Como si una máquina del tiempo nos trasladara a otras épocas, el jueves 27 de noviembre, en el auditorio del Anexo A de la Cámara de Diputados, la diputada chaqueña del PRO Marilú Quiróz (firmemente alineada con el presidente Milei), logró lo que especialistas, sociedades médicas y diputados de distintos bloques habían tratado de evitar: un encuentro antivacunas en el Congreso bajo el lema: “Qué contienen realmente las vacunas Covid-19”, en el que durante más de siete horas se presentaron datos sin ninguna evidencia científica.
La autorización para la realización del acto la dio Martín Menem, presidente de la Cámara de Diputados, pese a las advertencias sobre el riesgo sanitario y el impacto en la población en momentos en que la vacunación retrocede a niveles peligrosos en Argentina.
Es conveniente rebatir los argumentos y desnudar los objetivos de la reunión en cuestión porque atentan contra la salud pública. Numerosas organizaciones científicas, universidades, etc. se han expresado rechazando los argumentos presentados.
Los argumentos del Movimiento Antivacunas
“Las vacunas no fueron responsables del descenso de las enfermedades”: El patrón epidemiológico muestra descensos abruptos de enfermedad tras la vacunación, imposibles de explicar por factores paulatinos como la higiene. En países donde bajó la cobertura, reaparecieron brotes inmediatamente.
“Las vacunas causan autismo”: Estudios con más de 12 millones de niños sin asociación entre vacunas y trastornos del espectro autista (TEA). No existe mecanismo biológico plausible que vincule antígenos vacunales con neurodesarrollo.
“Las vacunas debilitan el sistema inmune”: La carga antigénica total del calendario actual es menor que en los años 80 gracias a vacunas más purificadas. Las vacunas inducen memoria inmunológica y, en algunos casos, inmunidad entrenada (sarampión, BCG) con protección inespecífica adicional.
“Las vacunas tienen mercurio y aluminio tóxico”: Se elimina rápidamente (vida media corta). El aporte de aluminio por vacunas es mucho menor que por alimentación.
“No vacunar es una decisión individual”: La inmunidad comunitaria requiere coberturas mayores a 90–95% para virus de alta posibilidad de contagio (ej. sarampión). Las personas no vacunadas actúan como reservorios que permiten la circulación. Amenazan a quienes no pueden vacunarse: bebés, gestantes, inmunodeprimidos.
La salud pública se basa en el principio de solidaridad epidemiológica, término que este gobierno no tiene incluido en su vocabulario ni en sus niveles de comprensión cerebral.
En la pandemia, sectores antivacunas y terraplanistas (en Argentina aliados al PRO, los actuales mileístas, y los opositores a tomar medidas paliativas para el pueblo en esa grave situación), inventaron que las vacunas tenían componentes que transmitían o incidían en la conducta de las personas vacunadas. Por supuesto esto no tiene ningún aval ni demostración científica. Tiene el mismo rigor que los que proponían tomar Oxido de Cloro para prevenir la COVID. Tomar Oxido de Cloro es similar a tomar lavandina comercial de concentración 60 mg/litro sin diluir: es perjudicial para la vida humana.
“La vacuna produce imantación”
Además de que otro o el mismo supuesto hombre imán ya había hecho su espectáculo en el año 2014 en un programa televisivo, la razón por la que, en ocasiones, objetos metálicos se quedan pegados a la piel se debe a un fenómeno físico llamado “tensión superficial” debido a la transpiración del humano y no tiene relación con las vacunas.
Argentina llegó a poner en actividad todo su equipo científico tecnológico, y en consecuencia tiene una vacuna propia nacional, y tuvo varios proyectos más en desarrollo que se paralizaron por falta de medios pero que nos hubieran permitido dominar varias plataformas útiles para otras enfermedades además de la COVID. Desarrolló, además, equipos de diagnóstico y de bioseguridad de protección personal.
La política de Milei, coherente con estas posiciones antivacunas, ha relajado la vacunación y ha atacado al sistema científico tecnológico y a los equipos de salud. Chile acaba de declarar una alerta sanitaria ante la reaparición de casos de sarampión en Argentina.
Según la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) y reportes de prensa, en 2024, la cobertura de la vacuna Triple viral (sarampión, rubéola, paperas) aplicada a los 5 años cayó al 46 %, muy por debajo del 95 % considerado óptimo para inmunidad colectiva.
También se reporta una caída del refuerzo antipoliomielitis (y de otras vacunas del calendario) a valores similares (menores al 50 %).
En un informe reciente se indica que ninguna de las 32 vacunas del calendario nacional alcanzaba en 2025 la cobertura óptima del 95%.
Datos oficiales parciales de 2025 (hasta noviembre) de la Dirección de Control de Enfermedades Inmunoprevenibles muestran para algunas dosis del calendario nacional cifras inferiores a las históricas: por ejemplo, para las vacunas básicas de la infancia (quíntuple, etc.), las coberturas reportadas rondaban 65-70% en varias dosis.
Un ejemplo concreto: en 2025, según esos datos provisionales, la primera dosis de la quíntuple tenía aproximadamente 69,7%; la segunda dosis cercano al 69,0%; la tercera 64,9%; los refuerzos posteriores incluso más bajos.
En 2024 se registraron casi 115.000 bebés menores de 18 meses que no completaron esquemas esenciales, según la SAP.
Estas cifras son usadas por medios de prensa y por alertas de sociedades científicas como indicadores de “caída histórica” de vacunación.
A modo de epílogo
Se trató de un espectáculo circense con el “hombre imán”, con ignorancia anticientífica prehistórica, como sostén de la política de abandono de la salud pública del gobierno, como un mecanismo adicional para gastar menos en vacunas promoviendo el temor a ellas, para reafirmar argumentos del mileísmo.
Pero no se puede descartar una maniobra para ocultar los verdaderos problemas del Pueblo y de la Patria en medio de la entrega nacional, el ajuste sin fin, los salarios y jubilaciones por el suelo, el ataque a los discapacitados, el alquiler de viviendas y las tarifas por el cielo, los arrendamientos agrarios impagables, la falta de tierra para trabajo y vivienda, la quiebra de industrias, la desocupación que crece, la recesión que no cesa, de la deuda externa que nos ahoga, la destrucción educativa, científica y sanitaria intencional, el fracaso del plan económico en crisis terminal, la sumisión e indefensión argentina, los peligros de desintegración territorial y el fantasma de convertirnos en semicolonia.…
Mientras tanto, la Gendarmería reprime a jubilados y discapacitados en lugar de vigilar nuestra porosa frontera ante el narcotráfico, el tráfico de personas y niños, y el contrabando cerealero. Y la Prefectura reprime en Plaza Congreso en lugar de controlar el quinto litoral marítimo del mundo, el nuestro de 6.800 km de extensión.
El nuevo ministro de Defensa debiera pensar si su participación no está comprometiendo a las fuerzas armadas en este proyecto de sumisión e indefensión nacional, conciliación con el usurpador inglés y sometimiento lacayuno a la política de Trump, al punto de promover reuniones antivacunas como lo haría el ministro de Salud de EEUU, Kennedy, que sostiene posiciones análogas.
hoy N° 2089 10/12/2025
