Después de la histórica lucha iniciada a mediados de enero, donde se tuvieron más de 12 días los galpones parados, se cortaron rutas, se movilizaron más de 4.500 obreros hacia el Ministerio de Trabajo y se bloqueó el puerto de San Antonio, los obreros consiguieron el 29% de aumento de salario de bolsillo, 17% de productividad, agregar una paritaria en junio/julio para ajustar el salario a la inflación y todavía quedó en discusión la paga de los días caídos.
–¿Cómo recibieron en los galpones la noticia del aumento?
–Nos llenó de alegría, ya que creíamos que no nos iban a dar lo que pedíamos. La gente en las distintas secciones que tiene el empaque de frutas vio como un gran triunfo este resultado, y principalmente se pudo echar por tierra un balance que venía quedando, que al final la lucha no sirvió, porque nos traicionaron. Hoy queda claro que el gremio, con López a la cabeza, está en acuerdo con el gobierno y las empresas, pero que si se mantiene la lucha y la unidad de los obreros, ellos quedan condicionados. Hoy la sensación es que solo con la unidad, la lucha y con el terrible revuelo que armamos se puede ganar.
–¿Por qué pensás que el laudo salió favorable?
–Primero porque la lucha que conmovió a la provincia fue tan grande que dejó en claro que ya no nos pueden imponer los miserables aumentos que nos proponían. Pero hay otros dos fundamentales, uno es que en Roca ante las palabras de la presidenta y la renuncia del árbitro marcharon más de 200 compañeros al Ministerio de Trabajo, se llamó a plenario en Cipolletti y se preparaba un movilización para el día lunes.
En todas las seccionales se volvía a ver que se hacía, se volvió a remover el avispero. No había ganas de paro pero sí de seguir en las calles, la gente tenía una bronca que les desbordaba. Y por último, había ganas de unirnos con la gran lucha que vienen dando los maestros, cuando intentaron que no podamos confluir en todas las luchas que se dieron, estaban desesperados cuando se empezaban a correr los rumores de que si esta semana no resolvían el laudo, maestros y obreros de la fruta iban a paralizar la provincia. Eso los espantaba, y de ahí parte de la resolución del laudo.
–¿Cómo sintieron las palabras de la presidenta en los galpones?
–Con terrible bronca. Fueron los temas obligados en baños, pasillos y hasta en el torneo de fútbol del gremio. No había un obrero que no insultara con palabras terribles a la presidenta.
Además fue una provocación, porque el laudo se venía retrasando y aparece una solicitada en el diario Clarín, de las mayores exportadoras de fruta, pidiéndole a la presidenta que no dé ese aumento a los obreros de la fruta, porque en plena paritaria docente, ese resultado puede ser un mal ejemplo y precedente para el resto de los trabajadores. Es ahí cuando la presidenta sale a hacerse eco de esa solicitada y renuncia el árbitro. Menos mal que Cristina K no vive acá porque con la bronca que había, yo creo que le prendían fuego la Casa de Gobierno.
Lo bueno es que ya casi no hay dudas de para quiénes juegan Cristina, Saiz, Tomada y Pichetto Y como parecerían estar empecinados que nosotros paguemos las bajas en la ventas que tuvieron las empresas. Ese no es problema nuestro.
–¿Influye la lucha en las elecciones de delegados?
–Sí, fue clave para que en estos días volvamos a definir quiénes nos representan. Porque sinceramente hay delegados de todos los tipos. Los que acuerdan con los jefes, los que escuchan a los compañeros, los más dudosos, los más combativos. De todo. Pero en empresas como la que trabajo yo, están muy atentos a quiénes pueden ser, por la forma de desenvolverse los que pintan para delegados. Y a esos los echan o los cambian de galpón. Hay mucha persecución.
Pero después de la esta lucha, quedó claro que hay que cambiar a los traidores y poner otro tipo de delegados. A las empresas se les complicó la mano, porque fuimos cientos los que pintamos para delegados, se creció mucho en unidad y en el conocimiento de nuestros derechos. Ese es un triunfo agregado que tuvo esta lucha.