El asesinato de Nahel, descendiente de migrantes originarios de Argelia y Marruecos, de 17 años, por parte de efectivos policiales en Nanterre, una ciudad cerca de París, el martes 27 de junio desató una gigantesca protesta que al cierre de esta nota (domingo 2 de julio), continuaba.
Durante cinco días, de día y de noche, miles de manifestantes, principalmente jóvenes de entre 15 y 20 años, se enfrentaron con la policía y la gendarmería, y provocaron grandes incendios y destrozos en comisarías, vehículos policiales, autobuses, en la capital y varias ciudades francesas.
El centro del reclamo es pedir justicia por este nuevo caso de gatillo fácil contra un joven de la Francia oculta de los grandes medios. Esos miles que viven en los suburbios parisinos y a los que les falta trabajo, tienen serios problemas en la educación, y son objeto de maltrato policial permanente.
En una Francia donde no terminan las luchas contra los proyectos de reforma laboral del presidente Macron, éste tuvo que suspender un viaje a Alemania, y desplegó cerca de 45 mil efectivos policiales.
Los enfrentamientos comenzaron al conocerse que dos policías persiguieron a Nahel, que había cometido una infracción de tránsito al conducir por el carril exclusivo de los autobuses, y le dispararon mientras se encontraba en su vehículo.
Según la policía, hubo miles de detenidos en estos días, que se enfrentaron con las fuerzas represivas en las barricadas organizadas en los barrios populares.
El mismo gobierno francés informó que 1.350 vehículos fueron incendiados, 234 edificios ardieron o sufrieron daños y se registraron 2.560 incendios en la vía pública. También contabilizaron 31 ataques a comisarías, 16 a comisarías municipales y 11 a cuarteles de la gendarmería, con varios policías y gendarmes heridos. Las protestas se extendieron a varias ciudades, como Toulouse, Nantes, La Courneuve, Niza, Lille, entre otras.
El sábado 1/7, centenares de personas participaron en el funeral de Nahel, realizado en Nanterre. El sentimiento de los jóvenes participantes del entierro y de las protestas, “prácticamente niños” con quienes “no se puede discutir”, según la alcaldesa de Lille (norte), Martine Aubry, es que están “hartos” de los abusos y del racismo sistemático.
Hoy N° 1968 05/07/2023