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11 de noviembre de 2020

Avance de la juventud y de los sectores populares

Reñidas elecciones en Estados Unidos

El martes 3 de noviembre se realizaron las elecciones en EEUU, en un contexto de profunda crisis económica, con 11 millones de desocupados, a pesar de una cierta recuperación del empleo, y el récord de muertes por coronavirus.

Trump hizo todo lo posible por lograr su reelección y logró muchos votos en el llamado “EEUU profundo” lejos de las costas, intentando presentarse como defensor de los trabajadores.

El sistema electoral estadounidense, en el que el voto es voluntario, y los votantes eligen electores, se ha prestado en el pasado a múltiples negociados entre las clases dominantes. En esta elección, esto y la cantidad de votos por correo determinaron que recién el 7 de noviembre Biden consiguió la cantidad de electores para ser el nuevo presidente. Trump sigue sin aceptar su derrota, y judicializó el resultado apelando a la Corte Suprema, cuya composición se apresuró en cambiar a la muerte de una jueza más favorable a los demócratas y a los derechos de las mujeres.

Los últimos meses estuvieron marcados por gigantescas movilizaciones de jóvenes negros, blancos y latinos que coparon las calles en todo el país y enfrentaron a la policía tras el asesinato de George Floyd, dando nuevo impulso al movimiento Black Lives Matters (las vidas negras importan), contra el racismo policial y la desigualdad económica. Trump amenazó con sacar a los militares a la calle, pero los altos mandos se opusieron, argumentando que se podía poner al país al borde de una guerra civil. Sin embargo los asesinatos de negros continuaron.

La ola antirracista se extendió rápidamente a Gran Bretaña y otros países, donde las masas de jóvenes derribaron estatuas que simbolizaban la esclavitud.

Este contexto de crisis económica y movilizaciones puso al gobierno de Trump a la defensiva y aumentó la polarización con el candidato demócrata Joe Biden, ex vice de Barak Obama, a quien Trump acusó de querer transformar a EEUU en un “país socialista” por pronunciarse a favor de las movilizaciones y por su alianza con el sector progresista que encabeza el senador Bernie Sanders. Biden representa a otro sector de las clases dominantes, que ubica como enemigo también a Rusia y no solo a China y no quiere presionar a los monopolios norteamericanos para que dejen sus inversiones en China y otros países y las trasladen a EEUU.

Sanders representa a una corriente de masas con un programa socialdemócrata de izquierda que creció de manera importante proponiendo transformar el actual sistema de salud privado en una cobertura médica para toda la población, (incluyendo a los millones de desocupados), defender los derechos de los inmigrantes y minorías. Después de perder la interna demócrata, decidió apoyar a Biden.

Trump acentuó su política fascista a nivel interno, que ya venía aplicando con los inmigrantes, principalmente latinos. También alentó las movilizaciones de grupos de ciudadanos blancos de ultraderecha que se movilizan portando armas (en EEUU es legal).

En política exterior Trump acusó a China, a quien ubica como único enemigo, de ser responsable del ingreso del coronavirus y beneficiarse de la crisis para resolver a su favor la disputa interimperialista.

La derrota de Trump en las elecciones es una bocanada de aire fresco para los sectores democráticos y populares en EEUU y para la generación de jóvenes que se volcaron masivamente a las calles. A nivel internacional es una derrota para los gobiernos más reaccionarios que se alinearon con él, como Bolsonaro en Brasil.

Hoy N° 1840 11/11/2020