Las retenciones son un impuesto que cobra el gobierno sobre lo que se exporta, en este caso los productos agropecuarios, a los que se les saca un porcentaje sobre el precio internacional.
El aumento a las retenciones hace que se reduzca el precio interno de esos productos, incidiendo sobre toda la producción, sea para la exportación o sea para el mercado interno. Es un impuesto que al no ser aplicado directamente sobre la renta y las ganancias extraordinarias (como serían un impuesto inmobiliario rural acorde al precio de la tierra y uno progresivo a las ganancias), afecta también a los arrendatarios y contratistas que tienen que tributar renta a los latifundistas e incluso a los propietarios que no tienen renta por producir en tierras menos productivas o tienen limitada su ganancia por producir con mayores costos.
El retrotraer la situación al 10 de marzo es una consigna justa porque las retenciones perjudican principalmente a los pequeños y medianos productores, más aun a los que siembran y cosechan en tierra de otros quedándoles solo un porcentaje del rinde, y a los que producen en las tierras de menor fertilidad. Por supuesto que es una consigna en la cual acuerdan los terratenientes y pools, pero no por eso los explotados y oprimidos del campo deben dejarla de lado, porque sobre sus espaldas es en definitiva donde se descarga el principal peso de las retenciones. Retrotraer la situación al 10 de marzo es hoy la clave en la lucha porque las retenciones sean segmentadas y coparticipables y para avanzar en las demás cuestiones que hacen a las condiciones de producción y de vida de los chacareros, contratistas y obreros rurales.
El gobierno kirchnerista no solo se ha negado a colocar en la agenda la discusión el nuevo aumento en las retenciones que fue el detonante de la rebelión agraria, sino que en una verdadera actitud provocativa, de manera unilateral, volvió a anunciar que devolvería a los productores de menos de 150 hectáreas y de 500 toneladas de producción lo que excediera el 35% de retención, lo que significa hoy apenas un 5% de devolución. Esto es una clara maniobra divisionista, ya que la Federación Agraria propone que se devuelva un 15% hasta las 1.000 toneladas, un 10% de 1.000 a 1.500 y un 5% de 1.500 a 3.000.
Hoy no hay ningún chacarero que con 150 hectáreas pueda siquiera mantener un tractor y una sembradora modernos, y menos si es arrendatario, por lo que si quiere sobrevivir como agricultor no le queda otra que conseguir más tierra arrendando o convertirse en contratista con sus hijos, trabajando con sus herramientas las tierras de otros.
Y si así trabaja más de 150 hectáreas u obtiene más de 500 toneladas de granos, tendrá que pagar igual retención que el gran terrateniente o el pool.
Estos chacareros y contratistas, y sus hijos, son la principal fuerza en el sostenimiento de la protesta agraria, porque en esta lucha se les va la vida.
03 de octubre de 2010