La semana pasada el gobierno de Sebastián Piñera subió las tarifas del metro de 800 a 830 pesos (1,13 a 1,17 dólares). Los jóvenes, en particular los estudiantes secundarios, desataron una primera ola de protestas, saltando los molinetes y difundiendo la consigna “evade”. El gobierno de Piñera desató una cruda represión policial, que enardeció a los sectores populares y extendió la lucha. El viernes 18 recrudecieron los choques con las fuerzas policiales en Santiago y en otras ciudades como Concepción y Valparaíso. El gobierno habla de más de 80 estaciones de metro quemadas, decenas de colectivos destruidos. Hubo saqueos en supermercados, y ataques a bancos y sedes de empresas de servicios.
El gobierno respondió decretando el “estado de emergencia” y el toque de queda y sacando a los militares a la calle, algo que no ocurría en Chile desde finales de la dictadura pinochetista. Se han visto imágenes de militares reprimiendo de manera feroz, con lo que se entiende cuál es el “enemigo” en la guerra de la que habla Piñera. La noche del sábado y del domingo hubo masivos cacerolazos en varias ciudades reclamando el cese de la represión. Piñera asume un discurso pinochetista, mostrando su verdadera cara.
En las redes sociales aparece una imagen de un iceberg en cuya parte visible están los aumentos de pasajes, pero debajo, aparecen: “Pensiones indignas, salud precaria, sueldos miserables, educación de mala calidad, licencias médicas por depresión, deuda universitaria vitalicia, sueldos de la élite política, delincuencia sin control, empleos precarios, Pagogate y Milicogate [los escándalos de corrupción en Carabineros y el Ejército, respectivamente]”.
El viernes por la noche el gobierno chileno tuvo que anunciar la suspensión del aumento de los pasajes, al tiempo que ampliaba el toque de queda a casi todo el territorio chileno. El sábado continuaron los enfrentamientos en varias ciudades, que se han cobrado al menos 11 muertos como denuncian organizaciones sociales y de derechos humanos.
El Congreso chileno, que tenía que refrendar el recule de Piñera, se reunió de manera inédita el domingo y aprobó por amplísima mayoría la vuelta atrás con las tarifas del metro.
En las protestas, que además de los ataques a las estaciones de subte se han expandido a cortes de rutas, y masivas marchas en varias ciudades, mostraron el descontento popular que Piñera, como buen gerente de las clases dominantes y servil a los intereses imperialistas, ha desdeñado. El presidente hace pocas semanas se jactaba de que Chile era un “oasis” en una Latinoamérica en crisis. Pero las masas reclaman porque los salarios y las jubilaciones no les alcanzan, los hospitales públicos están desmantelados, la educación sigue siendo carísima para los sectores populares, y la corrupción que involucra a políticos y altos mandos policiales y militares es cada día más evidente.
El lunes 21, la Confederación estudiantil convocó a un paro y marchas, al que se sumaron gremios portuarios, mineros, transportistas y empleados públicos, con la consigna #NoEstamosEnGuerra. El gobierno volvió a reprimir, aunque el lunes por la noche Piñera se tuvo de desdecir y convocó a la dirigencia de los partidos políticos.
Toda nuestra solidaridad con el hermano pueblo chileno en su lucha contra las políticas del nefasto gobierno de Piñera.
Hoy N° 1788 23/10/2019