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06 de febrero de 2013

Revolución radical y movimiento obrero II

Crónicas proletarias

 Vimos en la columna anterior, la posición de la dirección del Partido Socialista frente al levantamiento conocido como la “revolución radical” de 1905. Dentro de este partido, se venía desarrollando una corriente, que al año siguiente sería “invitada” a retirarse, los “sindicalistas revolucionarios”, que sostuvieron posiciones diferenciadas a la del Comité Ejecutivo del PS. Esta corriente, en 1905, controlaba el periódico partidario La Vanguardia, y era mayoritaria en la Unión General de Trabajadores (UGT), la federación controlada por los socialistas.
Recordemos que el levantamiento radical se dio en momentos de una oleada de huelgas muy importante, respondida por una feroz represión por parte del gobierno oligárquico, que el mismo día del levantamiento decreta el estado de sitio y clausura los locales obreros.
La dirección del PS planteaba que la actitud de los trabajadores “frente a estos desmanes que caracterizan la inmoralidad del sistema capitalista, debe ser, en cuanto sea posible, la de un espectador tranquilo, que con la más completa prescindencia, contempla como se devoran entre sí sus mortales enemigos” (LV, 11/02/1905). Al número siguiente, reflejando el debate interno, sale un editorial en el que se afirma que con estos hechos se ha “roto el molde de la legalidad burguesa por individuos pertenecientes a la misma clase que la forjaron”, y que “la clase trabajadora, implícitamente, queda fuera de ella, y llevada por la fuerza de las circunstancias… a una situación dubitativa, cuya solución se hace apremiante y peligrosa”. Pese al lenguaje enrevesado, se ve una diferencia con la dirección del PS a la que achacaba (sin nombrarla) “un legalitarismo absoluto y preciso”.
En un número posterior de La Vanguardia (18/02/1905), otro artículo plantea que “el proletariado de la Argentina… sabrá redoblar sus energías en la hora presente para burlar las persecuciones burguesas y no interrumpir la propaganda de sus grandiosos y nobles ideales”, aconsejando tomar medidas de acción directa en los gremios, resistir, y burlar al Estado de Sitio. Esta toma de posición, que no descartaba la utilización de la violencia, desató una tempestad en el Comité Ejecutivo del PS, donde Nicolás Repetto propone una “moción de censura” al director de La Vanguardia, Luis Bernard.
Este debate se trasladó a la UGT, que primero se había desvinculado del levantamiento, y luego saca una resolución llamando a los trabajadores a una “enérgica resistencia” de carácter “netamente revolucionaria”, ante la brutalidad de la clase capitalista.