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05 de junio de 2013

El domingo 2 de junio, miles de personas salieron a las calles en toda Turquía por tercer día consecutivo, en masivos enfrentamientos con  las fuerzas represivas del gobierno del primer ministro Erdogan. Reclaman la dimisión del gobierno.
 

Revuelta popular en Turquía

Miles piden la dimisión del primer ministro

 En Estambul, las manifestaciones comenzaron el lunes, con una sentada contra la destrucción de 600 árboles en Estambul Gezi Park, junto a la plaza Taksim, para construir un centro comercial, y rápidamente derivaron en violentos enfrentamientos en esta ciudad, la capital Ankara y otros lugares del país, por parte de miles de personas que reclaman contra la creciente fascistización que trata de imponer el gobierno de Erdogan.

 En Estambul, las manifestaciones comenzaron el lunes, con una sentada contra la destrucción de 600 árboles en Estambul Gezi Park, junto a la plaza Taksim, para construir un centro comercial, y rápidamente derivaron en violentos enfrentamientos en esta ciudad, la capital Ankara y otros lugares del país, por parte de miles de personas que reclaman contra la creciente fascistización que trata de imponer el gobierno de Erdogan.
La represión ha sido feroz, y la policía ha descargado una brutal cantidad de gases lacrimógenos, hasta desde helicópteros. La intensidad de éstos ha sido tal que han provocado ceguera permanente en al menos 6 personas, denuncian los partidos y organizaciones de oposición. Amnistía Internacional dice que son 3 los muertos por la represión.
Las organizaciones han unificado sus demandas y emitieron una declaración conjunta el domingo desde la Plaza Taksim, que se ha transformado en el centro de la revuelta. La principal de las demandas es la dimisión del gobierno de Erdogan, además de reclamar por la libertad de todos los detenidos en las acciones policiales (sólo el viernes se contabilizaron más de mil detenidos), que se detengan las obras en la Plaza Taksim, así como que se detenga el cercenamiento de las libertades democráticas.
Durante el viernes y el sábado, los agentes antidisturbios intentaron dispersar a los manifestantes con gas lacrimógeno y camiones con chorros de agua. El sábado por la tarde la policía terminó retirándose del centro de Estambul, con lo que la plaza Taksim quedó en manos de las masas. Miles de personas celebraban lo que consideraban una victoria contra el “autoritarismo” de Erdogan.

 

Crece la solidaridad popular
El primer ministro Recep Tayyip Erdogan, en el poder desde 2003, está llevando adelante un creciente proceso de cercenamiento de libertades, en nombre del islamismo. En un país como Turquía, con una tradición laica casi centenaria –a partir de las reformas de Mustafá Kemal Atatürk, el fundador de la actual República Turca en 1923– el gobierno ha eliminado restricciones a la presencia de la religión en la educación pública, e impulsó una ley en el Parlamento que limita la promoción y el consumo de alcohol.
La demanda para que no se construya el centro comercial en el parque adyacente a la Plaza Taksim, une tanto los reclamos de sectores ecologistas, como a sectores populares que recuerdan que “el parque Gezi es parte de la simbólica plaza de Taksim, donde en 1977 murieron 37 trabajadores por la policía durante una manifestación del Primero de Mayo”, expresó un manifestante.
Otro rasgo del autoritarismo denunciado en las movilizaciones, es la creciente censura en la prensa, que casi no ha cubierto la revuelta. Organizaciones de derechos humanos han informado que el gobierno de Erdogan es “el mayor encarcelador de periodistas del mundo”, con 49 reporteros en prisión.
El descontento con las políticas de Erdogan tiene una base en que, pese a los altos índices de crecimiento económico, no ha mejorado el nivel de vida de grandes masas, y se ha profundizado la superexplotación. Además, Turquía se alinea crecientemente con la política agresiva de la OTAN interviniendo en Siria, país con el que tiene una extensa frontera. En las manifestaciones se ha visto la participación de sectores religiosos, incluso mujeres con velo, lo que es destacado por los partidos de oposición y por la izquierda, evidenciando que el centro de las demandas es el autoritarismo creciente del gobierno.
En el curso de los días de enfrentamiento con la policía, una enorme solidaridad se desplegó en todo el país. Los habitantes en las casas, hoteles, comercios y hasta restaurantes albergaban a los que escapaban de la policía, mientras desde lo alto de los edificios “llovían” macetas contra los carros de asalto.
Como muestran las fotografías, en la revuelta tienen activa participación sectores de trabajadores, estudiantes, capas medias con sus cacerolas, y se han visto ondear banderas rojas y flameadoras con el rostro de Mao Tsetung.  n