uno podría decir en todo el desarrollo de este sistema de explotación capitalista) se han seguido beneficiando, acumulando riquezas,  un puñado cada vez más pequeño de monopolios y terratenientes y donde millones estamos en la situación que estamos. Cuando decimos ninguna medida, es porque, por ejemplo, el Impuesto a las Grandes Fortunas está parado en el Congreso, impuesto que nosotros hemos empujado y aún no tiene estado parlamentario. Lo mismo en la situación de Vicentin donde seguimos la lucha aunque Fernández haya retirado el DNU, pero las obreras y obreros de la Algodonera de Avellaneda y los aceiteros que han salido a la lucha en Reconquista están sufriendo el revanchismo patronal. Por lo tanto, vuelve a darse esta situación que ya conocemos que donde no se avanza se retrocede; y esto envalentona a la derecha opositora, gorila, que se referencia en Cambiemos y sigue siendo el peligro principal que enfrentamos.

A la vez hay una gran batalla que perdimos, la batalla de que no había que pagar la deuda sin investigar, porque la deuda es con el pueblo, sigue siendo con el pueblo, y por lo tanto sentándose a negociar se ha ido aceptando paso a paso una cantidad de imposiciones de los acreedores, que sabemos quiénes son. No solo son de afuera, sino que tienen fuertísimos intereses adentro como el grupo BlackRock, por ejemplo. El gobierno terminó aceptando pagar los intereses mientras negociaba, que son más de 4 mil millones de dólares, aceptó la legislación extranjera y aceptó reconocer el capital total de la deuda. Al mismo tiempo es cierto que consiguió un alivio de la carga enorme de la deuda que dejó el macrismo que realmente fue una cuestión de tipo criminal hacia el pueblo y el país, que era tener que pagar más de 15 mil millones de dólares por año y el gobierno ha logrado reducirlo los primeros años a alrededor de mil millones por año. Entonces la gran batalla ahora es, con ese respiro que se ha conseguido porque no nos sacamos la mochila de la deuda pero se la pateó para adelante, qué políticas vamos a empujar y ayudar a que se concreten para que ese dinero vaya a resolver verdaderamente los grandes problemas que tenemos. Porque si el plan productivo es eficaz tiene que ir al desarrollo de una industria nacional autónoma. Como hemos dicho tantas veces, la Argentina está en condiciones, como se hizo en otros tiempos, de hacer aviones y satélites como el que acaba de concretar el INVAP junto a la CONAE. Es decir, tenemos una fuerza humana y tenemos las condiciones objetivas para un desarrollo económico independiente, que proporcione un trabajo de buena calidad para todos los argentinos. Es verdad, decimos que podemos hacer misiles y estamos en condiciones de hacerlo. Por lo tanto, esa idea que no se puede, que Argentina es pobre y que no hay plata es mentira. Argentina es un país rico, tenemos un producto bruto interno de 500 mil millones de dólares. El problema es dónde van esos millones de dólares que es el producto del trabajo y del esfuerzo de todo el pueblo.

La batalla que tenemos por delante nosotros, como parte del pueblo y del Frente de Todos es discutir a fondo qué rumbo político y económico va a poder darse para que verdaderamente la crisis no la siga pagando el pueblo y el país pueda resolver un desarrollo independiente del imperialismo y que termine con el latifundio, los monopolios, la banca financiera, etc. La opresión de la mujer de la que vamos a hablar en particular puede y debe seguir tratándose de ir resolviendo en el mientras tanto, como los movimientos sociales, la clase obrera y el pueblo van arrancando dentro del sistema todo lo que pueden para ir paliando en algo la dificilísima situación que soportan. Pero solo en un proceso de liberación nacional y social podrán las mujeres como el conjunto del pueblo liberarse definitivamente.

 

El origen de la opresión

En esta situación donde, como dijimos, se ha agravado el sufrimiento y la opresión de las mujeres durante la pandemia, con las cifras que hemos dado de femicidios, de violencia, siempre planteamos que las mujeres en esta sociedad no sólo sufrimos la explotación por ser parte del pueblo y de la clase obrera sino una opresión específica por ser mujer, por eso hablamos de doble opresión.  Es decir, que sufrimos por ser pobre y ser mujer, como dice la bella poesía de Carmen Soler. Sufrimos también por ser originarias y ser mujer, por ser obreras o campesinas y por ser mujer, por ser negras y por ser mujer, cargamos siempre, además, la mochila de sufrir por ser mujer, de estar oprimida. Esa opresión no existió siempre. Esto es fundamental tener en cuenta, por lo cual volvemos a la cuestión del origen de la opresión, porque la opresión de la mujer no existió siempre sino que surge en determinado momento de desarrollo social. Durante la llamada comunidad primitiva o comunismo primitivo que fue hace decenas de miles de años y tal vez podamos hablar de millones de años si pensamos en el largo proceso en que se gestó al Homo Sapiens.

Para este tema  siempre recomiendo el trabajo de Federico Engels, El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre, que aunque tiene más de 100 años y en muchas cosas puntuales fue superado por nuevos descubrimientos científicos, el núcleo principal de ese análisis sigue siendo absolutamente correcto y esclarecedor. En ese texto se muestra con muchísima claridad cómo en esa comunidad primitiva había igualdad de sexos, había una unidad basada en la cooperación. Además, por una necesidad objetiva porque siendo como especie mucho más débil que las especies que habían en el contexto aquel de millones de años, por lo menos dos millones transcurrieron en ese  proceso, solo cooperando se podían defender esos pequeños grupos humanos de los peligros naturales. Y también de otros grupos vecinos que disputaban por la cantidad de productos bastante escasos en esa etapa basada en la recolección. Señalo esto de la cooperación porque, por ejemplo, entre las cosas que se han metido es que el individualismo y la competencia que caracteriza este sistema social y en general todo el sistema de clases es de origen natural, o sea, que es propio del género humano, esto es absolutamente falso. No solo porque vemos la capacidad de solidaridad que hay hoy en nuestro pueblo, en nuestras mujeres, sino porque la humanidad no hubiera llegado hasta donde hoy estamos sino hubiera primado la solidaridad y la cooperación en sus orígenes. A su vez, esa necesidad significaba que tanto mujeres como hombres tenían que participar en la producción de la propia existencia. Esto que diferencia al hombre de los animales que no solo se reproduce y se adapta a las condiciones que encuentra, sino que tiene la capacidad de transformar aquello que encuentra. Esa capacidad se articula a través de algo propiamente humano, único, que es el trabajo. Esto lo fundamenta también con trabajos muy serios el investigador inglés, Richard Leakey, entre ellos  en su libro, EL origen del Hombre.

Entonces, el lugar que cada uno ocupa en la producción, en el proceso de trabajo, va a ser decisivo en todas las fases del desarrollo de la sociedad. Y en esta primera etapa la mujer participaba junto a los varones  en las actividades de la recolección y la caza  que garantizaban la supervivencia del grupo. Al mismo tiempo empieza a darse una primera división del trabajo a partir de algunas diferencias que tienen que ver con lo biológico y el sexo entre el hombre y la mujer por una razón bastante obvia, de que hay un periodo importante de meses donde las mujeres no podían participar a la par de los varones en la cacería por los embarazos, y en los primeros meses de lactancia, lo que la obligaba a quedarse en el lugar donde se asentaba ese pequeño grupo. Pero esto no provocaba una cuestión de jerarquías en esa sociedad; por el contrario, la mujer por esa misma situación descubre la posibilidad del cultivo, de la agricultura que libera en parte al grupo de lo que es la búsqueda fortuita de lo que se recolecta.

Por lo tanto, siguiendo con esta apretada síntesis, en todas las comunidades de ese larguísimo periodo de la humanidad la mujer tenía un lugar relevante; inclusive la filiación, o sea, la posibilidad de determinar en qué familia quedaban los hijos era de tipo materna. No nos gusta hablar de matriarcado porque daría la idea de un poder de las mujeres y vamos a ver que las mujeres no ejercían un poder sobre los demás miembros de la comunidad, recién va a haber un poder de un grupo sobre otro cuando la sociedad se divide en clases y surge el patriarcado. Pero este largo periodo de filiación materna es una de las demostraciones de que no existió siempre la opresión de la mujer, ni la explotación del trabajo humano. Sino que eso surge en determinado momento del desarrollo histórico y nosotros luchamos con la convicción de que también el propio desarrollo social histórico genera las condiciones para  terminar con las bases objetivas de la explotación del trabajo y de la opresión de la mujer. Nos apoyamos en los ejemplos históricos de las grandes revoluciones, la Rusa, la China, la Cubana, que abrieron un periodo importante de construcción de una nueva sociedad liberada de la explotación de clases y que permitieron importantes avances en las condiciones de vida de las mujeres y la lucha por su liberación. Reflexionar sobre esos periodos en los que más avanzamos, que son los periodos revolucionarios, nos permite también avanzar en la comprensión que hemos adquirido, porque tenemos que decir que muchas de nosotras no la teníamos antes, de que si bien la revolución y la liberación social es la condición necesaria para la liberación de las mujeres, no es la condición suficiente; no es que viene por añadidura y que vamos a resolver todo aquello que conlleva el poder patriarcal y que se construye junto con el poder de una clase explotadora sobre el conjunto de la sociedad.

Les señalaba simplemente esta breve referencia histórica que sería bueno poder seguir desarrollando en otras charlas analizando cómo se manifiesta esta opresión y subordinación de la mujer en los distintos períodos históricos en que la sociedad se divide en clases antagónicas. Ustedes pueden consultar para este tema el libro de Federico Engels, El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado y  el de Alejandra Kollontai, Catorce Conferencias en la Universidad Sverdlov de Leningrado (1921).

Pero sí me interesa que podamos retener que la opresión de la mujer y la explotación de clase surge, sobre la base de la anterior división del trabajo (entre el hombre y la mujer, entre el trabajo intelectual y el manual y entre la ciudad y el campo), cuando aumenta la productividad del trabajo y se genera un excedente. Es decir, no solo se produce para lo que se necesita para vivir, sino que se produce un poco más, y comienza la lucha de quién se va a apropiar de ese excedente. Y surge también la posibilidad de apropiarse de los pueblos vencidos ya que al haber un excedente en la producción, también cambia algo que seguramente se daba en el período anterior, que en las guerras que había entre grupos diferentes los vencidos eran muertos o liberados. ¿Por qué?  Porque la productividad del trabajo no permitía tomar prisioneros que pudieran producir el alimento que los mantuvieran vivos y además trabajar para los vencedores. Solo cuando hay un excedente es posible la esclavitud. Surge el interrogante de por qué son los varones los que pueden apropiarse de ese excedente. Hay distintas hipótesis; una de ellas es que en la división del trabajo previo son los varones los que participaban activamente y todo el tiempo en la caza, primero, y se ocuparan luego de la domesticación de los animales; también cumplen el papel principal en la guerra y por lo tanto son los propietarios de las armas. De ahí, según esta hipótesis, que se apropiaran luego de los prisioneros y los obligaran a trabajar como esclavos para ellos. Sería  esta situación la que les confirió un poder previo que en determinado momento les permitió exigir que era necesario que lo que  ellos poseían lo heredaran sus hijos.

Pero existe el gran problema de que no es posible saber con certeza quién es el padre,  recién hace relativamente poco tiempo pudo resolverse con el ADN. Pero siempre se supo  quién era la madre, por eso los hijos pertenecían a la familia de la madre. Entonces el patriarcado, que no es otra cosa como su nombre lo indica que el poder del padre, impuso que quiénes heredaran fueran  sus hijos;  para garantizar esto se obliga a la mujer a la monogamia y se cambia la filiación materna por la paterna. Imponer este cambio llevó sin duda a una larga lucha, quizás de siglos, no es que de un día para el otro se dice que termina un derecho y empieza otro. Pero finalmente se impone, y surge junto con la propiedad privada, la familia monogámica y el Estado que garantice este nuevo orden social. Esa nueva familia, el nombre latino famulus  quiere decir esclavos, tiene un patrón, padre-patrón, que es dueño de la mujer, de los hijos y de los esclavos.

Les voy a leer una cita de Federico Engels, del libro El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, de 1884, que me parece  fundamental para todos los debates que están planteados hoy alrededor del patriarcado.

“El primer antagonismo de clases que surge en la esclavitud coincide con el desarrollo del antagonismo entre el hombre y la mujer en la monogamia y la primera opresión de clases que es la del sexo femenino por el masculino”. “La monogamia y su consecuencia, la prostitución, es la primera gran derrota de las mujeres”.

Podríamos decir que desde entonces comienza la larga lucha de las mujeres, a partir de esa gran derrota. La mujer es recluida en el trabajo doméstico, marginada del trabajo social, salvo las esclavas.  Muchas veces se habla de Grecia y de otras grandes civilizaciones de la antigüedad considerando sólo   a la parte de la población libre, pero la inmensa mayoría de los que trabajan son esclavos en todas esas sociedades y las mujeres esclavas trabajan a la par de los varones. Tenemos que decir que hasta una parte del siglo XIX y siglo XX la lucha de las mujeres queda invisibilizada dentro de la lucha de los hombres. Siempre hablamos de Espartaco como el gran símbolo de la lucha de los esclavos y tendríamos que encontrar alguna Espartaca, porque sin duda las mujeres esclavas eran crucificadas después de cada una de esas rebeliones con la cabeza para abajo igual que los esclavos, en todos los caminos que llevaban a Roma. Aun en esos momentos, la mujer esclava sufría además la violencia sexual de los amos. Como plantea Rita Segato, en la violación como en todas las situaciones de gran violencia sobre la mujer hay, fundamentalmente, una cuestión de poder, no de placer. Las esclavas eran violadas para que produzcan más esclavos y trabajaban hasta los 9 meses de gestación a la par de los varones.

Una de las cuestiones que me parece importante subrayar es que la opresión de las mujeres, la que en el siglo XX se va a expresar en la categoría conceptual de género, la opresión de género es transversal a todas las clases sociales, pero no la sufren de igual modo todas las clases sociales. Para dar un ejemplo, la matrona romana en la Roma esclavista, tenía mucho prestigio social, participaba y organizaba  grandes fiestas, era respetada por los caballeros, al igual que en el feudalismo las mujeres de los señores feudales, pero en su casa, así como ellas oprimían a los siervos y a los esclavos con la misma crueldad y prepotencia que los varones, sufrían en la familia la opresión y la humillación del marido. Eran sirvientas y siervas del marido porque a partir de la propiedad privada, como vemos hasta ahora y se expresa en forma brutal en los femicidios, la idea dominante es que la mujer es parte de los objetos que posee el hombre, es de su propiedad y  puede hacer con ella lo que quiera. Hay que decir también que gracias a la lucha de las mujeres  y a la conciencia que van tomando muchos varones a partir de su propia lucha social y política y del esfuerzo nuestro algunas de estas ideas van cambiando.

Entonces, este tema que recorre todas las clases pero no es igual en todas las clases sociales, es una de las grandes complejidades que tiene hoy el movimiento de mujeres y que nosotras no podemos resolver mecánicamente. Es un tema que dejo planteado.

No voy a desarrollar por el tiempo que tenemos todas las etapas históricas de esta lucha. Les dejo la inquietud porque es muy interesante, y daremos un salto al momento del capitalismo.

 

El capitalismo

Hemos tratado de mostrar a través de todo lo anterior que no es cierto que el patriarcado surge con el capitalismo. ¿Por qué digo esto? Porque a la vez de que el movimiento de mujeres  incorporó con mucha fuerza, como algo muy positivo y que nos unifica, la lucha contra el patriarcado, ha surgido un debate importante en relación a este tema. Hay teorías, principalmente la que sostiene Silvia Federici, que plantean que la opresión de las mujeres se origina en el capitalismo, vinculado a la función del trabajo doméstico ejercido por la mujer y necesario para la reproducción de la fuerza de trabajo en el capitalismo; en interpretación de Federici esta función de cuidado a cargo de las mujeres es más fundamental para la existencia del sistema capitalista que la explotación de la fuerza de trabajo en la producción; de ahí su crítica a Marx.  Esta referencia que hacemos a Federeci no es con la pretensión de realizar en este momento un análisis crítico de su obra de gran influencia en el feminismo, análisis que sin duda es necesario hacer. Lo hago  sólo con el propósito de señalar nuestra diferencia con su posición sobre el origen del patriarcado. Para un análisis más detallado de este tema, les recomiendo el artículo de Micaela Gomiz, en revista La Marea digital: Debates abiertos en el movimiento de mujeres y feminista. El patriarcado, ¿se va a caer, o lo vamos a tirar?

Insistimos entonces en que el patriarcado es una característica de la sociedad de clases, no  solo de una forma particular de esta sociedad: la capitalista.

Al mismo tiempo hay que tener en cuenta que recién con el capitalismo, con el ascenso revolucionario de la burguesía, el movimiento de mujeres va a adquirir visibilidad con una organización propia. Es la primera vez en la historia en que el movimiento de mujeres se organiza como tal. A la vez coincide con la incorporación masiva de la mujer a la producción, obligada a salir del ámbito doméstico y es salvajemente explotada junto con los niños, a veces más que los varones, en aquellos años iniciales de la acumulación capitalista. Ese terrible periodo que reflejan Marx en El Capital y Federico Engels en La situación de la clase obrera en Inglaterra, también abordado por Hernán Doval en un reciente artículo en la revista La Marea digital, F. Engels: el joven rebelde que traicionó a su clase, nos permite conocer cómo, en los inicios del capitalismo, en esas sórdidas fábricas de la manufactura y en el trabajo a domicilio, antes y después de la revolución industrial, las mujeres junto a los niños eran cruelmente  explotadas.  Esta situación en que las mujeres son explotadas en las fábricas y agobiadas por tener  que seguir trabajando cuando regresan a sus hogares para resolver todas  las tareas domésticas, situación que se inaugura con el capitalismo junto con el hecho objetivamente revolucionario de la incorporación masiva de la mujer a la producción, es lo que denunciamos como la doble jornada de trabajo.

Como respuesta a las condiciones de trabajo en los primeros talleres manufactureros, con jornadas interminables, las mujeres serán parte de la lucha de la clase obrera para reducir la jornada de trabajo a 12 horas y luego a las 8 horas. Al mismo tiempo se irá organizando el movimiento de mujeres para luchar por sus propios derechos y reivindicaciones.

Antes de continuar con las luchas que durante fin del siglo XIX y principio del siglo XX,  desarrolló el movimiento de mujeres y  que se conoce como «la primera ola», quería referirme  a un tema que generalmente le prestamos poca atención, y es al conjunto de ideas y creencias que legitiman y legalizan haciendo aparecer como natural el lugar de subordinación y opresión que sufrimos las mujeres.  Se trata, como analiza Marx, del conjunto de formas jurídicas, religiosas, artísticas o filosóficas, pertenecientes al terreno de lo ideológico, en que cada sistema social sostiene su estructura económica y de clase y el papel del Estado con sus aparatos ideológicos y represivos que lo garantice.

Esto nos obliga a librar la lucha en los dos terrenos, antes y ahora, en el terreno material de lograr la independencia económica y que se nos garantice que por igual trabajo tengamos igual salario, iguales derechos políticos y jurídicos, que podamos acceder a los mismos puestos de dirección que los varones, que tengamos guarderías en las fábricas, etc. Todo lo que es el programa de luchas reivindicativas  de las mujeres, que lleva más de un siglo y que sigue siendo actual, no solo en el terreno social sino también en el terreno político. Por ejemplo, en Argentina se consiguió la Ley de Cupos, muchas veces decimos hecha la ley hecha la trampa, pero por lo menos tenemos una ley. Pero a nivel mundial, solo el 25% de los puestos políticos de gestión está en manos de mujeres. Habría que ver en Argentina cuál es la proporción de esos puestos como parte de esa lucha política.

 

Mitos, costumbres, cuestiones religiosas y filosóficas

Como dije antes me voy a detener en algunos ejemplos de los mitos, las costumbres, las cuestiones religiosas y filosóficas y a veces hasta científicas que han sostenido históricamente y legitimado la opresión de las mujeres.  Por ejemplo, en el periodo del esclavismo, en la Grecia clásica, Aristóteles -uno de los grandes filósofos- sostenía en relación al lugar de la mujer en la procreación, que había dos sexos y un solo genitor, que sólo el varón tenía capacidad de germinar o fecundar y que la mujer era pasiva, incapaz de sentir placer. Esto se conoce como la teoría de un solo genitor con la cual se justificaba que el hombre tenía derecho a disponer de todo lo engendrado.  Esta teoría fue aceptada durante más de dos mil años, hasta que Harvey demostrara en el siglo XVII que hay elementos germinativos que portamos las mujeres. La ciencia tardó mucho en ocuparse de conocer los órganos genitales femeninos. En todas estas cuestiones, como lo explica muy bien Graciela Tejero Coni en su artículo, Aspectos histórico-antropológicos de la sexualidad, se evidencia el poder patriarcal en concreto.

Lo mismo podemos advertir en lo mitos que van cambiando conforme se pasa de la comunidad primitiva sin clases sociales antagónicas a las sociedades de clase y se va imponiendo el patriarcado. Para tomar solo un ejemplo que todas conocemos, el mito de Pandora, se habla de «una caja de Pandora» para señalar que nos podemos encontrar con algo malo inesperado. Pero este mito en sus orígenes hablaba de Pandora como una mujer que portaba un cofre lleno de tesoros, no de maldiciones. También el arte en las comunidades primitivas expresaban el lugar de admiración por las mujeres portadoras de la vida y la fecundidad, vinculada a la tierra y su papel en la agricultura. Lo mismo en América andina el lugar de la Pachamama, la madre tierra, a la que aún se le rinde culto.

También este cambio en la estructura social se va expresar en las religiones. Por ejemplo en el panteón de la Grecia antigua ocupaba un lugar de privilegio Palas Atenea, diosa de la guerra, de la sabiduría, de la ciencia y de la justicia. Esto lo desarrolla extensamente Kollontai en el libro que cité.

Pensemos por el contrario en todas las religiones monoteístas, que se gestan sobre la Ley del Padre, dios padre todo poderoso, creador del cielo y de la tierra, y dentro de eso según la Biblia dios crea a Eva de una costilla de Adán, y Eva es la culpable de que Adán coma el fruto del árbol prohibido. Algunos interpretan que es del pecado, y otros que era el árbol de la sabiduría porque el saber da poder, y estaba prohibido porque no podían ni el hombre ni la mujer llegar a tener ese saber. La maldición con la que los echan del paraíso es a Eva “vas a parir con dolor” y Adán “vas a ganar el pan con el sudor de la frente”.

Fíjense el lugar de opresión, de sometimiento, casi como una condición divina la del poder de estas religiones; y la religión católica fue la ideología dominante en todo el feudalismo europeo. Las mujeres que no se sometían eran ferozmente reprimidas y algunas llevadas a la hoguera acusadas de brujería. Como analizó Marx, las religiones legitiman el orden social y a la vez lo reflejan. Por eso: no solo hay que criticar la religión, hay que luchar contra las condiciones objetivas que permiten que eso subsista. No solo por los aspectos negativos de la religión sino por las necesidades que cubren, frente a las grandes injusticias y sufrimientos del pueblo las religiones le ofrecen formas de consuelo sustituto, este «valle de lágrimas» terrenal  será recompensado con un paraíso en el más allá; en otra vida. Por eso Marx decía que a la crítica de las religiones tiene que seguir la crítica de la sociedad y la lucha por transformarla, que es lo principal,  porque si esto no sucede las religiones seguirán sirviendo como consuelo y resignación para los más oprimidos.

Hablamos de estas cuestiones para señalar la importancia que tienen las batallas ideológicas en todos sus aspectos, también en aquellos que se manifiestan en las ciencias como en la psicología que conozco, pero que debe estar en todas las ciencias. Porque al tiempo de luchar para terminar con las causas de la opresión y de la explotación material hay que luchar también para revolucionar el terreno de las ideas, de las costumbres, de los prejuicios. Y este es un grandísimo aporte de Mao Tsetung y de la Revolución Cultural Proletaria, que por algo se llamaba revolución cultural. La primera revolución que se hace desde el poder y a partir de una de  las enseñanzas que saca el Partido Comunista de China y  Mao Tsetung de la trágica derrota de la revolución socialista en la Unión Soviética.

Esto no quería dejar de plantearlo, aunque como decía cada uno de estos temas podría dar lugar a una charla o un seminario donde estudiemos todas juntas.

 

Hitos en la lucha de las mujeres

El tercer punto que propusimos desarrollar son los hitos en la lucha de las mujeres.

Como dijimos las luchas de las mujeres adquieren visibilidad con el advenimiento del capitalismo y sobre todo a partir de su incorporación masiva a la producción en la revolución industrial.

Ya a fines del siglo XVIII, en la Revolución Francesa, las mujeres campesinas participan activamente en la gran rebelión plebeya que termina en Francia con el poder monárquico e instala el poder de la burguesía. Son las mujeres la avanzada que asalta el palacio de Versalles y lo arranca al Rey y a su corte porque necesitan el pan y los alimentos que están acumulados ahí mientras los hijos de las campesinas se mueren de hambre. O sea que tienen sin duda una participación descollante, donde se destaca Rosa Lacombe, integrante del “Club de ciudadanas revolucionarias”. Sin embargo, les prohibirán participar en los órganos de poder que instala esa revolución y tampoco van a ser mencionadas sus necesidades y derechos en la Declaración de los Derechos del Hombre. Uno siempre entendía que cuando se decía del “hombre” estamos incluidas y pareciera que no.

Recién en setiembre de 1791, la escritora Olympe de Gouges hizo notar esta ausencia y escribió la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana. Algo parecido va a pasar en todo el proceso de independencia de Estados Unidos, donde las mujeres  se organizarán para luchar por sus derechos políticos y desde ya económicos.

No podemos dejar de mencionar el Manifiesto del Partido Comunista redactado por Marx y Engels en 1848 que proporcionará las bases teóricas a la lucha por terminar con toda forma de explotación y opresión y que será también una guía para la emancipación femenina.

Otro hecho muy importante es la Comuna de París en 1871. Por primera vez la clase obrera que ya se ha organizado en forma independiente de la burguesía toma el poder en París. Dura poco tiempo, sin embargo sirve para bocetar los rasgos generales de un Estado proletario del que sacarán enseñanzas Marx y Engels. Podemos advertir que el proceso de organización del movimiento de mujeres se va dando no idénticamente pero en forma simultánea a la organización independiente de la clase obrera.  Desde las barricadas de París las mujeres, que no logran formar parte del Consejo de la Comuna, sí logran: igual salario por igual trabajo, el divorcio y la abolición de la prostitución bajo la garantía que  la Comuna  garantizará trabajo productivo efectivo a las mujeres que están bajo las condiciones de prostitución. Ya en 1871, el primer gobierno obrero prohíbe la prostitución, pero con la única forma en que puede hacerse efectiva -porque en Argentina también está abolida- que es garantizando a las mujeres las condiciones de trabajo y vivienda con derechos sociales, sino no se puede. Por eso dice Engels que con la monogamia que saca a la mujer del trabajo productivo surge la prostitución. Pensamos que este es el camino, no el que sostienen algunas organizaciones que consideran a la prostitución un trabajo. Es una polémica que no creo que sea la principal, pero es muy importante.

No quiero dejar de mencionar en los siglos XVIII y XIX la participación de las mujeres en las luchas anticoloniales. Para nombrar en ellas a todas, recordemos a Micaela Bastida, compañera de Túpac Amaru que participa activamente en los levantamientos de 1791-1792 en el Perú y el Alto Perú, al igual que Bartolina Sisa, compañera de Túpac Catari. También la tucumana Manuela Pedraza en 1806  que junto a ciento de mujeres enfrentaron a los invasores ingleses con aceite hirviendo. Y en la guerra de la independencia, Juana Azurduy al frente de los indios Tarabucos mantuvo a raya en el Norte al ejército español.

En el siglo XX  se produce un gran salto en el desarrollo del movimiento de mujeres y en su organización independiente. Los distintos momentos de ascenso del movimiento, con sus retrocesos,  han sido sistematizados como las distintas olas y como toda periodización puede ser objeto de discusión y según los enfoques se jerarquizan unos u otros acontecimientos. Me parece útil partir de ellas para nuestra exposición.

  

La primera ola

Se refiere al período que abarca desde comienzos del siglo XX que se iniciaría con la situación que antecede a la Primera Guerra Mundial en 1914 hasta la segunda mitad del siglo XX.

Una lucha que adquiere carácter internacional en este período fue la que permitió establecer el 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Alrededor de porqué se impuso esta fecha y si es el día “de la mujer trabajadora”, o “de la mujer” hay debates. [Las remito a artículos que ha escrito Germán Vidal en el semanario Hoy]. Hay una discusión si se debe a  que en 1908 hay una gran marcha de mujeres el 8 de marzo en Nueva York que es reprimida; también hay una ocupación de los talleres Cotton en Nueva York que son incendiados y mueren una cantidad de mujeres. También se sostiene que tiene que ver con el 23 de febrero, esa gran marcha de mujeres en la Rusia zarista que encabezan las mujeres y son reprimidas por el zar y ¿por qué el 8 marzo? porque el 23 de febrero del calendario gregoriano ruso es el 8 de marzo, entonces se plantea esa fecha. Como ustedes ven en cualquiera de las opciones siempre hace referencia a momentos heroicos de la lucha de las mujeres.

A su vez en 1910 se hacen dos Congresos Internacionales de Mujeres organizados y presididos por Clara Zetkin, una gran comunista alemana, que lucha para que se imponga el día internacional de las mujeres, y consigue que se establezca el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer Trabajadora en 1910, con la aprobación de 17 países. Recién en el año 1975 las Naciones Unidas reconocen el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer, y está muy bien que incluyamos en ese día a todas las mujeres, pero no significa diluir que es de las mujeres trabajadoras también, más en un siglo donde ya la mayoría de las mujeres somos trabajadoras.

Un acontecimiento que tendrá enorme repercusión en esta primera ola será la Primera Guerra Mundial y sus preparativos ya que obligan a una nueva gran incorporación de la mujer en la producción, inclusive en lugares que no tenía antes. Porque se consideraba que había trabajos (como se considera quizás ahora) que no podían hacer las mujeres. No solo trabajos de fuerza que podría ser razonable hasta que recuperemos nuestra fuerza natural que la perdimos en siglos de sometimiento, pero hoy tienen que pelear para conducir un colectivo, que no exige fuerza, sino que hay discriminación. En la guerra no tuvieron más remedio que aceptar que las mujeres ocupen todos los puestos de trabajo que los hombres que eran incorporados a los ejércitos dejaban vacante. Vuelvo a insistir que la incorporación a la producción y el lugar en la producción son una condición necesaria en el proceso de liberación de las mujeres; necesaria pero no suficiente ya que no resuelve por sí misma todas las lacras del patriarcado. En muchas corrientes del feminismo no se le presta suficiente atención a esta cuestión que es decisiva porque sin independencia económica la mujer está obligada a depender de otro. Esto se ve inclusive en los casos de violencia, porque dónde va a ir la mujer si no tiene dinero, si no tiene vivienda. Exigimos que el Estado cubra esta necesidad; pero a la vez es un reconocimiento de la desigualdad material que tenemos, muchas veces trabajando a la par.

A fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX se desarrollará una importante lucha en Gran Bretaña y otros países exigiendo el derecho de las mujeres a votar, es el movimiento que se conoce como el de las sufragistas. Recién después de la Primera Guerra Mundial se reconoce legalmente este derecho para las mujeres mayores de 30 años y en 1928 para todas las mayores de edad. En Argentina se logrará en 1951 con el impulso de Eva Perón.

Pero el hecho histórico de mayor trascendencia de este período será la Revolución Rusa, permitirá un salto cualitativo en el desarrollo del movimiento de liberación de las mujeres. Dirigidos por Lenin y el Partido bolchevique la clase obrera toma el poder y por primera vez comienza la construcción de una sociedad sin explotadores ni explotados, la sociedad socialista. En ese periodo, sobre todo en los primeros años revolucionarios, las mujeres conquistan derechos que no los habían tenido nunca bajo las condiciones del capitalismo. Por ejemplo, igual salario por igual trabajo, la protección real de la mujer durante el embarazo y  la crianza, el divorcio, el aborto legal y gratuito, el acceso real a la educación mixta, etc.

Entiendo que las que nos ubicamos desde el punto de vista marxista y revolucionario en el movimiento feminista y en el movimiento de mujeres tenemos la responsabilidad de estudiar con más profundidad los logros y también  las contradicciones de las mujeres en esos procesos revolucionarios. Con más razón en momentos en que las ideas dominantes plantean, a partir de la derrota que sufrimos, que fueron un fracaso y que hay que olvidarse de esos procesos, que este sistema capitalista es el único posible. Sin embargo, no se podrá ir más allá de hasta donde llegaron esos procesos en la lucha revolucionaria si no se estudia y se aprende de los aciertos y errores de los mismos.

Nosotras que nos interesamos en particular por la situación de las mujeres tenemos que analizar los problemas de las mujeres en el socialismo. Les recomiendo para el periodo de la Revolución Rusa los libros que escribió Alejandra Kollontai, entre ellos uno que mencioné reeditado recientemente: Catorce conferencias en la Universidad de Leningrado, en el año 1921. Y para el periodo de la Revolución China La mitad del cielo, de Claudie Broyelle, que es la historia del movimiento de mujeres en la China revolucionaria, en particular durante  la Revolución Cultural Proletaria.

Estudiando esos dos procesos revolucionarios y la lucha que se da alrededor de la cuestión de la mujer, aunque aún sea en mi caso un estudio muy incipiente, permite sin embargo entender mejor una cantidad de cuestiones. Por ejemplo, en el seno del proceso revolucionario en Rusia se dio una gran lucha alrededor de “el lugar de la mujer”, si seguía siendo el hogar familiar y además debe incorporarse a la producción, o como planteaba una línea  proletaria revolucionaria que  junto con la incorporación a la producción, (en Rusia, con una economía destruida por 3 años de guerra civil y guerra imperialista, se va a decretar en la Nueva Política Económica (NEP) el trabajo obligatorio de hombres y de mujeres) era necesario socializar las tareas domésticas. Esta línea revolucionaria la va a empujar Kollontai, quien sostiene que sin resolver la contradicción entre el trabajo privado para la familia y el trabajo social, esa incorporación a la producción no se va a poder llevar a cabo, o si se lo hace va a ser a costa de una mayor carga sobre las mujeres, que es lo que hablábamos anteriormente de la doble jornada de trabajo.

Esta línea revolucionaria es derrotada en la Unión Soviética, según Kollontai alrededor de 1930. Esa  derrota se va a manifestar, entre otros hechos, en una gran campaña para que la mujer vuelva al hogar, también se volverá a la penalización del aborto que había sido legalizado en 1920. En este periodo se produce  un gran retroceso dentro del movimiento de emancipación de las mujeres. Esto nos plantea un interrogante que dejo para ustedes porque no lo tengo resuelto que es ¿cuánto influye la derrota del movimiento de mujeres y de las mujeres en el socialismo, como una condición previa a la gran derrota que sufrió la clase obrera en su conjunto? Es decir, ¿cómo ha influido esta situación para que en la URSS se restaure el capitalismo?

En relación al proceso revolucionario en China entiendo que no puede soslayarse lo que ha significado el maoísmo para el tratamiento de las contradicciones en todos los ámbitos de la construcción del socialismo. Por ejemplo, las contradicciones que existen  entre las relaciones de producción y las fuerzas productivas; entre la base material, entre los cambios en la propiedad de los medios de producción y la necesidad de revolucionarizar también el conjunto de ideas, costumbres, normas, etc.; es decir que a los cambios en la estructura de la sociedad se correspondan los cambios en las relaciones sociales y en la superestructura y que estos exigen como planteara Mao una lucha política e ideológica activa. Les decía antes que la Revolución Cultural Proletaria tiene ese gran fundamento que parte de la comprensión de que en socialismo continúa la lucha de clases en todos los aspectos de la vida social y de la necesidad de continuar la revolución durante la dictadura del proletariado, en el período de transición del socialismo al comunismo.

Por ejemplo, para pensar, el carácter del trabajo no cambia porque no haya explotación simplemente y porque la plusvalía, el trabajo excedente no  se lo apropie el capitalista sino el Estado socialista y se proponga distribuirlo de acuerdo a las necesidades sociales. Es un cambio gigantesco desde ya porque no hay explotación, pero no cambia el carácter del trabajo si sigue siendo solo una obligación “social” donde se vende la fuerza de trabajo para obtener un salario.

Estas cosas profundas que tienen que ver con superar la alienación en el trabajo que plantea Marx, las aborda Mao Tsetung en China y el Che Guevara en Cuba. En lo del Che Guevara como necesidad de gestar “el hombre nuevo”, Mao, como necesidad de librar una lucha política e ideológica activa. Ya Lenin planteaba la necesidad del trabajo voluntario, no como un problema económico principalmente, como un problema ideológico donde el conjunto de la sociedad ofrece voluntariamente su trabajo para satisfacer una necesidad social y  buscar un bien común. Y no solo por un interés y una necesidad individual. Si socializando los medios de producción se va a mantener como el motor principal de construcción del socialismo, el estímulo y el  interés material individual, el individualismo, etc., como dijo Mao Tsetung refiriéndose a China en la década del 60, se estará construyendo una sociedad “es apenas diferente al capitalismo, donde todavía existen como 18 categorías diferentes en el trabajo y todavía la mujer es considerada inferior”. A pesar de que en el año 1949, pocos meses después de la revolución, la Ley de Matrimonio en China planteó la discriminación positiva para las mujeres que habían sido oprimidas durante siglos, al punto que les vendaban los pies cuando nacían para obligarlas a caminar detrás de los hombres, con los pies chiquitos. El Estado de la República Popular de China legisla en la Ley de matrimonio que el Estado no podía ser neutral si una mujer pedía el divorcio sino que tenía que ponerse del lado de la mujer, porque para que la mujer se anime y pueda romper con el yugo del patriarcado en China después de milenios de opresión era necesario que el Estado la apoye.  Eso está escrito en la Ley de Matrimonio del año 1949. Como se ve en libro La mitad del cielo, la Revolución Cultural se hace también porque  luego de los primeros años de la revolución se volvieron a imponer las concepciones burguesas patriarcales y la mujer continuaba sufriendo una gran opresión en la familia, dependiendo del padre o del marido, y esto hace que las mujeres estuvieran a la vanguardia en la Revolución Cultural y fueron las grandes entusiastas de avanzar en la colectivización en todos los aspectos de la vida social cotidiana.

Si uno ve cómo se abordan las contradicciones en Rusia según lo sostiene Kollontai y cómo se aborda en China, se va a dar cuenta de esta diferencia filosófica, ideológica y de comprensión del marxismo y la dialéctica en China. En Mao está siempre presente la importancia de la lucha política y en el terreno cultural, la comprensión que la construcción del socialismo exige desarrollar la producción pero que el solo desarrollo de las fuerzas productivas,  el cambio de la base material, no garantiza automáticamente el cambio de todas las relaciones sociales sostenidas en milenios de sociedades basadas en la explotación y la opresión. Y que esta lucha hay que darla ganando a las masas para ese camino y no imponiéndolo desde arriba. Así como el Estado de las clases dominantes reprime y persuade y se sostiene sobre el consenso, también el cambio de sociedad tiene que ir ganando un consenso, no solo en los niveles jurídicos sino en las costumbres e ideas; en la conciencia de las masas obreras y populares. Dentro de eso tiene que resolver algo que es muy difícil que es el machismo y todas las lacras del patriarcado, que en China tenía profundas raíces imperiales y feudales.

Si uno quiere ver lo que cuesta cambiar estas ideas, hay que ver lo que fue la revolución en Cuba, donde las mujeres habían participado en  la lucha armada y con dirigentes como Haydée Santamaría clave en la Sierra  y después que triunfa la revolución encabezan la gran campaña de alfabetización, no logra resolver el tema del machismo, como tampoco la discriminación a los negros. Si uno lo piensa fríamente no deberíamos sorprendernos ya que es imposible que costumbres arraigadas que  tienen por lo menos 10 mil años sostenida y conservan raíces materiales, sociales, religiosas, ideológicas ¿alguien puede creer que en  10 años, 30 años, 50 años se van a resolver? Si no hay una lucha activa también en el terreno ideológico, de las costumbres y de las ideas profundas es imposible. Esta es una cuestión importante, es decir, los aportes teóricos, ideológicos que hizo el marxismo en los distintos momentos, que hizo el Che, que no por eso dejaba de ser machista, como pasa con tantos compañeros. Y también en este terreno los aportes del maoísmo que son fundamentales.

Retomando el hilo de esta primera ola en el desarrollo del movimiento de las mujeres luego de habernos detenido en  estos grandes momentos que fueron las revoluciones Rusa y China, es importante que destaquemos algunos hechos que se producen en el período de la segunda postguerra en occidente y que permitirán al movimiento de mujeres un nuevo avance.

Se van a producir los aportes en el terreno de la psicología, de la antropología y de la cultura que van a ayudar a la comprensión de la opresión específica de las mujeres. Es importante leer a Margaret Mead, ella es una inglesa que en 1948 estudia determinadas comunidades y llega a la conclusión de que las cualidades de género masculino y femenino, macho y hembra, no son naturales, no son por el sexo biológico, sino que se adquieren socialmente. Y que se adquieren con cualidades diferentes según las comunidades, lo que es apreciado como masculino o femenino en cada una de esas comunidades se construye socialmente. El otro gran aporte en el año 1949 es el de Simone de Beauvoir, que escribe un libro muy esclarecedor El Segundo Sexo, donde  estudia cómo lo masculino y lo femenino se modela como una identidad adquirida, no natural, y se modela en oposición de un sexo contra otro. Por lo tanto, la idea de absolutizar la contraposición entre los sexos como contradicción principal no ayuda al desarrollo del movimiento de mujeres si no se lucha a la vez que  contra el sistema la sociedad que modela también una identidad masculina para poder explotarla mejor.

Ahora hay algunos trabajos muy interesantes sobre las masculinidades. Entre esos he leído un trabajo del antropólogo Hernán Palermo sobre cómo entre los obreros petroleros las patronales aprovechan los prejuicios que existen como  la idea de “si sos macho o no para ver cuantas horas aguantas”, “qué trabajos más pesados podés hacer”, “no seas mariquita”, “no llores porque no volvés a tu casa” impone los ritmos y organización del trabajo que le conviene. No puede ser de otro modo, porque la sociedad y la educación en particular dentro de las grandes instituciones legitiman, preparan los sujetos aptos para reproducirla. Por eso cuando nos dicen que insistimos con la opresión de las mujeres siendo que hay mujeres más machistas que los varones, decimos que es cierto porque algunas aún no se han liberado del rol que tienen asignado socialmente: formar a los hijos en las concepciones patriarcales y machistas. Por eso lo fundamental de esta gran revolución del movimiento de mujeres es el cambio de la cabeza de las que van a ser madres y van a estar a cargo de las familias. Esas chicas de 5, 8 y 10 años que van a las marchas no van a decirle a sus hijos “esto no hagas porque sos varón, que lo haga tu hermanita”. Ahí viene la importancia que tiene la lucha contra el patriarcado en general, porque golpea en los pilares fundamentales que sostienen este sistema capitalista imperialista de opresión. Por lo tanto, no subestimamos la importancia que tiene esta lucha por cambiar las cabezas y por pelear las leyes necesarias. Decimos que el cambio a fondo es imposible si no se da vuelta el viento, como decía Mártires López, y para eso tiene que soplar con fuerza revolucionaria.

Mencionando las influencias ideológicas en algunas disciplinas no puedo dejar de mencionar porque me toca de cerca a los padres tutelares de la psicología oficial hoy en las facultades, que es Freud, con su teoría psicoanalítica sobre la sexualidad es el monumento al falocentrismo, explicando la sexualidad femenina a partir de la envidia al pene y el complejo de castración, teorías  que se siguen repitiendo hasta ahora. O de Lacan, que sigue hablando como si fuera natural la ley del padre, y  todo se organiza alrededor de la lucha entre el deseo y la ley del padre. Mensaje para las compañeras que están en las facultades. Que cuando hablamos de que no se puede luchar para cambiar lo material sin luchar a la vez por cambiar las ideas, esto hace que nuestra lucha en el movimiento estudiantil y como profesionales no puede limitarse y reducirse a las reivindicaciones económicas, a que luchemos por el apunte, por el comedor, etc. Eso es fantástico, es condición necesaria para estudiar, pero si no nos metemos en las polémicas con los contenidos vamos a salir a la calle con el pañuelo verde pero en la facultad nos van a seguir metiendo la ley del padre. Y también, por supuesto, la lucha con todas las concepciones pos modernas que predominan especialmente en las ciencias sociales.

 

La segunda ola

El inicio de la segunda ola se ubica en la segunda mitad del siglo XX.  En este período se producen las grandes revoluciones y luchas anticoloniales. Triunfa la Revolución Cubana, el Mayo Francés, las luchas anti raciales y el movimiento hippie en EEUU, el triunfo del pueblo vietnamita, la Revolución Cultural en China. Las grandes puebladas antidictatoriales en nuestro país en el marco de un gran auge revolucionario mundial. Pero hay otras revoluciones que se van a dar en las relaciones entre los sexos donde juega un gran papel la píldora anticonceptiva, una mayor libertad sexual y la lucha de los movimientos exigiendo el respeto a la diversidad sexual. Para valorar los cambios que se produjeron en este aspecto téngase en cuenta que hasta 1960 la Organización Mundial de la Salud consideraba a la homosexualidad una enfermedad, al igual que el DC4, el decálogo de la psiquiatría yanqui, pero que lo usábamos en todo el mundo. Por lo tanto, la homofobia, o sea, la discriminación de no aceptar la diversidad sexual era un tema reforzado por la ciencia entre comillas. Esto inficionaba todos los sectores sociales y también los partidos de izquierda y revolucionarios, nadie quedaba afuera de eso.

En este período vuelve a manifestarse con claridad dentro del movimiento de mujeres, junto a un feminismo reformista, un feminismo revolucionario que sostiene que la liberación de la mujer exige luchar por la liberación de toda la sociedad pero que, a la vez, la revolución social no puede limitarse a terminar con las diferencias de clase sino también con todas las diferencias de sexo.

Fíjense que nosotros seguimos discutiendo hasta ahora si puede haber un feminismo revolucionario, marxista, si las comunistas revolucionarias nos consideramos parte del feminismo. Yo ya tomé partido, en medio del debate. Creo que somos parte del movimiento feminista, creo que ese inmenso movimiento que es heterogéneo, diverso, que está en desarrollo exige que nosotras participemos dentro de él para ayudar a que pueda ser hegemonizado por las concepciones que plantean que ese movimiento tiene que confluir con el movimiento obrero y popular, para lograr verdaderamente la liberación de las mujeres. No encuentro ninguna razón para estar afuera, primero porque obligada a estudiar un poco el movimiento feminista, no solo en el 60 sino desde sus orígenes, hay corrientes revolucionarias y marxistas dentro del feminismo desde la época en que Clara Zetkin luchaba por la organización internacional de las mujeres comunistas. Nunca han sido hegemónicas, pero también es cierto que una parte del movimiento comunista de mujeres, nosotras incluidas, lo tenemos en debate, entendiendo que: ¿por qué feminista y no sólo movimiento de mujeres? Y también se puede decir, somos parte del movimiento de mujeres y también feministas, porque hay una masa de mujeres que son parte del movimiento de mujeres que no se consideran feministas, como muchas de nosotras no nos considerábamos hasta hace muy poco.  Pero eso no quiere decir que si el feminismo hoy es la lucha por los derechos de las mujeres y está hegemonizado por sectores que plantean que hay que terminar con el patriarcado, o sea que ha salido mayoritariamente de la lucha macho-hembra para plantear una cuestión fundamental del poder y del Estado como es el patriarcado, aunque no planteen en su mayoría terminar con el Estado de las clases dominantes sino desde posiciones reformistas.

Pero la verdad transitamos junto a sectores con posiciones tan  distintas a las nuestras con los que coincidimos políticamente en algunos puntos, que por qué no podemos transitar junto con un movimiento que podemos caracterizar reformista, dentro del feminismo, que pelea por reivindicaciones comunes por las que peleamos nosotros, incluido terminar con el patriarcado, a pesar de que mantengamos diferencias que las voy a plantear en el debate. Pero no vamos a poder profundizar e incidir dentro de ese movimiento inmenso, heterogéneo, con mayoría de jóvenes que no saben muy bien qué se discute y cuál es la diferencia, si no nos metemos en ese movimiento. En la medida en que he participado hace tres años en estas charlas las jóvenes me han ido convenciendo de la justeza de esta posición. Este es un debate abierto, en el Partido, en la Juventud, no está definido pero para eso es importante este intercambio.

 

La tercera ola

La categoría de género

Esta tercera ola se da entre la década del 80 y del 90. De toda la riqueza que tiene destaco dos cuestiones. Una es que el ascenso del movimiento de mujeres se da en un periodo de retroceso del resto del movimiento popular a partir de la derrota histórica que sufre la clase obrera por la restauración capitalista en los países socialistas lo que permite un gran avance de la derecha y de la reacción; momento en que se impone un nuevo orden mundial y se afirma el triunfo omnímodo del capitalismo imperialista. También en nuestro país en la década del 90 con el gobierno de Menem-Cavallo, se impondrá la política llamada neoliberal, privatista y de profundo contenido antinacional y antipopular. Sin embargo, asistimos a uno de los mayores desarrollos del movimiento de mujeres que ha continuado en ascenso hasta hoy.

Además de un extraordinario desarrollo de la lucha política y reivindicativa del movimiento de mujeres, el otro hecho a destacar en este periodo es la elaboración teórica de la categoría de género. Joan Scott es una de las que elabora este concepto según lo analiza Graciela Tejero Coni, quien nos ayudó mucho a la comprensión de que no solo había un tema de clase sino de género. Y quiero señalar que es un mérito del PCR  que en su Programa para la revolución democrática, agraria, antiimperialista en marcha ininterrumpida al socialismo, cuando analiza el movimiento de mujeres y la necesidad de su participación en la lucha revolucionaria como condición para que esta triunfe, incorpora que las mujeres sufrimos una doble opresión, de clase y de género. Que la contradicción principal es de clase pero que la de género existe y exige un tratamiento específico. Siendo maoístas, también agregamos que en determinadas condiciones la de género puede pasar a ser principal, es decir, si un obrero golpea o quiere matar a su mujer, que también es obrera o puede ser una burguesa, la contradicción principal no es de clase sino que es de género. Es un femicida.

Esto no es sólo un tema teórico, sino que  ha tenido una gran incidencia para el abordaje de complejos problemas de la práctica política como los que abordaron las compañeras de la CCC y del movimiento de desocupados. Esto lo hemos aprendido nosotros en las asambleas de La Matanza, con una compañera entrañable, María Conti, que militó ahí como integrante de la Comisión Nacional de Mujeres del Partido. Ella trabajaba en la Escuela de Psicología Social y ayudó a que las psicólogas sociales tomaran el tema de la formación de promotoras contra la violencia hacia las mujeres. Se planteaba si era correcto que una compañera dijera en la asamblea que su marido la golpeaba, porque eso podía dividir el movimiento, cómo se iba a decir eso si incluso podía ser un dirigente el golpeador. Se logró ganar a la dirección del movimiento y a Juan Carlos Alderete para que las compañeras pudieran plantear en las asambleas que eran golpeadas. Las compañeras que por primera vez se animaban a hablar en público y eran aplaudidas decían “acá hablo y me aplauden pero en mi casa me golpea y está acá el que me golpea”; fue un paso muy importante que pudieran hablar en la asamblea de esta situación y, al igual que en muchos otros temas, la CCC ha sido un gran instrumento no sólo para la lucha reivindicativa sino para ayudar a resolver temas muy difíciles de la vida cotidiana. Por primera vez en la Escuela Amarilla pusieron un cartel que dice “el compañero que golpea a una compañera no es un compañero”. Muy compleja es esta relación porque se expresa en los partidos políticos y en sus juventudes, con los acosos, violencias, violaciones, etc.

Entonces, tenemos que precisar a qué se refiere esta categoría de género, les leeré la definición que para mí lo expresa mejor tomada del trabajo de Graciela Tejero Coni: “es un fenómeno social y cultural que hace referencia a las relaciones de poder, con carácter histórico, entre los varones y las mujeres. Por la cual, los varones se consideran socialmente sostenidos para tener poder sobre las mujeres. Por lo tanto es una relación que incluye relaciones de propiedad, de clase y de producción y reproducción, que hacen tanto al pasado como al presente”.

Hoy entre los debates está el tema de los géneros, no ya del género. El riesgo más grande de los géneros no es reconocer que haya otros, porque si existen en la realidad debemos reconocerlos. Sino cuando se trata de invisibilizar y subestimar al gran género oprimido que es el de las mujeres. Además, no se plantea con suficiente fuerza que si los otros géneros son oprimidos dentro del patriarcado, es por esa relación de poder estatal que se ha impuesto con la propiedad privada y la división de la sociedad en clases, que es de los varones sobre las mujeres y sobre todo el resto de las diversidades. Tiene que ver con la complejidad de la sociedad y con los derechos que  han ido logrando de todos los sectores oprimidos de la sociedad, no solo el de las mujeres sino el de las homosexuales, lesbianas, travestis, trans, y más y es necesario respetar el derecho de todos ellos. Del mismo modo que en la discusión incluyo que no es correcto que se diluya la opresión de la mujer, ni que se la trate como una más, como dice Mao Tsetung: las mujeres llevan sobre sus espaldas  la mitad del cielo, y si ese sector oprimido es invisibilizado se subestima la importancia que tiene su lucha para barrer con todas  las otras opresiones y discriminaciones.

 

La tercera ola en Argentina

Dentro de la primera década, no podemos olvidarnos en Argentina del movimiento de Madres y Abuelas de Plaza de Mayo en plena dictadura. Esa lucha heroica que la inicia un puñado de mujeres exigiendo la aparición con vida de sus hijos inaugura en nuestro país el pañuelo como identificación de un movimiento. A los pañuelos blancos le seguirán luego el pañuelo verde, el rosa de la emergencia en violencia, hay uno rojo de la separación de la iglesia del Estado, el multicolor de las diversidades. Qué importante sería que todos se fundieran en un sólo gran pañuelo que pueda barrer este sistema espantoso de discriminación, explotación y opresión.

También en esta década de los 80 se hará el primer acto masivo por 8 de Marzo, por el Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Aquí un gran recuerdo para nuestra querida Carmela,  Clelia Iscaro. Ella fue el motor de la unidad que se fue gestando en el movimiento de mujeres y de su confluencia en los Encuentros Nacionales de Mujeres.

En el año 1986 se realiza el Primer Encuentro Nacional de Mujeres,  fenómeno único en el mundo que se han sostenido durante 35 años. Han ido creciendo en masividad, con un gran salto producido por la incorporación de las jóvenes. A la vez también se produce un cambio progresivo en el que los temas que tenían que ver con los problemas específicos de las mujeres adquirirán cada vez más presencia en los Encuentros. No sólo se mantenía una gran participación en los talleres de desocupados, de trabajo, de crisis, de internacional, barriales, sino que  comenzaban a crecer cada vez más  los talleres del aborto, de violencia, de sexualidad, disidencias. Se deben acordar las que fuimos desde el primer Encuentro, que llegó un momento en que eran tantos estos talleres que nos costaba contarlos. Cada vez eran más las compañeras trabajadoras, campesinas, originarias que necesitaban participar y debatir sus problemas específicos en esos talleres; no pensemos que eran  solo un problema de las jóvenes o las pequeñas burguesas, sino de la mayoría de las mujeres encuentreras. Variedad de talleres específicos que se mantienen junto con lo de los grandes problemas del trabajo, de tierra, de crisis.

Ahora estamos en una gran lucha  para no perder el carácter del Encuentro. Nuestro Partido ha peleado, aunque parezca contradictorio, para que ningún partido se adueñe de los Encuentros, porque en el momento que algún sector o grupo se apropiara y los Encuentros dejaran de ser autoconvocados, horizontales, democráticos, etc., y basado en los talleres, ese día se terminarían los Encuentros. Por lo menos estos Encuentro que convocan a decenas de miles de mujeres y crecen año a año. Como ha pasado en todo el mundo o como pasa en cualquier organización masiva cuando predominan las luchas de partidos o facciones. Así pasó con las asambleas en el Argentinazo que se fueron desmembrando, copadas por los trotquistas y otros grupos sectarios. Es importante que las jóvenes que son hoy el gran contingente que van a los Encuentros puedan entender por qué defendemos tanto los pilares del Encuentro.

Hay un debate que para mí no es el principal, aunque por cómo se plantea se transforma en principal, que es cómo se van a llamar los Encuentros, porque detrás de cómo se van a llamar y de querer cambiarle el nombre que tuvo desde su origen está este debate sobre el carácter del Encuentro. Tenemos que dar esta discusión de manera tal que se pueda diferenciar bien qué es lo principal y lo secundario para garantizar la continuidad de los ENM.

Entre los hitos en el desarrollo del movimiento de mujeres quiero señalar el caso de Romina Tejerina. Una gran lucha que ha tenido, también como escenario muy importante los ENM, que se dio entre el 2003 y el 2005. Romina fue un caso testigo, para nosotros, que permitió un gran salto en la comprensión de una cantidad de cuestiones muy profundas y difíciles. Romina era una joven jujeña que quedó embarazada por una violación, que niega su embarazo y que cuando nace el hijo, entra en pánico y lo mata. María Conti y Mariana Vargas, una joven abogada en Jujuy, encabezaron esta lucha, junto con nuestro Partido y todo el movimiento de mujeres, tomaron este caso que ustedes pueden imaginar las dificultades que tenía. Difícil porque si cuesta que una mayoría de mujeres sencillas acuerden con la lucha por el aborto legal y gratuito, piensen lo que era que se  ganaran para luchar  defendiendo a alguien que era considerada asesina, a una mujer jovencita que ocultara el embarazo y entrara en esa locura vinculada al momento del parto, que implicaba que lo único que  quería era deshacerse de ese ser al que vivía como una cosa monstruosa. Y lo conseguimos y fue bandera de los movimientos de mujeres la consigna de Justicia para Romina Tejerina y luego, la lucha por su libertad ya que estuvo 14 años presa. Pero esta lucha que en parte perdimos, en el fondo la ganamos porque se logró conmover a la opinión pública, incluida figuras importantes de la cultura como León Gieco, y que se avanzara en comprender en la figura de Romina la inmensa injusticia que sufren cientos de mujeres.

De ahí la justeza de la consigna que también se fue construyendo conjuntamente en los Encuentros y en el movimiento de mujeres de: educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar y aborto legal para no morir. Las tres son importantes y no están garantizadas en la Argentina. Porque la ESI no se enseña en la mayoría de las escuelas, en Tucumán está prohibido. Hablando de Tucumán, no quiero olvidarme que ese monstruo, hijo de otro monstruo, un abusador, que es Ricardo Bussi, ha presentado en la Legislatura tucumana  un proyecto para declarar el 8 de agosto “el día de las dos vidas”, por la fecha donde perdimos la batalla por el aborto legal en el Senado. La Casa de las Mujeres Norma Nassif está trabajando un petitorio y tenemos que movilizarnos para impedir que esto se apruebe. Ya la ciudad de Tucumán se ha declarado Capital de “las dos vidas”.  Y ese feto que es un monstruo que desfila con los pañuelos celestes ha sido hecho en Tucumán. Yo que soy tan orgullosamente tucumana tengo que hablar de  las cosas espantosas que pasan en mi provincia y en todo el norte, no sé cómo será en las otras provincias.

El caso de Romina tenemos que tenerlo como uno de los grandes hitos de la lucha del movimiento de mujeres y del PCR, que conmovió a la sociedad argentina.

Después junto con lo que puede considerarse el desarrollo de una cuarta ola, en el siglo XXI, se lograron grandes triunfos como la Ley del Matrimonio Igualitario. No hablo de la Asignación Universal por Hijo que beneficia en general pero particularmente a las mujeres, cuando se ganó que vayan a nombre de las mujeres, lo que es una conquista importante. Lo mismo que ahora se pelea para que los terrenos que se den en el Plan Procrear sea con el nombre de las compañeras.

Así como nosotras luchamos para que el movimiento de mujeres confluya con el movimiento popular, tenemos que luchar, sobre todo las revolucionarias y comunistas, para que el movimiento obrero, el movimiento de desocupados, el movimiento juvenil tome como propias todas las reivindicaciones de las mujeres. No solo igual salario por igual trabajo, que está muy bien, sino el conjunto de las reivindicaciones específicas que tenemos como mujeres.

En el año 2015 se produjo otro gran salto, que es el movimiento Ni Una Menos. Comienza con una lucha contra los femicidios en Santa Fe, después es tomada por algunas periodistas, trasciende y se produce un nuevo impulso en la masificación del movimiento de mujeres. Me parece que en este momento el mismo desbordó el cauce que daban los Encuentros Nacionales de Mujeres y permitió a su vez un nuevo salto. La relación es recíproca pero ninguno se reduce al otro. Sin los Encuentros de Mujeres, no tendría la fuerza que tiene en la Argentina el movimiento de mujeres. Mayor que en cualquier otro lugar del mundo y esto sí no es chovinismo de pequeña potencia, esto es verdad. Pero al mismo tiempo, ese movimiento de mujeres con las características que tiene, con su complejidad, con los nuevos problemas que nos plantea, nos coloca en un escenario que trasciende lo del ENM y a la vez penetra en los mismos dando a los ENM una complejidad y una riqueza nueva. Entonces, si esta relación dialéctica no la comprendemos, vamos a tener dificultades. Tanto en qué curso va a tener el movimiento feminista que se despliega masivamente en las calles y a la vez qué curso van a tener los ENM, porque son realidades que se interpenetran. Creo que este es un debate que tenemos que profundizar.

El 19 de octubre de 2016 se realizó el primer paro de mujeres en nuestro país, tras el femicidio de Lucía Pérez en Mar del Plata. El 8 de marzo de 2017 hicimos el Primer Paro Internacional de Mujeres que se repitió en los siguientes 8 de marzo.

El movimiento Me Too (Yo también) en 2017, una versión estadounidense del argentino Ni Una Menos que denunciaba abusos y hostigamientos sexuales.

Después vino la gran ola verde, que algunos consideran que estaríamos ante la  quinta ola. La ola verde no es el pañuelo verde simplemente, porque sino diríamos que esta la ola verde, la rosada… No es sólo la importante lucha por la legalización del aborto. Esta ola verde integra todos los pañuelos, todas las reivindicaciones del feminismo y los tiñe de algo muy profundo que es la lucha contra el patriarcado. En ella se subsume toda la lucha de las masas oprimidas y discriminadas por  distintas causas en esta sociedad de clases.

Como decía al comienzo, no creamos que este movimiento que hoy no puede salir en oleadas a la calle por la pandemia, no está vivo. Se está expresando en luchas como las de Pilar en Córdoba, como la de Santa Fe con el juicio por Rosalía Jara, donde se consiguió la televisación del juicio y el femicida -que además había sido un abusador serial- fue condenado a perpetua. Otra lucha importante fue  la de Neuquén donde marcharon 600 personas, la de Quilmes, la de Tucumán, Jujuy, Salta… no querría olvidarme de ninguna porque han habido luchas en todo el país. Ese movimiento está, como está el movimiento obrero y popular, desesperado por terminar esta pandemia de una vez y poder salir a imponer lo nuestro en las calles, que es el único lugar en donde el pueblo puede pelear e imponer sus derechos.

Por eso muchas cosas que están pasando y envalentona a la oposición de derecha se origina en  esa inferioridad que tiene hoy el movimiento popular, que es consciente de la necesidad de la cuarentena, consciente del riesgo de muerte que se corre que es muy superior en los sectores más pobres, consciente de las terribles debilidades que tiene el sistema de salud. Nuestras médicas, enfermeras, camillistas y compañeros, compañeras de la CCC que están atendiendo los comedores solidariamente, se están muriendo, en condiciones donde no tienen ni siquiera los mínimos elementos de protección. Lo que hablábamos de la angustia de las compañeras en los comedores, cuando ven el fondo de la olla y hay cola con gente pidiendo comida; la angustia de las compañeras que no pueden atender como sería necesario a los enfermos graves porque no hay lugar ni condiciones.

Quiero decir que estamos sufriendo mucho. Al mismo tiempo tenemos esta limitación para la lucha, tenemos  conciencia de que esta situación nos está enchalecando, pero estamos juntando fuerza y bronca para salir con todo. Por ejemplo, para imponer que se trate ya la Ley del Aborto Legal que se dijo que iba a ser una de las primeras en tratarse. Que se trate ya la Emergencia en Violencia de Género, el impuesto a las grandes fortunas. Esas son nuestras próximas peleas. Por eso estamos contentas también porque tenemos muchas peleas por delante y somos conscientes de nuestra fuerza.

 

Debates

Voy a plantear los títulos de los debates. El gran debate gira alrededor del patriarcado. Algo ya adelantamos sobre esto: se podría reducir a una concepción  reformista y a una concepción revolucionaria sobre el patriarcado. En estas diferentes  ideas tiene mucho que ver si se entiende o no el origen del patriarcado. Porque si se entendiera que existe porque existe la propiedad privada y la división de la sociedad en clases sociales y que el Estado la sostiene, se podría entender inmediatamente que si no se termina con esto que caracteriza hoy a la sociedad capitalista podremos arrancarle  algunas cosas al patriarcado, importantes, pero no se va a caer. Hay que voltearlo.

Hay un artículo muy interesante de Micaela Gomiz, que está en La Marea digital, Debates abiertos en el movimiento de mujeres y feminista, donde ella se hace esa pregunta, el patriarcado ¿se va a caer o hay que voltearlo? Hace un debate muy de fondo que recomiendo leer. También recomiendo el artículo de Belén Spinetta que escribe en Lanza Llamas, una muy buena revista cultural juvenil, Prostitución: sacar el velo de lo “polémica”  sobre la cuestión de qué se discute detrás de lo del trabajo sexual.

Entonces, si se comprende el origen y las causas de la opresión de las mujeres, se tiene que comprender inmediatamente que hay que terminar con esta sociedad y este poder, para generar las condiciones necesarias, no suficientes, para terminar con el patriarcado. Este es el debate.

Dentro del reformismo hay distintas vertientes, hay algunas que son individualistas, que tienen un fuerte sostén en las concepciones posmodernas. Entre esas, el padre del concepto de deconstrucción es Jacques Derrida, un francés posmoderno o posestructuralista que lo utiliza vinculado a la linguística y el lenguaje pero que se ha hecho extensivo a posiciones que privilegian los cambios en la superestructura. Hay que saber que él es quien plantea poniendo el centro en lo superestructural ignorando la base material de la que dependen. En esta charla me refería anteriormente a situaciones inversas en que se le da importancia a la base objetiva material y a veces subestimamos la base ideológica, las concepciones, etc. Pero en general predomina al revés, o sea, se considera que cambiando elementos de la superestructura o de lo ideológico, por sí mismo va a cambiar la sociedad.

Fíjense qué complicadas que son las discusiones. Toda esta corriente, muchos de los posmodernos vienen del marxismo, son decepcionados sobre todo del PC francés y del marxismo francés, y después con la derrota han considerado que fracasó el marxismo y se fueron al diablo. Dentro de ese diablo plantean de fondo, sea en lo individual o en lo social, que no se puede cambiar la sociedad, cuestión que afirman  como si fuera un dogma. La mayoría de ellos discute contra el dogmatismo nuestro, pero afirman el dogma de que este es el único mundo posible; que este es el único sistema posible y como dijo el expresidente de Uruguay Pepe Mujica, ex Tupamaro, ya que no podemos cambiar la sociedad nos tenemos que conformar con cambiar las veredas. Algunos tienen un poco más de ambición que cambiar las veredas, pero se quedan ahí, en el cambio del pequeño sector que pueden cambiar o en el cambio individual.

Llevado a lo individual, la idea de la deconstrucción acentúa la importancia que tendría que cada una de nosotras y nosotros cambiemos las ideas y los prejuicios que tenemos. Entonces, si nos deconstruimos vamos a entender, por ejemplo, que en las tareas domésticas no es que el varón tiene que “ayudarnos”, hay que hacerlas en conjunto,  ya que aún no las hemos podido socializar.

Bienvenida esa deconstrucción. Para nosotras sería parte de la lucha ideológica, política, de ideas, activa, dentro y fuera de la casa. Eso sería lo que el Che habla del Hombre Nuevo, pero sobre la base de hacer la revolución, la tarea primera del Hombre Nuevo es hacer la revolución, para lo cual tendrá que cambiar una cantidad de ideas que tiene y también, por supuesto, tenemos que cambiar las mujeres también.

Hay toda una corriente que no niega lo colectivo, al contrario, lo definiría como un reformismo social colectivo, que plantea la idea de que como la clase obrera ya no es más el sujeto del cambio revolucionario, otro dogma que se afirma, hay nuevos sujetos sociales que son los que pueden producir esos cambios. Nuevos actores, por ejemplo, las mujeres, los ecologistas o los pueblos originarios. Así se sostiene que el feminismo va a lograr que se acabe el patriarcado o que el feminismo va a terminar con lo que para Federici es la base fundamental del capitalismo que es el trabajo doméstico. Dice que si termináramos con el trabajo doméstico terminaríamos con el capitalismo. Ahora, cómo se puede terminar con el trabajo doméstico si no se termina con el capitalismo no lo puede explicar Federici.

Muchas de estas posiciones reformistas se vinculan con los planteos de construir poder popular, economía popular y prácticas emancipadoras. Que sería en definitiva la forma de cambiar evolutivamente la sociedad. Ese es nuestro debate con el feminismo reformista y con todas las corrientes afines, con las que nos unimos en la lucha actual.

También y para terminar antes de abrir el debate con ustedes, quiero reafirmar que hay dentro del feminismo una posición revolucionaria y proletaria que comparto, que plantea que es necesario, a la vez que se pelea para terminar con las lacras del patriarcado, luchar para terminar con lo que lo sostiene que es este sistema social basado en la explotación y la opresión: el sistema capitalista en su etapa imperialista; y en nuestro país nos exige barrer con el Estado oligárquico imperialista para avanzar en un proceso de liberación nacional y social que permita la liberación de las mujeres. Para lo cual es imprescindible el papel dirigente de la clase obrera y de una vanguardia revolucionaria, como el núcleo que ayude a unir a las grandes  masas, oprimidas y explotadas en todo el mundo para barrer con toda forma de explotación y opresión.

 

Preguntas:

-Hablábamos con las compañeras sobre el movimiento de mujeres, los distintos feminismos, sobre todo el tema de la violencia contra las mujeres y se armó un debate interesante que es si, las mujeres trans, travestis, todas las feminidades que biológicamente no son mujeres pueden estar consideradas como parte del movimiento de mujeres. Como si fuera un sub conjunto dentro del movimiento de mujeres.

Rosa: Yo creo que si se consideran mujeres son parte del movimiento de mujeres. Además, creo que es un avance de la lucha contra la opresión y la discriminación que no las discriminemos.

-Creo que si se consideran mujeres son parte del movimiento de mujeres, pero había una compañera que consideraba que son parte del movimiento feminista pero no del movimiento de mujeres. Creo que son parte del movimiento feminista y de mujeres en tanto se consideran mujeres.

Rosa: Hay una gran confusión, me incluyo y trato de organizar mi confusión, porque hay cada vez más aspectos nuevos que conocemos. Me ayudó en esto un  cuadro que hizo Graciela Tejero Coni, que diferencia tres niveles: sexo, sexualidad y género y que como toda clasificación corre el riesgo de simplificar lo que es mucho más complejo.

El sexo es biológico y se conocen tres: mujer, varón e intersex, que no puede ser definido ni como varón ni como mujer. Eso es un dato biológico y tiene bases biológicas registrables. El intersex fue muy cruelmente tratado por la medicina, con tratamientos hormonales en forma indiscriminada sin respetar las decisiones y los sentimientos de cada una de las personas intersex, tratando de normatizar si son mujeres o varones.

La sexualidad es construida social y culturalmente y depende de las elecciones y preferencias individuales. Los usos y costumbres sexuales varían culturalmente, socialmente, individualmente y tiene que ver a la vez con el objeto de placer y satisfacción sexual, con la elección subjetiva. No está determinada biológicamente.

El género y los géneros, tiene que ver con una cuestión de poder y de opresión de un género dominante, jerárquico, masculino por decisión social, opresión que como he desarrollado tiene que ver con el patriarcado y el lugar subordinado de la mujer principalmente pero que se proyecta sobre otras identidades sexuales también discriminadas: transexuales, travestis y aún quienes dicen “no me considero ni varón ni mujer”. He dicho que soy respetuosa de estos fenómenos relativamente nuevos, mucho de los cuales no comprendo profundamente. Sin embargo advierto que en estos temas empieza a tener mucho peso el relativismo postmoderno, porque parecería que no se acepta ninguna relación con la realidad objetiva sino que todo es subjetivo. Como decía Glenda, en un momento no se tenía para nada en cuenta lo subjetivo, tampoco puede ser que todo sea subjetivo; y es fuente de mucha confusión psicológica sobre todo en los adolescentes. Percibo que estos temas están muy imbricados desde el punto de vista filosófico y psicológico con la idea de que no hay identidad ni unidad, sino que todo fluye, no se acepta la unidad en la diversidad, solo hay diversidad. Estas ideas que son de la década del 80 y del 90 de relativismo absoluto, nada es verdad ni mentira, este relativismo gnoseológico que concluye en que no hay una verdad objetiva está incidiendo mucho. Yo llego hasta acá. Creo que son temas que lejos de cerrarlos tenemos que seguir investigando y es tarea para ustedes.

A continuación se hicieron  varias preguntas y se dieron opiniones de las participantes:

Cómo ves que se expresa la lucha de clases entre nosotros, considerando que las mujeres venimos avanzando y  organizándonos para abordar estos temas  y compañeros varones no lo están haciendo. Nosotras venimos estudiando, buscando la formas de luchar contra el patriarcado,  cómo ir a la discusión con los compañeros que vemos que se quedan más.

-Así como nos planteas que pensemos cómo las derrotas de los procesos revolucionarios de los países que fueron socialistas y se restauró el capitalismo pueden estar vinculadas al retroceso en las conquistas que habían logrado las mujeres, cómo el proceso en la Argentina con ENM y la organización de las mujeres  puede influir en la lucha de clases y en la salida revolucionaria de la Argentina.

-A partir de las nuevas diversidades, me pregunto si hay una relación entre estas subjetividades propias del posmodernismo que están potenciadas, ¿hay una relación con la base objetiva de la lucha contra el patriarcado? En  la lucha de las mujeres contra el patriarcado aparecen nuevas formas de sexualidad para no vincularse con el género opresor y eso se potencia con las ideas posmodernistas de la lucha contra el patriarcado en sí mismo sin romper con la estructura de fondo.

-Voy a pensar seriamente si adhiero al feminismo y que tenemos que estudiar. Creo que hay un tema en la quinta ola que tiene que ver con el deconstructivismo tan de todos los días, que creo que se contrapone con el conocimiento de la realidad. Si vamos a partir del viejo Castoriadis, el tema era cómo se construía la realidad, es decir que tendríamos que ir al tema de cómo conocemos. Lo del intersex es muy dramático, conocí una compañera intersex, no solo usan tratamientos hormonales, también hay cirugía, quirúrgico, ablación del clítoris, luego hormonas… En el ENM de La Plata, todo lo que acaba de plantear Rosa fue muy discutido con un centro que era cambiar el carácter al Encuentro. Fue una pelea dura. Pero me parece que nos tenemos que poner a estudiarlo porque los debates, sobre todo entre las y los jóvenes, son muy profundos. Pero también tenemos que ver que hay avances, hay avances en las compañeras campesinas que van peleando por abordar estas cuestiones como el aborto, que la mayoría no está de acuerdo, pero se va abordando.

También creo que hay ejemplos como en el Astillero Río Santiago donde se ha logrado que haya un crecimiento muy grande de obreras en la producción, en una fábrica esencialmente masculina. Obreras que han logrado tener delegadas de género. Y que, en esta pandemia, por ejemplo, en relación a los refugios de mujeres están construyendo con conteiner, un refugio para la casa de la mujer en la zona del campo. Así como camas y todo lo que hace a la pandemia.

– La pandemia que es mundial ¿no demuestra el fracaso del capitalismo?, ojo, no estoy diciendo que se va a caer por la pandemia, al contrario, porque efectivamente la descarga es sobre los que menos tienen. Pero realmente me parece que es una olla a presión, estamos esperando que esta pandemia termine para salir a la calle. Hay pueblos como los bolivianos que están en la calle, hay otros pueblos de Latinoamérica también. Digo esto en relación a que ese afán de lucha nos tiene que permitir avanzar principalmente en la construcción del Partido y avanzar en nuestros objetivos principales.

-Yo creo que el problema no es que ya no hablemos solo de género masculino y femenino. Me parece un avance que estén integrados todos los géneros. Con esa dificultad de que todo fluye. Me pregunto qué pasa con la identidad, con la construcción de la identidad, cómo es que hoy sos una cosa y mañana podes ser otra.

Digo, nosotros venimos perdiendo como partido, yo creo que venimos perdiendo la disputa con ese sector que hoy está ampliamente con la idea que se expresa en el ENM de que las mujeres no somos lo más oprimido, aparece como que la comunidad LGBTQ+ como parte de esa opresión y se deja de lado la opresión de las mujeres. Creo que es un encubrimiento de cuál es el origen de la causa de la opresión, y que es una posición abiertamente antimarxista, porque no por nada aparecen explicando desde la revolución industrial la opresión de la mujer como si antes no hubiera existido nada.

Sobre el colonialismo no conozco pero sé que muchas de esas mujeres que están en esas corrientes reformistas levantan lo del colonialismo todo el tiempo, pero también creo que tenemos una gran falta, no entiendo esta alianza que hemos hecho con el Frente de Todos, hablás con la mayoría de las mujeres del Frente de Todos y tienen esta posición ideológica, es decir, reformista. Entiendo que teníamos que apoyar al Frente desde lo político para vencer a Macri pero entiendo también que es un sector que siempre nos humilla con su pensamiento reformista y encubre lo del origen de la opresión de la mujer. Sigue sosteniendo este reformismo para beneficio propio.

 Rosa: Bueno son muchas preguntas y opiniones muy interesantes. Creo que es importante que partamos de la práctica, esto es clave. Lo que tenemos que estudiar, ver, aprender, tiene que ver en primer lugar con estar en esa práctica, conocer esa práctica que es muy rica, en este caso la práctica social que está haciendo el movimiento de mujeres, hay ejemplos avanzados de los que podemos aprender. Nombré algunos ejemplos históricos pero es bueno recoger también los que tenemos ahora y conocer esa realidad para transformarla.

También es muy importante que se estén dando experiencias avanzadas dentro del movimiento obrero que es uno de los pilares donde se tiene que dar esta transformación, no solo política sino en las concepciones y en las ideas. Por lo tanto, es muy importante lo que se trajo del Astilleros Río Santiago, que se construya un refugio para mujeres es un avance extraordinario porque implica tomar en sus manos ayudar a resolver un problema que es el producto de la violencia que ejercen algunos varones sobre las mujeres y es también una demostración, por lo que se planteaba en una de las peguntas, de cómo hay avances entre los compañeros varones.

Acuerdo con la opinión de que la base filosófica del constructivismo como idea de que la realidad la construyo subjetivamente o socialmente en oposición a conocer una realidad objetiva que existe independientemente de mi, para transformarla está, efectivamente, en una de las ideas que pone el centro en la necesidad de “deconstruirme”. Ya que si construyo la realidad también la puedo deconstruir pero deconstruyéndome yo. No “deconstruyendo” la realidad. Es decir, uso a propósito el término deconstruir porque no quiere decir que en sí sea malo si lo uso con el significado de remover, transformar, cambiar como muchas veces lo hacemos. Pero evidentemente está unido a una idea, un marco teórico de que todo el cambio es a nivel de las ideas, de las conciencias, de las concepciones y de la subjetividad. Existe lo objetivo y lo subjetivo y  al mismo tiempo hay una contradicción entre lo subjetivo y lo objetivo. Entiendo que es fundamental no reducir ninguno de los dos aspectos al otro. Cambiar lo objetivo no cambia de por sí lo subjetivo. Crea las mejores condiciones para que cambie, pero no es mecánico. Y muchísimo menos que por cambiar lo subjetivo vamos a cambiar lo objetivo. Pero a la vez si no hay cambios subjetivos no va a cambiar lo objetivo. Esta relación dialéctica es la que se da también entre la teoría y la práctica, el propio marxismo que es una elaboración teórica a partir de la práctica  plantea que la teoría revolucionaria debe dirigir la práctica, para que esa práctica pueda culminar en una salida revolucionaria.

Entonces, la relación teoría-práctica, objetivo-subjetivo es una relación dialéctica donde lo principal es lo objetivo, la práctica. Pero al mismo tiempo y en determinadas condiciones lo subjetivo y lo teórico pasa a ser principal. Por eso estamos dándole la importancia a la necesidad de estudiar, porque estos temas tenemos que poder abordarlos desde el punto de vista de clase y desde la concepción marxista, leninista, maoísta, o sea, científica.

Por lo tanto, que sea desde el punto de vista de clase, una posición revolucionaria y una teoría marxista, son fundamentales cuanto más complejo son los problemas que tenemos que abordar. Entonces cualquier actitud de, “yo tengo todas las respuestas porque me ubico desde que soy revolucionaria y los otros son reformistas”, para mi es totalmente negativo. Tenemos que ir con modestia, porque no venimos de saber todo, y a la vez estamos orgullosas y orgullosos de lo que hemos construido como partido, como movimientos, como corriente. No tenemos pocos méritos, pero tampoco, como decía Mao, tenemos que andar con el rabo parado.

Insisto porque en esa dialéctica no quiero que se interprete como un relativismo absoluto, de decir ni lo uno ni  lo otro. Es muy importante saber desde dónde nos posicionamos, desde la práctica, desde la lucha de clases, desde el marxismo y sus desarrollos, desde la línea que nosotros hemos construido, desde ahí tenemos que posicionarnos para abordar lo nuevo y desarrollarlo, y para aprender de todas las cosas que se desarrollan por fuera de nosotros.

Al mismo tiempo, estamos viviendo un momento histórico de una profunda crisis del sistema capitalista mundial donde la pandemia ha mostrado el carácter irresoluble de su contradicción fundamental: entre un puñado de individuos, menos del 1% de la población mundial que se apropia del 90% de las riquezas que produce el 99% restante. Esta contradicción es imposible de resolver dentro del sistema capitalista imperialista. Como tampoco se puede resolver dentro de él el uso irracional de los recursos naturales. Porque el capitalismo es depredador por naturaleza desde sus orígenes, como dijo Marx, nació chorreando sangre y continúa  desarrollándose, pero lo hace a un costo cada vez mayor para la humanidad y para la propia tierra. Por eso es cierto como planearon ustedes que han crecido con mucha fuerza  distintos movimientos  ecologistas.

Engels en el libro El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre, que ya mencioné plantea que si permitimos que se desarrolle el irracionalismo de la producción capitalista -yo agrego más en su fase imperialista-, si no le ponemos límites, puede llegar a terminar con la propia tierra y con nuestra especie.

Sobre todos estos temas el marxismo nos da elementos generales que nos ayudan para el análisis pero insisto en que no tenemos que pensar que tenemos todas las respuestas. Tenemos que afirmarnos en aquellas cosas que nos permitan avanzar y defender con firmeza aquello que nuestra práctica indica que es fundamental para el desarrollo del movimiento popular. Por eso defendemos los ENM, el movimiento obrero y los movimientos sociales. Todo lo que hemos construido lo defendemos para avanzar.

Les decía que esta crisis, inmensa y global, da la gran oportunidad de discutir que hay otro camino posible que el capitalista. Por eso hay que enfrentar con argumentos la idea de que este es el único sistema posible. Y plantear que si este es el único sistema que nos va a llevar de pandemia en pandemia por la propia irracionalidad que tiene -lo están diciendo empresarios y científicos que no son marxistas, que van a venir otras pandemias- hay que cambiarlo. Tenemos que construir  la fuerza suficiente para hacerlo porque el capitalismo no va a caer solo. Y de esta pandemia, si las cosas no cambian, vamos a salir mucho peor nosotros, la mayoría del pueblo y de los pueblos, y van a salir enriquecidos, como ahora, los que en medio de la pandemia en Argentina han seguido ganando plata a montones. Los grandes exportadores, las cerealeras, los monopolios alimentarios, los terratenientes,  los bancos, esos no han perdido un peso. Lo han perdido los pequeños y medianos productores, los que se quedaron sin trabajo, el pueblo. Entonces, cómo vamos a creer que de acá va a salir un mundo mejor porque sí.

En relación a varias  preguntas sobre el movimiento de mujeres y su aporte al movimiento popular, creo que es cierto que éste tiene mucho que aprender del movimiento de mujeres. Pero no debemos olvidar que el movimiento  de mujeres es parte del movimiento popular, con su especificidad de la que hablamos hoy y tiene también mucho que aprender del movimiento obrero y popular. Y,  si la práctica es lo que ayuda a avanzar es lógico que las mujeres a través de su práctica avancen mucho más que los varones en la comprensión de la opresión de la mujer. Lo que no quiere decir que los que tienen la obligación de dirigir al conjunto, los cuadros varones del partido, tienen la obligación de revisar a fondo todas las ideas que les impide estar a la altura del avance del movimiento femenino.

Entonces sería muy importante que los compañeros participen de las movilizaciones con las compañeras. En esto entiendo que hay un debate con un sector de las feministas que muchas veces no quieren que participen varones en las luchas nuestras. Pero tenemos que ganar esa batalla, de que los varones no son enemigos, no portan individualmente al patriarcado, lo porta la sociedad que les da ese rol y aunque también hay que decir que en general les queda muy cómodo. Por eso mismo les cuesta más comprenderlo, porque no lo sufren directamente. Ahora están obligados, sobre todo los comunistas y los revolucionarios, a avanzar en la conciencia y comprensión ideológica del problema, porque si no a la vez, no van a poder dirigir al conjunto. Tengamos en cuenta que en nuestros movimientos la mayoría son mujeres y esas mujeres están empujando para estar en las direcciones donde hoy aún son una minoría. Analicemos todo lo nuestro y demos batalla con razón, con medida y sin sobrepasarnos para defender en primer lugar lo que nos une, pero abordando estas contradicciones que son objetivas.

Sobre los debates con las posiciones reformistas y con las diversidades tengamos en cuenta que la lucha contra la injusticia y la discriminación que hemos llevado adelante las mujeres ha permitido que otras diversidades y otros sectores oprimidos como el LGBTQ+, no binario también planteen sus reivindicaciones y su discriminación. Nosotros tenemos que festejar eso porque realmente no luchan porque sean posmodernos, luchan porque están oprimidos y discriminados; tenemos que debatir fraternalmente con  las concepciones que le impiden ver las causas de estas injusticias. Pero todas las luchas comienzan  enfrentando los efectos, no las causas, entonces bienvenidas todas las luchas que sumen a la lucha popular y a la de las mujeres. Porque el enemigo no está en las reformistas, la contradicción principal hoy no es reforma- revolución. La contradicción principal es entre el conjunto de las clases dominantes, los terratenientes, la burguesía intermediaria, los grandes monopolios, el imperialismo y todos los reaccionarios -hoy  representados por Macri y todos los que se suman a esa oposición- y todo el campo popular. Ubico al reformismo en el campo popular porque si los revolucionarios fuéramos mayoría ya hubiéramos hecho la revolución, entonces somos una minoría a nivel de ideas, de concepciones y de programa. Y tenemos que ver cómo nos apoyamos en la inmensa mayoría que son las únicas que pueden cambiar la sociedad, que son las que pueden lograr llevar adelante una revolución. Por eso nuestra alianza con el peronismo en el Frente de Todos, porque necesitamos esa unidad para  derrotarlo a Macri, y necesitaremos mucho más para derrotar al capitalismo y al imperialismo.

Por esta razón decimos siempre que necesitamos crecer como Partido y como Juventud, y estamos contentos de los pasos que dimos aún en medio de la pandemia. Para seguir creciendo tenemos que ser amplios, ser modestos, aprender de las masas y de otras corrientes que en algunas cuestiones han estudiado temas que no estudiamos nosotros, aunque  no coincidamos con sus conclusiones. Por ejemplo, en el tema de la ecología. Muchos hemos subestimado a los ecologistas, pero los ecologistas han seguido investigando con sus ideas, por supuesto; tal vez sin ver el imperialismo. Pero solo si participamos de los movimientos ecologista y de defensa del medio ambiente como lo hicimos con lo de los humedales en Santa Fe vamos a poder incidir para que ese movimiento encuentre un cauce y un objetivo antiimperialista y revolucionario.

Bueno, nos hemos extendido mucho en este intercambio pero se ve que era necesario por la participación y la perseverancia de ustedes se ve que lo necesitábamos. Estas charlas nos estimulan y nos llena de alegría ver que somos muchas las que estamos pensando en las mismas cosas.

 

Bibliografía

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Vidal, Germán: artículos sobre el origen del 8 de Marzo en Semanario Hoy.