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01 de marzo de 2011


Resolución sobre la situación politica nacional Comité Central – 15 y 16 de febrero de 1982

Documentos aprobados / Tomo 4-2

1.- Ha habi­do una rup­tu­ra par­cial y una pos­te­rior rees­truc­tu­ra­ción del fren­te dic­ta­to­rial. Esta rees­truc­tu­ra­ción, pos­te­rior a la cri­sis polí­ti­ca de di­ciem­bre, ha dis­tri­bui­do las posi­cio­nes en el poder tenien­do en cuen­ta las modi­fi­ca­cio­nes que se pro­du­je­ron, en estos años, en la corre­la­ción de fuer­zas entre las dife­ren­tes cama­ri­llas pro­te­rra­te­nien­tes y proim­pe­ria­lis­tas. Se ha con­cre­ta­do, así, un nuevo acuer­do entre esas cama­ri­llas y gru­pos; acuer­do que será esen­cial­men­te tran­si­to­rio e ines­ta­ble, por: la pro­fun­di­dad de la cri­sis eco­nó­mi­ca; el cre­ci­mien­to de la resis­ten­cia popu­lar a la dic­ta­du­ra; y la agu­di­za­ción de la lucha inte­rim­pe­ria­lis­ta, ya que tras esas cama­ri­llas y gru­pos se mue­ven las super­po­ten­cias y poten­cias impe­ria­lis­tas que dis­pu­tan el con­trol del país.

2.- Han habido cambios en el frente dictatorial. El más importante de ellos es que el sector prosoviético ha sido desplaza­do de su predominio en la cúpula del Ejército. Además ha perdido nuevas posiciones en la Marina. Lo que impuso modificaciones en la Junta Militar y en el Poder Ejecutivo Nacional. A su vez el sector prosoviético ganó posiciones en la Aeronáutica. Tanto en un caso (Ejército y Marina) como en el otro (Aeronáutica) los cambios se hicieron en dos tiempos: los de 1980 prepararon el terreno para los más profundos de 1981. Sería un error no ver y no valorar ajustadamente la importancia de los cambios produci­dos, ya que éstos han afectado principalmente al sector terrate­niente y de burguesía intermediaria prosoviética que recibió un golpe duro durante la reciente crisis política. Al mismo tiempo sería también un error no ver que esos cambios no han modificado la sustancia de clase (proterrateniente, proimperialista y anti­popular) de la dictadura; y no ver que el sector prosoviético retiene posiciones importantes en el poder y controla palancas económicas decisivas.

3.- Tanto la crisis política como los cambios posteriores se han producido con el trasfondo de: un cada vez mayor aislamien­to popular de la dictadura; del creciente enfrentamiento de és­ta con la burguesía nacional; y de su enfrentamiento con sectores monopolistas extranjeros ligados a la producción industrial y con sectores terratenientes que producen para el mercado inter­no. Crece el odio antidictatorial y el deseo contenido de rebelión antidictatorial en las grandes masas populares. Algunos he­chos últimos son demostración de ese estado de ánimo de las ma­sas populares. Entre otros: la ocupación de tierras por habitan­tes de villas de emergencia en la zona sur del Gran Buenos Aires; la lucha de los obreros de Celulosa en Puerto Pirai, Misiones; la ocupación por los obreros de la fábrica Lozadur; las movili­zaciones de los trabajadores del SMATA, judiciales y de Luz y Fuerza; la reacción popular ante la falta de agua y el retiro de medidores de luz en Córdoba; la conquista de la legalidad y el desarrollo nacional del movimiento de las Madres de Plaza de Ma­yo; el contenido antidictatorial de las consignas coreadas en el acto de la multipartidaria el 16 de diciembre. Se puede prever que en las próximas semanas y meses se producirá una generaliza­ción de protestas y luchas ante la grave situación económica y social de las masas.
El desplazamiento de Viola de la presidencia de la Nación, aunque haya sido el producto inmediato de una lucha en las altu­ras, es un fruto importante de la resistencia antidictatorial y del combate antiimperialista, en este caso antirruso, de nuestro pueblo, combate en el que nos cupo y nos cabe una posición de avanzada.
Los planes políticos de Viola, planes destinados a coronar a favor del grupo terrateniente y monopolista prorruso, el proceso dictatorial abierto en marzo de 1976, fracasaron. Viola fracasó en los intentos de paliar la crisis, pese a que a través de suce­sivas devaluaciones monetarias descargó todo su peso sobre las masas trabajadoras. Ese fracaso fue empantanando a su gobierno, maniatándolo, transformándolo en un gobierno impotente, arras­trado por el remolino de la crisis. Creció la resistencia obrera y popular contra la dictadura. Fracasaron los intentos de Viola –a través de los colaboracionistas de la CNT-20 y de sus infil­trados en la CGT– para instrumentar al movimiento obrero desde el Ministerio de Trabajo. El movimiento obrero fue diversifican­do y ampliando su lucha en defensa de las fuentes de trabajo y contra la desocupación, hasta realizar la primera gran manifes­tación obrera de la CGT desde el golpe de 1976: la manifestación de San Cayetano el 7 de noviembre. El movimiento campesino repu­dió airadamente la exposición de la línea agraria proterrate­niente del violismo realizada por Aguado en el Congreso de la FAA, e intensificó posteriormente su organización y lucha. El movimiento estudiantil dio grandes pasos en su reorganización durante 1981, y realizó las primeras manifestaciones callejeras desde 1976, manifestaciones que no pudieron ser hegemonizadas, en la mayoría de los casos, por la línea colaboracionista de la FJ“C”. La intelectualidad protagonizó combates importantes con­tra la censura y las mordazas fascistas. Grandes manifestaciones por la paz con Chile, principalmente juveniles, impulsadas en mu­chas ocasiones por la Iglesia pero de contenido unitario, no dieron tregua a la dictadura en este terreno, dificultando las maniobras y provocaciones belicistas del violovidelismo que no apoyó la propuesta papal. El movimiento de las Madres de Plaza de Mayo hizo naufragar, en abril, los planes demagógicos del violismo de “sinceramiento” y de “esclarecimiento” del “problema” de los detenidos-desaparecidos. Se reorganizó el movimiento po­pular. Este, en los últimos días de gobierno de Viola, realizó ocupaciones de tierra para viviendas de habitantes de villas de emergencia. Ni el radicalismo, ni el peronismo, hicieron eco fa­vorable a los acuerdos de algunos de sus dirigentes con Viola destinados a instrumentar para la convergencia cívico-militar a la Multipartidaria; planes elaborados, y parcialmente concreta­dos, durante años de maniobras del violovidelismo. El entierro de Balbín, transformado por los militantes radicales en una ma­nifestación de repudio a la dictadura, y el rechazo peronista a concurrir a la entrevista con Liendo, graficaron públicamente ese fracaso.
Viola, atrapado por la espiral de la crisis económica, habien­do fracasado políticamente, fue presa fácil de sus adversarios en las Fuerzas Armadas. Pero el factor fundamental en su caída fue el repudio popular a su política. Por ello su caída estimulará la lucha antidictatorial, permitiendo que la resistencia popular crezca y cree condiciones para pasar a la contraofensi­va contra la dictadura.

4.- El sector dictatorial violovidelista conserva posiciones muy fuertes en el poder. Controla la Aeronáutica; y tiene el con­trol de puestos importantes en el Ejército: Jefatura general y puestos en el Estado Mayor; IV Cuerpo de Ejército; Brigadas y regimientos importantes; las jefaturas de la Policía Federal, Gendarmería y SIDE, principales organismos de represión. Conser­van ministerios importantes como el de Trabajo; secretarías; po­siciones claves en: relaciones exteriores; justicia y educación; y conservan gobernaciones como: Buenos Aires, Santa Fe, Jujuy, Corrientes, San Juan, Misiones, etc. Las declaraciones de Viola insistiendo en que es “un hombre del Proceso” pese a haber sido desplazado del gobierno “por razones políticas”, indican clara­mente que el violovidelismo sigue siendo parte del frente dictatorial.

5.- Al mismo tiempo se ha manifestado la extrema heterogeneidad y fragilidad del frente antiviolista que se instrumentó des­de fines de 1980 en el propio seno de la dictadura. En ese fren­te confluyeron fuerzas que tienen contradicciones con el violo­videlismo y el socialimperialismo al tiempo que son proimperialistas, proterratenientes, aristocratizantes y gorilas, o fas­cistas, anticomunistas. Los sectores de burguesía intermediaria (proyanquis y proeuropeos) que orquestaron ese frente, son conciliadores con sus adversarios prorrusos, y desprecian y temen a las masas populares.

6.- Los forcejeos en las alturas, y el resultado final de ellos, demostraron que el sector prosoviético al que pertenecen Videla y Viola tenía, y tiene, mucha fuerza. Tanta como para re­montar, parcialmente, la pérdida del comando en jefe del Ejérci­to y de posiciones importantísimas en los mandos de las FF.AA. y, al final de tantos tires y aflojes, conservar importantísimas posiciones y asegurarse un rumbo conveniente a sus intereses en cuestiones claves como el comercio exterior. La fuente princi­pal de fuerzas del sector prosoviético está en los lazos que ha ido amarrando entre la oligarquía terrateniente y la URSS, prin­cipal compradora, por mucho, de nuestros cereales, carnes y la­nas. Se ha demostrado la importancia que tiene para la oligar­quía terrateniente el mercado de colocación de los productos que le aseguran la realización de su renta terrateniente, puesto que quien controla ese mercado, controla la punta del embudo del que depende la subsistencia y el desarrollo de los terratenientes como clase. Dada la enorme deuda externa argentina, la más alta del mundo en relación al número de habitantes, los intereses del capital financiero internacional, acreedor de esa deuda, empal­man con la exigencia terrateniente de intensificar las exporta­ciones de productos agropecuarios, ya que las divisas obtenidas por estas exportaciones son imprescindibles para asegurar el pa­go de los servicios de la deuda externa.

7.- El sector antiviolista, para desplazar a Viola de la pre­sidencia, buscó y obtuvo el apoyo del imperialismo yanqui. No conocemos qué concesiones hizo a cambio de ese apoyo. Según la camarilla dirigente del P“C”, y el frigerismo, Galtieri habría prometido concesiones militares y “geopolíticas” tales como: bases en el Atlántico Sur; apoyo a la propuesta papal para el Beagle (a la que ahora se oponen frontalmente el P“C” y los prosoviéticos, arrojando la máscara pacifista que utilizaron duran­te un período); envío de contingentes militares al Sinaí y a El Salvador; abandono del eje con Brasil; y abandono de los “No Alineados”. No hay elementos suficientes que comprueben la ver­dad de estas afirmaciones del sector prosoviético. Al mismo tiempo, declaraciones recientes de Costa Méndez –favorables a continuar en “No Alineados” y a mantener el eje con Brasil– abren un paréntesis de duda sobre la voluntad, o la capacidad, de Galtieri, para cumplir esos compromisos. En todo caso está claro que los mismos, de haberse hecho, serán seguramente gra­vosos para la soberanía nacional, demostrando, una vez más, la inconveniencia de “apoyarse” en un imperialismo para escapar del abrazo de otro imperialismo; sin perjuicio, desde ya, de utilizar a favor del pueblo las diferencias interimperialistas.
El abandono de los “No Alineados” es contrario a los intere­ses nacionales. En primer lugar, por razones políticas, ya que en esa organización participa una gran cantidad de países que enfrentan al hegemonismo de las dos superpotencias. En segundo lugar, porque actualmente tenemos parcialmente cerrados los mer­cados de los EE.UU. y Europa Occidental, y es imprescindible para los intereses nacionales buscar nuevos mercados, y anudar nuevas relaciones comerciales –sólo posibles en el Tercer Mundo– para escapar a la dependencia de la URSS. El abandono de los “No Ali­neados” sólo beneficiaría, en definitiva, a la URSS, ya que di­ficultaría la tarea de desamarrar nuestra economía de su depen­dencia. Se ha demostrado que la “diversificación de mercados” de la que tanto alardeó la dictadura, e hizo creer a algunos en la vocación “neutralista” de la oligarquía argentina, fue la cortina de humo que utilizaron los sectores prosoviéticos en una operación en dos tiempos que denunciamos en su momento. Esa ope­ración procuró: primero, diversificar mercados para ayudar a desamarrar la economía argentina de los mercados occidentales; y luego, amarrarla a la dependencia del mercado soviético. En 1981 la URSS compró alrededor del 75 % de nuestras exportaciones cerealeras (15.758.672 toneladas sobre 20.486.590 toneladas exportadas); y fue nuestro mayor adquirente de lanas y de carnes vacu­nas.

8.- Los sectores prosoviéticos se montaron en la lucha antiyanqui, en su momento, para hacerse del poder. Una vez en éste utilizaron el poder y el control del sector estatal de la econo­mía para fortalecer las posiciones de sus empresas (Aluar, Papel Prensa, FATE, Acindar, etc.) y organizar un imperio financiero (BIR, Continental, Los Andes, Latinoamericano, etc.) que, apro­vechando la legislación financiera de la dictadura, rastrilló los ahorros de muchos pequeños y medianos ahorristas, pagando un mayor interés por los depósitos con la cobertura del Banco Central; prestó luego ese dinero a empresas nacionales en quiebra a las que devoró con la usura y luego absorbió pasando a controlar gran parte de la industria nacional. Usaron esta fuerza para co­rromper a militares, funcionarios estatales, políticos, etc., y afirmarse en el poder. A lo largo de ese proceso el resultado más importante que han obtenido es el amarre, la dependencia, del comercio exterior argentino de las compras soviéticas, dependencia que utiliza la URSS para presionar con sus exigencias, políticas, económicas y militares, como las relativas al Paraná Medio, compras de maquinarias, etc. Es altamente sugestivo que se haya terminado designando gobernador de la provincia de San­ta Fe a un violista que es el coordinador de la comisión que im­pulsa la realización prioritaria de las obras del Paraná Medio. Tampoco se conocen las concesiones que ha hecho la dictadura a la URSS a cambio de la venta de carnes y cereales.

9– El ministro de economía, Alemann, es expresión de los acuerdos que reestructuraron de la manera indicada el frente dicta­torial. Es un hombre del riñón de la burguesía intermediaria; ideológicamente pertenece al sector liberal; ligado al capital financiero, principalmente al suizo (representa al grupo Unión de Bancos Suizos) y a sectores europeos. Alemann está vinculado, por múltiples lazos, tanto a intereses yanquis como a grupos mo­nopolistas asociados, históricamente, al sector prosoviético: el grupo Shaw; Bunge y Born entre otros; y vinculado a monopolios europeos asociados en múltiples proyectos a capitales soviéticos como es el caso de la Siemens. Alemann comenzó su carrera pú­blica como funcionario de Frondizi, y pese a no estar enrolado en el MID los años no han agotado su simpatía por el ex-presidente de la Nación. Alemann es uno de los teóricos de la Argentina: “cerealera, petrolera, minera y pesquera”, estrechamente “asociada a un eje europeo-soviético”. Prebisch y otros econo­mistas califican a un tal tipo de país de “país de economía co­lonial”. Alemann no se ofende por la etiqueta que Prebisch pone a su proyecto. El considera que se trata de la única opción po­sible para el desarrollo argentino, y que podríamos ser una “colonia digna y próspera” de aquel eje. Alemann viene a ser, en­tonces, una prenda del cumplimiento de los compromisos de expor­taciones agropecuarias a la URSS y de la refinanciación y el cumplimiento de los compromisos financieros de la deuda externa. Las medidas económicas que acaba de aprobar la dictadura, bus­can: reducir al máximo el consumo interno para exportar todo lo que se pueda; estrujar al máximo los bolsillos de los trabajado­res para exportar todo lo que se pueda exportar. Pretenden redu­cir el gasto público despidiendo trabajadores estatales, privatizando empresas, congelando sueldos y jubilaciones. Tratará de privatizar todas las empresas estatales rentables; aumentará los impuestos ya asfixiantes para la producción y las tarifas de servicios públicos haciendo aún más elevados los costos de producción de la industria nacional. Un plan de hambre, sudor y lágrimas para el pueblo. A largo plazo aspira atraer inversiones petroleras, mineras y pesqueras de los monopolios imperialistas; pero como estas inversiones buscan sobre todo estabilidad polí­tica, porque obtienen beneficios a mediano y largo plazo, nadie confía demasiado en que se obtengan esas inversiones, pese a la política vergonzosamente entreguista de la dictadura que se pro­pone, incluso, entregar en propiedad privada yacimientos petro­leros y mineros de importancia estratégica.
En esencia las medidas económicas de la dictadura se proponen descargar el fardo de la crisis, aún más, sobre las masas tra­bajadoras de la ciudad y el campo y sobre la industria nacional.
El plan de la dictadura argentina se parece, como una gota de agua a otra, al plan económico de Jaruzelski, en Polonia. Este devaluó la moneda, elevó en más del 400% los precios de los artí­culos de primera necesidad, y aplicó medidas destinadas a: ex­portar todo lo posible –en especial carbón y carne–a la URSS, y ahorrar, sobre la miseria del pueblo, para pagar los servicios de la exorbitante deuda externa polaca.
La forma con que la dictadura violovidelista, y ahora Galtieri, privilegiaron la venta a la URSS de nuestra producción agro­pecuaria ha atado la comercialización de la misma en una forma neocolonial al yugo de una potencia imperialista. Esa atadura, en muchos aspectos, supera a la de la época del sometimiento na­cional a Gran Bretaña, época en la que la Argentina, con razón, fue considerada por Lenin como modelo de un país dependiente (formalmente independiente pero en realidad colonizado). Cuando los precios que pagó la URSS fueron altos, debido al embargo cerealero, esos lazos parecieron de seda. Ahora que los precios bajaron, y que la Argentina, como producto de esas ventas pri­vilegiadas a la URSS, perdió mercados tradicionales (como el español) o potencialmente muy importantes (como el japonés, y muchos mercados africanos y asiáticos), hemos presenciado el es­pectáculo, bochornoso para la dignidad nacional, que dieron se­ñoritos de la oligarquía como Estrada y Lacroze, al ir a mendi­gar a Moscú mejores precios; precios de favor, igual que hacen Fidel Castro y los dirigentes cubanos. Ahora la cuerda que nos ahorca parece de cáñamo. Pero como dijo en su momento el Gral. Mosconi: de seda o de cáñamo, ¿qué diferencia hay si las dos se tienden para ahorcarnos? Ese tipo de comercio con una potencia imperialista, la URSS, ha transformado a la Argentina en un pa­ís dependiente, fácilmente vulnerable a las presiones y al chantaje derivado de las necesidades, o los caprichos, imperiales, de la URSS. Si se realiza con financiación y tecnología rusa las obras del Paraná Medio, además de reforzar la deformación es­tructural de la economía argentina, lo que de por sí es crimi­nal, se atará con cadenas nuestra dependencia a la URSS. Lo mis­mo si se cumplen los convenios de pesca con la URSS, convenios que ratificó Viola, y autorizan a la URSS a tener facilidades en puertos, para su flota pesquera, en las costas argentinas. Todo esto en la perspectiva de un mundo que va a la guerra, y en don­de la URSS es la potencia imperialista más agresiva y expansionista.
Simultáneamente, los proyectos de la dictadura refuerzan la dependencia global de la Argentina de las metrópolis imperialis­tas, en especial de las dos superpotencias, y nos transforman en campo de disputa encarnizada entre yanquis y rusos, al avan­zar en la entrega del petróleo, el gas, y la minería argentina, a los monopolios imperialistas en este caso principalmente yan­quis e ingleses; unido a la existencia de una gigantesca deuda externa (que supera los 34 mil millones de dólares) y a la ple­na libertad dada al capital extranjero para invertir y remesar ganancias, en la producción, comercialización y finanzas.

10.- Desde el punto de vista económico lo que más interesa a los intereses soviéticos en la Argentina (la venta de productos agropecuarios a la URSS, y los intereses de sus grandes inver­siones como Aluar, Papel Prensa, petroquímica, etc.) por ahora es asegurado por las medidas económicas propuestas por Alemann. Al mismo tiempo, esas medidas económicas lesionan determi­nados intereses del sector prosoviético, que tiene inversiones importantes en sectores relacionados al mercado interno; y difi­cultan su alianza con la burguesía nacional, con los monopolios eu­ropeos, yanquis, que tienen inversiones en la industria, y con diversos sectores de terratenientes marginales (en relación a la producción cerealera y ganadera). Este plan económico impide acompañar el “amarre” del comercio exterior argentino a la URSS con el apoyo de un bloque político relativamente amplio y estable en el país; lo que hace precario ese “amarre”. Más aún cuando las actuales medidas económicas –a diferencia de la línea semejante que implementaron Videla-Martínez de Hoz– se combinan con medidas de aproximación militar y política, al imperialismo yanqui, y con un posible desemboque político no hegemonizado por el sector prosoviético. Por todo esto se puede prever que el juego de los sec­tores prosoviéticos será a “muchas puntas”: dentro y fuera de la dictadura, acompasando la oposición desde el plano popular al juego por arriba en las Fuerzas Armadas y procurando, especial­mente, desgastar a la cúpula del Ejército. En lo inmediato cui­darán de no desestabilizar exageradamente a la dictadura, para no obstaculizar los embarques cerealeros a la URSS dado que ésta tiene la amenaza de un embargo cerealero, por parte de los EE.UU. y afronta un déficit de más de 40 millones de toneladas de cereales. Los sectores prosoviéticos tratarán en el futuro de lograr algunas modificaciones del plan económico –como ya lo in­tentó Liendo con las medidas realizadas por Cavallo– que intro­duzcan algunas concesiones a diferentes sectores burgueses y te­rratenientes para ampliar la base de sus alianzas económicas y políticas. Esto siempre y cuando no afecten el cumplimiento de los acuerdos económicos entreguistas firmados por Videla y Viola con la URSS, y los intereses de los sectores terratenientes a los cuales están asociados.
 

11.- Con las medidas económicas aprobadas por la dictadura ésta no puede menos que mantener una política represiva de tipo fascista; aunque se atenúen, por la resistencia de masas y el repudio mundial a la dictadura, algunas de sus facetas más urti­cantes. La llamada “apertura” política dada la situación económico-social de las masas y la línea económica de la dictadura, puede generar un proceso irreconciliablemente contrapuesto a la estabilidad de la dictadura. Por ello, ésta ha trazado un plan político que, de verdad, despojado de los habituales engañapichangas de esos planes, recién implementaría elecciones democráticas de carácter general (“democráticas” con proscripciones, inhabilita­ciones y otras limitaciones) para la década del 90.
Es un plan de “transferencia gradual y controlada” (como lo ca­lifica la  dictadura) del gobierno a los civiles. Implementando todos los reaseguros que impidan que la clase obrera y las ma­sas populares tengan un peso importante en ese futuro gobierno y menos aún en el poder del Estado.
La dictadura planea aprobar un estatuto que obligue a confor­mar cuatro, o a lo más cinco, fuerzas políticas nacionales. El es­tatuto aseguraría a la dictadura la intromisión en la minucia de la vida interna de los partidos políticos “reorganizados”, para permitirle así controlar a esos partidos. Luego se iría a elec­ciones municipales, y provinciales y, de acuerdo a la situación política, elecciones nacionales, proscriptivas y con inhabili­taciones para cámaras que, a lo mejor, podrían elegir un presidente dentro de una terna ofrecida por los militares en los años próximos.
Si bien la resistencia popular ha crecido en forma considera­ble, y, como señaló el CC desde fines de 1980, entró en una nueva fase, más generalizada y amplia, por la situación creada al movimiento obrero por sus direcciones colaboracionistas y conciliadoras, por las condiciones desfavorables que crea la crisis económica, y por la necesidad de restañar y cicatrizar las heri­das producidas por seis años de dictadura terrorista al movimien­to sindical, a las fuerzas clasistas, y al partido marxista-leninista del proletariado, las fuerzas antidictatoriales aún no han pasado a la contraofensiva y deben atacar en forma ordenada a la dictadura. Multiplicar e intensificar el combate antidictatorial pero en forma ordenada, midiendo cada paso, sin subestimar tác­ticamente a la dictadura, cuyos principales organismos represi­vos son controlados por los violovidelistas, rechazando las in­citaciones aventureras de grupos trotzquistas, o de sectores prosoviéticos que se han volcado, del apoyo o la conciliación con la dictadura, a una “oposición” agitativa y muchas veces provocativa. En este terreno debemos enfrentar dos desviaciones: una predominante, que no comprende los cambios sobrevenidos y subestima la oposición de las masas a la dictadura y su voluntad para la lucha; no acepta que la resistencia entró en una nueva fase. Otra, minoritaria, que en los hechos estima que la resis­tencia puede pasar a la contraofensiva, se despega de las masas y cae en el aventurerismo.

12.- La lucha antidictatorial, como lo han comprobado, a fa­vor o en contra, numerosas experiencias, requiere tener en cuen­ta que la contradicción dictadura-pueblo es la expresión de la contradicción fundamental de la sociedad argentina. Porque ex­presa, del lado de la dictadura al conjunto de las clases domi­nantes que oprimen al pueblo, y por el otro, al conjunto del pueblo, a la burguesía nacional en su conjunto, e incluso a al­gunos sectores terratenientes afectados seriamente por la políti­ca dictatorial. Es muy amplio el probable frente antidictatorial y esto debemos tenerlo siempre presente. Al mismo tiempo, por ello mismo, es fundamental que siempre tengamos en cuenta, par­tamos de la defensa de los intereses de la clase obrera, y tra­bajemos por la alianza obrero-campesina como base de ese frente.
La experiencia de estos años nos enseñó que teniendo como eje principal de nuestra política la contradicción dictadura-pueblo, no sólo creció el frente antidictatorial, sino que también aislamos al enemigo principal: el sector violovidelista, prorruso. Y que al centrar el golpe principal en la lucha antidictatorial contra ese enemigo, contribuimos a debilitar a la dictadura en su conjunto.
¿Cómo articular actualmente la lucha antidictatorial diri­giendo el golpe principal de esa lucha al enemigo principal: el sector terrateniente y de burguesía intermediaria prosoviético, ya que la URSS sigue siendo la potencia imperialista a la que se ha amarrado la principal dependencia de nuestra economía? ¿Cómo golpear a este enemigo cuando éste ha perdido el control del Ejecutivo nacional? Hay que seguir golpeándolo aprovechando que acaba de perder una batalla importante y para ello golpear el caracú de las medidas económicas de la dictadura: el cumpli­miento de los acuerdos de venta de cereales y de carnes a la URSS (modalidad actual del Pacto Roca-Runciman) que firmaron Videla y Viola, acuerdos contrarios a los intereses nacionales y populares; luchando porque aparezcan con vida los detenidos-desaparecidos y se castigue a los culpables de su desaparición, de la que son principales responsables esos mismos personajes; luchando por desactivar el detonante de una posible guerra con Chile que montó el violovidelismo; organizando un gran movi­miento nacional contra la entrega de las obras del Paraná Medio al socialimperialismo soviético; llevando a fondo la lucha por­que la crisis la paguen quienes la causaron y se investigue, y expropie, a los beneficiarios de los grandes negociados de estos años: caso Graiver; escándalos financieros (casos Greco, Trozzo, Saiegh, Oddone, etc.); Papel Prensa; Aluar; negociado de la Íta­lo; etc., etc. Desde este punto de vista la eficacia de la lucha antidictatorial sigue estando unida a la denuncia de la labor concreta de la quintacolumna violovidelista y prodictatorial en el movimiento obrero y popular

13.- Se avecinan grandes conmociones sociales y grandes lu­chas obreras y populares. A su calor deberá construirse el Fren­te Único Antidictatorial que imponga el derrocamiento revolucio­nario de la dictadura y su reemplazo por un Gobierno Popular Revolucionario, que aplique un programa de emergencia nacional y asegure elecciones, verdaderamente libres, a una Asamblea Constituyente, auténticamente soberana.
En relación con los acuerdos que reestructuraron el frente dictatorial, en el seno de la dictadura hay unidad y lucha. En definitiva predominará la lucha. Pero, en lo inmediato, las fuerzas proyanquis y proeuropeas que enfrentaron al violovidelismo, fuerzas que hace un año empujaron la “desestabilización” –relativa y controlada– de la dictadura violista, ahora tratan de estabilizar las posiciones conquistadas, antes de lanzarse a la lucha abierta para conquistar otras. Dan golpes al violovidelismo, como han dado en los medios de información pública (dia­rios, radios, TV) controlados o susceptibles de controlar por el Estado, o en empresas estatales, y avanzan en la conformación de una fuerza política amiga. Pero tratan de estabilizar al equipo de Galtieri y para esto frenan el combate antidictatorial de las masas.
Las fuerzas prosoviéticas, por otra parte, por las razones antes mencionadas, “van armando el mate”; pero no se preparan para cebarlo hasta que no se haya embarcado la cosecha de cerea­les de la URSS (la dictadura ha planteado no avanzar en la pri­vatización de los ferrocarriles hasta después de abril).
Las fuerzas burguesas acostumbradas a viajar en el furgón de cola de yanquis o rusos, blabletean mucho, pero postergan la lu­cha para fines de marzo o abril. Algunos dirigentes sindicales –que están en esta condición– argumentan que “no es conveniente luchar ahora”, aunque la dictadura es débil; que conviene orga­nizarse mejor para que el movimiento obrero “pueda pesar” a la hora de las definiciones. Ocultan así su subordinación a la tác­tica de las fuerzas burguesas proimperialistas; sus negociaciones con éste o aquel sector militar. Muchos años de experiencia han enseñado al movimiento obrero que hay una relación dialéctica entre organización y lucha. Se organiza para la lucha, y ésta ayuda a avanzar y mejorar la organización. En ocasiones hay que privilegiar las labores de organización, pero nunca al margen de la lucha. Esta puede graduarse. No tiene porqué utilizar siempre medios extremos como la huelga o la ocupación de fábrica. Pero como la lucha de clases es permanente, si no se contesta con me­didas de lucha a las medidas de las clases enemigas (despidos, congelación de salarios, cierre de fábricas, etc.) pese a que el enemigo está en una situación difícil como reconocen esos mismos dirigentes, se le facilita a ese enemigo que siga avanzando a costa del proletariado y el pueblo. Que los dirigentes que plan­tean esas posiciones ocultan su subordinación a las fuerzas proimperialistas lo demuestra el contenido de sus propuestas de lu­cha; ya que éstas: o apuntan a negociar concesiones de la dicta­dura en la reorganización sindical y en el restablecimiento de la actividad de los partidos políticos burgueses, como quieren los “galtieristas”; o apuntan a llevar al movimiento obrero a la cola de los planes que en el futuro pueda aprobar la Multipartidaria, como quieren los prorrusos. Estos plantean que “la salida pasa por la Multipartidaria que debe transformarse en Multisectorial” aunque la situación “se definirá con los fusiles”. Esto, “en criollo”, significa: unir el movimiento obrero por arriba; con lo que los jerarcas prorrusos violistas, tipo Triacca, hegemonizarían el movimiento sindical; acoplar esto a la Multipartidaria en donde elementos prorrusos como los dirigentes del MID tienen gran predicamento, acoplar a esa Multisectorial orga­nizaciones empresarias cuya dirección controlan tipo CONAE, mon­tarse en las luchas populares y presionar desde allí a la dicta­dura. Creen que Alemann fracasará y arrastrará con su fracaso a Galtieri, creando condiciones, a mediados de 1982, para cambiar la correlación de fuerzas en el Ejército y voltearlo. En ese momento ellos negociarán por el pueblo desde esa Multisectorial. La Multipartidaria, fracasada la convergencia cívico-militar violista, ha tomado posiciones más opositoras. En su seno se han fortalecido las posiciones combativas, pero no hay ningún hecho público que demuestre que ha abandonado los cinco condicionamientos que aceptó al constituirse: a) apoyar un presidente mi­litar acordado en 1984 a cambio de elecciones legislativas en esa fecha y presidenciales en 1987; b) no exigir la aparición con vida de los detenidos-desaparecidos y el castigo a los cul­pables de su desaparición; c) aceptar la tesis violovidelista de “Atlántico para la Argentina, Pacífico para Chile” en la dis­puta del Beagle y las islas al sur del mismo, desconociendo el Tratado de 1881; d) aceptar las proscripciones e inhabilitacio­nes de la dictadura, por ejemplo, sobre nuestro Partido y otras fuerzas populares, y sobre dirigentes peronistas como Isabel Pe­rón; e) la izquierda a ser reconocida, la izquierda “potable”, termina en el Partido Intransigente.
La clase obrera deberá empujar con independencia la lucha por el derrocamiento revolucionario de la dictadura, sobre la base de la unidad obrero-campesina y el Frente Único Antidictatorial, estructurando para ello un movimiento independiente de prorrusos y proyanquis (lo que llamamos “tercera fuerza”). Desde esta po­sición es necesario articular iniciativas, y acuerdos, con los partidos nacionalistas y democráticos de la Multipartidaria, es­clareciendo que mientras ésta tenga en su seno a quintacolumnas de la dictadura, como el MID, o coquetee con quintacolumnistas violovidelistas como el partido “comunista”, no podrá tener un rol auténticamente antidictatorial.
La dictadura afila sus cuchillos para reprimir al pueblo e imponer sus planes. Pero ya no estamos en 1976. Ha crecido la fuerza y la organización de la resistencia antidictatorial y la dictadura se ha desgastado y aborda graves problemas internos. Fue justo alertar al pueblo y a la clase obrera sobre las posibilidades reales que en su momento (en el período del Mundial de fútbol hasta fines de 1978) tuvo la dictadura para arrastrar a grandes masas populares tras sus objetivos belicistas, objeti­vos subordinados a los planes mundiales del socialimperialismo. Fue principalmente gracias a la lucha por la paz y contra la dic­tadura, lucha que libraron fuerzas muy diversas, como la Igle­sia desde fines de 1978, y, en especial, nuestro Partido, que esos planes fracasaron. La dictadura hegemonizada por el sector prorruso violovidelista no pudo instrumentar a las masas para su línea socialfascista. Fracasaron sus grandes campañas para instrumentar a las masas juveniles para la guerra con Chile, pe­se a que en determinado momento ganaron o confundieron a sec­tores importantes de la juventud y el pueblo. Fracasaron sus proyectos de instrumentar al movimiento obrero tras una CUTA co­laboracionista apoyada en su momento fervientemente por el P“C” y algunos falsos “izquierdistas” y pese a que en determinado momento llegaron a arrastrar a ella a lo fundamental del movi­miento sindical. Fracasaron en su intento de instrumentar a la intelectualidad, pese a que al inicio de la dictadura confundie­ron a algunos intelectuales democráticos, engañados por el tra­bajo de la quintacolumna dictatorial. Fracasaron sus proyectos –muy elaborados y en cierto momento con un desa­rrollo exitoso– de instrumentar a la Multipartidaria para la propuesta de “con­vergencia cívico-militar” del violovidelismo. Fracasaron, pese al apoyo de la quintacolumna violovidelista, en sus planes de instrumentar a las organizaciones del empresariado nacional. Fracasaron por la lucha del movimiento obrero y por la labor enorme realizada por nuestro Partido y fuerzas patrióticas, pa­ra que así sucediera.
Ahora es preciso organizar el movimiento de masas obrero y popular para poder pasar a la contraofensiva contra la dictadura. Esta es la gran responsabilidad actual del Partido.
Eso exige: en primer lugar reorganizar y, o recuperar las comisiones internas, cuerpos de delegados y sindicatos sobre la base del frente único antidictatorial y clasista, librándolos de los co­laboracionistas, y atrayendo, o de no ser posible atraerlos, neutralizando, a los conciliadores con la dictadura; reorgani­zar el movimiento de masas popular en todos sus niveles (del campesinado pobre, barrial, estudiantil, juvenil, femenino, in­telectual); y simultáneamente desarrollar el frente único antidictatorial, y fortalecer en forma sustancial, numérica y cualitativamente, al Partido.

14.- En lo inmediato debemos conceder una gran atención, y colocar en un primer plano en la labor del Partido, en todas las instancias, la lucha por las reivindicaciones económicas y sociales de las masas, contra las medidas económicas de la dictadura, realizando todos los esfuerzos necesarios para organizar esa lucha. Simultáneamente continuaremos organizando el movimiento de solidaridad con la clase obrera y el pueblo de Po­lonia y difundiendo la declaración de la Comisión Política del CC sobre el golpe fascista en Polonia y la próxima Teoría y Po­lítica cuyo editorial trata sobre ese tema; el combate democrá­tico en especial en apoyo al movimiento porque aparezcan con vida los detenidos-desaparecidos y por la libertad de los pre­sos políticos y sociales; la lucha por la paz con Chile; la lu­cha contra la entrega a los rusos de las obras del Paraná Medio; la lucha contra la entrega del petróleo y las riquezas natura­les; y la organización de la lucha de masas en todos los terre­nos.
Con motivo del golpe fascista en Polonia nuestro Partido, junto a fuerzas y personalidades democráticas y antiimperialis­tas realizó una gran labor de denuncia contra el socialimperialismo y su política expansionista y agresiva, política que está atrás del golpe fascista en Polonia. La declaración que en soli­daridad con la clase obrera y el pueblo de Polonia se había firmado a inicios de 1981 fue ratificada por sus firmantes, y consiguió la adhesión de personalidades políticas, de la in­telectualidad, sindicales, juveniles, del movimiento femenino y popular. Esa labor, y el trabajo que estamos realizando para constituir un amplio movimiento de solidaridad con la clase obrera y el pueblo polaco, al igual que declaraciones solidarias aprobadas por distintas fuerzas políticas (caso UCR, socialistas, etc.), sindicales (CGT nacional y algunas provinciales), empresarias (como la Asociación Empresaria de Rosario), unitarias (co­mo las firmadas por importantes personalidades de la región en Tucumán y Comahue; o la que firman dirigentes ferroviarios) y la realización de actividades como la presentación del libro que recoge testimonios sobre el movimiento Solidaridad, o el acto realizado en el Teatro Sha de la Capital Federal, ayudan a tra­zar una línea divisoria en el panorama político nacional con los defensores, amigos y conciliadores con el expansionismo ru­so, lo que es clave para unificar a las fuerzas antiimperialis­tas, enemigas del hegemonismo de las superpotencias que dispu­tan por el control de nuestra Patria. Este movimiento, por ello mismo, debe ser reforzado y el Partido debe darle la ayuda ne­cesaria para que pueda realizar sus tareas solidarias.

15– El trabajo de las organizaciones del Partido recoge la existencia de un momento de reflexión en las masas. Debemos in­vestigar en la práctica de las grandes masas cómo se desarrolla esa reflexión ya que puede ser el prólogo de cambios de impor­tancia en la política nacional.
El peronismo ha logrado hasta ahora impedir que la dictadura lo dividiese. En esto le corresponde un rol fundamental a Isabel Perón. En el peronismo se han fortalecido las posiciones de los sectores nacionalistas y tercermundistas que, en su momento, junto a nuestro Partido, enfrentaron a los golpistas en 1975-1976. Pero no está Perón, y lo que muchos obreros delegaban en él en las luchas posteriores a 1955, y, en parte, luego de 1969, debe ahora ser asumido por las masas, obligadas, crecientemente, a confiar sólo en sus propias fuerzas. El odio a la dictadura se une, en las grandes masas, a la comprensión de que enfrenta a un enemigo fascista, y está acosada por la crisis, desunida, desorganizada y, fundamentalmente, gran parte de sus dirigentes sindicales está entregado a sus enemigos de clase. Busca algo que ha perdido. Si mira para atrás (Semana Trágica; luchas de 1936; década del cuarenta y el cincuenta) con todos los errores que podían tener las direcciones que tuvo, ve que hoy le falta una dirección. Desde este punto de vista es más grave la trai­ción del Partido Comunista que la desaparición de Perón. A las masas obreras les falta, una organización sindical independiente y, principalmente, un gran partido capaz de dirigirla al triun­fo histórico de su lucha. Por eso en las fábricas se han segui­do con tanto interés los sucesos polacos, y se ha plantea­do, insistentemente, “aquí hace falta un Walessa”; o, “aquí hace falta una organización como en Polonia”.
Va terminando también un período en el que el peronismo se unía a las fuerzas prosoviéticas para enfrentar a los yanquis; período en el que creció, dentro y fuera del peronismo, una iz­quierda prosoviética, admiradora de la Revolución Cubana y sus líderes.
Murió Balbín y con su muerte se cierra todo un período histó­rico en el radicalismo. Se ha abierto una lucha sin cuartel por la dirección de la UCR entre distintas fracciones y sectores: unos populares, otros muy vinculados a los terratenientes; unos prorrusos; otros (pequeños) proyanquis; otros, mayoritarios, nacionalistas.
Existe una lucha gigantesca en las fuerzas católicas entre los sectores progresistas y los conservadores; entre “vaticanistas” y prorrusos o proyanquis. Entre partidarios y enemigos del Papa Juan Pablo II.
Crecen nuevas fuerzas de izquierda, muchas de ellas ya cla­ras, o relativamente claras, sobre el carácter imperialista de la URSS, lo que facilita que tomen posiciones verdaderamente antiimperialistas. Esto en medio de un gran debate sobre el so­cialismo y el comunismo, sobre la dictadura del proletariado, sobre las experiencias rusa y china, debate ahora reactualizado por el golpe fascista en Polonia.
La burguesía nacional ha sido muy golpeada. Entre 1976 y 1977 estuvo montada en el furgón de cola de la dictadura. Luego pasó a una crítica cada vez más intensa de la dictadura. Se opera un fenómeno de izquierdización que se manifiesta en todos los partidos burgueses. Izquierdización que como lo demuestra el repudio al golpe fascista en Polonia va teniendo expresiones antirrusas y no solo antiyanquis.
Todo esto se produce en un período histórico signado por la crisis económica que estremece al capitalismo, mundialmente, y por la proximidad de una nueva guerra mundial. Por eso es par­ticularmente importante seguir este proceso de reflexión en las masas juveniles. Seguirlo, en ellas y en general, no de una manera “sociológica” sino compartiendo con las grandes masas sus sufrimientos diarios y sus aspiraciones e ideales, llevan­do a ellas la política del Partido, recogiendo sus opiniones, sintetizándolas de nuevo para una nueva práctica que compruebe o corrija nuestras elaboraciones, y escuchando en especial a las masas más explotadas, a las que generalmente hablan poco sobre “grandes temas” pero son las que en definitiva hacen la historia.
Vivimos en un mundo conmovido por la crisis económica mundial y que va a una nueva guerra. Y vivimos en un país con “una estructura perimida, agotada, incapaz de permitir un desarrollo importante de las fuerzas productivas. Cada intento de empar­charla, como sucedió con la dictadura posterior a 1966, y como sucede con esta dictadura, no hace más que agravar los males que padecemos. La crisis económica actual, crisis coyuntural clásica pero de una magnitud desconocida en lo que va del siglo, tiene ese trasfondo. Por lo tanto todas las contradicciones de la sociedad argentina, contradicciones que la dictadura preten­dió sofocar con su política fascista, vuelven a salir a luz, a-gravadas ahora por esa política dictatorial.” (Resolución Polí­tica del CC del PCR. 17/18 de octubre de 1981).
Existen buenas condiciones para desarrollar lo que hemos de­nominado “tercera fuerza”. Una fuerza democrática y antiimpe­rialista que afronte las tareas de la liberación nacional y que, en esa perspectiva, melle la fuerza que en los sectores de iz­quierda aún conservan los prosoviéticos. Estos deberán pagar su apoyo a la invasión de Afganistán y al fascismo polaco; su apo­yo a la dictadura violovidelista; y sus acuerdos actuales con sectores proyanquis y proimperialistas sobre la base de la ex­plotación y la sangre de nuestro pueblo.
Como planteó la reunión del CC de diciembre de 1981 existen condiciones favorables para recuperar sindicatos importantes para un frente único de comunistas revolucionarios, clasistas y peronistas.
Tendremos que mantener una línea de iniciativas permanentes hacia la multipartidaria nacional y sus filiales provinciales y locales.
Hay un gran debate en las Fuerzas Armadas. En la tropa de soldados, en la suboficialidad, y en la oficialidad. Se discute sobre todo lo sucedido en estos años. Hay una gran decepción y una indignación creciente por la corrupción que gangrena a las Fuerzas Armadas. El propio discurso de Gal­tieri, al asumir la presidencia, no pudo menos que reflejar esa decepción.
Existen condiciones buenas para fortalecer al Partido, especialmente en aquellos lugares donde las masas nos han ido cono­ciendo a través de la experiencia de lucha de estos años. Si en definitiva la clave para el triunfo de la revolución está en la existencia de un poderoso partido revolucionario, el Partido de­be tener claro este objetivo estratégico de su trabajo, y esto debe serle planteado así a las masas obreras y populares, ya que la resolución de ese problema no sólo es cuestión de los mi­litantes del Partido sino también del proletariado y de todos los revolucionarios.