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15 de marzo de 2011


Resolucion Política -Comité Central 29 de mayo de 1982-

Documentos aprobados / Tomo 4-2

La bárbara agresión del imperialismo inglés ha impuesto a la Argentina una guerra nacional. La sangre de los patriotas se derrama para enfrentar esa agresión y el pueblo sufre y sufrirá padecimientos muy grandes. Una gigantesca oleada patriótica ha sacudido al país. El pueblo, generosamente, da todo lo posible, incluso la vida, para defender a la Nación Argentina. Se ha producido un remezón de la conciencia de las masas, que discuten y analizan el conflicto a la luz de la situación internacional y nacional, preanunciando cambios de magnitud para el futuro.
¿Cuáles son los elementos fundamentales que permiten caracterizar acertadamente la guerra por las Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur, y trazar una línea correcta para el accionar de la clase obrera y el pueblo? En nuestra opinión ellos son:

1. El contraataque inglés ante la recuperación de las Islas Malvinas; el posterior boicot económico impuesto por el Reino Unido y los países de la Comunidad Económica Europea; el apoyo yanqui al contraataque inglés; la hipócrita conducta del socialimperialismo ruso que no vetó en las Naciones Unidas la propuesta inglesa, buscando así pescar en aguas revueltas; son hechos que han demostrado, nítidamente, que la Argentina es un país dependiente; un país con parte de su territorio sometido, hasta el 2 de abril, al dominio colonial; un país disputado por las grandes potencias.
Desde que el capitalismo se transformó en imperialismo, el mundo se ha dividido entre un puñado de países opresores y una inmensa mayoría de países oprimidos. Esta es una verdad teórica afirmada por primera vez por Lenin, en 1916, y desarrollada luego por Stalin y Mao Tsetung. LA ARGENTINA ES UN PAIS OPRIMIDO. Los que durante estos años pontificaron lo contrario, y afirmaron que no éramos parte del Tercer Mundo, y que no teníamos nada en común con los otros países de América Latina, se han revelado como impostores teóricos y políticos.
Para un pueblo privado de su libertad nacional la primera tarea revolucionaria no es el socialismo inmediato sino la lucha por esa libertad. ¿Cómo discutir incluso, el socialismo y el comunismo si no poseemos el país donde nosotros podemos instaurarlo? La práctica revolucionaria de este siglo, demostró a fondo, esta verdad elemental. Más aún en un país como el nuestro, donde tampoco se han realizado, a fondo, las tareas de la revolución democrática.

2. El dominio colonial inglés sobre las Malvinas era un viejo problema nacional irresuelto. Dado el desarrollo de los acontecimientos mundiales, su importancia era cada día mayor. Frente a una posible tercera guerra mundial la importancia estratégica de las Islas ha pasado a ser enorme. Según algunos estrategas de la guerra moderna el control de su zona de influencia es uno de los tres objetivos –junto con el Medio Oriente y el control de las vías de comunicaciones– por cuya disputa podría precipitarse la tercera guerra mundial. Ha sido un mérito histórico de nuestro Partido haber machacado, desde 1975, que la disputa por el control de esa zona estaba en el trasfondo de la política golpista de prorrusos y proyanquis contra el gobierno peronista; y que esa disputa motivaba la actitud belicista del violovidelismo, empujado por el socialimperialismo ruso a rechazar la propuesta del Papa para solucionar el litigio por el Beagle.
Para visualizar la importancia estratégica de la región hay que recordar que de los veinte millones de barriles de petróleo que Medio Oriente produce por día, unos trece millones se transportan por el Atlántico Sur, gran parte de él en gigantescos buques tanques, que tornan inoperantes a los canales de Suez y Panamá, y los Estrechos de Magallanes y el Beagle. Las Islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur, como afirmó el general (R) peruano Mercado Jarrin en Clarín el 30-4-82, son la base de proyección estratégica para el dominio del Atlántico Sur, y permiten controlar el paso más oriental hacia el Índico ubicado entre las Islas Crozet y la Antártida. No en balde los ingleses, que han dominado los pasos estratégicos que controlan el comercio mundial, como Suez, Gibraltar, Ceylán, Singapur y Hong Kong, se han esforzado por mantener bajo sus garras a las Malvinas e islas que integran su archipiélago. Además las Malvinas permiten garantizar los derechos argentinos en la Antártida y son la llave de la puerta de ingreso a ese continente. Como fuente de recursos las Islas se encuentran en una zona inmensamente rica en proteínas por sus reservas de algas marinas y krill; con grandes acumulaciones de ferromanganeso y minerales estratégicos en su lecho marino, y en su propio territorio; y diversas fuentes han asegurado que el área ubicada entre la Argentina continental y las Islas, dispone de gigantescas reservas petroleras que algunos estiman en veinte veces más de lo que consume anualmente el mundo.
Si tenemos en cuenta todo lo anterior se comprenderá que el conflicto por el dominio definitivo de las Islas Malvinas, en un mundo en el que la rivalidad de las dos superpotencias (EE.UU. y URSS) va aproximando una tercera guerra mundial, no puede ser un conflicto corto. Al intervenir, directa o indirectamente, en ese conflicto, como ya lo están haciendo, las dos superpotencias, el mismo no puede ser corto. El conflicto por el dominio de las Islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur transforma al Atlántico Sur en un “área caliente”, un área en disputa directa en la lucha de las dos superpotencias por la hegemonía mundial; y se transforma en un conflicto prebélico; un conflicto de resolución previa, en la disputa por el dispositivo estratégico necesario para que cualquiera de las dos superpotencias gane la tercera guerra mundial.

3. La Recuperación de las Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur el 2 de abril, produjo un cambio sustancial en la política nacional. Inicialmente el apoyo popular a la medida fue cauteloso. Las masas estaban librando grandes luchas antidictatoriales; luchas que tuvieron una expresión máxima en las manifestaciones organizadas por la CGT el 30 de marzo y que fueron bárbaramente reprimidas por la policía con el saldo de muertos, heridos y centenares de detenidos. Había trascendido, y era motivo de debate público, que se realizaban negociaciones sobre las Islas Malvinas. Negociaciones secretas de las que el pueblo recelaba, porque se conocía que los yanquis presionaban exigiendo bases militares. Los soviéticos, también presionaban.
En esas condiciones, la recuperación de las Islas Malvinas, tapaba, momentáneamente, como un “eclipse fugaz”, tal cómo dijo Nueva Hora, la contradicción dictadura-pueblo. Pero en tanto no se clarificasen los acontecimientos, no existían elementos como para afirmar que esta contradicción era desplazada y dejaba de ser la contradicción principal.

4. Ante el bloqueo y la escalada bélica inglesa, que significaban, de hecho, la iniciación de una guerra no declarada contra el país, la contradicción dictadura-pueblo fue relegada y la contradicción Nación-Imperialismo inglés pasó a ser la contradicción principal, y el imperialismo inglés y sus agentes, el enemigo principal. Ante esto corresponde enfrentar la agresión imperialista, la agresión de la tercera potencia militar del mundo que es apoyada por la OTAN (resolución de la OTAN del 18-5), con la unión nacional de todas las clases y sectores nacionales dispuestos a enfrentarla, organizando el Frente Único Antiinglés que concrete esa Unión Nacional.
¿Cómo debemos valorar el movimiento nacional argentino que enfrenta a una gran potencia imperialista, respaldada por otras potencias imperialistas, para recuperar parte de su territorio del que fue despojada su Nación en época de crudo colonialismo?

Lenin planteó que al movimiento nacional de los países oprimidos no se lo debe valorar desde el punto de vista de la democracia formal, sino desde el punto de vista concreto de la lucha contra el imperialismo. Para nosotros, marxistas-leninistas, no cabe ninguna duda sobre la justeza histórica de la recuperación de las Islas Malvinas realizada por las Fuerzas Armadas Argentinas.
La misma, en la medida en que se consolide, y no ceda ante las amenazas colonialistas anglo-yanquis y el chantaje ruso, con el poderoso movimiento antiimperialista que ha desatado, es un aporte gigantesco a la lucha antiimperialista de los pueblos de América Latina. Independientemente de que el régimen argentino que la realizó es una tiranía militar; incluso desde el punto de vista de la democracia burguesa.
En un país dependiente, como el nuestro, se aplica plenamente lo afirmado por el Camarada Mao en su trabajo Sobre la Contradicción:
Cuando el imperialismo desata una guerra de agresión contra un país así, las diferentes clases de éste, excepto un pequeño número de traidores, puede unirse temporalmente en una guerra nacional contra el imperialismo. Entonces, la contradicción entre el imperialismo y el país en cuestión, pasa a ser la contradicción principal, mientras todas las contradicciones entre las diferentes clases dentro del país (incluida la contradicción, que era la principal, entre el sistema feudal y las grandes masas populares) quedan relegadas temporalmente a una posición secundaria y subordinada”.

Este es nuestro caso. País dependiente, ahora agredido militarmente, con riesgo de sometimiento nacional de parte de nuestro territorio. Objetivamente, la dictadura militar encabezada por el Tte. Gral. Galtieri, al recuperar las Malvinas y enfrentar la agresión inglesa y el chantaje yanqui, al no ceder –al menos hasta ahora– a las presiones del socialimperialismo soviético, objetivamente, está del lado de la Nación, por lo que el Frente Único Antiinglés debe realizarse con todas las clases y capas sociales de la Nación, excluidos los agentes del imperialismo inglés, y debe incluir al gobierno de la Junta Militar que encabeza el Tte. Gral. Galtieri. La contradicción entre el pueblo y la Junta Militar debe ser relegada en el momento actual y debe ser considerada una contradicción secundaria.

5. La guerra contra el agresor inglés es justa. Para nosotros, marxistas que luchamos para acabar para siempre con el flagelo de la guerra, hay “guerras y guerras”.
La guerra contra el agresor inglés es una guerra justa, a diferencia de la guerra que el violo-videlismo preparaba contra el pueblo hermano de Chile, guerra tras la cual se movía el socialimperialismo soviético que buscaba “desestabilizar” el Cono Sur de América Latina y controlar, a través de sus títeres argentinos, la estratégica zona del Cabo de Hornos, y que era, por lo tanto una guerra injusta.
Para nosotros, marxistas-leninistas, el carácter justo o injusto de una guerra no depende de quién la comenzó, o de quién se considera agresor. Es sabido que Hitler siempre encubrió sus guerras de conquista con el disfraz de respuesta a la agresión de los países que quería someter. Con ese criterio la justa guerra del pueblo palestino sería considerada una guerra injusta. O la lucha por la liberación de Namibia. O la liberación de Goa por la India. Extraña, precisamente, que algunos que consideran justas estas guerras, sin atender al carácter violento con el que se defienden los derechos nacionales conculcados, juzguen a la Argentina agresor porque después de 149 años de reclamar sus derechos sobre las Malvinas se vio obligado a recuperarlas por la violencia.
El carácter justo o injusto de una guerra depende del carácter de clase de la guerra, de las clases que la sostienen, lo que en el mundo moderno no puede separarse de la división del mismo entre un puñado de países opresores y una inmensa mayoría de países oprimidos. El carácter justo o injusto de una guerra, depende, fundamentalmente, de los fines de la guerra en cuestión; y no de quién la comenzó formalmente.
Por eso el pueblo argentino nunca reconocerá validez a la Resolución 502 de Las Naciones Unidas, resolución que se nos aplicó por recuperar las Malvinas sin pedir permiso a las superpotencias.
Y por eso equivale a traición nacional la opinión de Athos Fava, secretario general del falso Partido “Comunista” cuando planteó en la Comisión Política del P“C” realizada el 16 de abril que: “se ha discutido y censurado con razón, dentro y fuera del país, el método empleado: la ocupación por medio de la fuerza”.

6. El propio desarrollo de la guerra ha demostrado lo anterior. Inglaterra ha contado, y cuenta, con la ayuda del imperialismo yanqui y el apoyo de la OTAN. La URSS, que tiene en la región intereses contrapuestos a los nuestros, pues no reconoce nuestros derechos soberanos en la Antártida, buscando pescar en aguas revueltas, primero no vetó la resolución 502 del Consejo de Seguridad, dejando armar la trampa que empujaría a la guerra y amenazaba con aislar internacionalmente a la Argentina; y luego, nos sometió al chantaje de paralizar las compras de cereales en espera de concesiones para construir el Paraná Medio, el puerto de aguas profundas, venta de armas, etc., y exigiendo créditos que le permitiesen comprarlos en mejores condiciones, utilizando a su favor las leyes del “mercado mundial”, leyes regidas por la voluntad de los monopolios. Esta es la “ayuda” del socialimperialismo soviético.
¿Quién nos ayudó? Los países hermanos de América Latina y los países del Tercer Mundo. Esto mismo: quién nos agrede, quién pretende aprovechar nuestras dificultades para someternos, y quién nos ayuda, define por sí mismo en el mundo actual el carácter de esta guerra.

7. “La guerra es la política continuada por otros medios” y “la política declara la guerra”. De aquí concluyen algunos trotskistas que parafrasean a Lenin (olvidando las tesis leninistas sobre el imperialismo) que si las Malvinas fueron recuperadas por “la dictadura”, lógicamente, el hecho es: “continuación de la política de la Dictadura”, entendiendo esto en una forma esquemática y unilateral, como un simple eco, una resultante de las dificultades internas de la dictadura, o una maquiavélica maniobra para desviar la atención de los problemas internos.
Esta es una caricatura del leninismo. Para analizar las guerras en Europa, Lenin, en su conferencia sobre “La Guerra y la Revolución” de mayo de 1917, planteó que era necesario tomar: “toda la política de todo el sistema de Estados europeos en sus mutuas relaciones económicas y políticas, para comprender cómo de este sistema ha surgido fatal e ineludiblemente ésta o la otra guerra” (el subrayado es nuestro).
Es imposible valorar exactamente lo sucedido el 2 de abril, y qué política continúa la recuperación de las Malvinas, si se valoran equivocadamente los cambios sucedidos en diciembre cuando se desplazó de la Presidencia de la Nación al jefe visible de la trenza prorrusa de las Fuerzas Armadas, el Tte. Gral. Viola.
Los que creyeron que con el desplazamiento de Viola de la presidencia no había sucedido nada se equivocaron. Y también los que negaron que la prolongada resistencia de masas tuviera mucho que ver con ese cambio. Y se equivocaron –aún más– los que, adormecidos por la propaganda del sector prorruso (violismo-frigerismo-P“C”) creyeron que esos cambios, desde el punto de vista de la lucha revolucionaria de las masas, eran para peor.
Fue la lucha popular la que acorraló al violismo y forzó cambios. Con éstos disminuyó la fuerza del sector prorruso en el gobierno y en las Fuerzas Armadas. Creció la influencia de sectores proyanquis que, interesados en evitar el conflicto con Chile en el litigio por el Beagle, conflicto que traería consecuencias gravísimas a los intereses yanquis, presionaron para buscar un acuerdo pacífico, y, en los hechos, abrieron el debate sobre la posible concesión formal de soberanía argentina sobre las Islas Malvinas a cambio de concesiones militares a los EE.UU. y económicas a Gran Bretaña. Pero el Reino Unido, en definitiva, se obstinó en su negativa a conceder la soberanía argentina sobre las Islas. E, incluso, preparó planes alternativos a la soberanía argentina, como las tradicionales “autonomías” nacionales que conceden los colonialistas, presionó sobre los yanquis en esa dirección, y contestó, provocativamente, a los reclamos argentinos. La intensificación de la resistencia popular, fue afianzando el convencimiento en las clases dominantes que el régimen implantado en 1976 “no iba más”; y peor aún, que cada día que pasaba se iba haciendo más difícil el “retiro ordenado” de los militares del gobierno; la aceleración de los preparativos golpistas de sectores prorrusos que se volcaron a apoyar a sectores militares que planteaban un golpe de “alternativa” a Galtieri, y que para esto se montaron en la agitación obrera y popular, generó una situación de una gran inestabilidad política. Todo esto incidió en la determinación de un sector militar con posiciones nacionalistas (nacionalistas en el sentido estricto de la palabra; no como se autodefinen las corrientes en las Fuerzas Armadas, ya que en ese sector militar hay quienes se autodefinen como “liberales” y quienes lo hacen como “nacionalistas”) sector que si bien en diciembre se apoyó (como dijimos en el CC de febrero de 1982) en el imperialismo yanqui para desplazar al violovidelismo prorruso, no es un sector subordinado a los yanquis, como se demostró ahora. Este sector, que tiene fuertes posiciones en la dirección de la Marina y en el Ejército, a la hora de la verdad fue decisivo en el desencadenamiento de los sucesos del 2 de abril. La obstinación con la que llevó adelante sus planes (“sin pedir permiso”) sorprendió a yanquis e ingleses, y descolocó, momentáneamente, al sector prosoviético del régimen militar.

8. La tarea central de la hora actual es la derrota de la agresión inglesa. A ella debemos dedicar todas las fuerzas, ya que el triunfo del agresor imperialista traerá gravísimas consecuencias para la Nación Argentina.
Para lograr derrotar la agresión imperialista es preciso fijar con precisión el blanco a golpear. El enemigo es el imperialismo inglés, y hay que tratar de reducir a él el radio del golpe, utilizando, en la medida de lo posible, sus contradicciones con otras potencias, y las contradicciones entre las dos superpotencias. Se debe ir a fondo en las medidas económicas contra el agresor inglés (desconocimiento de la deuda externa con sus bancos; expropiación de sus empresas y tierras en el país para resarcirnos de los gastos y daños que nos ocasiona con su agresión, etc.) y se debe ser cuidadoso en las medidas económicas contra los bancos y monopolios de las potencias imperialistas yanquis, y especialmente europeos, que lo apoyan, tratando de desblocarlos del apoyo al Reino Unido, como ya ha sucedido –en cierta medida– con Italia e Irlanda. Hay que utilizar, con los cuidados del caso, la contradicción de los ingleses y los yanquis con la URSS.
Pero lo fundamental para triunfar será la fuerza propia, y la solidaridad de los pueblos hermanos. Como en la guerra de liberación de 1810 a 1824. Esto obliga a despertar y movilizar a fondo las energías revolucionarias del pueblo. El peligro de la situación actual radica en que los rusos nos observan insinuando que sin su “ayuda” pereceremos. Y se preparan para dominarnos, como hizo Inglaterra, en el siglo pasado, luego que nos liberamos de los españoles. La Argentina, como subrayó Alexei Manzhulo, viceministro de Comercio Exterior de la URSS, ha pasado a ser: “el socio comercial más importante de la URSS entre los países en desarrollo” (Clarín del 17-4-82). Por su parte los yanquis están dispuestos a impedir cualquier solución al conflicto de las Malvinas que deje a las Islas fuera de su control militar.
Es un error el que cometen nacionalistas como el Gral. (R) Leal cuando plantean que “el enemigo de mi enemigo es mi amigo”. Nunca el león fue amigo del cordero por disputar una zona de caza con el lobo. Diferenciamos a esos nacionalistas, equivocados, de agentes pagados por los rusos, como Lozano, Grondona, Madariaga, Gómez Fuente, Neustadt, y otros plumíferos a su servicio, o de los empleados al servicio de sus empresas, como es el caso de Alcidez López Aufranc.
Temporalmente, la lucha antiinglesa ha pasado a ser central. La contradicción Nación-Imperialismo inglés, como contradicción principal, no implica ocultar los problemas sociales y políticos. Significa sí que la lucha directa por la solución de algunos de estos problemas se posterga, y, en general, se la debe readecuar a la realidad creada por la necesidad de derrotar prioritariamente al agresor inglés.
Cada clase social enfoca la guerra desde su particular punto de vista. La clase obrera lo debe hacer desde el suyo, levantando su propio programa para el frente único antiinglés y adelantando sus propias propuestas e iniciativas con independencia.
Que el frente único antiinglés sea temporario, que Gran Bretaña sea un imperialismo secundario, y que poco a poco el conflicto por las Malvinas entrañe un riesgo creciente de intervención de las superpotencias, no autoriza a poner el centro de la atención de las masas y del esfuerzo diario en la posguerra, como hacen los sectores prorrusos y proyanquis. Porque la posguerra dependerá de si se gana o se pierde la guerra; y de cómo se la gane o se la pierda. Preocuparse ahora, cuando el conflicto, visto como un conflicto estratégico, recién comienza, y la región se va convirtiendo en “zona caliente” como sucede con otras regiones estratégicamente importantes para la tercera guerra mundial, es una posición claramente divisionista y derrotista.
La derrota del agresor inglés exige derrotar al pacifismo quintacolumnista. No fue la Argentina, por reconquistar una parte robada de su territorio, responsable de la guerra. No se podrá asegurar la paz sin derrotar la agresión colonialista. No se debe olvidar la sangre derramada para reconquistar las Islas, o caída ante los alevosos ataques a buques mercantes o situados fuera de la zona del conflicto.
Todo el esfuerzo debe ponerse en ganar la guerra, preparándose para un conflicto prolongado.
En relación con esta tarea urge tomar medidas económicas de guerra. No se puede ganar la guerra con medidas como las tomadas por el Dr. Alemann, medidas que profundizan la crisis de la industria, el comercio y el agro, estimulan la inflación y agravan las ya calamitosas condiciones de vida de las masas populares. No se puede ganar la guerra teniendo en el Ministerio de Economía a gente como Alemann, y sus colaboradores, estrechamente ligados por innumerables lazos económicos al enemigo. O teniendo en el Banco Central a un Egidio Ianella, que ha apañado el reciente desfalco del grupo Río Paraná por una suma de centenares de millones de dólares, suma muy superior a todo lo recaudado hasta ahora por el Fondo Patriótico, y que apadrina el vaciamiento que están realizando cerca de cien bancos y financieras que han chupado las energías vitales de la economía nacional en estos años de reinado del violovidelismo y sus ministros Martínez de Hoz y Sigaut. Es necesario y urgente mejorar las condiciones de vida del pueblo. Es justo exigir mejores salarios, subsidios a los desocupados, etc. Y es posible realizar esto mediante los fondos desviados por el no pago de la deuda externa, los bienes de empresas enemigas incautados y un empréstito patriótico de emergencia cubierto principalmente por los grandes terratenientes y monopolios.
Es necesario abaratar la carne y alimentos basados en cereales y productos del agro no exportando más que los restantes luego de cubierto el consumo.
Para movilizar a fondo las energías populares es imprescindible la vigencia de la más amplia democracia. Persiguiendo a los patriotas que procuran organizar a las masas para la guerra; sin resolver el problema de los detenidos-desaparecidos que el pueblo exige que aparezcan con vida, patriotas como Gody Alvarez, René Salamanca o Ángel Manfredi cuya contribución hoy sería enorme para asegurar la movilización patriótica de las masas; recorriendo las casas de los centenares de obreros y ciudadanos que estuvieron detenidos en estos años para ver “en qué están”, en vez de averiguar en “qué están” los agentes de los monopolios y estancias inglesas; manteniendo presos o en libertad vigilada a centenares de patriotas como Gerardo Luna, Norma Nassif, Ciafardini, y tantos otros declarados inocentes por los jueces; manteniendo la proscripción política de partidos como el nuestro, la inhabilitación de dirigentes populares como Isabel Perón, y la prohibición de actividades políticas en general, será imposible movilizar a las masas para la guerra y se estarán creando las condiciones para la derrota. Con gobernadores como Aguado, o intendentes como Del Ciopo, más preocupados por la organización de sus grupúsculos electorales que por organizar la defensa civil, no se podrá triunfar.
Para ganar la guerra urge asegurar la paz con Chile. Recuperadas las Malvinas ha cambiado la magnitud del litigio que tenemos con Chile sobre el Beagle. Aprobar la propuesta de paz del Papa sería una gigantesca contribución a la unidad latinoamericana y a la derrota del agresor inglés.

9. Si la contradicción principal es la contradicción de la Nación Argentina con el imperialismo inglés, y si el Frente Único contra éste incluye a la Junta Militar que encabeza el Tte. Gral. Galtieri, es incorrecto plantear hoy que la tarea central es derribar a la dictadura, como planteábamos antes del 2 de abril. Hoy esa consigna implica, concretamente, un acto de traición a la patria. Es la consigna de los golpistas proyanquis y prorrusos.
Tampoco es correcta la posición de apuntar contra dos blancos al mismo tiempo, como hacen los que apoyan formalmente la recuperación de las Malvinas y, con la misma intensidad (en realidad con más intensidad) luchan por el derrocamiento de la dictadura como hacen algunos dirigentes sindicales y la mayoría de las fuerzas prosoviéticas. Esta es una línea de división del frente único antiinglés línea en los hechos derrotista, y en ocasiones colaboracionista con el agresor.
Simultáneamente está claro que la dictadura, globalmente, no ha cambiado ni en su composición política ni en su carácter de clase. Los sectores de terratenientes y burguesía intermediaria prosoviética conservan importantísimas posiciones en las Fuerzas Armadas, ministerios, secretarías claves y la mayoría de las gobernaciones provinciales. No han perdido posiciones en la Justicia ni en el servicio exterior, y conservan un formidable aparato en los medios de información pública. En la dictadura hay nidadas de agentes y sectores proyanquis, proingleses, y de los sectores europeos que apoyan a los agresores. Tal gobierno no puede asegurar el triunfo de la guerra.
Nosotros, al no plantear –transitoriamente– una consigna de poder no negamos esta realidad, y menos aún, no pretendemos negársela a las masas.
Pero una consigna como la de los Montoneros, o el P“C” de “gobierno de emergencia nacional”, “gobierno de coalición cívico-militar” sin crisis política previa, es una consigna oportunista ya que el carácter de clase del frente dictatorial con el que se propone su realización no cambió luego del 2 de abril. En estas condiciones un gobierno de emergencia nacional, sin romper ese frente dictatorial, sólo ampliaría y fortalecería a este frente: tal tipo de gobierno de frente único no sería favorable a los intereses del proletariado y con ese carácter de clase predominando en ese gobierno de emergencia nacional se iría a la derrota. Es lógico que lo planteen prorrusos (como las direcciones del P“C”, MID o Montoneros) que ya controlan una porción importante del poder, porción que acrecentarían con un tal tipo de gobierno; o que lo planteen proyanquis o proeuropeos. Pero no que lo plantee la clase obrera.
El mismo carácter oportunista tiene que plantear, como ha hecho el PC (ML) que: “el régimen debe convocar rápidamente a elecciones libres y sin proscripciones”. Lo que implica propagandizar que la dictadura militar, sin cambiar su carácter de clase, sin crisis política previa, puede garantizar elecciones libres.
Cuando se ejemplifica –como hacen otros– que en 1946 un gobierno militar que venía de reprimir duramente el movimiento obrero durante un período prolongado, concedió y aseguró elecciones libres, sin proscripciones, las primeras desde 1930, se olvida que ello sucedió luego de la crisis política de Octubre de 1945, que creó las condiciones para la realización de esas elecciones libres y para el triunfo en ellas del frente peronista.
Esto no significa que nosotros, comunistas revolucionarios, sólo luchamos por reivindicaciones parciales, y que no estamos dispuestos a compartir las responsabilidades de un gobierno de frente único antiinglés que asegure el triunfo de la guerra en curso. Sobre la base de un ascenso del movimiento patriótico de masas, y de una crisis política que rompa el frente dictatorial de las clases dominantes, creemos que puede ser posible un tal tipo de gobierno de emergencia nacional.
El propio desarrollo de los acontecimientos, al seguirse incrementando el ascenso del movimiento de masas y agudizando las contradicciones en el seno de un frente dictatorial sumamente heterogéneo, aproxima, inexorablemente, una crisis política que puede ser de gran magnitud.
El frente que se formó para desplazar al Tte. Gral. Viola y a Liendo del poder fue un frente sumamente amplio y heterogéneo.
Allí emergió un sector –encabezado en Ejército por Galtieri y en la Armada por Anaya– que venía de una alianza con el violovidelismo. Rompió con éstos y los desplazó de las posiciones hegemónicas que tenían en el gobierno. Luego, en nuevas condiciones, rehizo un frente con los violistas (Lami Dozo; Vaquero; Reston; Martella; Ortiz; etc.).
Los hechos posteriores permitieron observar que ese sector sostenía determinadas posiciones nacionalistas. Primero –en torno a la soberanía sobre las Islas Malvinas– negociaron con los yanquis. Luego procedieron “sin pedir permiso” como dijo Galtieri. Cuando vino la reacción inglesa, apoyada por una enorme presión del imperialismo yanqui, la enfrentaron. Hasta ahora, sin “vender el alma al diablo”, es decir a la URSS.
Este sector, con matices y posiciones distintas, hegemoniza la dirección de Marina y Ejército. Algunos se consideran nacionalistas. Otros liberales, o “profesionalistas”, Muchos son “occidentalistas y cristianos”, desilusionados por el mercantilismo “sin ideales” de los yanquis e ingleses, y por las concesiones munichistas que éstos han hecho a los rusos mientras usan el “occidentalismo” para remachar la dominación de nuestros países. Tanto en nacionalistas como liberales que sostienen esas posiciones se va comprendiendo lo de las superpotencias y el Tercer Mundo; por aquello de “así paga el diablo” que usó Perón cuando los yanquis no cumplieron los compromisos que habían tomado con él en 1948-1949. Aquí hubo militares que esperaron el “paraguas” yanqui luego del 2 de abril; y otros que ese mismo día aseguraron que la URSS usaría el veto en el Consejo de Seguridad.
En cuanto a las posiciones de esos sectores en cada arma, con relación a los sectores prosoviéticos y proyanquis, se podría decir que “cada uno está en el otro” en proporciones distintas. Los prosoviéticos y proyanquis están en Ejército y Marina sin hegemonizar; y sectores afines a las posiciones nacionalistas están sin hegemonizar en la Aeronáutica. El trabajo central de rusos y yanquis para que triunfen sus proyectos golpistas es escindir a ese sector aliado (que encabezan Anaya y Galtieri) entre nacionalistas y liberales, fracturándolo en torno a las medidas económicas y políticas de emergencia, y en cuanto a la post-guerra.

10. El centro, ahora, es la organización patriótica de las masas para ganar la guerra. Ni desde la Junta Militar, ni desde la mayoría de las direcciones sindicales y políticas se empuja realmente la organización de las masas para la guerra. Además la quintacolumna proyanqui y prorrusa bloquea esa organización. Si la resistencia sólo es sostenida por las Fuerzas Armadas con el apoyo pasivo del pueblo, fracasará. Porque el enemigo es muy poderoso.
La organización de las masas para las necesidades del frente, y para afirmar la retaguardia, es clave para la victoria. La organización de la defensa civil es parte de esa organización militar de las masas para ganar la guerra.
En torno a la organización de las masas (quién las organiza, cómo se organizan, con qué línea) gira el debate político central del momento, y se enfrentan las líneas de las diferentes clases sociales que integran el Frente Único Antiinglés. La clave de la organización de las masas está en la organización del movimiento obrero, campesino y popular. Es posible superar en días –en ocasiones en horas– la desorganización del movimiento de masas producto de más de seis años de represión fascista.
Las mujeres y la juventud son claves para poder organizar a las grandes masas.

11. Debemos desplegar una gran batalla contra las ideas derrotistas. Abiertas, como las que planteó el frigerismo en su declaración del 22-4-82, o encubiertas, como sucede, por la negativa, con el triunfalismo fácil de agentes rusos como Gómez Fuente. Dar batalla a fondo contra la idea de una guerra focalizada en las islas, guerra pequeña y corta; atacar a las ideas que subestiman al enemigo y a las que desconfían de la capacidad del pueblo para vencerlo.
Batallar a fondo contra la idea de que el “enemigo de mi enemigo es mi amigo”, idea que apunta a entregarnos al socialimperialismo a cambio de su “ayuda”.

12. La recuperación de las Malvinas es un hecho histórico que tendrá repercusiones prolongadas. No es correcto hacer hipótesis y sacar conclusiones simplistas y apresuradas sobre esas repercusiones. Lo que sí es correcto es tener siempre en cuenta que el desenlace de los acontecimientos dependerá en gran medida de la participación en ellos de la clase obrera, las fuerzas revolucionarias y nuestro Partido. Este combate antiimperialista se da en el país que presenció el auge de lucha del Cordobazo y otras rebeliones populares inmensas hace pocos años. Experiencias aún frescas en la conciencia de las masas. En un país con tradiciones de lucha liberadora que ya enfrentaron, antes, al imperio inglés. Las masas, con su sabiduría aparentemente intuitiva y espontánea, pero que resume esas experiencias, comprendieron de inmediato, más profundamente que muchos teóricos, de qué se trataba. De allí su apoyo generoso hasta de la propia vida, para recuperar la soberanía nacional en las islas.
“Si derrotamos a los ingleses –dijo una obrera de Berisso– se nos va a hacer más fácil derrotar después a yanquis y a rusos”.
Ha pasado a ser vital el crecimiento y la celularización del Partido. Es posible, necesario, imprescindible, reclutar a miles de afiliados en un plazo breve. Y es imprescindible reorganizar y celularizar al partido. La represión nos empujó a trabajar años apoyándonos en individuos y no en organismos.
Pero de fondo la causa de esto radica en un problema de concepción y no en una necesidad del proceso de construcción del Partido. Concepciones que vienen de lejos y tienen raíces reformistas y pequeñoburguesas.
En el momento actual la realización exitosa de nuestra Campaña Financiera es vital para asegurar que el Partido pueda cumplir con sus tareas patrióticas y democráticas. Es una tarea de honor para cada comunista revolucionario, y para cada organismo del partido, cumplir con los planes trazados para la Campaña Financiera, integrando esta tarea con las tareas de organización patriótica de las masas para ganar la guerra.
El Partido es pequeño. Pero tiene una línea justa basada en un programa científico de la revolución argentina, un programa que integra a la revolución argentina el marxismo-leninismo. El Partido tiene una historia heroica conocida por sectores considerables de la clase obrera y el pueblo. El Partido ha forjado a numerosos cuadros revolucionarios. Es posible dar un salto en su fortalecimiento numérico, orgánico e ideológico, en el fragor de las tormentosas horas que se avecinan.