El gobierno kirchnerista, en lugar de declarar la caducidad de las concesiones al grupo Marsans, vaciador de Aerolíneas Argentinas, se enredó en su propuesta de “rescate” que llevaba a cargar las deudas sobre el Estado nacional y luego privatizarla a manos de “socios K”. Ya había presentado el futuro comprador: el dueño de Buquebus (empresa que era “una pulga” frente a la envergadura de AA como línea de bandera argentina). El manipulador del negociado era el secretario de Transporte, Ricardo Jaime, con 25 juicios en la mochila por chanchullos diversos.
El Congreso eliminó del proyecto K la referencia al “acta acuerdo” firmada por Jaime con Marsans, y la referencia en la ley a la reprivatización, pero al no decidir la caducidad de la concesión, tampoco resolvió el camino para la recuperación de AA.
El resultado de todo este mamarracho, es una disputa entre los K, que buscan la manera de hacerse con la empresa, y el grupo Marsans y el Estado español, que aprovecha el enredo para tratar de sacar una gruesa tajada. El proyecto de expropiación ya aprobado en Diputados no resuelve este mamarracho: siguen los tironeos por la deuda de las aerolíneas.
En definitiva, no hay otra manera de salir de este entuerto que aplicarle todo el rigor de la ley al grupo vaciador Marsans, declarando la caducidad de la concesión por ser un servicio público, y enjuiciarlo por el vaciamiento expropiándole todos los bienes para el pago del monstruoso endeudamiento fraudulento de AA. Y clausurar las pretensiones de los K garantizando el carácter estatal de nuestra línea de bandera.
02 de octubre de 2010