¡Ay de los días que huyeron, como un sueño confuso recordados,
antiguo hogar natal de hace treinta y dos años!
El estandarte rojo alzó a los siervos armados de alabardas,
mientras la negra garra del déspota mantenía el látigo en alto.
Del sacrificio nació la decisión heroica
de atreverse a crear un nuevo cielo para el sol y la luna.
¡Oh dicha, ver las olas sucesivas del arroz y las mieses,
y a los héroes que regresan, en el borroso atardecer, por todos los senderos!
(1959). Escrito cuando el autor regresaba a su aldea natal después de 32 años.