I.
Se acaban de cumplir cinco años del golpe de Estado que instauró la dictadura militar.
El 29 de marzo el Teniente Gral. Viola reemplazó al frente del gobierno militar al Teniente Gral. Videla. El mandato que le ha otorgado la cúpula de las Fuerzas Armadas dura hasta 1984. No se conoce hasta cuando los planes de la dictadura prevén que se sucederán gobiernos militares, o cívico-militares, designados al margen
I.
Se acaban de cumplir cinco años del golpe de Estado que instauró la dictadura militar.
El 29 de marzo el Teniente Gral. Viola reemplazó al frente del gobierno militar al Teniente Gral. Videla. El mandato que le ha otorgado la cúpula de las Fuerzas Armadas dura hasta 1984. No se conoce hasta cuando los planes de la dictadura prevén que se sucederán gobiernos militares, o cívico-militares, designados al margen
de toda participación democrática del pueblo. En la dictadura existen sobre esto distintas opiniones.
Jamás conoció el país una dictadura tan reaccionaria como ésta, desde el punto de vista nacional, social y político.
Al cabo de cinco años de dictadura militar el rasgo político más importante del momento actual es el de la generalización de la oposición a la política dictatorial, y el crecimiento y la intensifícacíón de la resistencia antidictatorial. La dictadura militar conserva la iniciativa y la ofensiva; y el movimiento obrero y popular se mantienen en la etapa defensiva. Pero la resistencia antidictatorial, como planteó el CC en su reunión de noviembre de 1980, ha entrado en una nueva fase. Y éste es el rasgo más importante de la situación política, ya que es la resistencia antidictatorial la que crece y avanza, y es la dictadura la que se debilita y retrocede. Esto tiñe con su tonalidad toda la situación política.
Dada la política reaccionaria, gorila, fascista, de la dictadura militar, y su creciente acercamiento y dependencia al socialimperialismo soviético –que se ha convertido en el principal comprador de la producción agropecuaria nacional, controla a través de sus testaferros y asociados nativos resortes claves de la economía nacional, es el principal proveedor de turbinas y tecnología para energía hidroeléctrica y el sostén político principal de la dictadura en la política internacional-, en un mundo que marcha aceleradamente a una nueva guerra mundial, graves peligros se ciernen en el horizonte para nuestro pueblo y nuestra patria. Y se aproximan grandes luchas y grandes conmociones políticas y sociales, para las que deben prepararse la clase obrera, el pueblo y los comunistas revolucionarios en especial.
II. Una política de hambre y entrega nacional
Durante estos años se han agravado al máximo las condiciones de vida y trabajo de las masas populares de la ciudad y el campo.
Con el desarrollo de la crisis económica decenas de miles de obreros metalúrgicos, textiles, del automotor, ferroviarios, de la carne, de la alimentación, rurales, etc., han perdido sus trabajos y se han visto obligados a changuear de un lugar a otro para poder mantener sus hogares. Actualmente, pese a que no existen estadísticas ciertas, se puede afirmar que suman decenas de miles los desocupados totales, y decenas de miles los desocupados parciales. En esta situación los salarios de los obreros ocupados son salarios de hambre. Se han perdido innumerables conquistas sociales y el revanchismo patronal es insaciable. La mayoría de los asalariados debe trabajar horas extras, los sábados, y en ocasiones los domingos, para ganar quincenas de 600.000 a 700.000 pesos. Un obrero de YPF gana un básico de $ 700.000. Un peón ferroviario gana, con el último aumento, $ 740.000, y un obrero de la escala 12, la más común en el gremio, $ 980.000. Una obrera de la carne, en Berisso, $ 3.100 la hora, y $ 4.150 la hora una obrera de la alimentación.
Los obreros rurales en las fincas de Cuyo ganan entre $ 15.000 y $ 20.000 diarios, por una jornada de sol a sol, y la mayoría sólo trabaja algunos días al mes, no perciben salario familiar ni tienen obra social. Se han introducido premios y formas de pago del salario destinados a superexplotar a los obreros y a dividirlos. Se ha cambiado la estructura del salario imponiendo el trabajo a destajo, ya que premios y bonificaciones representan –generalmente– más del 55% del mismo. Lo que agrava la situación de la mujer trabajadora a la que se le hace muy difícil cumplir con las condiciones para los premios basados en la asistencia y la puntualidad al trabajo.
La mayoría de los campesinos pobres y medíos está en la ruina. Ya no es rentable una explotación de menos de 5.000 ovinos en la Patagonia. Tampoco lo es una explotación de manzanas de menos de 20 Ha. en el Alto Valle del Río Negro (y más de 2.000 productores, sobre unos 4.000, tienen allí entre 2 y 10 Ha.). Se ha pagado este año, en el valle de Río Negro, $ 400 el cajón cargador de tomates, en las chacras, y en algunas localidades del Valle Medio se pagó a poco más de $ 6.000 el cajón cargador (20 Kg.) de manzanas. En Mendoza se pagó a $ 700 y $ 400 el litro de vino que se vendió a $ 3.500 en el resto del país. En la zona más rica de la Pampa Húmeda existen cooperativas agrarias en las que más del 20 de los socios están irremediablemente arruinados, salvo que se les condonen las deudas usurarias que los han llevado a la quiebra. Se estima que los empresarios rurales y campesinos de la Pampa Húmeda deben por cifras que “equivalen o sobrepasan el valor neto de la cosecha”. (La Prensa, 19-3-81). Miles de chacareros chaqueños, formoseños, correntinos y misioneros, han abandonado sus explotaciones en busca de trabajo. Como la mano de obra desplazada del campo no es absorbida por una industria modernizada, el resultado no es la proletarización de esa masa de trabajadores, sino la pauperización, el hambre, la marginación social.
La dictadura ha transformado a miles de campesinos sin tierra, obligados a ser contratistas de viña, en “trabajadores autónomos”, sin paritarias ni asignaciones familiares, y con un porcentaje de pago sujeto a las condiciones de comercialización del vino.
Miles de campesinos, pequeños propietarios, sufren la inexistencia de precios compensatorios para su producción, intereses usurarios, agobio impositivo. Muchos no pueden pagar el canon de riego, o las cuotas de pago de la tierra en el caso de adquirentes de tierras fiscales, o el impuesto inmobiliario. Muchos han prendado sus vehículos y cosechadoras. En las localidades de la Pampa Húmeda centenares de familias no han pagado las boletas de la luz, como sucedió en Firmat, Arteaga, Las Parejas. La contradicción de una cosecha record con miles de productores arruinados, expresa el drama histórico de la Argentina bajo la dictadura violo-videlista.
Se han agravado extraordinariamente las condiciones de salud, vivienda, educacionales y culturales de las masas populares. La dictadura sigue una política que priva de fondos a la educación pública y cierra la educación a la masa de jóvenes de origen obrero y campesino.
Miles de empresarios nacionales y comerciantes han sido empujados a la quiebra. Han hecho una terrible experiencia sobre la que será bueno que reflexionen. Dejaron sus organizaciones gremiales en manos del gelbardismo y el desarrollismo, y éstos se montaron en ellas para empujar el golpe del 24 de marzo de 1976. Muchos empresarios y comerciantes nacionales creyeron que se iban a beneficiar con la política antiobrera y de superexplotación de la dictadura.
Y, a la hora de la verdad, se encuentran en quiebra, y comprenden que los únicos realmente beneficiados han sido un puñado de terratenientes y monopolistas. Una idea del desastre la da la siguiente cifra: se estima en 20 billones de pesos las deudas incobrables de los bancos privados. (ver Diario Popular, 29-3-81).
El balance de cinco años de la dictadura muestra que el centro de su preocupación fue imponer a la clase obrera su plan de hambre y superexplotación. Sobre la base de la intervención militar a los sindicatos, el asesinato, secuestro o detención de los dirigentes y activistas sindicales opositores, la prohibición o la sus pensión de la actividad de los partidos obreros y populares, y la más feroz represión, empujaron una mayor “disciplina y organización del trabajo”, incentivando la asistencia laboral con premios a la productividad y a la asistencia, aumentando las horas trabajadas con horas extras que, en algunos casos, en estos años, llegaron a cubrir un turno y medio por trabajador. Así la mayoría de las grandes empresas disminuyó desde 1976, constantemente, el número de obreros, que fueron expulsados hacía otros sectores de la economía.
Entre 1976 y 1979 la mano de obra industrial, según el Ministerio de Economía, disminuyó en 270.000 personas. Solamente los gremios textil, alimentación y materiales de transportes expulsaron entre 1976 y 1979 a 112.000 personas. Entre 1976 y 1981 hay 54.000 ferroviarios menos. Todo esto antes de que la crisis económica golpease, como golpeó en 1980 y comienzos de 1981, a la industria nacional, ocasionando el despido de decenas de miles de obreros industriales y de empleados. A marzo de 1981 las estadísticas ofíciales estiman en más de 600.000 la disminución de obreros industriales en relación con 1976. El resultado es el siguiente: desde el segundo trimestre de 1976 hasta el último trimestre de 1980 el aumento de la productividad laboral ha sido del 26 % según los datos del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos. Según esas estadísticas: se produjo más con menos gente. Simultáneamente los obreros ocupados ganaron salarios más bajos, en un 32 %, en 1980, en relación con 1976 (Clarín, 29-3-81).
No es extraño, entonces, que empresas beneficiadas por la dictadura, hayan hecho grandes ganancias. Ha sido el caso del Ingenio Ledesma, Ford, Papel Prensa, Acindar, Bridas y otras petroleras, Aluar, entre otros. Ford, por ejemplo, ganó 1.000 dólares por coche producido en 1977-78; 2.000 dólares en 1979 y 3.000 dólares en 1980, teniendo utilidades de su producción por 360 millones de dólares; sin contar lo que ganó en la especulación financiera que fue más que lo que ganó con la producción. Por lo que Ford pudo remesar una fuerte cantidad a los EE.UU. para socorrer a la casa matriz que tuvo déficit allí y en Europa.
La dictadura impuso una política de mercado abierto que aseguró al capital extranjero inversiones en todas las áreas, el envío total de utilidades al extranjero y la libre repatriación de capitales. Mediante la libre importación, o la baja pronunciada de aranceles proteccionistas, transformó a gran parte del empresariado nacional en importadores, aumentó la desocupación, achicó aún más el mercado interno, y fomentó hábitos de consumo extranjerizantes que la industria nacional no puede sostener. La dictadura ha golpeado seriamente con su política a la minería y a la industria pesada nacional. La producción de acero está estancada en poco más de dos millones de toneladas sobre cuatro de consumo, y más de la mitad del que se produce se elabora en plantas semintegradas a partir de chatarra en gran parte importada. Siendo el nuestro un país alejado de los grandes centros de población, con comunicaciones vulnerables, en la posibilidad más o menos inminente de una tercera guerra mundial, esta política, desde el punto de vista de los intereses nacionales, es suicida.
La dictadura ha seguido una política de entrega del petróleo nacional y de liquidación de YPF. Como ha denunciado Silenzi de Stagni, YPF paga el petróleo que le entregan las firmas contratistas un 300 % más del precio que estas empresas consiguen en el extranjero. Las empresas beneficiadas con los llamados contratos de riesgo han hecho ganancias fabulosas a costa de YPF.
La dictadura ha impulsado, y en gran medida logrado (con la ayuda ahora de la crisis económica), una fuerte concentración monopolista (en el acero, papel, celulosa, petroquímica, aluminio, textil, automotor, metalurgia, química, y, en especial, financiera). Junto con esto ha realizado una política de ruina del pequeño productor agropecuario, y ahora estimula –con distintos planes– una recomposición latifundista como se evidencia en: los planes de concentración parcelaria de Chaco; la propuesta de plan de reorganizacíón de la explotación lanera en el Sur; la idea de aplicar un remedo del “plan Badajoz” (por su semejanza con el que aplicó el franquismo en esa región de España) en la fruticultura del Comahue para producir en 15.000 Ha. lo que hoy se produce en 60.000; la liquidación de chacras por la crisis en la Pampa Húmeda y las leyes en esta región para impedir la división de explotaciones agropecuarias, como la Ley 8.417 de la “unidad económica” en la provincia de Santa Fe, etc. Todos estos planes y leyes, además de la inexorable ley económica capitalista por la cual “el grande se come al chico”, y las crisis las pagan los pobres, están produciendo cambios profundos en el campo argentino. Cambios reaccionarios ya que se reconstituyen, agrandan, o crean, latifundios, muchas veces como inversión especulativa, y sin que se produzcan inversiones de capital, tecnificación y mejoras importantes, de parte de los nuevos y viejos terratenientes. A esto se suman las modificaciones reaccionarias a la Ley de Arrendamientos y al Estatuto del peón.
Han reaparecido y se adueñan de gran parte del trabajo de los campesinos, los viejos pulpos intermediarios: Bunge y Born (principal beneficiario de la liquidación de SASETRU), Dreyfus, Continental, etc. Se acentúa la concentración de la industria de la carne y la alimentación, subordinando a miles de productores a sus dictados.
La inflación ha sido y es uno de los principales instrumentos para expoliar al pueblo. Su magnitud se comprueba relacionando el descenso relativo del Producto Bruto Interno entre 1976 y 1980, que ocasionó una pérdida a la economía nacional, según diversas estimaciones, de más de 30 mil millones de dólares, y el empapelamiento monetario que ha alcanzado cifras astronómicas.
En esta situación han proliferado los especuladores, estafadores públicos, vaciadores de empresas, y, entre éstos, han vuelto a “hacer su agosto” los hombres de paja de la multinacional soviética en la Argentina: Trozzo, Capozzolo, Greco, Oddone, Saiegh, y otros semejantes, discípulos aventajados de Graiver-Gelbard-Bronner, que han remesado miles de millones de dólares a sus patrones en el extranjero luego de vaciar innumerables empresas y bancos, y de hacer gigantescas ganancias especulativas con la adjudicación a precio vil de empresas como el Swift-Armour, La Cantábrica, y otras; y realizar negociados enormes con el aprovisionamiento a las FF.AA. con motivo de la posible guerra con Chile (como fue el caso de Bonafide y Tensa, entre otras), etc. Nunca, desde la crisis del 90 del siglo pasado [siglo19], la corrupción pública rayó, a tal nivel. Con la especulación desenfrenada por tasas de interés usurarias desconocidas en el mundo1, inversores extranjeros invirtieron miles de dólares en usura y los retiraron entre febrero y marzo de este año con grandes ganancias. Más de 5.000 millones de “dólares golondrinas” emigraron en esas semanas. Se ha reforzado la dependencia financiera argentina de la banca internacional. La deuda externa (según las cifras ofíciales) pública y privada, supera los 28.000 millones de dólares. YPF –una empresa que debería dejar grandes ganancias– debe más de 3.500 millones de dólares.
La situación de las masas populares y de la economía nacional ha empeorado brutalmente con el avance de la crisis económica.
La situación es gravísima y no se advierten síntomas de mejoría rápida. Se ha estimado en más de 50.000 millones de dólares el endeudamiento fiscal, directo e indirecto, al 31 de enero, a partir de los datos oficiales (ver “El 'agujero' de la Argentina” en el Diario Popular del 29-3-81). El endeudamiento mencionado representa el 50 % del Producto Bruto Interno; la misma proporción de la deuda fiscal existente en los años 1933-35 en la que se consideró la peor crisis del siglo. Se precisarán muchos años para salir de este pozo.
Dijimos en la reunión del CC de noviembre del año pasado:
“La crisis no es un espectro que maneja la oposición, como quisiera hacer creer Martínez de Hoz. Tampoco es el fruto de la ‘obstinación’ de Martínez de Hoz, como dicen Alsogaray y los desarrollistas frigeristas. La política económica de la dictadura agravó la crisis; pero no la determinó. La crisis ha sido determinada por la estructura económica del país, como país dependiente en que aún reina, todopoderoso, el latifundio terrateniente. La crisis es la crisis de una economía dependiente en la que subsiste la lacra del latifundio con su fardo de renta agraria que paga toda la producción nacional. Esto es lo que oculta la propaganda de la burguesía, de los terratenientes y el revisionismo, sobre este tema. Y esta crisis es llevada al paroxismo por la crisis que sacude a todo el mundo capitalista, ya que las potencias imperiales –en especial las dos superpotencias– descargan las consecuencias de su propia crisis sobre los pueblos oprimidos del mundo”.
Se agudizará la lucha de clases para decidir quién pagará la crisis. Ahora, burgueses y terratenientes, vuelven a insistir en que “hay que vivir como pobres que somos”, y practicar de cinco a diez años de austeridad. Los obreros y los campesinos pobres y medios, la mayoría de los asalariados, siempre han vivido como pobres.
Hace cinco años que se les imponen tremendos sacrificios en aras de “reorganizar” la economía nacional. Ellos no son los responsables, entonces, de la crisis y el despilfarro de la riqueza nacional. La crisis la deben pagar los que la causaron: los terratenientes y los monopolios dominantes.
1 Entre 1923 y 1928, con la crisis económica en la República Alemana de Weimar que llevó a ese país al desastre económico, y creó las condiciones para el triunfo nazi, se llegaron a pagar miniplazos de más de 250 % anual. En la Argentina, en la última semana de marzo, se pagaron tasas de interés interbancarias de proyección anual de 557, 605 y 778 %.
El fascismo
Era inevitable que tal política obligara –para poder ser impuesta– a una represión feroz de la clase obrera y el pueblo.
La dictadura cometió crímenes horrendos que han sido denunciados internacionalmente por todas las fuerzas democráticas del mundo. Miles de detenidos-desaparecidos, sometidos durante meses a horribles torturas; muchos probablemente asesinados en las cámaras de torturas y “chupaderos”. Miles de detenidos en cárceles en las que se los hacinó en forma inhumana; a algunos, como Gigli o Norma Nassif, durante más de cinco años, pese a no tener condena ni proceso judicial.
El clamor de nuestro pueblo y la solidaridad de la clase obrera y los pueblos de todo el mundo, han roto la barrera de mentiras de la dictadura –apoyada mundialmente por la URSS y sus títeres– y hecho conocer esta situación mundialmente. Ahora la dictadura quiere tender un manto de olvido sobre sus crímenes. La quintacolumna a su servicio: la camarilla dirigente del P“C”, el desarrollismo, y fuerzas prosoviéticas como ex-dirigentes montoneros, Timmerman, Broquen, y otros semejantes, plantean distintas “iniciativas”, como: el sinceramiento”, una “amnistía amplia” para asesinados y asesinos; formas que ayuden a “elaborar el luto” de los familiares de los desaparecidos, etc. Dirigentes del peronismo, la UCR, el socialismo, apoyan iniciativas semejantes porque opinan que será imposible toda salida negociada con las FF.AA. sin “resolver” este problema, ya que “las FF.AA. no aceptarán un Nuremberg”, según ha dicho recientemente el Gral. Víola en los EE.UU., y repiten esos mismos políticos. Un dirigente de la UCR, partidario como el P“C” de un “compromiso” o “convenio” nacional cívico militar, ha dicho que las madres de los desaparecidos deberán comprender “que si tenían dos hijos y les desapareció uno, ahora, si siguen con ese movimiento, les puede desaparecer el que les quedó”. Y declaró en París en una reunión con exiliados que los argentinos debemos “aprender a convivir con Estado de Sitio”.
Pero en la Argentina no hubo una guerra. Aquí hubo, sí, un golpe de Estado al servicio de intereses antinacionales, utilizando como pretexto el terrorismo urbano y rural (terrorismo, no guerrilla) que como ha sido demostrado fue estimulado, e incluso en ocasiones organizado, por fuerzas subordinadas a las mismas superpotencias que empujaron el golpe contra el gobierno peronista. Aquí hubo una represión fascista contra la clase obrera y el pueblo, que golpeó a decenas de miles de activistas sindicales, estudiantiles, del movimiento agrario y popular; a peronistas, comunistas, socialistas, radicales, sectores populares de la Iglesia, etc., por el solo hecho pie ser tales y no por terroristas. ¿0 acaso eran terroristas Gody Alvarez, René Salamanca, Ángel Manfredi, Gerardo Luna, Manuel Guerra, Benderski, Norberto Liwsky, Aureliano Araujo, Cirila Benítez, Norma Nassif, Amalia Marrón? ¿0 lo eran Isabel Martínez viuda de Perón, Lorenzo Miguel, Carlos Menem, el senador radical Anaya, Pérez Esquivel, profesores universitarios como Ciafardini, y miles y miles de casos semejantes: obreros de Ford, Dálmine, Lozadur, ingenios azucareros, talleres ferroviarios, Renault y Fiat, estudiantes de secundaria y la universidad, delegados de ligas agrarias, abogados de detenidos políticos y sociales, científicos progresistas, etc.?
Aceptar cualquier “sinceramiento” hipócrita, como plantea el P“C”, y dio a entender Viola en los EEUU, implica aceptar tremendas condiciones para la democracia futura. Aquí, en 1930, se comenzó a aplicar la picana eléctrica. En ocasiones la lucha de masas obligó, transitoriamente, a condenar a algún torturador y amenguar un poco las torturas. Pero, en definitiva, la picana eléctrica quedó como una de las “características” nacionales de la “democracia” argentina. Ahora se han impuesto la “capucha” y los “chupaderos” (campos de concentración al lado de los cuales los campos nazis eran cárceles modelo). Por la lucha de masas y la presión internacional se ha moderado últimamente la represión. Se ha balanceado internacionalmente como un “progreso” de la Argentina el que en 1980 “sólo” se denunciaron 28 casos de detenidos-desaparecidos. Pero las fuerzas represivas amenazan a diario –incluso a dirigentes nacionales del movimiento agrario, sindical o empresario– que “si no se portan bien la próxima vez habrá capuchas”.
Esta es la dictadura del hambre y la entrega. Y es, también, la dictadura de las capuchas, los chupaderos, y los detenidos-desaparecidos. En una palabra: el fascismo.
La guerra
La dictadura, al exigir como base del arreglo del litigio con Chile en el Canal de Beagle el respeto al principio: “Argentina en el Atlántico, Chile en el Pacífico”, y no la demarcación y el trazado del Canal de Beagle como lo establece el Tratado de Límites de 1881 y el Protocolo de 1893, ha montado el detonante para una guerra fratricida que puede incendiar todo el Cono Sur de América. Al negar en los hechos la validez de los tratados en los que se basan los límites entre nuestras dos naciones, naciones que han vivido en paz por más de un siglo y medio pese a haber enfrentado litigios más graves que ése, la dictadura argentina, estimulada y apoyada por el socialimperialismo soviético, empuja la guerra de Perú, Bolivia y Argentina, contra Chile, aprovechando la existencia en el país hermano de una dictadura fascista proyanqui. Los límites entre las naciones de América del Sur son el producto de un largo proceso histórico, y fueron acordados, en lo fundamental, por las oligarquías terratenientes de cada una de ellas obedeciendo a presiones, intervención e intereses, de las potencias imperialistas a las que se subordinaban y de las que dependían (Inglaterra, Alemania, Francia y EEUU, principalmente). Mover una ficha de ese tablero implica mover todo el tablero. Implica precipitar una guerra entre hermanos para beneficio de los monopolios petroleros, pesqueros, vendedores de armas, y en especial de las dos superpotencias: la URSS y los EE.UU., que nos oprimen.
En esa dirección ha caminado y camina la dictadura. Lo hemos dicho y repetido desde 1977. No quieren la paz. Quieren montar un detonante de guerra. Los sectores prosoviéticos que hegemonizan la dictadura sirven a la URSS en su disputa con los yanquis por la comunicación estratégica entre los dos océanos, y en su objetivo de distraer a los yanquis de Europa y otras regiones, y aprovechar el litigio para armar a nuestras FF.AA. y penetrar, aún más profundamente, en ellas, hasta subordinarlas totalmente a sus planes. Ahora aprovechan la inestabilidad del gobierno civil peruano y la fuerte influencia soviética en las FF.AA. de ese país, las buenas relaciones soviéticas y de la dictadura argentina con la dictadura militar boliviana, y el fracaso de los planes de apertura política del Departamento de Estado yanqui en Chile (en donde el P“C” prosovíético ha-abandonado la “vía pacífica” que teorizó tantos años) para montar nuevamente una campaña chauvinista, belicista, contra el hermano pueblo chileno. Es una ingenuidad suicida la de quienes creen que la dictadura violo-videlista defiende en el sur intereses nacionales. Esta dictadura, la más entreguista de nuestra historia, que calla ante la constante depredación de nuestras riquezas pesqueras por parte de barcos piratas rusos y de países satélites; que al tomar a Chile como enemigo principal favorece las maniobras de las superpotencias, y en especial de la URSS, dirigidas a la internacionalización de la Antártida y a explotar sus inmensas riquezas en total contradicción con los derechos soberanos reclamados por nuestro país y Chile en el continente blanco, derechos que sólo pueden hacer valer si se unen; esta dictadura que no hace nada efectivo para recuperar las Malvinas, pretende hacernos creer que defiende el interés nacional en el problema del Beagle. Esta dictadura maniobrará, como lo ha hecho hasta ahora, pero no firmará un acuerdo que asegure la paz con Chile. Como ha dicho provocativamente La Nueva Provincia: mientras “dure la Era Cristiana no lo hará”. El P“C” defiende, en una declaración firmada entre otros por su Secretario General Athos Fava: “la confirmación de la división oceánica”, y plantea que si la propuesta papal “no aporta bases para una solución equitativa”, se vaya de nuevo a negociaciones directas y, eventualmente, al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (con lo que pretenden asegurar la entrada directa de la URSS en las negociaciones e internacionalizar el litigio). Mientras tanto, al no haberse delimitado las jurisdicciones nacionales en esa riquísima zona, la URSS y otros piratas modernos pescan allí libremente con sus gigantescos barcos factorías.
Un detonante de guerra se monta para amenazar. Pero también se monta para que estalle. Y en manos de un aventurero –y el fascismo se caracterizó siempre por ser aventurero– nadie puede asegurar el uso que se le dará. Como en la zona austral se definen intereses estratégicos vitales para la más o menos próxima guerra mundial, ese detonante puede ser accionado por los fascistas argentinos amigos de la URSS, por los fascistas chilenos amigos de los yanquis, o por gorilas fascistas proingleses de uno u otro lado.
Si no se lo desmonta, más tarde o más temprano tendremos guerra. Los que enfoquen este problema con mentalidad aldeana, o como un comodín más en el juego de intrigas políticas con éste o aquél grupo militar –muchas veces éstos con mentalidad aún más aldeana y estrecha– sufrirán un rudo desengaño.
Será el pueblo argentino y el chileno, y en especial sus juventudes, los que deberán pagar con sangre el precio de esta aventura fascista, si se va a una guerra que sólo beneficiará a las superpotencias imperialistas y no a nuestras naciones.
La dictadura es el hambre, es la entrega, es el fascismo, y es la guerra. Esto es lo que se puede balancear a cinco años del golpe de Estado de 1976.
III. Se intensifica la disputa interimperialista por el control de la Argentina
Luego de cinco años de dictadura violo-videlista se ha reforzado la dependencia económica, el carácter de país oprimido de Argentina, y, en ese marco, la hegemonía del socialimperialismo soviético se ha fortalecido en lo económico, lo político, cultural y militar. Actualmente es el imperialismo más fuerte entre las clases dominantes argentinas; y sus agentes, amigos y asociados, tienen el principal papel dirigente en el Estado nacional. Esto ha acarreado, para el pueblo, las consecuencias de hambre y fascismo que vimos. La burguesía nacional sufre con particular fuerza este yugo. De los imperialismos rivales el más afectado es el imperialismo yanqui.
La URSS se ha transformado en el principal comprador de la producción agropecuaria nacional; el principal socio comercial de la Argentina.
En cuanto a los granos, en 1980, “la preeminencia soviética –embargo internacional mediante– tomó características absolutas, al punto que compró 7,58 millones de toneladas” (el 60,1 % del total exportado) (La Prensa, 14-2-81). “Las compras efectuadas por la URSS fueron tan cuantiosas que absorbieron el 52 % de las exportaciones de trigo pan; el 38 % de trigo fideo; el 84 % del maíz; el 59 % de la cebada; el 100 % del centeno; el 97 % del sorgo y el 27 % de la soja”. En el primer bimestre de 1981 la URSS fue el principal comprador de cereales y oleaginosas “con amplias ventajas sobre los demás adquirentes” según el informe del Banco Ganadero Argentino (La Prensa, 5-4-81).
La URSS compró más del 50 % de las lanas sucias que se exportaron en 1980.
En cuanto a las carnes la URSS absorbió en 1980 la tercera parte de las exportaciones argentinas. Según el diario prosoviético Clarín, “la URSS prácticamente salvó en 1980 al sector exportador de carnes vacunas” (Clarín, 29-3-81). Todavía no está definida la estabilidad de la URSS como cliente de nuestras carnes, pero, de seguir el embargo estadounidense, en 1981, es posible que se mantengan, e incluso aumenten, las compras soviéticas de carne a la Argentina. En marzo de este año, según la Junta Nacional de Carnes, la URSS fue el principal comprador de carne vacuna (res con hueso) superando en mucho a los otros adquirentes ya que compró 18.800 toneladas de las 30.189 toneladas que se exportaron (La Prensa, 5-4-81).
Por vías indirectas –a través de su participación en el grupo que domina el comercio azucarero mundial y de los testaferros soviéticos en la Argentina– el sector prosoviético tiene desde hace muchos años un gran peso en el negocio azucarero argentino interno e internacional.
En la vitivinicultura (en donde el principal grupo de capitales soviéticos –el grupo Greco– llegó a controlar más del 40 % de la vasija vinaria mendocina y el 70 % de la de San Juan) hace pocas semanas se conocieron declaraciones al diario Mendoza del Presidente de Bodegas y Viñedos GIOL, comodoro (RE) Juan José Tomás Amigo, respecto de una posible operación comercial con la URSS, que se está gestionando, la que significaría “la solución para todo el proceso vitivinícola provincial”. Amigo agregó que si la venta de vinos a la URSS se concretase sería “a todas luces la gran salida de la vitivinicultura”. (Siendo que la URSS compró en 1975 y 1976 grandes cantidades de vino a menos de diez centavos de dólar el litro –menos incluso que lo que se pagaba por el vino de traslado– vino que luego revendía con fuertes ganancias en otros mercados, e incluso destilaban para producir otras bebidas alcohólicas, nos sentimos tentados de preguntar amigo de quién será este Amigo).
No cuesta trabajo imaginarse el tipo de lazos que va tejiendo el socialimperialismo soviético con un sector de los terratenientes y un sector de la gran burguesía intermediaria argentina.
En esa relación con los terratenientes y las clases dominantes nativas reside la clave del dominio imperialista sobre los países dependientes, ya que, generalmente, el imperialismo se instala en el país dependiente por medio de una alianza con las clases dominantes locales, o una fracción de éstas, a las que subordina. En la Argentina, siempre, la principal clase a la que se asoció el imperialismo fue a la clase de los terratenientes. Los terratenientes y la burguesía intermediaria, al igual que en los otros países coloniales, semicoloniales y dependientes, fueron y son, aquí: “verdaderos apéndices de la burguesía internacional y su existencia y desarrollo dependen del imperialismo” como señaló Mao Tsetung refiriéndose al caso chino (Mao Tsetung, O.E. T.I, pág. 9). Los terratenientes fueron siempre en la Argentina la principal base social de la dominación imperialista y “su existencia y desarrollo”, por la positiva o la negativa, tanto en la época del predominio del lanar, o luego del vacuno, y en especial con la trenza de invernadores y frigoríficos exportadores, a través de una maraña de intereses comerciales y financieros, dependió del imperialismo. En ocasiones, sectores de terratenientes marginados o subordinados (como sucedió por ejemplo con los dedicados a la cría de vacunos respecto de los invernadores; o con sectores con tintes capitalistas más ligados al mercado interno; o afectados por determinadas políticas) manifestaron actitudes de resistencia. Pero como clase, la clase de los terratenientes, y en especial la de los terratenientes dominantes en la Pampa Húmeda argentina, fue la principal base social de la dominación imperialista. Esta es la raíz social del entrelazamiento de la revolución democrática con la revolución nacional en la Argentina. Todo indica que el nuevo amo ruso sigue en esto el camino de los imperialistas ingleses y yanquis. Especialmente el de los ingleses, ya que los yanquis tropezaron con el carácter competitivo de la producción agropecuaria argentina con la producción similar yanqui y tuvieron serias dificultades para asociar y subordinar a los terratenientes argentinos a su dominio. El socialimperialismo soviético ha constituido un grupo propio de terratenientes y grandes capitalistas agrarios: Capozzolo, Werthein, grupo Nadra-Bestani, Schmukler, Frigerio, miembros de la familia Lanusse, Bullrich, Santamarina, etc., estrechamente asociado con las principales familias terratenientes del país; y trabaja permanentemente para fortalecer a este grupo en desmedro de sus rivales.
Toda la colección de teóricos pseudomarxistas al servicio del socialimperialismo teoriza, últimamente, sobre el carácter “independentista”, “nacional”, de los terratenientes argentinos de la Pampa Húmeda. Para lo cual, como hizo antes la socialdemocracia y luego el trotzkismo, disfrazan a los terratenientes de burgueses. Burgueses de origen. De aquí la agudeza de la polémica sobre el carácter del modo de producción imperante en el Virreinato del Río de la Plata que habría sido, según esos teóricos, capitalista de inicio. Uno de los personeros principales del socialimperialismo en la Argentina, Rogelio Frigerio, dice que el feudalismo “no arraigó en ningún momento en la explotación agropecuaria de la Pampa Húmeda argentina” (Rogelio Frigerio, “Síntesis de la historia crítica de la economía argentina”, Hachette, pág. 59).
La revista neomontonera Controversia afirma que: “la gran burguesía argentina no es absolutamente dependiente. Por lo contrario, sobre todo la fracción de la gran burguesía terrateniente tiene un amplio grado de autonomía” (el destacado es nuestro).
Simultáneamente la camarilla dirigente del P“C” ha arrojado la bandera de la Reforma Agraria. Esta, en el programa de su XII Congreso, aún se concebía como la medida revolucionaria que, al resolver el hambre de tierra de la gran masa de chacareros y campesinos, aseguraba la alianza obrero-campesina en la revolución democrática y nacional. Esta medida se complementaba, en ese programa, con el estímulo a la formación de las cooperativas de producción sobre la base de la libre voluntad del campesinado, y con granjas y haciendas estatales establecidas en latifundios cuya división fuese inconveniente por su forma de explotación moderna, o establecidas sobre parte de algunos latifundios, o sobre tierras fiscales, que asegurasen una alta productividad de la economía agraria. Pero el centro del Programa del XII Congreso del P“C” estaba en resolver el problema de la tierra para los trabajadores del campo. Ahora, uno de los máximos dirigentes del trabajo agrario del P“C”, ha escrito que la Reforma Agraria “debe significar, sobre todo una reestructuración del latifundio sobre nuevas y potentes bases productivas”2.
Ahora el P“C” entiende que subdividir la tierra sería “fortalecer el minifundio.” La posición del desarrollismo prosoviético sobre este tema es harto conocida, ya que ellos han sido los expositores en la Argentina de la teoría del “desarrollo de las fuerzas productivas”, y se opusieron siempre a la subdivisión del latifundio. Coherente con todo esto Viola opina que: “En nuestro país es menos importante el problema de los latifundios que el de los minifundios”(…) “La corrección de la existencia de latifundios es relativamente natural, a través de la acción ejercida por el Código Civil (Ley de Herencia).” (…) “La reforma que necesita la explotación agropecuaria argentina es perseverar en la incorporación y desarrollo de tecnología y equipamiento agrícola, para obtener mejoras de calidad y rendimientos superiores a los logrados”3.
Los revisionistas abandonan la teoría del “capitalismo dependiente” que usaron para desamarrar a nuestro país de la influencia dominante yanqui, y la reemplazan por la teoría de los países “capitalistas de desarrollo medio”. Esto sería la Argentina según ellos. Un país capitalista “apichonado” que necesita la ayuda de una superpotencia como la URSS para pasar a ser un país desarrollado.
En consonancia con todo esto el revisionismo ha vuelto a poner en circulación el viejo lema de los terratenientes proingleses: “comprar a quien nos compra”. Y pasó, de defender el comercio y las relaciones económicas con la URSS como un “factor equilibrante” frente a los yanquis, a plantear que, como somos débiles, no podemos sobrevivir sin asociarnos a uno fuerte, identificando la supervivencia de la clase terrateniente –porque de esto se trata– con los intereses nacionales en su conjunto. Pero una Argentina sin latifundios ni terratenientes, sin el yugo de la renta terrateniente, y con un fuerte mercado interno basado en la elevada capacidad de compra de obreros y campesinos, con una producción industrial independiente y diversificada, con un comercio internacional ligado a los países del Tercer Mundo y diversificado, operando para escapar al abrazo de la muerte de cualquiera de las dos superpotencias, y en especial de la URSS, la superpotencia más agresiva y expansionista del mundo actual, no tiene por qué buscar la “ayuda” o la protección de un nuevo amo para escapar al yugo del viejo amo.
El trabajo del socialimperialismo soviético para asociarse y subordinar a un grupo de terratenientes y gran burguesía intermediaria argentina aprovecha de un viejo trabajo del P“C” argentino. Este, en la década del 30, diferenció y trabajó con un sector de familias de terratenientes y de gran burguesía intermediaria de ideología liberal, antifascista, vinculados tradicionalmente a los imperialistas ingleses, franceses, belgas, etc., de la Pampa Húmeda (Santamarina, jefe del conservadorismo de la provincia de Buenos Aires, los Cárcano, los Roca, Martínez de Hoz, los Pueyrredón, los Alvear, los Lanusse, los Bullrich, Mitre, entre otros), de Cuyo, del NOA (especialmente de Tucumán), y del NE, y llegó, en ocasiones, a establecer lazos políticos estrechos con muchos de ellos. También hubieron vínculos económicos, pero éstos no eran el factor principal en esa relación. Al degenerar la URSS en una potencia imperialista, y la camarilla dirigente del P“C” en quintacolumna de ella, el socialimperialismo, aprovechando las contradicciones objetivas de esos terratenientes con el imperialismo yanqui, trenzó con esos terratenientes y burgueses intermediarios una relación estrecha, en la que, paulatinamente, fue subordinando a muchos de ellos. Tal el caso de Lanusse.
Actualmente la URSS nos compra cereales, carnes y lanas. No existen garantías de que su interés por estos productos llegue a ser permanente. Porque la URSS es gran productor agropecuario, y sus necesidades de compra en el extranjero de estos productos está relacionada a problemas de malas cosechas, y a un retraso que trata de superar con métodos típicamente capitalistas, y no hay que subestimar las posibilidades que tiene de lograr progresos en sus objetivos. Además los capitales soviéticos controlan gran parte del negocio internacional de productos agropecuarios (incluso en Europa Occidental) lo que le permite diversificar sus compras de acuerdo con sus necesidades políticas4. En caso de una cada vez más próxima guerra mundial sería más que problemático el arribo a la URSS de productos argentinos. Esto demuestra, una vez más, el carácter antinacional de esta política, que nos hizo dejar de lado clientes tradicionales como España y países latinoamericanos, para vender a la URSS. Todo esto explica el interés soviético por aprovechar el actual idilio con los terratenientes argentinos para penetrar –aún más profundamente– en la economía y la sociedad argentina.
Las principales inversiones soviéticas se orientan a la venta de turbinas y aprovisionamiento tecnológico para el sector energético5, procurando controlar la palanca fundamental de la economía nacional en las dos décadas próximas. Utilizando los métodos tradicionales en la pugna intermonopolista (coimas, golpes sucios, influencias en determinadas camarillas militares) aprovecharon su influencia en la dictadura lanussista y en el gobierno uruguayo de entonces para realizar el proyecto que les posibilitó proveer las turbinas de Salto Grande. Nos vendieron las turbinas para la central de Bahía Blanca. Han postergado con sus maniobras la licitación de las de Yaciretá –esperando ganarla– y están haciendo el proyecto del Paraná Medio, cuya realización les daría el control de la energía eléctrica argentina hasta fin de siglo y los convertiría en uno de nuestros principales acreedores. Tienen puestas sus garras en Río Turbio. Su empresa BRIDAS (asociada abiertamente con la camarilla violo-videlista del Ejército) se ha beneficiado con los principales negocios petroleros privados del último tiempo y ha sido utilizada para la penetración soviética en otros países latinoamericanos. Ahora se han asociado a los proyectos atómicos de la Comisión Nacional de Energía Atómica. La presión soviética para vendernos las turbinas de Yaciretá y Paraná Medio es abierta.
Decenas de “técnicos soviéticos”, vulgares agentes de la KGB, utilizan estos contratos para residir en el país y realizar aquí su sucio trabajo de espías y provocadores.
Recientemente la venta de agua pesada y uranio enriquecido por la URSS a la Argentina causó verdadera conmoción mundial. El negocio no debe ser tan limpio cuando se lo ocultó tan celosamente, y sólo se lo hizo público cuando ya había trascendido y gran parte del material comprado está en el país. Es conocido que las FF.AA. aspiran a construir la bomba atómica argentina. Esto choca con la oposición formal de las dos superpotencias que presionan para que Argentina firme el “Tratado de no proliferación nuclear”. Es correcta la oposición argentina a este tratado, y Argentina tiene derecho a fabricarla, en tanto, no se prohíba para todo el mundo la fabricación y utilización de la bomba atómica. Pero que la produzca con la ayuda de la URSS (como hizo la India) es diferente, porque en vez de ser un paso hacia nuestra independencia nacional sería atar un nuevo lazo a nuestra dependencia con la URSS, ya que ésta no da ese tipo de “ayuda” sin imponer condiciones. Los yanquis han puesto “el grito en el cielo” porque esto cambiaría la relación de fuerzas en América del Sur.
Además la URSS ha establecido relaciones militares secretas con las Fuerzas Armadas argentinas, avanzando en las relaciones argentino-soviéticas en el área más sensible para sus rivales yanquis. La presión soviética para equilibrar la balanza comercial con nuestro país va en aumento. Y como su principal producto de exportación son las armas, es de prever que también por razones económicas se intensifique la presión rusa para convertirse en proveedor de armamento.
Los negocios de la “multinacional” soviética en la Argentina recibieron un golpe serio con la intervención, bloqueo de su venta, y en algunos casos liquidación o derrumbe, de algunos de sus bancos y grupos económicos que les pertenecían, como sucedió con Greco, Trozzo, Oddone, Saiegh, entre otros; y con la intervención, quiebras y concursos de acreedores de empresas y grupos a los que se habían vinculado sus bancos y financieras, como sucedió con la intervención y quiebra de SASETRU, entre otras.
Pero todo esto debe ser observado más de cerca porque previamente esos bancos y financieras habían vaciado, y transferido al exterior, el capital de numerosas empresas de la burguesía nacional u otros grupos que habían adquirido, como fue el caso de Trozzo o Saiegh; o lograron jugosos préstamos, como Greco, que obtuvo más de mil millones de dólares, que transfirió a acreedores del mismo grupo, antes de ser intervenidos; o transfirieron o hipotecaron a tiempo a firmas de la misma multinacional bienes raíces, etc. Saiegh, por ejemplo, compró a un empleado de la multinacional rusa la firma CREDIBONO, cuando ya Saiegh estaba en quiebra, y ese dinero se sacó del país para comprar tierras y empresas en Paraguay. O realizaron jugosos negociados como la venta del Swift-Armour que habían obtenido por chirolas. En el caso SASETRU, su liquidación beneficia al grupo Bunge y Born con el que la asociación de los capitales soviéticos en la Argentina es estrechísima. Además la suerte de las empresas intervenidas y concursadas del grupo aún no está decidida. En el caso de Greco la mayoría de sus empresas están manejadas por ex-empleados del mismo grupo.
Simultáneamente se han fortalecido, enormemente, empresas del grupo ruso, o muy ligadas a él. Este es el caso de: ALUAR, Papel Prensa, Acindar-Gurmendi (que pasa a monopolizar el mercado de palanquilla), Garovaglio y Zorroaquín, y en especial de BRIDAS. Si se observa la situación del grupo en estos cinco años, en relación con sus rivales yanquis, ella ha mejorado. Los yanquis han reforzado, últimamente, su fuerza en las finanzas, monopolizan la industria del tabaco, y mantienen posiciones en una serie de ramas; pero han retrocedido en el automotor (retiro de Crhysler y General Motors), en la petroquímica, y en el petróleo, en relación a europeos y rusos. En algunas ramas (automotor, tractores, electrónica, artículos del hogar, máquinas herramientas, entre otras) sufren duramente la concurrencia de los importados japoneses y europeos.
El sector prosoviético, al amparo de sus posiciones en el poder estatal, ha consolidado sus posiciones en los medios de información y opinión pública (diarios, revistas, radios, TV, cine y teatro).
Aún debe definirse el control de la educación pública y privada.
La lucha interimperialista más aguda se da por el control de las Fuerzas Armadas. Como en todos los países dependientes en disputa la lucha interimperialista se oculta tras la lucha de diversas camarillas de políticos y militares locales. Si se observa el periodo de cinco años transcurridos desde 1976, el sector prosovíético ha avanzado. Pero últimamente ha tropezado con dificultades. Especialmente en la Marina, en donde se ha afianzado un sector opositor al violo-videlismo. Y han surgido sectores nacionalistas y populistas en el Ejército que, luego del desplazamiento del sector que el P“C” llama “pinochetista” (Menéndez, entre otros), les impidió copar algunos mandos claves y les dificulta sus planes. Simultáneamente, según los comentarios periodísticos y los trascendidos, los prosoviéticos habrían avanzado en la Aeronáutica. Globalmente, las condecoraciones al Tte. Gral. soviético Braikov, y la visita a la URSS del general Montes, son indicativos de lo que han avanzado en estos cinco años los sectores prosoviéticos en las FF.AA. Lo que no ha hecho más que estimular y agudizar la contradicción con sus rivales yanquis que conspiran para desplazarlos.
En la reunión del Comité Central de noviembre de 1980 señalamos cuál era la actual etapa estratégica del socialimperialismo soviético en la Argentina, objetivo al que se adecua su táctica actual.
Allí dijimos que “…el sector prosoviético –hegemónico– liga sus planes y acuerdos en la Argentina con la estrategia global de la URSS.
“En la lucha por el dominio de Europa –que le daría la hegemonía mundial– la URSS combina la espada, cuando por ejemplo ocupa Afganistán para reforzar su pinza sobre el petróleo del Medio Oriente (vital para los monopolios europeos) con la rama de olivo del “desarme”, y el reparto de ‘esferas de intereses’, que ofrece a los monopolios europeos para asegurarles petróleo, otras materias primas, y los mercados del Este. Argentina entra en esta negociación de ‘esferas de intereses’.
“Los prosoviéticos propagandizan entre los terratenientes y la burguesía intermediaria argentina la imagen de una Argentina ‘neutral’, con una economía complementaria de un eje europeo-soviético; la imagen de un país ‘dependiente, digno y próspero’, de ese eje.
“El cebo para los terratenientes es no tocarles la renta agraria, ayudarlos a modernizarse, y ligarlos cada día más a la venta de cereales y carnes a la URSS. El cebo principal para los europeos es el petróleo del Atlántico Sur. Principalmente para la burguesía monopolista inglesa y holandesa.”6
Se ha avanzado mucho en esa dirección. La constitución del gabinete de Viola con figuras destacadas de la burguesía intermediaria ligada a monopolios europeos (Banca Roberts, Oxenford; grupo italiano de la Fiat, Sigaut; sectores importantes ligados a empresas europeas, García Martínez), y la alianza del desarrollismo prosoviético con sectores liberales proeuropeos en la nueva dirección de la Unión Industrial Argentina, son dos hechos demostrativos de esa línea.
Como señaló el CC en su reunión de noviembre pasado: “El sector prosoviético avanza, lentamente, en procura del control total del país. Se apoya en las tradiciones neutralistas de la oligarquía argentina (neutralismo que en la Segunda Guerra Mundial se basó no en el independentismo de esa oligarquía, sino en sus relaciones con el imperialismo inglés y alemán) para ir desamarrando al país de los EE.UU., empujando una “diversificación de la dependencia”-como proponía Gelbard– con europeos y soviéticos forjando una imagen pseudonacionalista y pseudotercermundista”.7
Como también se señaló en la mencionada reunión del Comité Central, esa etapa estratégica que se proponen alcanzar las fuerzas prosoviéticas en la Argentina implica un curso político inestable y revertible, dado que presupone una aguda lucha en el seno de esa alianza por la hegemonía en la misma –como venimos viendo desde 1976– y, por otro lado, porque si bien se dejan cebos para algunos monopolios yanquis (petroleros, del automotor, petroquímica, alimentación, etc.) propensos a una política blanda y conciliadora con la URSS, en definitiva, ese curso es sustancialmente opuesto a los intereses estratégicos de los EE.UU. en el Atlántico Sur y América del Sur, por lo que tropieza y tropezará con su aguda oposición.
En cuanto a los monopolios europeos, además de aprovechar el retroceso yanqui para acrecentar su peso relativo en el mercado nacional en ramas como el automotor, entre otras, han aprovechado la Enmienda Humphrey-Kennedy –que bloqueó la venta de armas yanquis a la Argentina– para vender armas, tecnología y municiones de guerra por miles de millones de dólares: tecnología francesa y alemana para tanques (AMX-13 y TAM); equipos de comunicaciones, cañones automáticos de 105 milímetros, lanzadores, misiles, obuses y artillería de campaña austriacos; fragatas y destructores misilísticos; lanchas y corbetas misilísticas y submarinos de ataque en Gran Bretaña, Francia y República Federal Alemana; aviones franceses, etc.
Todo esto en el marco de un mundo en el que crecen los factores de guerra, ha agudizado la presión e intervención yanqui para desplazar a sus rivales, especialmente a los soviéticos.
Ultimamente visitó la Argentina el general Vernon Walters, enviado especial del secretario de Estado yanqui. Posteriormente, el Tte. Gral. Viola visitó los EE.UU., teniendo entrevistas con los máximos dirigentes de ese país. Y acaba de visitar la Argentina el Gral. Edward Meyer, Jefe del Estado Mayor del Ejército norteamericano, quien vino durante una semana en un momento de gran tensión mundial por la amenaza de intervención soviética a Polonia, lo que da una idea de la importancia atribuida por los EE.UU. a la situación argentina, y de la importancia estratégica que tienen nuestro país y América del Sur para la política que se están dando los yanquis con el fin de hacer frente al expansionismo y a la estrategia global de su rival imperialista.
Debemos señalar que la preocupación yanqui por la situación argentina aumenta por la existencia, evidente, de una tendencia común entre Argentina y Brasil que está amenazando con desamarrar de la esfera de influencia dominante yanqui a toda América del Sur.
El nuevo gobierno yanqui, a partir de decir que “comprende” el enojo de la dictadura argentina por las denuncias, y el apoyo, que dio el gobierno de Carter a la lucha por los derechos humanos en la Argentina, presiona para un cambio de rumbo paulatino de la Argentina. Sugiere que: “desaparecidas las causas coyunturales (léase ataques del gobierno de Carter por la violación de los derechos humanos) que empujaron a la Argentina a tener relaciones especiales con la URSS, esperan que la Argentina haga un replanteo global de su política exterior, y retorne a su posición occidentalista”.
Se comprende que la designación como ministro de Relaciones Exteriores de un frigerista prosoviético (Camilión) no apunta en la dirección de los deseos yanquis. Por lo que también se comprende que durante la visita del Gral. Walters, éste, según trascendió a la prensa, “en un español claro y lento”, en su entrevista con los jefes militares argentinos, haya dicho: “la política exterior de mi gobierno responderá a la amistad manifiesta: sólo seremos amigos de nuestros amigos”.
Viola no ha informado al pueblo argentino de lo conversado durante su estadía en los EE.UU. No se conoce de qué se habló ni han trascendido acuerdos concretos. Salvo el de seguir conversando. Por lo que trascendió a la prensa los yanquis presionan sobre los siguientes puntos:
1) La venta de cereales y alimentos argentinos a la URSS que transformaron a la Argentina en el cantinero del ejército invasor a Afganistán. No están en discusión –por ahora– por lo que ha trascendido, los convenios comerciales de venta de cereales a la URSS sino la venta masiva por encima de esos convenios (como sucedió en 1980) en el caso de un embargo yanqui a la URSS si ésta invade Polonia. Al parecer Viola habría afirmado que los convenios firmados con la URSS son irreversibles, y dejó abierta la puerta de negociación para las ventas por encima de ellos.
2) Litigio en torno al Canal de Beagle y zona austral. Los yanquis apoyan una solución pacífica, y empujan el apoyo a la propuesta papal. Manifiestan verdadero temor frente a una guerra argentino-chilena que desestabilice el Cono Sur de América, los distraiga de la confrontación con la URSS en Europa, y facilite, aún más, la penetración soviética en esta área estratégica.
3) Cuestión atómica. Los yanquis temen que la Argentina produzca la bomba atómica con ayuda secreta soviética (como ya hizo la India).
4) Venta de armas rusas, asesoramiento militar y aprovisionamiento ruso de turbinas hidroeléctricas, que aumentan la penetración rusa en la Argentina.
5) Apoyo de la dictadura argentina a la intervención del imperialismo yanqui en El Salvador y a la defensa del Atlántico Sur ante la creciente penetración rusa. Sobre el apoyo argentino a la intervención yanqui en El Salvador, el secretario general del Ejército argentino, Gral. Saint Jean, luego del viaje de Viola, afirmó que la Argentina estaba dispuesta a dar ese apoyo lo que, como señaló el periódico del P“C” Qué Pasa, “debió ser desmentido enfáticamente por el propio general Viola”.
También por lo trascendido a la prensa se puede decir que Viola, que como general de infantería domina aquello de dar un paso atrás para poder luego dar dos adelante, preocupado por ganar tiempo para afirmar su situación interna, habría exigido:
1) “Comprensión” del gobierno yanqui en el tema de los derechos humanos, siendo que la dictadura argentina está “mejorando” en ese terreno la situación en relación con 1976-1978.
2) Levantamiento de la Enmienda Humphrey-Kennedy y venta de armas y tecnología militar yanqui a la Argentina (los yanquis condicionarían ese levantamiento y esas ventas al compromiso argentino de no usar esas armas contra Chile, y al no establecimiento de relaciones militares especiales entre la Argentina y la URSS con la compra de armas soviéticas).
3) Inversiones yanquis en la Argentina8 y financiación. Según La Nueva Provincia del 29 de marzo, sería de alrededor de 5.000 millones de dólares lo que habría pedido Viola, a largo plazo y otorgado por la banca federal de los EE.UU., para fortalecer las divisas del Banco Central y refinanciar las deudas del agro y la industria.
En las entrevistas de Viola en los EE.UU. ha trascendido que también se habló del apoyo argentino a la dictadura boliviana de García Meza; y de los pasos para una posible “salida política” en la Argentina, según planes que piensan restablecer la república constitucional cerca de 1990.
No sabemos qué concedió Viola a cambio de una mejor actitud yanqui hacia la dictadura argentina. “Es algo que aún no puede saberse” escribió La Nueva Provincia (22-3-81). Es seguro que hizo concesiones. Pero como Viola expresa los intereses de los terratenientes y la burguesía intermediaria prosoviética, rival de los yanquis, se puede afirmar que los acuerdos que puede hacer con los yanquis son precarios, y en las relaciones de ellos con Viola predominará la lucha y no la unidad.9
Todo esto ratifica una vez más una de las características esenciales de la situación política nacional, característica que debemos estudiar y seguir permanentemente en su desarrollo concreto: La Argentina es un país dependiente disputado por varios Estados y esto provoca la desunión en sus grupos dominantes. La llamada “despersonalización” del “Proceso” de Reorganización Nacional, la falta de liderazgo personal del mismo, la contradicción entre la Junta Militar y el Poder Ejecutivo, son algunas de las manifestaciones políticas de ese rasgo esencial.
2 Ricardo San Esteban: “El agro argentino.Crisis de estructura”, Editorial Quipo, pág. 11.
3 Declaraciones del Tte. Gral. (RE) Roberto Eduardo Viola a Selecciones del Reader's Digest de marzo de 1981.
4 Los capitales soviéticos a través de su testaferro público en Francia, Jean-Baptiste Doumeng, participando como socios menores los grupos Rothschild y Dreyfus, ya están cerca de ser o son el mayor monopolio agroindustrial del Mercado Común Europeo.
5 Según la CEPAL en un estudio de noviembre de 1979, las relaciones económicas argentino-soviéticas se caracterizan porque los productos que compran los soviéticos tienen “un bajo procesamiento industrial” y sus proyectos de inversión se concentran “en el sector de energía”.
6 Informe político. La situación nacional. Noviembre de 1980. Páginas 69 a 88 del presente volumen.
7 Informe citado.
8 En una reunión del Comité de Empresas Multinacionales e Inversiones del United States Council realizada en marzo de 1979, se demostró que a los monopolios yanquis les interesa, en la Argentina, el petróleo, minerales y materias primas si se les asegura una alta tasa de retorno (mínimo 18 % anual) para compensar los riesgos. Les interesa poco el mercado interno argentino, que no ha crecido sustancialmente en los últimos años, y no les conviene invertir para exportar a otros países en desarrollo por convenirles más hacerlo desde Brasil, que tiene una mano de obra más barata y menores riesgos políticos.
IV. La situación internacional
Tenemos que ubicar la situación política nacional en una situación internacional en la que reina “un gran desorden bajo los cielos”, sumamente compleja, y en estado de transición y cambio, porque aún deben definirse acontecimientos y líneas que serán fundamentales para los sucesos de los próximos años.
Se ha producido un cambio en la política norteamericana con el reemplazo de Carter y los demócratas, por Reagan y los republicanos. Es demasiado pronto para deducir las consecuencias que ese cambio tendrá en la política mundial, y en la latinoamericana, ya que, en el seno del gobierno republicano, aún se libra una gran lucha por definir la orientación definitiva de los EE.UU. en la política internacional: entre los partidarios de la conciliación con la URSS, que expresan el interés de monopolios con mucho peso en el partido republicano, y los partidarios de enfrentar la política expansionista y agresiva de la URSS con medidas duras acordes con la gravedad de la situación. El enfrentamiento entre Haig y Bush, evidenciado con motivo del atentado contra Reagan, es manifestación de esa puja. Reagan aparece preocupado por restablecer el dominio militar absoluto yanqui frente a los rusos. En cuanto a América Latina el rumbo de la política yanqui será un factor fundamental a tener en cuenta. Washington necesita recuperar posiciones en lo que considera su “patio trasero” y necesita alinearlo en sus planes estratégico-militares. Está claro que los yanquis abandonan el uso a ultranza de la bandera de los derechos humanos, y el camino de apoyar a los gobiernos civiles, o a procesos para instaurar gobiernos civiles, que practicó Carter. No puede desvincularse de esto, por ejemplo, el cambio de línea del P“C” chileno, que de teórico y defensor de la vía pacífica al socialismo, y del apoyo –condicionado– al golpe de Estado que estimulaban en Chile el Departamento de Estado y la Democracia Cristiana chilena, ha pasado a plantear la lucha armada y el camino insurreccionad para derrocar a la dictadura pinochetista.
Por otro lado la URSS hasta ahora ha contestado a la línea de Reagan con ofertas de paz y provocaciones para desestabilizar situaciones, en el Sudeste asiático, África central, Centro y Sur América, y especialmente en el Medio Oriente (Líbano) y Europa. La URSS, que con cada paso de su política expansionista va sembrando el camino para su derrota futura, está empantanada ante el crecimiento de la lucha guerrillera patriótica en Camboya y Laos, y en Afganistán. No cede el repudio de los pueblos, especialmente los del Tercer Mundo, ante su expansionismo fascista. La URSS, en estos últimos años avanzó en su dispositivo estratégico para la guerra; pero a un costo político muy grande. En estas circunstancias enfrenta la resistencia de las masas en Polonia, que amenaza con minar su dominio en ese país y con extenderse a Hungría, Checoslovaquia, Alemania Democrática, Bulgaria, e incluso la propia URSS. Como señaló la Declaración de nuestro Comité Central de diciembre,10 los soviéticos, ante la rebelión del pueblo polaco “temen no intervenir, temen intervenir. Advierten que una Polonia unida resistiendo una invasión rusa puede ser el principio de su fin”. Una intervención soviética a Polonia acarrearía problemas serios a la política de acercamiento paulatino a la URSS que practica el violo-videlismo. Provocaría situaciones difíciles de prever pero que ya están condicionando la política nacional, porque ya estuvieron presentes –de una u otra manera– en la entrevista de Reagan con Viola.
Tanto los cambios en la política yanqui, como los sucesos de Polonia, tendrán repercusiones importantes en las relaciones de los EE.UU. con Europa Occidental y Japón, como en la relación de éstos con la URSS. Se agudiza la lucha mundial entre las potencias imperialistas por las materias primas –en especial el petróleo- por nuevos mercados, y por mayores tasas de ganancia. Los cambios producidos en los EE.UU. han producido un acercamiento del gobierno de este país con el gobierno inglés; al tiempo que continúan los roces con Francia y Alemania en donde predominan tendencias conciliadoras con el socialimperialismo, expresadas tanto por Giscard en Francia como por Helmut Schmidt en Alemania. Todo esto incide en la política argentina, dado el peso europeo en nuestro país, peso que ahora se refuerza con la actividad de la socialdemocracia europea en América Latina, en donde, empujada por sus propios intereses, un sector de la socialdemocracia europea en ocasiones ayudó a pavimentar el camino para la entrada de rusos y cubanos en reemplazo del viejo amo yanqui.
La rebelión de la clase obrera polaca, su maravilloso ejemplo que ha conmovido el corazón y el cerebro de los proletarios y oprimidos de todo el mundo; la heroica lucha de los pueblos camboyano, laosiano y afgano; el repudio masivo al expansionismo ruso y a sus agentes cubanos, vietnamitas, fue mayoritario en la Conferencia de No Alineados. Todo esto marca el pulso principal de nuestra época de revoluciones y guerras. En América Latina bulle la caldera del combate obrero y popular. El socialimperialismo soviético, desde 1979, define la situación latinoamericana como en “una primera fase de un nuevo auge revolucionario” (Revista Internacional, N° 5, 1979).
Los soviéticos, pescadores de aguas revueltas, con los servicios de sus quintacolumnas nativos y de los cubanos, pretenden utilizar para sus fines expansionistas la lucha antiimperialista y democrática del pueblo; como acaban de hacer en Grenada y en Nicaragua, y como están haciendo en El Salvador. Pero sus triunfos serán efímeros. Cada día más van siendo desenmascarados como lo que son, como imperialistas; y la lucha por acabar con el viejo amo yanqui, en el Caribe, y en América del Sur, tiene condiciones favorables para conducir a la auténtica liberación de nuestros pueblos, y no terminar en un simple cambio de amo. Somos solidarios con la lucha democrática, antioligárquica, antiimperialista y revolucionaria que, jalonada con la sangre de miles de mártires, viene librando desde hace más de medio siglo el hermano pueblo salvadoreño. Rechazamos y nos oponemos a toda intervención imperialista, directa o indirecta, yanqui o rusa, y sostenemos consecuentemente el principio de la libertad y la autodeterminación de los pueblos y naciones.
Actualmente, el reemplazo de Carter por Reagan operó como estímulo a los sectores militares fascistas, golpistas, que afilan sus cuchillos en numerosos países latinoamericanos. Como un indicio de la pugna de fuerzas entre yanquis y rusos también en América Latina, en muchos de esos casos –como sucede en Perú, Colombia, Venezuela, Ecuador, entre otros– los soviéticos vuelcan esfuerzos crecientes en la organización de sus propias fuerzas golpistas. Lo que mencionamos antes sobre la posición del P“C” de Chile, y el apoyo abierto que han dado a la dictadura militar boliviana (directo y a través de la dictadura argentina) muestran que en América Latina los soviéticos adecuan sus velas a los nuevos vientos que soplan desde la derrota de Carter.
Aún no está claro si Reagan propiciará el regreso a la política del “gran garrote” que, en una época, aplicó el imperialismo yanqui en sus relaciones con América Latina. Es difícil que pueda hacerlo. Ni los EE.UU. son hoy los que eran en épocas de Teodoro Roosevelt, ni América Latina es la de entonces. Está claro, sí, que sin abandonar totalmente la llamada defensa de los derechos humanos, que Carter esgrimió como bandera ideológico-política de enfrentamiento a la URSS, Reagan pondrá el acento en apoyar “a los amigos”, como dijo aquí el Gral. Walters; lo que ya ha hecho al autorizar la venta de armas a la dictadura proyanqui de Pinochet en Chile.
Debemos seguir observando y analizando el desarrollo de estos problemas en los próximos meses.
9 Resultan ilustrativas, al respecto, las declaraciones del embajador violo-videlista en Moscú, Leopoldo Bravo, referentes a la visita de Viola a Estados Unidos. Dijo que: “las relaciones argentinas con la URSS no están vinculadas a la normalización de las relaciones con los Estados Unidos”, anunció que este año se reunirá en Moscú la Comisión Mixta soviético-argentina en el mes de septiembre, y mencionó la posibilidad de que Viola viaje a la URSS en un futuro próximo. (La Nación, 22-03-81).
V. Se remueven las aguas
A cinco años de instaurada la dictadura militar más sangrienta y reaccionaria en lo que va del siglo, dictadura que desató una represión fascista que ha horrorizado no sólo a nuestro pueblo sino a los pueblos de todo el mundo, las clases dominantes argentinas no sólo no han logrado aplastar la resistencia obrero y popular, sino que ésta ha sabido soplar las pequeñas chispas, ha sacado fuerzas que se creían inexistentes, ha combatido, primero, en 1976 y en 1977, en lo más negro de la tiranía, en forma generalmente pasiva, y en ocasiones, activamente, como sucedió con las huelgas y luchas del proletariado automotor, ferroviario, y de Luz y Fuerza; luego fue reorganizando sus fuerzas y abrió el combate por la democracia, con el ejemplo magnífico de las Madres de Plaza de Mayo; y superados momentos de confusión, fue organizando la lucha por la paz, contra la guerra fratricida contra el hermano pueblo de Chile. Paulatinamente el movimiento obrero y popular, en condiciones muy difíciles, privado de miles de sus mejores activistas: despedidos, encarcelados, “desaparecidos” y asesinados, reorganizó sus filas e intensificó el combate. El pueblo argentino nunca fue un pueblo que bajó la cabeza bajo el yugo de los tiranos y de los imperios que pretendieron oprimirlo. Nuestro Partido colaboró con todas sus energías a la lucha antidictatorial, desde el mismo 24 de marzo de 1976. Este es uno de nuestros motivos de orgullo. Hoy, a cinco años de instaurada la dictadura, crecen la oposición a la misma y la resistencia. El rasgo político más importante del momento actual es el de la generalización de la oposición a la política dictatorial, y el crecimiento y la intensificación de la resistencia a la misma.
La oposición antidictatorial abarca –con contenidos y formas diferentes– desde el proletariado hasta la mayoría de la burguesía nacional; e incluso a sectores considerables de terratenientes y burguesía intermediaria afectados seriamente por la crisis económica y la política oficial. El proletariado, el campesinado pobre y los sectores más oprimidos del pueblo, albergan en sus pechos un odio profundo a esta dictadura asesina, hambreadora y entreguista.
Al calor de esa oposición, y ese odio, crece, avanza y se intensifica la resistencia a la dictadura.
La dictadura violo-videlista conserva la iniciativa. Se apoya en la represión fascista y en el terror. Aprovecha el margen de maniobra que le regalan las expectativas que los quintacolumnistas violistas (en especial el P“C”) y sectores reformistas de la burguesía y la pequeña burguesía, siembran en la “nueva etapa” que se abre con el gobierno de Viola. Pero, manteniéndose el movimiento obrero y popular en la etapa de la resistencia a la dictadura, es ya evidente que, como planteó el CC en su reunión de noviembre, ésta ha entrado en nueva fase. Y se aproximan grandes luchas y grandes conmociones políticas y sociales. La terrible crisis económica que sacude al país, y ha provocado la bancarrota de la industria nacional, y gran parte de la producción agropecuaria, provocará inevitablemente convulsiones y cimbronazos políticos. Viola pretende ganar tiempo, prometiendo, e insinuando, el “oro y el moro”. Pero su demagogia será de vuelo corto.
Paralelamente, como vimos, la disputa interimperialista hace que mientras se unen los de abajo se dividen los de arriba. Que duermen con las pistolas amartilladas, por la agudización de la lucha en el seno de la dictadura. Y la creciente subordinación del país a la URSS provoca la oposición de sectores nacionalistas y patriotas de las Fuerzas Armadas, el clero, y los partidos políticos.
Las masas populares de algunas regiones del país han protagonizado luchas importantes: el 7 de enero la “jornada de la tristeza” en San Juan y Mendoza. El 13 de enero el paro del Comahue desde Río Colorado hasta Neuquén. En dos oportunidades pararon, y se movilizaron, los productores avícolas de Entre Ríos, apoyados por los tamberos de la provincia. El pueblo de Santa Elena acompañó con un paro solidario el paro de los obreros del frigorífico local que protestaban por el cierre del mismo. Se realizaron grandes concentraciones populares exigiendo medidas de apoyo a la pesca en Mar del Plata. Y en defensa de los productos laneros en la Patagonia. Estuvo a punto de parar toda la provincia de Formosa. Se realizaron combativas asambleas campesinas en la Pampa Húmeda, Chaco, Tucumán, Cuyo, Santiago del Estero, Salta y Córdoba, en las que participaron miles de campesinos. El empresariado nacional realizó –convocado por la CONAE– una jornada nacional de lucha que en algunos lugares, como en Rosario y en el sur de la provincia de Santa Fe, tuvo expresiones de masa.
Todo esto va creando las condiciones para el paro nacional activo, que permitiría a su vez, crear condiciones para que el movimiento obrero y popular pudiese pasar a la contraofensiva contra la dictadura violista.
A semejanzas de 1969-1976 la oleada de luchas arrancó del interior. Y a diferencia de aquellas luchas, éstas fueron iniciadas por sectores agrarios y plegaron solidariamente a las ciudades. Hemos dicho que esas luchas remueven las aguas más profundas de la sociedad argentina. El movimiento de protesta es dirigido, en general, por terratenientes, grandes capitalistas y campesinos ricos. Estos se apoyan en el descontento de las masas explotadas para pugnar por sus reclamos sectoriales y forcejear por arriba. Pero al hacerlo no pueden más que remover las aguas más profundas. Lo que es indicativo de la gravedad de la crisis económica y social argentina, que obliga a esos sectores burgueses a apoyarse y convocar a masas populares de las que los separan profundas diferencias. En muchos lugares los campesinos pobres y medios, con la ayuda del Partido, han logrado que se incluyan sus propias reclamaciones en los pliegos de reclamos. Y han aprovechado la agitación para organizarse.
Hay que recordar que fueron los campesinos pobres y medios de la Pampa Húmeda, en lucha por no pagar el impuesto inmobiliario, los que iniciaron el movimiento actual, con grandes asambleas y concentraciones, algunas con miles de participantes, como la realizada en Villa María. Estas presionaron al último congreso de la Federación Agraria Argentina para declarar, sin fecha, el paro agrario nacional. Este fue transitoriamente postergado por la amenaza de intervención y represión a la FAA, pero miles de campesinos pobres y medios alientan la esperanza de poder realizarlo, porque desde entonces, hasta ahora, sus problemas, en vez de resolverse, se han agravado.
Los obreros industriales y rurales de las regiones en lucha acompañaron el movimiento, observaron y escucharon. Dijimos que sacarían rápidamente sus propias conclusiones y una serie de luchas obreras producidas en esas regiones lo confirman (trabajadores del empaque y la conservación de frutas de Cipolletti; paro de los obreros petroleros y de la UTA mendocinos; paros y reclamos en fincas de la región; etc.)
El proletariado industrial, que sostuvo sobre sus espaldas lo más duro del combate antidictatorial entre 1976 y 1979, se encuentra en muy difícil situación por la crisis. Existe actualmente un gran ejército de reserva de miles de desocupados; mientras que los obreros ocupados deben trabajar 12 y 14 horas para ganar un salario que les permite mantener humildemente a su familia. Todo esto hace muy difícil la utilización de formas comunes de lucha: paros, huelgas, jornadas de tristeza. Estas pueden justificar los despidos cuando no hay fuerzas para impedirlos; o no afectan mayormente a las empresas con grandes stocks sin venta. Se acrecienta el papel de la organización sindical capaz de encontrar otras formas de lucha –como sucedió en Deutz y Cantábrica– que permitan movilizarse en forma exitosa, y obtener solidaridad, para los reclamos de empresa o gremio. Las dificultades para las luchas obreras son transitorias. La elevada conciencia de clase del proletariado, y la certeza de que si no lucha su situación se agravará aún más, empujarán el combate, y el movimiento obrero buscará, y encontrará, las formas más adecuadas para combatir en estas condiciones de crisis y dictadura fascista. Así lo demuestran innumerables luchas obreras, como la de Deutz, Cantábrica, Celulosa, petroleros, FAE, y ahora bancarios, metalúrgicos de Siam-Siat, mecánicos de Mercedes Benz.
En estas circunstancias tiene gran importancia la reorganización de las CGT regionales y la CGT nacional. Es cierto que en ellas han entrado quintacolumnistas violistas del desarrollismo y el P“C”, y que hay fuerzas que operan en esas organizaciones para crear las condiciones para el movimiento cívico-militar que consolide a Viola en el poder. Pero en lo fundamental se han unido allí las fuerzas que han venido resistiendo a la dictadura, especialmente en el peronismo y las 62 organizaciones, y tienen actualmente una posición unitaria con los comunistas revolucionarios y los sectores combativos no peronistas. El movimiento obrero, en la medida en que profundice una línea antidictatorial y escape a las trampas colaboracionistas del violismo, habrá dado un gran paso con la reconstrucción de las CGT regionales y nacional, que creará las condiciones para disputar a los colaboracionistas los sindicatos, y para que la clase obrera se coloque, de nuevo, en el centro del combate antidictatorial, único camino para que éste pueda triunfar. Esto depende, fundamentalmente, del crecimiento de las fuerzas y posiciones en el movimiento sindical de la corriente clasista y antidictatorial que encabezan los comunistas revolucionarios.
También en este período se intensificó la lucha por la paz con Chile, lucha que tuvo una clara expresión unitaria en la declaración que dirigentes nacionales peronistas, nacionalistas, demócrataprogresistas, socialistas, del FIP, e independientes, firmaron junto con dirigentes de nuestro Partido. En algunos lugares la alianza tácita que existe en este terreno entre nuestro Partido y otras fuerzas patrióticas con la Iglesia, se materializó en comisiones, petitorios, y otro tipo de iniciativas por la paz, especialmente entre la juventud y las mujeres. Figuras de gran renombre de la intelectualidad argentina convocaron a la lucha por la paz, y esta convocatoria fue apoyada por numerosos trabajadores de la cultura en la Capital Federal, La Plata, Rosario y otros lugares.
Las Madres de Plaza de Mayo volvieron, desde el 29 de enero, a manifestar todos los jueves frente a la Casa de Gobierno. Fueron reprimidas pero no se atemorizaron; y continúan ampliando su movimiento que ha abierto un local en la zona céntrica de Buenos Aires. Se ha fortalecido la lucha por la aparición con vida de los detenidos-desaparecidos, por la libertad de los presos, por el levantamiento del Estado de Sitio, por el libre accionar de las organizaciones políticas y gremiales, lo que se expresó en solicitadas y otras formas unitarias durante el mes de marzo. La arbitraria condena por un “juez” de la dictadura a Isabel Martínez de Perón motivó numerosas protestas, nacionales e internacionales. Cada día está más claro que la dictadura no ha logrado romper al peronismo y que en éste se han fortalecido las corrientes patrióticas y tercermundistas, que, en mayor o menor medida, enfrentan a la dictadura. En la UCR crecen las fuerzas que protestan por la pasividad y conciliación de la dirección del radicalismo con la dictadura. Se fortalecen los lazos unitarios entre peronistas y comunistas revolucionarios, y entre distintas fuerzas de izquierda. Sectores importantes de la Iglesia enfrentan a la dictadura. Surgen voces patrióticas de condena a la entrega del petróleo y las riquezas nacionales, y comienza a crecer en algunos sectores la resistencia a entregar a los rusos las obras del Paraná Medio. Se ha comenzado a reorganizar el movimiento estudiantil.
Un grupo prestigiado de intelectuales, entre los que se cuentan Ernesto Sábato, Borges, Canal Feijoó, Elba Marechal, Constantini, Leda Valladares, Alfredo Lanari, Caloi, Pérez Esquivel, José María Rosa, Ana P. de Quiroga, Westerkamp, Estrella Gutiérrez, Fernández Long, Osvaldo Fustinoni, Bernardo Kordon, Federico Luppi, Alfredo Alcón, Enrique Stein, Pedro Arrighi, Bioy Casares, entre otros, ha convocado a la solidaridad con la heroica lucha del pueblo polaco, convocatoria a la que damos todo nuestro apoyo.
En la medida en que al socialimperialismo y a sus socios nativos se le caen los velos “socialistas” y “progresistas”, salen a luz sus lacras pustulentas y se vuelve más desvergonzado, se apartan de su lado muchos sectores de izquierda y progresistas a los que engañó hasta hace poco. Nuestra práctica política última ha comprobado esto en el caso argentino.
Señalamos, antes, que la Argentina se caracteriza por ser un país dependiente disputado por varios Estados imperialistas, y que esto provoca la desunión entre los grupos gobernantes. Es una característica de nuestro país. Otra, es que la Argentina ha pasado en los últimos quince años, por un gran sacudimiento de luchas, y éstas han preparado a la clase obrera, a las masas populares, y a nuestro Partido, para grandes tareas. Nuestro enemigo es grande y poderoso. No lo subestimamos tácticamente. Pero sabemos que al pueblo argentino, y a su clase obrera en particular, no le faltarán fuerzas para derrotarlo.
10 En apoyo a los trabajadores, el pueblo y la nación polaca, páginas 89 a 93 del presente volumen.
IV. La etapa de Viola
En las condiciones de crisis, disputa interimperialista agudizada y generalización de la oposición, que hemos analizado, el 29 de marzo tomó la Presidencia de la Nación el Tte. Gral. Viola,
Nuestro Partido caracterizó acertadamente a Viola, desde antes del golpe de 1976. El ha sido llamado, por Clarín y otros órganos periodísticos prorrusos: “la eminencia gris”, el “ideólogo” del sector militar que hegemonizó el golpe de Estado de 1976. Con su presidencia, como el señaló en su discurso del 30 de marzo, comienza “una nueva etapa del proceso de reorganización Nacional”.
Lo primero que se debe decir es que esta “nueva etapa” comenzó con una indiferencia pública tan notable como no se recuerda otro caso semejante en la propia historia de las dictaduras militares argentinas. La Plaza de Mayo y las calles cercanas, desiertas, fueron el testimonio del odio y del desprecio popular de los tiranos. Es posible que éstos, con su demagogia y maniobras, consigan despertar ciertas expectativas en algunos sectores influenciados por la quintacolumna prosoviética; pero el aislamiento popular que sintieron el 29 de marzo expresa las condiciones difíciles en que deberán realizar esas maniobras.
El gabinete de Viola, muestra, por un lado, la continuidad esencial del recambio de Videla por Viola: expresa la defensa de los intereses de los terratenientes y grandes monopolios imperialistas que están representados por personeros directos en el gabinete (Sigaut, Oxenford, Aguado, García Martínez, Burundarena, Frugoli, Camilión, etc.). Por otro lado, el gabinete expresa el intento de modificar el reparto de la torta, beneficiando más a los terratenientes modernos, exportadores, e industriales. El sector prosoviético ha fortalecido su presencia en el gabinete con: Liendo, Camilión, Aguado; y con socios o amigos como Sigaut, Oxenford, Burundarena, Urricarriet. Pasa a dirigir varias provincias, directamente, como San Juan, Entre Ríos, Catamarca, Jujuy, Corrientes, Formosa; y ha comenzado a colocar en puestos administrativos importantes a hombres ligados hace mucho a este sector, como Olivera, Gilardi Novaro, Corbetta, etc.
En síntesis: se ha constituido un gabinete que permitirá hacer grandes negocios al sector prosoviético y a sus amigos y socios.
En cuanto a las medidas económicas anunciadas, hasta ahora, son paliativos para la crisis, que apuntan a seguir descargándola sobre los asalariados, y a ganar tiempo. La principal medida ha sido una devaluación que en el primer trimestre del año alcanzó al 50 %. Expresando a un sector de los terratenientes y la gran burguesía, escribió La Razón: “Nadie discute el valor o la importancia de las medidas adoptadas porque la eficacia de la aspirina tiene reconocimiento universal” (3-4-81). Desde ya que estas aspirinas, o antibióticos, han sido pagados por los asalariados, los jubilados, los pequeños ahorristas y los campesinos pobres, a los que en tres meses se les sacó del salario el 50 % de lo que era a fines de 1980, ya que no se acordó, simultáneamente, ningún aumento de salarios.
Ahora se discute, en la dictadura, qué medidas efectivas se tomarán frente a la crisis, y la bancarrota de la industria nacional y gran parte de las explotaciones agropecuarias. ¿Se salvará a todos? ¿A algunos? ¿A quiénes? Mientras tanto la crisis se agrava. Medidas como el descenso de las tasas de interés –que hace meses hubiesen salvado a algunas empresas– actualmente ya son inoperantes. Los vencimientos de la deuda externa durante este año, incluido el pago de intereses, cuadruplican el monto de las reservas de libre disponibilidad con que aún cuenta el Banco Central.
Ha trascendido, que Viola, en los EE.UU., expuso el “plan político” para “restaurar la democracia” en la Argentina. Como se ha denunciado anteriormente, ese plan pretende designar un presidente por “acuerdo” cívico-militar en 1984, que gobernaría hasta 1990, y en esta fecha realizar elecciones “democráticas” a presidente. Esta sería la “solución política definitiva” que habría venido a instaurar esta dictadura “inédita”, según la calificaron el P“C” y sus amigos.
Desde ese punto de vista se puede decir que las cartas están echadas. Cada sector dictatorial entiende a su manera el contenido concreto de esa solución política. Pero desde el punto de vista de la oposición entre dictadura y república las cartas están echadas.
Como el Poder Ejecutivo, en la actual dictadura está subordinado a la Junta Militar, y como en ésta se han producido modificaciones no favorables a los planes del sector prosoviético de Viola, se ha reforzado por un lado, el control de la Junta sobre el presidente, y, por otro, la necesidad del violismo de deshacerse de la Junta Militar. Esto tensa las contradicciones en la dictadura. Viola se mueve, zorrunamente, para consolidarse en el poder, acumulando fuerzas para golpear a la Junta. Y sus opositores trabajan para desgastarlo y tumbarlo. Como Viola debe acatar las decisiones de la Junta, su gobierno está sumamente condicionado.
La oposición de la Marina a Viola es pública. Pero lo que impidió que Viola, una vez electo presidente, pechase y apartase a la Junta, han sido los cambios que se produjeron en los altos mandos del Ejército, cambios que fortalecieron a la Junta frente a Viola. Este, que inicialmente generó grandes expectativas en algunos sectores reformistas, se encuentra ahora llevando un paquete (crisis agravada, desaparecidos y presos, sindicatos intervenidos y partidos prohibidos y suspendidos, conflicto con Chile, etc.) que como señaló el comentarista de un diario: ni los carteros quieren llevar, ni los bomberos abrir.
Viola no se puede quejar por esto. Sembró vientos y cosecha tempestades. El avaló la política de Martínez de Hoz siendo comandante en Jefe del Ejército, y firmó y avaló las órdenes para asesinar a presos políticos (porque aquí, como confesó el Gral. Riveros, no se secuestró, detuvo, o asesinó a nadie, sin orden superior, y él fue el jefe del Estado Mayor y Comandante en Jefe del Ejército durante estos años de terror). El montó el detonante de una guerra en el Beagle con sus propias manos, etc. En la dupla o tandem que tuvo con Videla, “dupla que funcionó bien y alcanzó casi todos los objetivos que se trazó”, dijo Clarín (29-3-81).Viola fue identificado como “el líder de una corriente política y militar”. Por lo tanto lo obligan a llevar el paquete que él mismo armó.
Viola deberá recorrer un difícil camino de cornisa para llegar a la convergencia cívico-militar que es el objetivo de sus sueños y de los del P“C”. Hoy, aliado a sectores monopolistas europeos y a terratenientes, éstos lo controlan y le disputan la dirección. Por eso su curso es necesariamente lento. Y es inestable y revertible. No puede aspirar a tener apoyo popular con la línea que debe aplicar ante semejante crisis. Debe combinar la zanahoria de sus promesas con los palos de la represión al pueblo y a toda resistencia antidictatorial. Y conoce bien lo que los soviéticos llaman la “tesis Kossok” que resume la opinión de los social-imperialistas sobre su fracaso parcial en el Perú en el último período. Según esa tesis: “los sectores nacionales progresistas del Ejército pueden allanar el camino a las transformaciones revolucionarias. Pero no pueden proseguir con éxito la revolución bajo formas militares” (desde ya que los revisionistas llaman revolución a los cambios favorables a su dominación socialimperialista). Por eso, para poder maniobrar en procura de mejores condiciones económico-sociales y de fortalecer su fuerza en la alianza dictatorial, está obligado a tratar de ganar tiempo, mientras agrupa sus fuerzas cívico-militares.
Hoy está rodeado del odio popular, y los yanquis trabajan para desgastar su gobierno y ganarle sus aliados actuales. Está en el inicio del camino de cornisa que debe recorrer hasta llegar a la ansiada convergencia cívico-militar, hegemonizada por su camarilla prosoviética, que espera le garantizará la estabilidad en el poder a las fuerzas que representa. Esta es su meta, pero no la de toda la dictadura. Concebida la convergencia cívico-militar como la concibe Viola no es el objetivo de la Junta Militar. Y ésta, está sobre él y lo considera su “gerente”. “Avanzaremos por tramos. Cada día un poco más sin demasiado ruido ni espectacularidad” dijo Viola en su discurso del 30 de marzo. Estos son sus planes.
La situación de Viola y el sector prosoviético que representa, para alcanzar sus objetivos, es difícil. Actualmente su preocupación principal es ganar tiempo para reagrupar a sus fuerzas, e impedir que estallen luchas obreras y conflictos sociales que pueden patear el tablero. Espera ganar tiempo mediante la discusión de un Estatuto para los partidos políticos, y con la promesa de concesiones a los sindicalistas en la reglamentación de la ley de Asociaciones Profesionales y de Obras Sociales. Confía en el apoyo de la quintacolumna prorrusa y en un sector de burguesía agraria para utilizar la devaluación como instrumento para postergar las luchas agrarias. Pero deberá hacer prodigios para lograrlo y, especialmente, para evitar las luchas obreras y parar la lucha por la paz y la lucha democrática, en especial la del movimiento de Madres de Plaza de Mayo.
Viola debe hacer un doble juego. Dado que lo tironean sus enemigos en la dictadura, como hizo antes Lanusse, se hace pedir y tironear del otro lado por sus amigos. El P“C” toma distancia, y llama a la unidad para lograr: “la ruptura del cúmulo de los condicionamientos existentes y la elaboración de una propuesta válida para la apertura y la transición efectiva hacia la democracia”. (Qué Pasa, 4-3-81). El falso Partido “Comunista” propone un “convenio nacional democrático” (al igual que Alfonsín) con la participación de un sector (el destacado es nuestro) de las FF.AA.: “Sólo el calor del pueblo podrá dar solución a esas contradicciones internas y que un sector decida por fin acordar con la democracia, el respeto a la Constitución y a la Soberanía Popular” (Imagen, del 29-1 al 18-2 de 1981) subrayando la opinión de Fava en su informe a una reciente reunión del Comité Central donde planteó que “la intensidad de la crisis no admite espera pasiva, ni expectativas paralizantes. Tampoco cheque en blanco que ninguna fuerza política democrática está dispuesta a otorgar”. Esta toma de distancias del P“C” respecto de Viola y del “.proceso” es meramente táctica. Hasta tal punto que los dirigentes del P“C” aclaran que como la extrema derecha (los “pinochetistas”) no se siente satisfecha: “aislar a esa extrema derecha, impedir su avance antidemocrático (es decir, agregamos nosotros: sostener a Viola frente a la “extrema derecha”) es el requisito fundamental de esta hora” (edición especial de “Qué Pasa” del 25-3-81). Al igual que Viola proponen, como se ve, avanzar trecho por trecho, mientras se prepara una multipartidaria que elabore la “propuesta política para la apertura”. La plataforma para esta propuesta que levanta el P“C” no incluye, entre las tres banderas que levantan, la aparición con vida de los detenidos-desaparecidos.
Se abre un período de forcejeos, luchas, y muy posiblemente golpes y contragolpes en las alturas. Los sectores prosoviéticos amenazan con un golpe cívico-militar para garantizar sus planes.
Un “27 de junio” como dicen ellos, recordando la movilización golpista que hicieron contra Isabel. En este caso en apoyo a Viola.
Mientras Viola camine como se lo indique la Junta –en tanto ésta siga en la línea actual– no tendrá mayores problemas con ella. Pero tampoco podrá avanzar mayormente en sus planes de convergencia. Apenas se aparte de ese camino se producirán crisis políticas en la dictadura. Ahora se libra un forcejeo sordo en torno a la jefatura de la Policía Federal, en donde los violistas quieren colocar a un hombre de su confianza; y se ha abierto la lucha por la comandancia en jefe del Ejército en el supuesto caso de que Galtieri pase a retiro a fin de año. Lo que no es seguro. Los violistas deben maniobrar para no perder posiciones y para permitir al Gral. Villareal ser Comandante en Jefe al retiro de Galtieri, o de aquí a dos años.
Se va a una puja en las alturas por definir el control del Ejército, en donde, imprevistamente, al sector prosoviético se le complicaron las cosas. Demás está decir que mientras los amigos civiles de Viola trabajan para el “convenio democrático”, Viola se preocupa, centralmente, por el control de los fusiles, prioridad número uno para cualquiera de sus planes.
En lo popular, como dijimos, su preocupación central por ahora es ganar tiempo.
La clase obrera no debe subestimar a Viola y sus planes. Representan los intereses del socialimperialismo ruso, y éstos son fascistas, y, como tales, aventureros, demagogos, capaces de cualquier canallada. Cuentan con una quintacolumna poderosa que hegemoniza la CNT, y tiene posiciones en “los 20” y en la CGT. Esa quintacolumna tiene posiciones importantes en la Federación Agraria y las cooperativas agrarias y de crédito, en la CONAE y en la UIA, en los movimientos populares y en los partidos políticos, en la intelectualidad y el movimiento estudiantil. Y tienen una fuerza importante en las Fuerzas Armadas. Estratégicamente los despreciamos y serán arrojados al basurero de la historia. Pero tácticamente debemos estudiar, seriamente, todas sus posibilidades de éxito, para poder enfrentarlos y derrotarlos.
VII. Nuestra posición
Nosotros continuaremos trabajando: política, ideológica y organizativamente, por unir a las masas populares, y a todas las fuerzas susceptibles de ser unidas, en un Frente Único Antidictatorial, basado en el frente único antidictatorial de la clase obrera y en la unidad obrera-campesina. Seguimos considerando que la contradicción dictadura-pueblo expresa actualmente la contradicción fundamental de la sociedad argentina, ya que la dictadura representa los intereses de las clases dominantes de nuestro país, y, sin derribarla, será imposible avanzar en la solución de los problemas del pueblo y la Nación. Frente a la dictadura levantamos la lucha por una república auténticamente democrática e independiente.
Por eso luchamos por su derrocamiento revolucionario y por la instauración de un gobierno provisional revolucionario que exprese al frente antidictatorial que la tumbe. Es una ingenuidad, o una vileza, plantear que un gobierno de “convergencia”, o como se lo llame, que no destruya el poder estatal que aplicó el plan económico de hambre y entrega que conocimos, y secuestró y/o asesinó a cerca de 30.000 personas con métodos nazi-fascistas al estilo de los rusos en Afganistán, puede abrir el camino a una democratización real y estable. Acabamos de tener en Bolivia otro ejemplo más de la precariedad de ese camino, incluso allí, en donde la democratización del gobierno de transición fue bastante avanzado. Nosotros habíamos tenido antes la experiencia 73-76. Es necesario destruir el poder de las clases a las que representa la dictadura, y no sólo su forma actual, para poder conquistar la democracia.
Es para fortalecer la lucha antidictatorial, y para hacerla más eficiente, que denunciamos y atacamos al enemigo principal, a la fuerza hegemónica, que se expresa en la dictadura violo-videlista: el sector de agentes y de terratenientes, gran burguesía intermediara, militares, y políticos, prosoviéticos. La contradicción dictadura-pueblo articula la contradicción democrática entre el pueblo y las clases dirigentes, y la contradicción nacional entre la Nación y el imperialismo, especialmente, el imperialismo hegemónico en la dictadura. Poniendo el centro en la lucha antidictatorial amplia debemos saber golpear, siempre, al enemigo principal, para articular correctamente la lucha democrática con la lucha nacional.
Como hemos dicho, insistentemente, manteniendo en alto la bandera del derrocamiento revolucionario de la dictadura, de acuerdo con el estado de ánimo de las masas, su disposición para el combate antidictatorial, y la correlación de fuerzas entre la dictadura y el pueblo, trataremos de que la clase obrera y el pueblo aprovechen las contradicciones en el seno de la dictadura, los golpes y contragolpes de Estado, las posibles aperturas demagógicas de la dictadura, para acumular fuerzas para aquella salida revolucionaria.
Se agudiza la lucha en las alturas, y se van delimitando campos entre: un sector golpista que responde al socialimperialismo soviético y otro en el que trabajan los yanquis.
Pero en el país existe una tercera fuerza: obrera, campesina, que comprende al empresariado nacional que se ha organizado para combatir contra la política económica de la dictadura, y a la mayoría de los estudiantes e intelectuales. Un sector considerable de la oficialidad y suboficialidad de las Fuerzas Armadas, y la inmensa mayoría de los soldados, pertenecen potencialmente a esta tercera fuerza. También una gran parte del clero. Y con una política correcta de concesiones se puede neutralizar a un sector de terratenientes y burguesía monopolista oprimida por el sector hegemónico en la dictadura. Esta “tercera fuerza”, de la que ya hablamos antes del golpe de Estado de 1976 cuando trabajamos por unirla contra ese golpe que se avecinaba, requiere un caudillo que la vertebre. Sólo el proletariado puede ser este caudillo. Por eso, el centro de nuestro trabajo, y de nuestras preocupaciones, debe dirigirse a lograr que la clase obrera juegue ese papel, lo que exige la unidad peronista-comunista revolucionaria contra la dictadura, la recuperación y democratización de los sindicatos y comisiones internas, la reorganización de los cuerpos de delegados de fábrica y gremio, el despliegue, a fondo, del enorme potencial revolucionario del proletariado argentino. Esta es la principal tarea en la lucha antidictatorial porque es el eslabón para resolver todas las otras.
Aún no podemos afinar muchos detalles tácticos de nuestra lucha en la nueva “etapa” de la dictadura. Recién se tienden las redes y es necesario esperar para ver qué depositan sobre la playa. Pero teniendo claro el contenido esencial de la política violista, sus preocupaciones inmediatas, sus problemas, podemos ayudar al pueblo a practicar una resistencia activa en el camino de crear condiciones para la contraofensiva obrera y popular. Esto requiere proponer permanentemente al movimiento de masas antidictatorial objetivos, consignas, y especialmente iniciativas, que ayuden a avanzar al conjunto del movimiento en su lucha; que ayuden a las masas a organizarse democráticamente, y a acumular fuerzas para el derrocamiento revolucionario de la dictadura. El odio antidictatorial en las masas explotadas es tremendo. Pero este odio busca cauces para poder liberarse. Bulle como la lava ardiente bajo un volcán todavía silencioso. Es nuestra tarea ayudarlo a reventar.
De nuestra plataforma de lucha antidictatorial hemos resaltado 10 puntos para la lucha. Es fundamental que esos puntos lleguen a las masas y sean discutidos. El proletariado debe ofrecer un plan a las otras clases y capas aliadas para salir de la crisis. En la medida en que no lo hace, o lo hace mal, como sucede con los dirigentes sindicales que no opinan sobre la devaluación del peso, o incluso la reclamaron, o piden ahora una refinanciación de deudas a las empresas y no la condonación de las mismas, se deja a las clases dominantes, o a la burguesía, que impongan su programa a la clase obrera. Es el programa de lucha lo primero que debemos debatir para la unidad del movimiento obrero.
Nuestra plataforma pone el centro coyuntural en medidas efectivas contra la inflación y la especulación, unidas al salvataje de empresas y explotaciones agropecuarias en quiebra, y al mejoramiento de las condiciones de vida del pueblo, con lo que, a más de aliviar los tremendos padecimientos actuales de las masas explotadas de la ciudad y el campo, se ampliaría el mercado interno para el agro y la industria. Si se quiere acabar con la especulación financiera y la inflación es necesario realizar una reforma monetaria, como se hizo en los países socialistas, en China, e incluso en países capitalistas como Alemania Federal, luego de la guerra, acompañada de una condonación general de deudas, para evitar quiebras y exorbitantes costos financieros de las empresas públicas y privadas, el repudio de la deuda pública, el control de cambios y la nacionalización de la banca. Sin esto último es absolutamente imposible pensar en una política crediticia de emergencia, y pagar precios realmente compensatorios para el agro. Todo esto acompañado de un aumento real de salarios y jubilaciones, que en nuestro caso actual debe partir de un salario mínimo no menor a los 2 millones de pesos, por una jornada de 8 horas, para la ciudad y el campo.
En la lucha por el derrocamiento de la dictadura debemos impulsar actualmente la lucha de las masas por sus reivindicaciones urgentes. “El que no llora no mama”, dice el refrán. Aquí el que no pelee no resolverá sus problemas. Tenemos que levantar dos, tres, cuatro reivindicaciones centrales en cada lugar y luchar por conseguirlas: defensa de las fuentes de trabajo, aumento de salarios (luchando por un básico de 2.000.000 de pesos por 8 horas de trabajo en la ciudad y el campo, reclamamos un aumento salarial de emergencia de 800.000 pesos para privados y estatales, y 200.000 pesos de asignación familiar por esposa, por hijo y por escolaridad), reorganización sindical en la clase obrera; no pago del impuesto inmobiliario y del canon de riego en zonas en donde el campesinado está muy endeudado, precios compensatorios, condonación de deudas, tierra y créditos, en el campo; protección aduanera a la industria nacional; lucha contra los aranceles, por el ingreso irrestricto, por la reorganización y libre funcionamiento de los centros de estudiantes, en la universidad; rebaja y congelación de alquileres y expropiación y entrega a los trabajadores de las viviendas desocupadas destinadas a la especulación; cese de la censura y de las discriminaciones políticas e ideológicas contra docentes, artistas y profesionales; arreglo pacífico del litigio con Chile sobre la base de la propuesta papal; aparición con vida de los detenidos-desaparecidos y libertad a los presos políticos y sociales; libre accionar de los partidos políticos, organizaciones sindicales y populares; etc.
Si el eje principal de la táctica de Viola es ganar tiempo, el de la lucha obrera y popular debe ser hostigarlo, para que no tenga respiro. Si pretende aparecer como el inocente chivo expiatorio –sobre el que la dictadura descarga el fardo de sus monstruosos crímenes– procurando ganar fuerzas para su autogolpe, el movimiento obrero y popular debe marcarlo a fuego, desgastarlo, quitarle margen de maniobra. No rebajar el contenido antidictatorial de las consignas reivindicativas del movimiento obrero y popular, del movimiento democrático por la aparición con vida de los detenidos-desaparecidos, de la lucha por la paz con Chile, del combate por el libre accionar de los partidos políticos, movimientos populares, y de los sindicatos; lograr que cada conquista, pequeña o grande, del movimiento de resistencia antidictatorial, aparezca como un triunfo de éste y no como una concesión graciosa de la dictadura.
Se ha abierto la lucha por la dirección de las organizaciones de masa. En el movimiento obrero, campesino, estudiantil, popular, en la intelectualidad, en el movimiento juvenil, en el empresariado nacional. Es necesario ganar para el combate antidictatorial todas esas trincheras. Al mismo tiempo es necesario comprender a fondo que el centro de la lucha se dará por ganar a las masas obreras, y que esta lucha tendrá un eslabón decisivo en el combate por la dirección de los sindicatos, ya que si el violismo gana esta batalla, la convergencia, con una u otra forma, pasará.
La recuperación y democratización de los sindicatos para permitir que la clase obrera se coloque a la vanguardia de la lucha antidictatorial exige bregar, persistentemente, por la unidad antidictatorial del movimiento obrero en general, y por la unidad de los peronistas y los comunistas revolucionarios con esa finalidad. Y esta unidad debe ser forjada al calor de la lucha antidictatorial, y para servir a esta lucha.
La lucha por la resolución pacífica del litigio fronterizo con Chile debe estar en el centro de las tareas del movimiento de masas antidictatorial. Esto exige una amplia campaña de esclarecimiento en su torno, porque si bien en las grandes masas populares es mayoritaria la voluntad de paz, debido al fascismo y a la propaganda de la dictadura, hay mucha confusión sobre la cuestión del Beagle. Esto es algo que favorece los planes de la dictadura y en especial los del sector violista. Al mismo tiempo, en diciembre de 1978 se demostró que a la dictadura no le es fácil apoyarse en sentimientos nacionalistas confusos de las masas para llevarlas a la guerra, porque el deseo de paz está profundamente metido en la conciencia de ellas. Tenemos que apoyarnos en el deseo de paz de las masas para esclarecer lo que está detrás de la política belicista de la dictadura violista en el conflicto del Beagle. Y hacer realidad el frente único potencial con las masas católicas en torno a esta cuestión. Para lo cual es necesario que el Partido preste la atención política y organizativa necesaria a esta tarea. Aún muchas organizaciones partidarias “balconean” esta lucha, no prestan la atención necesaria ni destina las fuerzas para organizarla, y, lo que es peor, no promueven a fondo el esclarecimiento y el combate en el movimiento obrero para lograr que éste se coloque a la cabeza de la lucha por la paz con Chile, más aún luego de la lamentable declaración última de la CGT sobre esta cuestión.
Se ha agudizado, y se seguirá agudizando, la lucha entre los que quieren extender, fortalecer y profundizar, el movimiento de las “Madres de Plaza de Mayo” porque aparezcan con vida los detenidos-desaparecidos, y la quintacolumna violista que en aras del combate al sectarismo trata de diluirlo en una “coordinadora” hegemonizada por el P“C”, para posteriormente disolverlo como lo exigen las necesidades de la política de “reconciliación” nacional inherente a la convergencia cívico-militar del violismo. Las fuerzas antidictatoriales deben darle todo su apoyo a ese movimiento para que pueda organizar a la masa de familiares de los detenidos-desaparecidos, siendo que todavía la gran mayoría de estos familiares sólo participa ocasionalmente en sus actividades. También debemos redoblar los esfuerzos por arrancar de las cárceles de la dictadura a centenares de presos políticos y sociales, que desde hace años se hacinan en ellas. La enorme campaña internacional de denuncia, y la infatigable lucha popular, han logrado en estos últimos meses arrancar a numerosos presos políticos de las garras de la dictadura, lo que debe reforzar nuestra voluntad de combate para obtener la libertad de: Norberto Liwski, Gerardo Luna, Rafael Gigli, Norma Nassif, Fernando Chiabassa, Horacio Ciafardini, Amalia Marrón y demás presos de la dictadura. Hemos dado y continuaremos dando todo nuestro apoyo a la lucha por la libertad incondicional y plenos derechos, a Isabel Perón. Y debemos luchar por el reingreso al país de Aureliano Araujo, Cirila Benítez, Lidio Ramírez y demás expulsados por la dictadura videlista.
Un gran debate se ha abierto en el seno de las masas sobre los acontecimientos polacos. Ese debate permite alumbrar aspectos fundamentales de la línea para derribar a la dictadura en la Argentina. Pero, además, alumbra la verdad sobre el socialimperialismo y su carácter fascista, imperialista, falsamente socialista; lo que permite discutir en las masas obreras y revolucionarias el tema del socialismo y el comunismo. Hemos abordado el trabajo para organizar la solidaridad con la lucha heroica de la clase obrera y el pueblo polaco, levantando las gloriosas tradiciones solidarias de nuestro pueblo, demostradas en su momento, con la solidaridad con Sandino, con la República Española, con la lucha antifascista de los pueblos durante la Segunda Guerra Mundial, con Guatemala, la Revolución Cubana, Santo Domingo, con el pueblo vietnamita y, últimamente, con el pueblo camboyano y afgano. Pero aún estamos lejos de haber hecho en esto lo que nos exige a los auténticos comunistas la hora actual. La lucha por definir a los sindicatos y a la CGT en solidaridad con los obreros y el pueblo polaco es, a este respecto, una tarea urgente.
En lo inmediato debemos asegurar que el Primero de Mayo, jornada internacional de combate de la clase obrera, sea una jornada de combate antidictatorial, promoviendo actividades agitativas, propagandísticas y de organización, que lo aseguren.
Para todo esto será imprescindible avanzar en la construcción y fortalecimiento, donde existen, de las agrupaciones clasistas y antidictatoriales que faciliten el trabajo de frente único de la clase obrera y los asalariados, y ayuden a su movilización antidictatorial.
VIII. El Partido
Es necesario que coloquemos al Partido a la altura de las exigencias políticas del momento actual. Esto significa, en sustancia, que el Partido ayude a quien debe ser protagonista central de la lucha antidictatorial –el proletariado, a colocarse en el centro de la escena. Y sea capaz de guiarlo en ese rol de vanguardia.
Muchas organizaciones del Partido aún no han asimilado a fondo el rasgo político principal del momento, rasgo definido por la generalización de la oposición y el crecimiento de la resistencia antidictatoriales. Por lo tanto no comprenden la existencia de condiciones sumamente favorables para acumular fuerzas en la lucha antidictatorial. Por eso la discusión e integración de este informe pasa a ser una tarea organizativa central del Partido.
Cuando las organizaciones del Partido se aíslan de las grandes masas –lo que en una época de fascismo no es nada difícil– y pierden de vista la infinidad de formas con las que esas masas resisten a la dictadura, se incapacitan para la lucha. Tenemos que buscar todas las vías que nos permitan, en las difíciles condiciones actuales, palpitar con el palpitar de las grandes masas explotadas. Lograr que en todas nuestras reuniones estén presentes los sufrimientos de las masas. Un partido, como enseñó Lenin, que debe: “Vivir en el seno de las masas. Conocer su estado de ánimo. Conocerlo todo. Comprender a las masas. Saber abordarlas. Lograr su absoluta confianza”.
Poniendo el centro en desarrollar una corriente de masas de carácter clasista y antidictatorial en la clase obrera, y una corriente revolucionaria antidictatorial entre el campesinado y el movimiento popular, debemos atender a una correcta relación partido-masas. En ocasiones se contrapone el trabajo de agrupación y sindical, a la organización y reunión de quien debe dirigirlo: la célula de Partido. Hemos aprendido de nuestras mejores experiencias, y en particular de la experiencia realizada entre 1969-1976 por el comité de Partido de Córdoba, que privilegiando la importancia de que el Partido ponga su centro en nadar en las grandes masas e impulsar con formas apropiadas el proceso de avance de las masas, la clave del papel del partido reside en las ideas y concepciones con las que aborda ese proceso. Si lo aborda con una concepción revolucionaria o con una concepción sindicalista o reformista.
En relación con esto muchas veces sólo se valora al “activo”, al cuadro que descuella como orador o dirigente sindical de masas, contraponiéndolos con el afiliado modesto, aquél que en las difíciles circunstancias actuales sólo puede realizar una pequeña tarea. Hay que dar batalla al desprecio hacia los afiliados sencillos, desprecio que tiene raíces en la ideología de 1as clases explotadoras, porque ese desprecio se funda en sentimientos –muchas veces inconscientes como sucede con los foquistas– sobre la insignificancia de la vida de esos hombres modestos.
Al no trabajar con células, el Partido se va deslizando hacía el organismo de base territorial, propio de la socialdemocracia. Se atienden “puntas”, “núcleos”, y no se hacen esfuerzos por construir organismos de Partido. Con lo que se introduce la condición orgánica para un método de trabajo liberal basado en conversaciones bilaterales como método cotidiano de trabajo. El fascismo condicionó este método; pero es posible superarlo.
Una parte de las organizaciones y cuadros del Partido se ha ubicado correctamente en la nueva fase de la resistencia. Otra parte observa con escepticismo. Otra observa esperando el estallido para meterse; con la idea de que la dictadura puede caer pronto. Pero, el problema no es, simplemente, de que las masas salgan a la calle, sino que sepan para qué salen. Como cuando salieron en el Cordobazo. Y para esto deben tener claro a su enemigo, como lo tuvieron entonces.
El enemigo principal hoy se enmascara de “socialista”, “progresista” y “revolucionario”. Esta es una diferencia importante con los yanquis. Estos, política e ideológicamente, se enmascaraban de “democráticos”. Las masas los fueron conociendo en un largo proceso. Ya en 1945 la campaña electoral se hizo bajo el lema de “Braden o Perón”. En ese proceso las masas fueron conociendo sus métodos, formas de trabajo, descubriendo a sus agentes y amigos. Hoy enfrentamos como enemigo principal a un nuevo enemigo, a un imperialismo que se disfraza de socialista y cuenta a su favor con una quintacolumna poderosa. La incomprensión de su carácter y de las condiciones concretas en las que actúa en nuestro país está en la base de las tendencias aventureristas (putchistas), y de escepticismo revolucionario, en el Partido. Por eso debemos esclarecer bien los problemas de fondo para no hacer un debate instrumental (putchismo versus escepticismo) en donde debe hacerse un debate de contenidos políticos para ayudar al Partido a colocarse a la altura de las necesidades.
En algunos cuadros del Partido se notan síntomas de cansancio revolucionario, cediendo a la presión burguesa y pequeñoburguesa que también afecta a sectores de la clase obrera. En tanto han surgido en la clase obrera y en el Partido nuevos combatientes.
La lucha ideológica activa debe permitirnos ayudar a los viejos combatientes que aflojan, y educar a los nuevos combatientes que llegan.
La lucha de clases se refleja permanentemente en el seno del Partido. Ella es la base objetiva de sus contradicciones y de la lucha interna. Sin lucha interna en el Partido, para resolver la contradicción entre ideas correctas e incorrectas, el Partido no avanzaría. El método para desplegar esa lucha interna es la lucha ideológica activa en defensa de la teoría y la línea del proletariado. La lucha ideológica activa es un instrumento para derrotar las ideas erróneas y para unir al Partido. Siendo que la unanimidad no existe es necesario trabajar, sin cesar, por la unidad del Partido sobre la base de la lucha ideológica activa, y cuidar la unidad del Partido como uno de sus bienes más preciosos.
La lucha de opiniones, y la crítica y la autocrítica, son los instrumentos de la lucha ideológica activa. La crítica y la autocrítica sin lucha de opiniones llevan al autoritarismo personalista, al esclerosamiento político y el dogmatismo. Pero la lucha de opiniones sin la crítica y la autocrítica lleva al Partido a la socialdemocracia, al individualismo, a la cristalización de opiniones erradas, al localismo y la esterilidad política. Debemos estudiar las mejores experiencias y procesos de estos años. Lo nuevo no surgirá de la nada. Surgirá de lo que se está gestando en el seno de las masas; surgirá de lo que hoy brota al calor del combate antidictatorial. Por eso hay que estudiar detalladamente la experiencia de aquellos cuadros y organizaciones que han sabido practicar la línea de masas antidictatorial. El estudio de esos procesos –tanto en la clase obrera como en los otros sectores de trabajo– muestra, como rasgos generales, que esos camaradas u organismos: practicaron una correcta línea de frente único (de unidad y lucha) teniendo clara la contradicción dictadura-pueblo y al enemigo principal; no vacilaron frente a la represión de la dictadura y la labor provocadora de su quintacolumna; cumplieron su rol de vanguardia, a partir de lo anterior, sin caer en el aventurerismo o en el escepticismo.
En las masas –y lógicamente en el seno de los sectores revolucionarios– se ha abierto un profundo debate político. Esto es lógico ya que en las condiciones del fascismo cualquier lucha o movimiento, choca, de inmediato, contra la represión estatal y lleva a la discusión política. Por eso las organizaciones del Partido sólo han crecido allí donde se insertaron o promovieron ese debate político, sintetizando, a la luz de nuestra línea política, el debate de las masas. Miles de obreros peronistas realizan actualmente una profunda reflexión sobre la experiencia política de los últimos años.
En estos años el Partido ha sembrado mucho y bien en grandes masas obreras y populares del país. Nuestra influencia es mucho mayor que nuestra organización y debemos saber recoger el fruto de lo sembrado. Al tiempo que debemos sembrar en profundidad para los tiempos que vendrán, tiempos de grandes conmociones y luchas.
Debemos articular nuestra propia propaganda con la línea que trazamos en esta reunión de CC. Ayudando a que las masas aprendan de su propia experiencia y descubran las causas de sus males y sufrimientos actuales. Esclarecer sobre el problema del Beagle, la crisis, los detenidos-desaparecidos y la represión, sobre Polonia, sobre la salida revolucionaria. Últimamente se han publicado algunos buenos periódicos de empresa de agrupaciones clasistas. Debemos multiplicar y mejorar este trabajo y unirlo al mejoramiento del trabajo con la propaganda del Partido y con Nueva Hora y Teoría y Política.
Nueva Hora cumplió un gran papel en la ayuda a organizar la resistencia, y reunir y reorganizar, las fuerzas golpeadas por la represión. En condiciones muy difíciles, heroicas, no dejó de aparecer durante estos cinco años de dictadura. Ahora debe llegar a los miles de luchadores que se han forjado en estos años. Pero esto no lo lograremos sin cambiar ideas muy arraigadas en el partido que relegan el trabajo con Nueva Hora y los materiales partidarios y lo transforman en un trabajo artesanal estrecho. No podemos aumentar la cantidad de Nueva Hora colocados –y con ello la calidad de nuestro trabajo de masas– sin cambios en toda la organización partidaria, de abajo a arriba. Cambios que exigen elevar el rol político de la célula, combatir concepciones reformistas de partido, mejorar el estilo de trabajo de masas, y, en relación con esto, el propio contenido de Nueva Hora.
Seguiremos impulsando la campaña de estudio de los tres trabajos filosóficos del camarada Mao y la discusión del Balance Nacional del Partido y los balances zonales. En algunas organizaciones zonales existe gran retraso en esta discusión, y esto se constituye en una gran traba para analizar la raíz de los errores cometidos y, mediante la lucha de opiniones y la crítica y la autocrítica, poder superarlos.
Junto con todo esto, desde el Comité Central a las células, el Partido debe elevar su nivel teórico marxista-leninista para poder abordar la compleja realidad actual. Y muy especialmente estudiar y dominar, a fondo, los balances del Partido que sintetizan nuestra rica experiencia de lucha y la integración de esa teoría con la revolución argentina. También debemos estudiar los cambios profundos que se han producido en estos años. En las viejas estructuras, en el viejo país dependiente y atrasado, hay modificaciones y cambios que requieren nuestro estudio para mejorar las condiciones de nuestra lucha. Especialmente las modificaciones producidas en las entrañas del sistema productivo del país, en las entrañas de cada fábrica, pueblo o estancia, luego de cinco años de dictadura.
Abordaremos próximamente una gran Campaña Financiera. La precisamos para poder cumplir nuestras tareas. Y debe ser un gran instrumento para llevar a las masas la discusión de la línea, las iniciativas, las propuestas programáticas e impulsar el fortalecimiento del Partido.
IX. Defender intransigentemente una política de principios marxista-leninista
La situación política internacional atraviesa un período sumamente complejo para los partidos comunistas marxista-leninistas. Se han agudizado al máximo las contradicciones en el mundo capitalista, sacudido por una grave crisis económica, y las potencias imperialistas libran una lucha feroz por apoderarse de materias primas baratas y nuevos mercados, y obtener altas tasas de ganancia. La crisis empalma con la inflación, acarreando sufrimientos mayores a las masas explotadas. Millones de desocupados forman el ejército de reserva en Europa y América. El caso polaco muestra que esto sucede en los países del viejo y del nuevo capitalismo. Se refuerza la pugna interimperialista por superexplotar a los países del Tercer Mundo. Crece a diario la rivalidad entre las dos superpotencias, rivalidad que inevitablemente llevará al mundo a una nueva guerra mundial. Poco antes de morir el camarada Mao puntualizó: “los EE.UU. tienen intereses que proteger en el mundo, mientras que la Unión Soviética quiere la expansión: esto es inalterable”. Empeñados en la lucha por la hegemonía mundial, los EE.UU. y la URSS, llevarán algún día al mundo a la guerra. La Unión Soviética es el más peligroso foco de guerra. Mientras exista el sistema imperialista la guerra es inevitable. O guerra interimperialista o la revolución de los pueblos.
En estos años la lucha revolucionaria de la clase obrera y los pueblos oprimidos ha continuado desarrollándose. En el mundo y en América Latina.
¿Podrá la revolución evitar la guerra? Para que sucediera esto sería necesario que la revolución triunfase en los países imperialistas que llevan al mundo a la guerra: EE.UU. y la URSS; y no existen actualmente elementos para afirmar tal posibilidad. Por eso, si bien la lucha revolucionaria crece, y tiene centros de tormentas notables como sucede en Camboya, Afganistán, Irán, Polonia y América Central, se ha comprobado correcta la tesis según la cual: crecen más aceleradamente los factores de guerra que los factores de revolución. El mundo capitalista está preñado de revolución, pero todo indica que ésta será alumbrada con los dolores de una guerra. Estamos en contra de la guerra, el más monstruoso engendro imperialista que condena a las masas explotadas a inauditos horrores y desastres; pero no la tememos.
O la revolución impide la guerra o ésta trae la revolución. Esta es la dialéctica de la lucha de clases. En la segunda mitad de la década del sesenta el camarada Mao señaló que en el mundo había factores de guerra y de revolución. Pero avanzaban los factores de revolución. Posteriormente indicó que crecían ambos factores; y poco antes de morir, planteó que si bien era posible postergar la guerra, ésta era inevitable.
La lucha de los pueblos ha demostrado que ni el imperialismo yanqui ni el socialimperialismo soviético son temibles. En cuanto al socialimperialismo, que ahora bravuconea en todo el mundo su poderío e invencibilidad, con cada paso expansionista que da se ata una nueva soga al cuello de la que comienza a ser tirado por los pueblos oprimidos. Así sucedió en Camboya y en Laos, en Afganistán, en Etiopía (en donde combate a la heroica guerrilla eritrea y a la de Ogadén), en Angola. Ahora se revuelve, herido en sus entrañas, por la lucha del proletariado y el pueblo polacos.
Es posible aplazar el estallido de la guerra, y, una vez estallada, encontrarse en mejores condiciones para combatir. Para ello hay que denunciar y enfrentar las provocaciones de guerra, en especial las del socialimperialismo soviético que es el principal factor de guerra del mundo actual, forjando una sólida unidad de la clase obrera mundial y los pueblos del Tercer Mundo, como base de un poderoso Frente Antihegemonista que desenmascare, enfrente y derrote, las provocaciones de guerra y el expansionismo agresivo socialimperialista.
Desde este punto de vista estimamos correcto, tácticamente, tratar de unir al movimiento obrero y comunista mundial por ese objetivo. Sin que sea condición para ello la adhesión al marxismo-leninismo y a la lucha contra el revisionismo moderno. Pero esto no es antagónico con la coordinación y la unidad de los partidos marxistas-leninistas, si se observan estrictamente las normas de independencia y respeto mutuo entre los mismos; tal cual lo planteó, y practicó en vida, el camarada Mao Tsetung al frente del Partido Comunista de China. No sólo no es antagónica la unidad y coordinación de los partidos marxistas-leninistas con la unidad antihegemónica de los partidos obreros y comunistas, sino que es un requisito para que ésta cumpla sus objetivos y para que en las tempestades revolucionarias que se avecinan se consolide y triunfe mundialmente la dictadura del proletariado, y se abra el camino a la liberación definitiva de la explotación del hombre por el hombre.
Esta es una necesidad del movimiento obrero internacional y de la lucha de los pueblos oprimidos.
Esto tiene relación con el actual debate mundial sobre la personalidad del camarada Mao Tsetung.
Aprovechando el debate abierto en China sobre esta cuestión, y algunas opiniones que se han vertido en el mismo, se ha desatado una campaña mundial del imperialismo, el socialimperialismo y el revisionismo, con el fin de enlodar la figura revolucionaria del camarada Mao Tsetung.
Por un lado se vierten sobre la figura del camarada Mao Tsetung todo tipo de agravios a cuento del llamado “culto a la personalidad”. El movimiento obrero internacional conoce, desde la época de Marx, que esta cuestión ha estado siempre ligada a una lucha políticas de líneas en el movimiento obrero y comunista. El último ejemplo fue el de Stalin y el XX Congreso. Por ello, cuando en determinado partido o país ha surgido este fenómeno, es necesario estudiar el contenido concreto que tuvo, y las condiciones históricas determinadas en las que surgió, para no hacer un análisis idealista y burgués del mismo.
Por otro lado se hace con los aportes revolucionarios del camarada Mao Tsetung lo que respecto de Marx señaló Lenin en El Estado y la Revolución, cuando escribió: “Ocurre hoy con la doctrina de Marx lo que ha solido ocurrir en la historia repetidas veces con las doctrinas de los pensadores revolucionarios y de los jefes de las clases oprimidas en su lucha por la liberación. En vida de los grandes revolucionarios, las clases opresoras los someten a constantes persecuciones, acogen sus doctrinas con la rabia más salvaje, con el odio más furioso, con la campaña más desenfrenada de mentiras y calumnias. Después de su muerte se intenta convertirlos en santos inofensivos, canonizarlos, por decirlo así, rodear sus nombres de una cierta aureola de gloria para ‘consolar’ y engañar a las clases oprimidas, castrando el contenido de su doctrina revolucionaría, mellando su filo revolucionario, envileciéndola “.
Este no es sólo un problema de los comunistas, el proletariado y el pueblo chino. Es un problema del proletariado y los comunistas de todo el mundo. Así como no fueron problemas exclusivos del proletariado alemán la herencia de Marx y Engels; ni del proletariado ruso la herencia de Lenin y Stalin; puesto que todos ellos fueron jefes del proletariado mundial.
Se discute si Mao se equivocó o no y si se equivocó mucho o poco. Desde el punto de vista marxista-leninista sería absurdo pensar que el camarada Mao Tsetung no se hubiese equivocado, e incluso equivocado en muchas ocasiones, dado que era humano igual que todos nosotros; y sería difícil saber cómo pudo acertar, cuando acertó, sin recorrer, primero, el camino del error, que le permitió no equivocarse luego. ¿Acaso no fue el propio Mao el que señaló que los errores de 1927 fueron responsabilidad principal de los camaradas chinos y no de la Internacional Comunista, pese a que el Partido Comunista de China era entonces una sección de la Internacional Comunista? ¿Acaso no fue el propio camarada Mao quien en 1962, ante el pleno del Comité Central, se hizo la autocrítica, y se consideró el principal responsable de los errores cometidos durante el Gran Salto Adelante posterior a 1959, aunque es sabido que los principales errores de ese período fueron cometidos por otros camaradas responsables, incluso, en ocasiones, en contra de las opiniones del camarada Mao? ¿No fue acaso el propio Mao el que en la carta a Chiang Ching del 8 de julio de 1966, criticando el culto a la personalidad, el endiosamiento que hacía de él Lin Piao [?]. [Mao] escribió: “Nunca he creído que aquellos libritos míos posean tamaño poder milagroso. Ahora que les han hecho tanto bombo, todo el Partido y toda la Nación siguen su ejemplo. Esto hace recordar a la abuelita Wang, aquella vendedora que exageraba la calidad de sus propios melones”. Y más adelante: “Siempre me parece que, al igual que el mono se hace rey cuando no hay tigre en la montaña, yo me he convertido en un rey semejante. Pero no hay en esto eclecticismo; hay en mí algo de tigre, que es lo principal, y también algo de mono que es lo secundario”.
Nosotros coincidimos totalmente con la caracterización histórica del camarada Mao Tsetung que hizo el camarada Ye Chien-ying en el XI Congreso del PC de China cuando lo definió como:
“el más grande marxista-leninista de nuestro tiempo. Integrando la verdad universal del marxismo-leninismo con la práctica concreta de la revolución, el Presidente Mao heredó, defendió y desarrolló el marxismo-leninismo en los dominios de la filosofía, la economía política y el socialismo científico en medio de las luchas contra el imperialismo y las clases reaccionarias internas, contra las líneas oportunistas de derecha y de ‘izquierda’ dentro del Partido y contra el revisionismo contemporáneo que tiene como centro a la camarilla de los renegados revisionistas soviéticos. La teoría del Presidente Mao sobre la revolución de nueva democracia abrió un nuevo camino para la causa emancipadora de las naciones y pueblos oprimidos del mundo. Su teoría de la continuidad de la revolución bajo la dictadura del proletariado señala el camino fundamental para la consolidación de la dictadura del proletariado, la prevención de la restauración capitalista y la construcción del socialismo, y constituye la más grande contribución hecha por el Presidente Mao al marxismo en el periodo de la revolución y la construcción socialistas”.
La historia de la humanidad enseña que la lucha entre restauración y contrarrestauración de un sistema social por otro ha sido prolongada y compleja, incluso cuando un sistema de explotación (esclavista o feudal) fue reemplazado por otro sistema de explotación. En ocasiones la lucha ha durado siglos. La práctica social de las últimas décadas de revoluciones proletarias, revoluciones, contrarrevoluciones y guerra, enseña que aquella lucha se multiplica, hasta un grado desconocido antes, cuando derrotado el capitalismo, el proletariado, a través de la dictadura del proletariado, crea las condiciones para acabar para siempre con la explotación del hombre por el hombre, explotación que tiene milenios de años de antigüedad y raíces sociales e ideológicas profundas en el mundo actual.
Lenin, previendo el triunfo contrarrevolucionario escribió: “No sabemos si después de nuestro triunfo sobrevendrá algún período transitorio de reacción y triunfo de la contrarrevolución –imposible no es ni mucho menos-; por eso, una vez que triunfemos levantaremos una 'triple línea de fortificaciones' contra semejante posibilidad”. Hemos visto que la contrarrevolución triunfó en la URSS. Por eso, también compartimos la opinión dada por el camarada Ye Chieng-ying en el mencionado informe cuando dijo:
“El enarbolar y defender la bandera del Presidente Mao atañe no sólo al desenlace de la causa revolucionaria en nuestro país, sino también al destino común de los pueblos del mundo”.
Esta es, para nosotros, comunistas revolucionarios de la Argentina, una cuestión de principios, porque hace al triunfo o derrota, de nuestra causa revolucionaria, y, por lo tanto, a la razón de ser de nuestro Partido.
No somos ya un partido “nuevo”. Somos un partido con una trayectoria reciente pero valiosa. Atesoramos una tradición heroica de lucha, afianzada en estos años de combate contra la dictadura fascista más tenebrosa que tuvo nuestro país en lo que va del siglo. No hacemos de esto un escudo sectario para diferenciarnos de los obreros y revolucionarios que no integraron ni integran nuestro Partido y han combatido, y combaten, contra nuestros mismos enemigos. Pero afirmamos que nuestras tradiciones heroicas, en las que se nutrieron los ideales de nuestros mártires, se basan en la fidelidad intransigente a los principios del marxismo-leninismo, y jamás nos apartaremos de ellos.