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15 de marzo de 2011


Resolucion Política – Comité Central 2 y 3 de Octubre de 1982 –

Documentos aprobados / Tomo 4-2

Informe de estricta circulación interna

I) La situación política puede ser caracterizada como una situación de crisis política no resuelta.
Los principales elementos que la configuran son:

Informe de estricta circulación interna

I) La situación política puede ser caracterizada como una situación de crisis política no resuelta.
Los principales elementos que la configuran son:
*    Las camarillas y grupos que disputan en el seno de la dictadura comprenden que las cosas no pueden seguir como están, pero no han logrado acordar un plan político y económico común. Esto se debe a que ninguna de esas camarillas y grupos (tras las que se disimulan las potencias imperialistas, y grupos terratenientes y de gran burguesía que controlan el poder) ha logrado aún imponer su hegemonía a las otras, luego de la guerra de las Malvinas.
*     A la dependencia del país al imperialismo, en general, se suma la agresión armada del imperialismo inglés que ha establecido una “zona de exclusión” sobre aguas argentinas, y exige que se firme el cese de hostilidades de la guerra de las Malvinas. El imperialismo anglo-yanqui utiliza esa agresión como instrumento de presión para obtener el cobro de la deuda externa usuraria y concesiones a sus monopolios; mientras la URSS chantajea, aprovechando esa situación, para exigir concesiones que le permitan reforzar su penetración en el país. La agravación de la cuestión nacional opera, así, como factor de agudización de la crisis política global.
*    No se ha resuelto la crisis económica y la situación de las masas es desesperante. En el corto plazo la situación económico-social de las masas no podrá obtener mejoría substancial salvo con un cambio revolucionario. Este es un factor objetivo de la crisis política y del gran estallido de luchas actual.
Como resultado de lo anterior existe una situación en la que los de arriba no pueden seguir igual, deben introducir cambios, y no aciertan a hacerlo. Y los de abajo no soportan seguir viviendo como lo hacen. No existe una situación revolucionaria porque luego de seis años de fascismo el movimiento obrero (sindical y político), y el movimiento popular, han sufrido una fuerte sangría y están desorganizados y desunidos. Tampoco es posible que la situación “se pudra”; que se empantane, fácilmente, porque está en pleno proceso de surgimiento y desarrollo un nuevo período de auge del movimiento de masas obrero y popular. Ha terminado el período de retroceso del movimiento obrero y popular. Estamos en el inicio de un período de auge de ese movimiento, y de acumulación, acelerada, de fuerzas revolucionarias.

II) Luego del gran movimiento patriótico por la recuperación de las Malvinas, asistimos ahora a un proceso acelerado, e imparable, de reorganización sindical y política del movimiento de masas al calor de un ascenso, notable, de las luchas obreras y populares por sus reivindicaciones económicas, políticas y sociales. Estas luchas recibieron un estímulo muy importante con el paro ferroviario y del transporte del 18 de agosto que obligaron a la dictadura a conceder un aumento general de salarios.
Se destacan entre ellas:
*    Las luchas y el proceso de democratización sindical en FF.CC.; SMATA (Mercedes Benz, Ford); Carne (Berisso y Rosario); Puerto; UOM (Avellaneda, Campana, San Nicolás); SOEVA (San Juan); FATRE (principalmente en Córdoba, Sud, Tucumán, Misiones); Construcción; ATE y Empleados Públicos en varias provincias; Docentes (ejemplos); Empleados de Comercio de Capital; Bancarios de Rosario; UTA; Gas del Estado; Municipales de Capital y algunas provincias; Luz y Fuerza; SUPE; Alimentación (proceso de reorganización de cuerpos de delegados en Noel y otras empresas). La reorganización y la actividad de numerosas CGT regionales. El Partido debe colocar el centro de su actividad en impulsar, y orientar correctamente, este proceso de reorganización democrática del movimiento de masas, con la finalidad de cambiar la correlación de fuerzas entre la dictadura y el pueblo.

El paro, y la concentración en Plaza de Mayo y en plazas del interior del país, del 22 de septiembre, organizados por la CGT Brasil, ha sido un momento importante en ese proceso.
La concentración en Plaza de Mayo demostró que van quedando aislados los colaboracionistas de la CGT de Azopardo. Y tiene repercusiones inmensas, que, por primera vez en este tipo de concentraciones, haya sido unánimente apoyado el movimiento de las Madres de Plaza de Mayo para que aparezcan con vida los detenidos-desaparecidos.
El Partido y la Juventud han tenido participación importante en este proceso sobre todo en algunos gremios. Pero aún es insuficiente la actividad que desplegamos para generalizarlo y profundizarlo; como se vio en la débil participación que tuvimos –salvo algunas excepciones– en la jornada de la CGT del día 22, en algunas actividades de lucha por las libertades democráticas, en algunas actividades del movimiento estudiantil (como la reunión de Rosario de la FUA), en la lentitud en impulsar el movimiento de “los bolsos vacíos” en algunas zonas. La causa de fondo de que el Partido no se vuelque, a fondo, a impulsar este movimiento de lucha de masas por sus reivindicaciones, y de reorganización del movimiento obrero y popular, está en la incomprensión del momento político actual. La importancia de este proceso reside en que, como enseñó Lenin, y como comprobamos con nuestra propia experiencia:
“…sólo la lucha económica, que sólo la lucha por un mejoramiento directo e inmediato de su situación, es capaz de poner en movimiento a las capas más atrasadas de las masas explotadas y de convertirlas (…) en un ejército de luchadores políticos” (Lenin).

Un índice de la profundidad del movimiento revolucionario que surge lo da la participación en las luchas de las mujeres, ya que el grado de participación de éstas es, siempre, el índice más claro para medir el grado de profundidad de un movimiento revolucionario. Ya tuvieron un papel destacadísimo en la organización del movimiento de apoyo a la lucha por recuperar las Islas Malvinas para el patrimonio nacional. Con el movimiento de Madres de Plaza de Mayo son el motor principal del movimiento por la aparición con vida de los detenidos-desaparecidos. Crece, nacionalmente, el movimiento de amas de casa llamado “de los bolsos vacíos”, o “no compre los jueves”, movimiento que realiza combativas concentraciones y marchas de protesta en todo el país.
El Congreso de la Federación Agraria Argentina demostró una reactivación del movimiento campesino, y el surgimiento, en el seno de la Federación Agraria, de una corriente poderosa y en desarrollo que toma posiciones antiterratenientes y antiimperialistas. Volando y otros dirigentes de la Federación Agraria, en la línea de las fuerzas burguesas proimperialistas (prorrusas y proyanquis) que procuran “no desestabilizar” al gobierno de Bignone, frenan la lucha de las masas campesinas.
Pero no lograrán su objetivo conciliador porque la inflación, las deudas, los precios no compensatorios, la usura, la opresión de los monopolios comercializadores, y principalmente la falta de tierra, empujan a las masas de chacareros, quinteros y hacendados pobres y medios, a la lucha.
–    Movimiento juvenil y estudiantil. Se ha reactivado notablemente el movimiento juvenil y estudiantil. La movilización patriótica en apoyo a la recuperación de las Islas Malvinas fue el detonante de un amplísimo proceso de reorganización del movimiento juvenil y estudiantil, y del surgimiento de una nueva camada de activistas. Pasa a ser decisivo el crecimiento de la Juventud Comunista Revolucionaria.
–    Movimiento de la intelectualidad patriótica y democrática: creación e iniciativas del “Movimiento por la reconstrucción y el desarrollo de la cultura nacional”, del “Movimiento por la reconstrucción moral e intelectual y el desarrollo de la universidad”, COPEDE, revistas, ateneos y diverso tipo de iniciativas; reactivación de las asociaciones profesionales, etc. Lucha contra la censura fascista y por la democracia en el ámbito cultural profesional y científico.
–    Movimiento del empresariado nacional: crisis del movimiento y las organizaciones empresarias liderado por la burguesía intermediaria. Condiciones para desarrollar organizaciones que defiendan los intereses del empresariado nacional.
–    Fuerzas Armadas: profundo proceso de debate luego de la guerra de las Malvinas. Organización de corrientes en todas las armas y todos los niveles de la oficialidad, la suboficialidad y los soldados.
–    Clima generalizado de debate, búsqueda y organización política de las masas, especialmente las juveniles.

III) Continúa un debate cargado de implicancias revolucionarias en torno a la pérdida de la guerra de las Malvinas. Ese debate toca todos los puntos cruciales de la lucha antiimperialista (carácter justo o injusto de esa guerra; amigos y enemigos; enemigo externo y enemigo interno; posición internacional del país, etc.) y de la cuestión revolucionaria principal: el problema del Estado.
Junto con lo anterior se discute, en todos los sectores populares, el problema de la salida a la grave situación actual. El tema electoral es un punto dentro de un debate mucho más amplio.

IV) El país continúa en el pozo de la crisis económica. La devaluación de nuestra moneda y la baja de las tasas de intereses hicieron que, como resultado de la afluencia de turistas latinoamericanos y de la utilización por los ahorristas del dinero retirado de las financieras, bajasen los stocks acumulados en el período anterior y se reactivasen, parcialmente, algunas industrias. Pero desde el fin de la guerra de las Malvinas todas las medidas han apuntado a: estimular las exportaciones beneficiando a los terratenientes y monopolios intermediarios y comprimiendo el consumo; asegurar el pago de la deuda externa; y garantizar el cobro de las deudas al capital financiero; por lo que el mercado interno sigue estancado, el consumo baja, y la dictadura no logra reactivar en forma importante la producción nacional.
El yugo de la deuda externa –que ha llegado a los 40 mil millones de dólares– impide, si se cumple con sus obligaciones, toda recuperación sana de la economía nacional. Nuestro drama es el drama de todos los países del Tercer Mundo y de América Latina.
La deuda externa de los países de América Latina pasó de 21.000 millones de dólares a 300.000 millones, en 10 años; y sólo por los intereses llegará a 600.000 millones dentro de cuatro años. Esto vale para los países sometidos al yugo yanqui como Costa Rica; o los sometidos al yugo ruso, como Cuba.
En nuestro caso gran parte de esa deuda externa es ficticia (producto de manejos especulativos y fraudulentos de los grandes monopolios) y resultado de préstamos con intereses usurarios. El 80% de esa deuda es financiera, producto de préstamos usurarios, y de refinanciación sobre refinanciación.
Paralelamente nuestro comercio exterior ha ido quedando atado a un comprador principal: la URSS. Estamos a merced de sus imposiciones, como sucedió antes con Gran Bretaña (durante la década del 30 cuando Gran Bretaña nos impuso el tratado Roca-Runciman, y forzó a la Argentina a pesadas concesiones para seguir comprando nuestros productos agropecuarios; durante la guerra del 39-45 cuando nos bloqueó los saldos favorables de nuestro comercio con ella; en la posguerra cuando declaró la inconvertibilidad de la libra y nos impidió todo uso libre de nuestros saldos favorables en el comercio con ella). Durante la Guerra de las Malvinas ya vimos el poderoso poder de chantaje que otorga el hecho de ser principal comprador, en la medida en que lo es hoy la URSS, de nuestra producción agropecuaria.
En definitiva, actualmente, como en todo el período posterior a 1976, la política económica de la dictadura se guía por el pragmático principio de “pare y siga”. Cuando la inflación se hace incontenible aplican medidas recesivas. Cuando la recesión llega a límites intolerables, aplican medidas inflacionarias, como sucede ahora. De continuar el ritmo inflacionario de los últimos meses llegaremos al 700% de inflación anual. Con lo que ha llegado a un límite intolerable el robo a la economía familiar de los obreros, los campesinos pobres y los asalariados en general; sin que se haya aliviado la “recesión” (forma elegante de llamar a la crisis) y sus secuelas de desocupación, hambre, desalojos y miseria generalizada. Sucede que el “pare y marche” se hace en situación cada vez peor; cada vez más difícil parar cuando desborda la inflación; cada vez más difícil marchar cuando se para la producción por la crisis. Porque la crisis estructural de la Argentina –producto de la dependencia al imperialismo y de la subsistencia del latifundio en el campo– se va profundizando con cada “pare” y con cada “siga”.

V) La crisis política posterior a la caída de Puerto Argentino tuvo su momento de mayor agudeza con la disolución transitoria de la Junta Militar. Se produjo así, de hecho, la fractura del poder estatal durante cerca de tres meses.
Ahora se ha recompuesto la Junta Militar luego de un proceso de depuraciones y desplazamientos en cada una de las Fuerzas Armadas. Luego de ese proceso, por lo que ha trascendido públicamente, se observa: el desplazamiento del sector violista, prosoviético, de Lami Dozo, en la Aeronáutica, y el avance en esta arma de la corriente nacionalista; en la Armada fue desplazado el sector que tuvo una posición crítica a la recuperación de las Islas Malvinas; en el Ejército aún no se ha cerrado un proceso de reagrupamiento de fuerzas en todos los niveles de la alta oficialidad, pero han continuado perdiendo posiciones los violovidelistas.
La corriente violovidelista prorrusa hegemoniza, en tanto, el gobierno de la dictadura con: Bignone, Reston, Aguirre Lanari, etc. El control del gobierno por esta corriente, expresa, en esta situación militar, las profundas raíces del imperialismo soviético en la economía, la política, y el Estado nacional. La contradicción entre el carácter de este gobierno dictatorial y las posiciones de gran parte de la cúpula militar constituye la principal contradicción interna de la dictadura, y es la expresión, concentrada, de la disputa interimperialista por el control del país. El golpe principal de la lucha popular debe golpear al centro de la dictadura, a su expresión política máxima: al gobierno de Bignone, representante en la dictadura del enemigo principal a batir: el sector terrateniente y de burguesía intermediaria prorruso.

VI) Con la recomposición de la Junta ¿ha logrado la dictadura una estabilidad relativa? No. Ha creado, sí, un instrumento que le permite resolver mejor sus contradicciones internas. Pero sigue predominando la inestabilidad política por las siguientes razones:
*     Aún no hay acuerdo sobre la salida política en la Junta Militar. Por esa razón aún no hay fecha electoral e, incluso, no se conoce si habrá o no, elecciones generales que incluyan la elección del presidente (según La Razón del 18-9 una “alta voz castrense” preguntaba hace pocos días: “¿pero es que alguien ha hablado de la 'elección' del presidente?”).
*     La crisis económica y la grave situación social.
*     La agudeza de la disputa interimperialista posterior a la guerra de las Malvinas.
*     El ascenso de la lucha de masas antidictatorial que ha obligado a la dictadura, por primera vez desde 1976, a retroceder concediendo aumentos masivos de salarios. Insuficientes pero mayores a los que pensaba otorgar. Y la obliga a soportar, sin poderlas prohibir, a muchas manifestaciones de masas antidictatoriales, como las de Madres de Plaza de Mayo, las de los desocupados, las manifestaciones de “los bolsos vacíos”, la concentración de la CGT del 22 de septiembre, la actividad política, etc. Este es el principal factor de inestabilidad política. Sufrirá vaivenes en el futuro. Habrá intentos represivos para frenarlo. Pero lo que surge y se desarrollará será el auge de la lucha de masas.

VII) En esas condiciones existen hoy, como en 1976, tres salidas posibles:
a) Que siga la dictadura como está, postergando toda salida política. y profundizando la línea de entrega nacional y defensa de los intereses terratenientes. Para esto trabajan fuerzas golpistas relacionadas a algunos monopolios angloyanquis.
b) Una salida concertada entre la dictadura y los partidos burgueses (incluido el P“C”), salida que impulsan fuerzas prosoviéticas y proyanquis, y, en general, la mayoría de los sectores dictatoriales. Es lo que se llama “convergencia”, “concertación”, “convenio cívico militar”, “convenio nacional”, etc. Hay dos variantes principales de esta salida: la del acuerdo programático con elecciones posteriores con el nuevo estatuto fascista; y la que plantea acordar no sólo el programa sino también un presidente de “transición”.

En la reciente reunión de generales de brigada realizada en el Comando en Jefe del Ejército, el general Reston planteó los siete puntos que la dictadura quiere acordar con los políticos burgueses: la lucha contra el terrorismo; los desaparecidos; el enjuiciamiento al actual proceso; la guerra de las Malvinas; la estabilidad del Poder Judicial; la participación de las Fuerzas Armadas en el futuro institucional; y la designación de los comandantes en jefe en el próximo gobierno (la dictadura propone que lo designe el propio comandante saliente de cada arma) (Clarín, 27/9/82). Si a estos siete puntos se le suman: las proscripciones e inhabilitaciones existentes; el Estatuto fascista de los partidos políticos; el Estado de Sitio y las leyes represivas vigentes; y lo que ha trascendido sobre la ley electoral que se cocina en el Ministerio del Interior, la dictadura planea entregar un gobierno con un paquete bien atado, y con el reaseguro del control total del poder real, lo que le permitiría a las clases dominantes el control del próximo gobierno y estar en condiciones de reinstalar otra dictadura militar abierta cuando les fuese necesario hacerlo.
c)    El derrocamiento de la dictadura y la instauración de un gobierno de unidad antidictatorial que aplique un programa de emergencia y asegure elecciones verdaderamente libres a una Constituyente soberana. A este desemboque se puede llegar por muchos caminos. No es fácil. Pero tampoco será fácil para la dictadura imponer su voluntad. Es demasiado pronto para aceptar que la dictadura puede elegir, tranquilamente, su camino de retirada y que el pueblo debe resignarse a aceptar sus elecciones tramposas. La originalidad del momento actual está en que, si bien el pueblo todavía no puede imponer su camino de triunfo, la dictadura tiene grandes problemas para imponer el suyo. Lo que la clase obrera y su partido marxista-leninista no pueden hacer es renunciar anticipadamente al camino de la democratización profunda, camino que pasa por el derrocamiento revolucionario de la dictadura; y dar por sentado que ésta ha conseguido su objetivo (ya que, las elecciones condicionadas que prepara fueron objetivo proclamado desde 1976). Sólo oportunistas incorregibles pueden dar como triunfo del pueblo lo que sólo será triunfo de la dictadura. Desde ya que si la clase obrera y el pueblo no logran imponer su objetivo tendrán que tratar de conseguir las mejores condiciones en las circunstancias concretas que se produzcan y, en tal caso, es posible que el pueblo logre por su lucha, incluso así, avanzar más allá de lo que prevean los planes de la dictadura y acumular fuerzas para derrotar estos planes. Pero esto no implica embellecer las elecciones tramposas que prepara la dictadura y considerarlas un triunfo del pueblo. El triunfo del pueblo es el derrocamiento de la dictadura y la instauración de un gobierno de unidad antidictatorial que aplique un plan de emergencia y convoque a elecciones verdaderamente libres a una Asamblea Constituyente.

Una larga experiencia nos enseñó que el camino fácil es el de los sufrimientos máximos para el pueblo. Así fue en 1932, cuando la Concordancia (la “convergencia” de entonces) impuso más de 10 años de fraude y gobiernos oligárquicos; así fue en 1958, cuando se impuso un proceso electoral proscriptivo, y se condicionó al presidente electo por un acuerdo expreso, que determinó un gobierno de hambre y entrega que quiso ser más hábil que el diablo y terminó volteado sin pena ni gloria; así fue en 1963, cuando en elecciones proscriptivas se eligió un gobierno representante de minorías, que duró tres años y lo tiraron de un empujón; así fue en 1973 cuando se hicieron acuerdos expresos que condicionaron al peronismo, le dieron el gobierno maniatado, y, cuando quiso romper los acuerdos hechos con Lanusse y Gelbard lo voltearon. Luchando por la salida revolucionaria estaremos en mejores condiciones para obtener reivindicaciones parciales, ya que toda la lucha del pueblo argentino en lo que va del siglo, y toda la experiencia de nuestro Partido, en particular luego del “Cordobazo” en 1969, nos enseñó que sólo con la lucha revolucionaria hemos conseguido mejoras medianamente serias en la vida de los obreros y en el terreno democrático.

VIII) La anterior reunión del CC sintetizó así nuestra línea táctica: con firmeza de principios tener la flexibilidad que nos permita acumular fuerzas revolucionarias en las distintas fases y momentos de la crisis política en curso para lo cual el Partido debe dominar todas las formas de lucha, y estar listo para reemplazar, en cualquier momento, a una forma predominante por otra.
Firmeza de principios implica que la táctica debe servir a los objetivos históricos y estratégicos de la clase obrera. Esto es más necesario que nunca porque la presión dominante sobre el Partido es, nacionalmente, y será, cada día más, la presión de derecha. Y de derecha, es también, la principal desviación que presiona internacionalmente al movimiento obrero y revolucionario, desviación neokautskiana que ataca la teoría marxista-leninista del Estado, del imperialismo y de la guerra. Esta presión se expresa en la tendencia a:
–    Abandonar el objetivo histórico de la lucha por el socialismo y el comunismo, so pretexto de que esa lucha ha fracasado, y abandonar la lucha, por lo tanto, por construir un partido marxista-leninista, verdaderamente revolucionario y proletario por su política, su ideología y su composición de clase. Un partido capaz de ser el Estado Mayor de la clase obrera en su lucha por el poder.
–    Abandonar el objetivo estratégico de la lucha por la revolución popular, democrática, agraria y antiimperialista, revolución que abre el camino al socialismo en nuestro país; y aceptar la teoría evolucionista de los revisionistas modernos que plantean: luchar por conquistas democráticas parciales, y, poco a poco, sin lucha revolucionaria y sin la destrucción del Estado de las clases dominantes, sin revolución violenta, “profundizar” esa democracia hasta abrir el camino al socialismo.

En lo inmediato, el Partido –sin abandonar su carácter clandestino y secreto– debe ocupar las trincheras legales que ha ganado la lucha democrática del pueblo, y tratar de aprovecharlas al máximo. Tácticamente esto es prioritario para poder poner al Partido a la altura de las exigencias actuales. Esto obliga a romper hábitos rutinarios de muchos años, hábitos propios del período de retroceso, y, fundamentalmente, exige dar batalla a fondo contra la subestimación del nivel de conciencia de las masas que se expresa en el ocultamiento del Partido y en la no realización de agitación y trabajo político entre las masas.
La lucha por el derrocamiento revolucionario de la dictadura implica combinar, en determinado momento: la huelga general política; la unidad de las fuerzas antidictatoriales en un gobierno provisional; y el alzamiento armado del pueblo. Las recientes revoluciones nicaragüense e iraní volvieron a mostrar que esas son las armas para triunfar. En ese camino empujamos las luchas de masas: antiimperialistas, democráticas, sociales, de todo tipo; y un paro nacional activo de la clase obrera y el pueblo de 36 horas que posibilite avanzar en esa dirección. Por eso la consigna táctica central del Partido es la del paro nacional activo de 36 horas contra la dictadura.
Sin renunciar a ese objetivo mientras no se haya decidido aún el resultado de la lucha de estos siete años, debemos: a) bloquear todo intento de golpe continuista; b) luchar contra la salida condicionada. Y prepararnos por si pasan el golpe continuista o la salida condicionada. En esta última dirección continuaremos trabajando para lograr la unidad de las fuerzas tercermundistas, antiimperialistas, democráticas y populares; y en tanto seguimos luchando contra el estatuto proscriptivo y por la plena legalidad para el PCR, contribuimos junto a fuerzas antiimperialistas, antiterratenientes, populares y tercermundistas, a organizar el Partido del Trabajo y el Pueblo, para no ser sorprendidos por los acontecimientos, y aprovechar mejor, en lo inmediato, los resquicios legales que ha conquistado la lucha popular.
Todo esto se integra en un solo eje: el combate por el derrocamiento de la dictadura. No son actividades contrapuestas; y las contradicciones reales que genera la actual situación de indefinición en la que debemos combinar diversas formas de luchas (legales o no legales) deben resolverse sobre la base de hacer confluir los diversos torrentes de la lucha de masas con el fin de crear condiciones que nos permitan que el auge revolucionario de masas desemboque en la lucha por el derrocamiento de la dictadura.

IX) Actualmente grandes masas explotadas buscan un partido que las exprese y represente en sus intereses inmediatos y mediatos. El Partido sobrevivió, dentro del país, a casi siete años de dictadura. Sobrevivió luchando. Fue vanguardia en la lucha por la paz con Chile, por la aparición con vida de los detenidos-desaparecidos, y en numerosas luchas obreras y populares. Cayeron en esa lucha muchos compañeros y desaparecieron muchas organizaciones del Partido. Nos podaron muchas ramas y parte del tronco. Pero gracias a que nos mantuvimos fieles al marxismo-leninismo, y a que tuvimos, en general, una línea correcta, conservamos raíces en centros claves de la clase obrera, el campesinado pobre y el pueblo; raíces que la reacción no pudo arrancar.
El falso Partido “Comunista”, aprovechando el control que tienen sus amigos prosoviéticos sobre palancas claves del gobierno, y los organismos represivos, ha ganado las calles tratando de cubrir demagógicamente su colaboracionismo con la dictadura durante seis años, y de aparecer como “el partido de los comunistas”.
Nosotros, no tenemos la TV, ni la radio. Estamos proscriptos. No podemos tener prensa legal. ¿Cómo puede crecer el Partido si no es conocido? ¿O si sólo es conocido por un pequeño grupo de amigos? ¿Cómo pueden afiliarse al Partido obreros de una empresa que no saben que allí existen comunistas revolucionarios? El ocultamiento del Partido es la principal expresión de la subestimación del grado de conciencia de las masas y del grado de influencia ganado por el Partido en estos años. La aparición política del Partido y su propuesta revolucionaria no implica que pierda su carácter clandestino. Por el contrario, ya que sólo con el apoyo de las masas podremos derrotar los golpes represivos del enemigo.
El Mes de la Prensa y el aumento planificado y constante de la difusión de nuestra prensa y literatura, una campaña de agitación y propaganda bien organizada, audaz, múltiples iniciativas (charlas, peñas, reuniones amplias, pic-nics y festivales, reuniones para pasar audiovisuales y películas de propaganda, etc.) y una planificada labor de reclutamiento deben permitirnos el crecimiento y la celularización el Partido.