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02 de octubre de 2010

La asamblea de trabajadores, con un debate profundo, maduro y enriquecido por su extraordinaria práctica en la lucha política, decidió ponerle fin al paro.

Reorganizar y defender lo conquistado

Hoy 1206 / La lucha del Casino de Buenos Aires

Se abre una nueva etapa en la lucha por la reorganización y la defensa de las conquistas obtenidas.
Lamentablemente, en el escenario menos deseado, sin obtener los objetivos planteados de la reincorporación de los despedidos, ya que como dijimos en ediciones anteriores, esta era una lucha en condiciones extremadamente difíciles. Tanto porque los dueños del Casino son los mismos Kirchner a través de Cristóbal López, como porque estos pusieron todo el poder político, gremial, judicial y policial a disposición de la empresa.
Presidentes, ministros, jueces y traidores sindicales como el moyanista-kirchnerista Omar “Caballo” Suárez, que junto a Amoroso y otros gremios vinculados a Barrionuevo no dudaron en presentar junto a la empresa un amparo judicial para impedir que ingresen los trabajadores en el momento en que se había conseguido la conciliación obligatoria. Así nomás. No se quedaron sólo con lo que nos tienen acostumbrados estos burócratas (de oficiar de patota de la patronal), sino que en la más abierta de las traiciones firmaron junto a la empresa contra los trabajadores a los que supuestamente “representan”. Todos en la misma sintonía, y si esto no bastaba, venían los palos (Prefectura, Policía Federal con represión, presos y torturas).
En estas condiciones se desarrolló esta extraordinaria lucha, que no por su final opaca sus puntos más destacables. Por un lado, demuestra la combatividad de esta generación de trabajadores que no le da tiempo de gracia a Cristina. Al mismo tiempo colocó sobre el tapete las relaciones oscuras de los Kirchner con el empresario del juego y el petróleo Cristóbal López, desnudándolo a nivel nacional como el Yabrán de la era K.; y por otro lado dejó al gobierno de los “derechos humanos” en su esencia reaccionaria con la represión desatada contra un grupo de trabajadores que casualmente reclamaban por uno de esos derechos, que es el del trabajo. Y todo esto a sólo 1 mes de las elecciones que llevaron a Cristina a la presidencia.
Por otro lado, y no menos valorable, es la experiencia adquirida por este grupo de trabajadores. En la misma asamblea se escuchaban voces que planteaban que la experiencia de organización y lucha que se llevaban “no nos la va a sacar nadie”; y un compañero despedido contaba que ya en el nuevo trabajo donde estaba había organizado una medida por aumento de salario que habían conquistado, graficando ese sentimiento que expresaban en esa asamblea.

Fin del paro: nueva etapa
Se hizo todo lo políticamente justo y posible, llegando a recibir el apoyo de Pérez Esquivel, Nora Cortiñas de Madres Línea Fundadora, la Iglesia y otras organizaciones, y  manteniendo la puerta abierta a sectores dentro de la CGT para arribar a una mesa de diálogo con la empresa (que cortó desde un inicio). En un primer momento amagaron con abrir el diálogo desde el gobierno a través de la CGT, pero esto nunca se concretó. López-Kirchner jugaron a más (volviendo a mostrar su esencia reaccionaria), y ganaron esta batalla.
Una vez sincerada esta situación, los trabajadores decidieron ingresar, pero se encontraron con que la empresa se los impide, con lo que se demuestra la justeza con la que argumentábamos que López no los quería adentro y por lo tanto allí había que trasladar la lucha.
Esta etapa que se inicia deberá combinar, por un lado, la lucha desde el plano judicial por la reincorporación de los despedidos y contra los desafueros y las inhibiciones que hoy pesan sobre los delegados que no les permiten el ingreso al casino; y la pelea por la reorganización desde adentro, con vistas a disputarle a la empresa en la elección de nuevos delegados que el sindicato está tratando de arreglar, ya que el mandato de los delegados estaría dentro del plazo cumplido.
De todos modos, con la “limpieza” que se propusieron la empresa y el sindicato, no pudieron frenar el ingreso de todos, con lo que en el camino hay muchos compañeros que estuvieron alrededor de 80 días luchando por la reincorporación de los despedidos porque lo consideraron injusto. Y la organización y lucha que tuvieron “no se las saca nadie”, y el odio tampoco.