Mario Benedetti nació el 14 de septiembre de 1920 en Paso de los Toros, departamento de Tacuarembó, Uruguay, como Mario Orlando Hamlet Hardy Brenno Benedetti Farrugia. Después de la quiebra de la farmacia que tuvo su padre, los Benedetti se trasladaron a Montevideo cuando Mario tenía cuatro años. El niño que se entretenía de la mano de Emilio Salgari y Julio Verne comenzó sus estudios primarios en el Colegio Alemán de Montevideo, de donde fue retirado por su padre cuando se enteró que hacían el saludo nazi.
A los catorce años empezó a trabajar como vendedor, taquígrafo de una editorial, cadete, oficinista, gerente de una inmobiliaria y periodista, entre otros oficios que ejerció. Llegó a Buenos Aires en 1938 a los dieciocho años y se consideraba discípulo de Fernández Moreno, del peruano César Vallejo y del español Antonio Machado
En 1945 se integró al equipo del semanario Marcha, hasta 1974, cuando fue clausurado por la dictadura de Juan María Bordaberry. Sus viajes a Cuba fueron consolidando el despertar de su conciencia política. En 1968 creó y dirigió el Centro de Investigaciones Literarias de Casa de las Américas. Junto a miembros del Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros, fundó en 1971 el Movimiento de Independientes 26 de Marzo, una agrupación que pasó a formar parte del Frente Amplio desde sus orígenes.
El género de sus obras es diverso, muchas están basadas en la crítica política y social, así como el reflejo de la sociedad latinoamericana.
En 1974 publicó El escritor latinoamericano y La revolución posible. En 1975, fue amenazado de muerte por la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina), y tuvo que abandonar Argentina, marchándose a Perú. En 1976, en Perú fue detenido y deportado por lo que se fue a Cuba, esta vez como exiliado, y se reincorporó al Consejo de Dirección de Casa de las Américas.
En 1985, con la restauración de la democracia en Uruguay volvió al país. A partir de este momento residirá una parte del año en Montevideo y la otra en Madrid.
Con más de 80 obras, enfiló consecuentemente sus dardos contra la política exterior de los Estados Unidos, y contra rasgos internos negativos de esa civilización -como el racismo, el consumismo, el individualismo-, tan actuales hoy. Escribió: “…No me ensucie las palabras/ no les quite su sabor/ y límpiese bien la boca/ si dice revolución”.
Su poesía se hizo canción en la voz de Joan Manuel Serrat, en el disco “El sur también existe” luego de su trabajo a fines de los años 70 con el otro gran cantor popular, Daniel Viglietti, con quien realizó “A dos voces”, un recital de poesía y música estrenado por primera vez en México en 1978, y luego en el Estadio de Obras Sanitarias de Buenos Aires (1984).
“Si el arte por sí solo no derriba tiranías —escribió también— ha sido, sin embargo, a través de la historia, un elemento nada despreciable en cuanto a su capacidad de convertir en imágenes, en color, en certero pensamiento, ciertos principios rectores de los pueblos”.
El devenir de su obra denota hablar de manera sencilla y profunda a la vez, habiendo internalizado la noción de que nada de lo humano le es ajeno.
Su obra robusta y el impacto en ventas lo convierten en uno de los tres grandes escritores uruguayos de todos los tiempos, junto con Eduardo Galeano y Juan Carlos Onetti.
Uno de los poemas más hermosos, es No te salves:
No te quedes inmóvil/ al borde del camino/ no congeles el júbilo/ no quieras con desgana/ no te salves ahora/ ni nunca/ no te salves/ no te llenes de calma/ no reserves del mundo/ sólo un rincón tranquilo/ no dejes caer los párpados/ pesados como juicios/ no te quedes sin labios/ no te duermas sin sueño/ no te pienses sin sangre/ no te juzgues sin tiempo/ pero si/ pese a todo/ no puedes evitarlo/ y congelas el júbilo/ y quieres con desgana/ y te salvas ahora/ y te llenas de calma/ y reservas del mundo/ sólo un rincón tranquilo/ y dejas caer los párpados/ pesados como juicios/ y te secas sin labios/ y te duermes sin sueño/ y te piensas sin sangre/ y te juzgas sin tiempo/ y te quedas inmóvil/ al borde del camino/ y te salvas/entonces / no te quedes conmigo.