La situación económica y social golpea duramente a los sectores populares al tiempo que este año y el próximo, como todo lo indica, la economía seguirá creciendo. Este intolerable contraste es el producto de la política kirchnerista que hace pagar al pueblo la crisis y aprovecha el “viento de cola” producto de la coyuntura economía mundial que favorece a los países productores de materias primas como el nuestro, en beneficio de un pequeño número de monopolios imperialistas, de burguesía intermediaria, bancos y terratenientes.
Por esto mismo la reactivación relativa de la economía se da con crecimiento de la pobreza y sin recuperación de los puestos de trabajo. Se trata de una política que garantizó en el último año a los grandes monopolios un crecimiento de más del 40% de la tasa de ganancia a costa de la mayor superexplotación, de la tercerización laboral y del trabajo en negro. A costa de mantener los salarios por debajo de la línea de pobreza y a millones de hogares en la indigencia extendiendo el hambre, la desocupación y la desnutrición infantil; con jubilaciones mínimas a las que el gobierno vetó el 82% móvil. Lo hace castigando a los campesinos pobres y medios, “sojizando” la economía en provecho de grandes terratenientes, pooles de siembra y monopolios exportadores. Con una inflación galopante que se come rápidamente los aumentos salariales conseguidos con la lucha y que sólo este año ha incrementado en un 40% la canasta básica alimentaria. Con un presupuesto para educación, salud y cultura muy por debajo de las necesidades populares y sin ningún respeto por las coparticipaciones provinciales y el federalismo
Escalada de crímenes contra el pueblo
Este gobierno se proclama defensor de los derechos humanos, apoyándose en algunos logros producto de la lucha popular, como la anulación de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final que ha permitido el juicio y castigo a parte de los genocidas de la dictadura. Sin embargo, no ha hecho público los datos que permitirían enjuiciar a todos los que participaron del aparato de terror dictatorial, muchos de los cuales continúan perteneciendo al Estado nacional.
El asesinato de Mariano Ferreyra por parte de las patotas armadas por los jerarcas sindicales como José Pedraza -bajo la zona liberada por la Policía Federal- puso en evidencia que el “modelo K” también es represión con precarización laboral, con empresas tercerizadas y trabajadores de segunda y súper explotados. Del mismo modo, la brutal represión en la comunidad La Primavera en Formosa con el asesinato de Roberto López, originario qom perteneciente a la CCC, y de Mario López, por parte de la policía del gobernador kichnerista Insfrán, mostró para millones la impunidad de esos gobiernos y de los terratenientes y monopolios que reinan en esos territorios.
Recientemente la represión en Villa Soldati, de la ciudad de Buenos Aires, combinó la acción de la Policía Federal, la Metropolitana y las patotas, produciendo el asesinato de cuatro jóvenes y dejando decenas de heridos, lo que puso en evidencia la magnitud del negocio inmobiliario y de tierras ociosas y la profunda necesidad de viviendas y tierras para amplios sectores populares. Esta verdadera escalada de crímenes contra el pueblo se suma a otros producidos durante el gobierno K por la represión policial, como los de Libertador en Jujuy, el de Fuentealba en Neuquén, los de Bariloche en Río Negro, entre otros. Al mismo tiempo el gobierno nacional mantiene su política de judicialización de la protesta social por la que se encuentran afectados miles de luchadores populares.
Este gobierno remachado nuestra dependencia con el imperialismo
Por otro lado, en medio de la gravísima crisis por la que atraviesa el sistema capitalista imperialista mundial este gobierno que se presenta como popular y progresista ha remachado nuestra dependencia con el imperialismo. Ha pagado puntualmente la deuda externa ilegítima y fraudulenta; ha profundizado la entrega de resortes claves de nuestra soberanía como el petróleo y la minería permitiendo una creciente extranjerización y concentración de la tierra; ha mantenido una relación preferencial con las potencias imperialistas que tradicionalmente disputaron por el control de nuestro país y le ha sumado una asociación que denomina estratégica con un nuevo imperialismo, el chino, que ha avanzado en sectores claves de la economía.
El kirchnerismo, en su disputa por lograr la hegemonía con otros sectores del bloque de las clases dominantes ha necesitado ganar una corriente de masas que no tenía al llegar al gobierno. Para ello, tuvo que tener en cuenta la profunda conmoción que significó el Argentinazo, la situación revolucionaria objetiva que se abrió y el repudio hacia los políticos del sistema, resumido en el “que se vayan todos”.
En función de esto y para contener el auge popular elaboró un discurso, o como le gusta decir a la presidenta “un nuevo relato”, de contenido “nacional, popular, antineoliberal y latinoamericano” con el que enmascara el contenido real de su política. Al mismo tiempo hizo concesiones a la lucha popular en el terreno democrático y social. Y ha usado a su favor el odio profundo de amplios sectores populares hacia sus rivales de las clases dominantes como el grupo Clarín o las Sociedad Rural, vinculados a años negros de nuestra historia. Con todo esto fue logrando ganar una corriente en sectores de las masas populares, fundamentalmente juveniles, que emergió con fuerza a la muerte de Néstor Kirchner. Es una corriente que debemos disputar y es posible ganar para un frente popular y antiimperialista porque sus intereses objetivos son contrarios a la verdadera política del kirchnerismo.
A su vez los otros sectores de las clases dominantes que disputan con el gobierno por la hegemonía en el Estado oligárquico imperialista apuestan principalmente a derrotarlo en las elecciones del 2011. Esta oposición pugna con el kirchnerismo por la porción de la torta que se disputan y por privilegiar la asociación con uno u otro sector de los imperialismos que pelean por el control de nuestra patria. Unos y otros coinciden en descargar la crisis sobre el pueblo para continuar beneficiándose y difieren en la modalidad del ajuste: el kirchnerismo a través de la inflación y esta oposición por el ajuste clásico. Ambos sectores acuerdan en preservar la gobernabilidad como el bien superior logrado luego del pánico que les produjo el Argentinazo y le reconocen a Néstor Kirchner el esfuerzo por encausar la gigantesca movilización popular que derrocó a De la Rua.
El pueblo, enfrentó la política de los Kirchner en las calles
A su vez, el pueblo, con la clase obrera en el centro, ha enfrentado la política de los Kirchner en las calles, con huelgas, movilizaciones, tomas de fábrica, recuperando los cuerpos de delegados y ha luchado contra las patotas de los jerarcas sindicales. Ha avanzado organizándose en multisectoriales y coordinando las luchas, reeditando puebladas, marchas y cortes de rutas, expresión de las huellas profundas que ha dejado en las masas el Argentinazo. Las luchas obreras, como la histórica huelga y ocupación de Kraft, la movilización de los tercerizados, el estudiantazo, la lucha de los campesinos pobres y originarios, las luchas urbanas por tierra y vivienda, la lucha contra la criminalización de la protesta, la movilización de artistas e intelectuales contra la política cultural de las clases dominantes, el triunfo antikirchnerista en la CTA, el avance de delegados combativos en algunos gremios, son todos fenómenos que muestran que grandes afluentes populares buscan romper la polaridad que quieren instalar entre el gobierno y la oposición que también defiende el sistema.
Esta situación crea buenas condiciones y hace necesario construir la unidad organizativa, social y política, que exprese a las fuerzas obreras y populares que han venido confluyendo en la lucha, en la recuperación de los cuerpos de delegados y comisiones internas, en los acampes y cortes de rutas, en marchas de campesinos y pueblos originarios, en las tomas de facultades y colegios. Una unidad que retome las heroicas tradiciones de la lucha de los pueblos originarios contra el genocidio, de la Revolución de Mayo y de la Guerra de la Independencia, que se comprometa en la gran tarea de la segunda y definitiva independencia que, como se escribió en el acta de Tucumán de julio de 1816, exija ser libre de toda dominación extranjera. Una unidad que se inscriba en la tradición de las luchas obreras clasistas y revolucionarias del siglo 20, de las rebeliones contra el régimen oligárquico, del Grito de Alcorta, de la gran pueblada del 17 de Octubre de 1945 y la resistencia a la dictadura del ‘55, del Cordobazo y las puebladas de los ‘60 y los ‘70, de la lucha contra la dictadura, la Guerra Nacional de Malvinas y el camino que bocetó el Argentinazo y la rebelión agraria y federal.
Conformar un amplio frente político público y programático
Para profundizar en este camino es que convocamos a todas las fuerzas populares, patrióticas, democráticas y antiimperialistas a conformar un amplio frente político público y programático que logre transformarse en un centro coordinador de las luchas y que pueda expresarse también en el terreno electoral. Que permita unirnos para impedir que la crisis se siga descargando sobre el pueblo, para que no se continúe profundizando la dependencia de nuestro país a las grandes potencias imperialistas, por un auténtico federalismo y para avanzar hacia al segunda y definitiva independencia de nuestra patria.
Convocamos a Proyecto Sur, a Unidad Popular, al GEN, a las fuerzas de la izquierda, a quienes se han expresado en las últimas elecciones votando en blanco, nulo o no votando, a los sectores patrióticos y democráticos existentes en el peronismo, el radicalismo, el socialismo y la Coalición Cívica, a la necesaria unidad para construir en común una fuerza verdaderamente popular que sostenga una propuesta programática para resolver las necesidades populares y nacionales. Una fuerza que lleve adelante una política independiente que dispute para ganar a las masas y poder terciar, rompiendo la falsa opción entre el continuismo kirchnerista o ser furgón de cola de una oposición que también defiende el Estado oligárquico imperialista. Que no acepte el chantaje del “mal menor”y de “lo posible”.Que no entre mansamente en las reglas de juego político con las que armaron desde arriba un escenario electoral con el propósito de llevar la rebelión popular a ser una minoría absorbible dentro de los mecanismos de gobernabilidad del régimen. Que rechacen las leyes fascistas como la de defensa de la democracia y la ley antiterrorista y que denuncien la ley electoral pactada entre el gobierno y la oposición para garantizar la gobernabilidad a través de grandes fuerzas políticas y en contra de las organizaciones políticas populares. Una fuerza que sea capaz de actuar con independencia en los distintos escenarios políticos, incluido el escenario electoral, levantando las banderas de la liberación nacional y social.
En esta perspectiva inscribimos nuestra decisión de contribuir a recuperar la personería electoral del Partido del Trabajo y del Pueblo como un instrumento político legal, electoral, necesario para contribuir a este reagrupamiento de las fuerzas populares.