Margarita Foyel era hija de un jefe mapuche y estuvo 130 años exhibida en vitrinas del Museo de La Plata, tras ser capturada por las milicias de Julio A. Roca durante la campaña del Desierto.
Margarita Foyel era hija de un jefe mapuche y estuvo 130 años exhibida en vitrinas del Museo de La Plata, tras ser capturada por las milicias de Julio A. Roca durante la campaña del Desierto.
Luego de interminables reclamos de las comunidades, el 20 de noviembre fueron restituidos los restos de Margarita Foyel, hija del lonko (jefe) mapuche Foyel, en el territorio ancestral de su comunidad de Las Huaytecas, en el oeste de Río Negro, 90 kilómetros al sur de Bariloche.
La ceremonia de inhumación comenzó el jueves al atardecer y se extendió al día siguiente durante todo el día desde antes del amanecer, con distintos ritos religiosos originarios y una profunda emoción de todos los presentes, grandes y chicos de comunidades indígenas de Río Negro, Chubut, Neuquén y Mendoza.
El cortejo con los venerados restos provino de la localidad chubutense de Tecka, a 300 kilómetros de Las Huaytecas, donde habían sido llevados tras su restitución a su comunidad en 2014, en el santuario del lonko mapuche-tehuelche Inakayal, cuyos restos fueron restituidos en conjunto con otros. La mujer mapuche fue enterrada al pie del cerro Serrucho, en el margen oeste del cipresal de Las Huaytecas, bajo una suave llovizna, que algunos de los asistentes interpretaron como “lágrimas emocionadas” de Margarita Foyel en su regreso al territorio.
“No tenemos palabras para definir este momento, han sido tantos años de lucha, martirio, avasallamiento, crímenes de genocidio, para que hoy Margarita pueda volver a su territorio. Es uno de los primeros pasos que estamos dando, porque aún nos quedan muchos para seguir dando”, expresó una referente de Las Huaytecas.
Por su parte Lorena Cañuqueo, antropóloga e integrante de la comunidad de Rincón Chico Lof Mariano Epulef, se refirió al concepto de genocidio con el que los científicos analizan la conquista militar de Roca y la colaboración de civiles como el perito Francisco P. Moreno, naturalista y explorador de la región, fundador y primer director del Museo de La Plata, donde terminaron cientos de restos mortales de pobladores originarios de todo el país. “Fue muy profundo el grado de violencia y racismo que existió como mecanismo de expulsión de los habitantes originarios de los territorios, y el sadismo de los intelectuales fundantes del Estado nacional. Cuando eso se establece como política de Estado, estamos hablando de un genocidio”.