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23 de abril de 2020

Río Negro: “Sabemos de batallas y de las más duras”

En los barrios de Río Negro, las emergencias sanitarias, alimentarias, habitacionales, se profundizaron. Sin embargo la juventud nucleada en la CCC, la CEPA y el movimiento “Ni un pibe menos por la droga” les hacen frente con organización, protagonismo y solidaridad activa. Compartimos reflexiones de los y las compañeros/as rionegrinos a más de un mes del aislamiento social y obligatorio.

Cuando decíamos que estábamos en emergencia, era en serio. Y quienes no querían creer, pueden mirarnos ahora, en medio de la pandemia del coronavirus. Somos los que no tenemos nada para perder. Contando monedas en bolsillos secos, sin changas en el barrio y varias bocas para alimentar. Nuestros hermanitos descalzos esperan la copa de leche y, sin abrigo, los primeros fríos tocan la puerta de nuestras casas. ¿Sabés lo que es tener 18 años y no saber qué va a pasar mañana? Nadie sabe. Pero seguimos luchando porque es lo único que sabemos hacer. Acá no se rinde nadie, ni aún en pandemia, algo nuevo que nunca habíamos vivido. Lo importante es que estamos al pie de la lucha y el combate, porque somos los jóvenes de la Corriente Clasista y Combativa (JCCC) y militamos todos los días por “Ni un pibe Menos por Droga”, así es que sabemos de batallas, y de las más duras.

La emergencia sanitaria es la principal lucha que tenemos ahora. Pero nos encontramos con que la emergencia alimentaria, habitacional, la emergencia en violencia de género y adicciones no sólo siguen, sino que se hicieron más profundas. “Antes de la pandemia, en el comedor Esperanza y Lucha de Fiske Menuco (Roca) dábamos viandas a 140 familias y ahora damos a más de 200, contó Ailen, coordinadora de la JCCC Río Negro. Con tan solo 18 años ella es una de las compañeras que se puso al frente de garantizar el plato de comida y la copa de leche cada día; junto a brigadas de compañeros de la JCCC, la CAAC (Centro de Acompañamiento y Atención Comunitaria) Ruca Piuke, la JCR (Juventud Comunista Revolucionaria) y voluntarios universitarios de la CEPA (Corriente Estudiantil Popular Antiimperialista).

La primera semana de cuarentena, se anotaron más de 30 jóvenes de distintos lugares para ayudar a sostener los comedores y merenderos, porque mantenerlos abiertos era la principal necesidad. Con hambre, el virus entra como quiere y hace desastres. Para atender lo urgente, juntamos donaciones, hicimos una campaña para juntar aportes de “NiUnPibeMenosPorLaDroga”, hicimos jornadas de entrega de ropa, frazadas, alimentos y frutas a los vecinos.

Ailen contó que desde que empezó la pandemia, comenzaron a crecer los comedores y merenderos. “Es muy difícil la situación que estamos viviendo”, opinó, ya que “nos piden que estemos en cuarentena, pero en casas muy precarias donde conviven familias muy grandes, sin gas y sin agua”, dijo Ailen. La demanda de IFE (Ingreso Familiar Extraordinario) fue impresionante en la provincia.

“El barrio entró en cuarentena y hay miedo de enfermarse. Pero el miedo no es solamente por la pandemia, sino por vivir el día a día. El miedo de no poder salir a laburar, no tener un peso y de repente no tener el manguito ni para comprar pan. Es lo que más angustia”, relató Karen, referente de la CAAC Ruca Piuke de Fiske Menuco. En la cuarentena, los nenes/as salen afuera a jugar un ratito. “En las casas viven ocho o diez personas, se duerme de a seis en una sola habitación. Muchas veces no hay baño, la letrina está más lejos. Salir a jugar a veces es necesario para la salud mental”.

Desde la CAAC, desde un primer momento, el equipo de trabajo se puso la camiseta. No se podía salir, pero sí se podía estar y ayudar, seguir acompañando. Se lanzaron las guardias telefónicas todos los días y la asistencia a usuarios, además del trabajo sostenido desde el comedor y merendero.

Martín, uno de los voluntarios de un terciario, contó su experiencia yendo a ayudar a un merendero. “Hay que valorar todo el laburo de la CCC para conseguir los alimentos”, dijo, ya que a veces por falta de ayuda estatal, mucha gente se queda sin comer. “Las pibas están siempre tratando de rebuscárselas para no dar siempre lo mismo en la merienda. Preparamos compota, pastafrola, rosquitas, pochoclos. En el comedor, tortilla de papas, de todo. Siempre rebuscándonos con lo que hay”, contó. La idea es darle una alegría, algo rico a los chicos/as.

Pero además de comida y una copa de leche, hay muchas otras necesidades. Por eso, los voluntarios/as buscan formas de ayudar, por ejemplo, con las clases virtuales ya que hay muchos chicos/as que no tienen los medios: computadora, celular y acceso a internet. “Pensamos en armar guardias”, contó Tincho, el problema es la falta de conectividad en los barrios alejados del centro.

 

 ¿Cuál es nuestro rol para combatir la pandemia?

Primero, saber que somos nosotros -los jóvenes- los que tenemos las condiciones para estar en la primera línea de batalla y ponerle el cuerpo a las emergencias. “Como JCCC cuidamos a los compañeros mayores y los de riesgo, que ellos se queden en casa en aislamiento y nosotros nos ponemos a la cabeza de comedor y merendero”, dijo Ailen.

Segundo, sabemos que es una batalla colectiva y que acá nadie se salva solo. Porque el problema es social, y muy grande. Fuimos viendo que no éramos solo nosotros y nuestros compañeros, sino que somos cada vez más los que estamos en emergencia y por eso la salida es apelar al conjunto y al protagonismo de las amplias mayorías.

Tercero: sabemos que después de esto, algo tiene que cambiar. Como dijimos al principio, esto es en serio. Las emergencias tienen que ser Ley y las vidas se salvan con plata, la solidaridad no tiene límites, pero sí espaldas angostas. Mientras haya hambre en el pueblo, no va a haber salud. Ya no hay más tiempo para parches.

Así como la lucha contra la droga la vamos a ganar con políticas de fondo, con educación con trabajo digno, con cultura y deporte en los barrios, así también podemos ganar la lucha contra el coronavirus. El sistema de salud destrozado que nos dejó Macri, tiene que cambiar. Con políticas de prevención, con alimento para todos, con un sistema público de salud fuerte, con presencia y recursos en los barrios, con muchos más profesionales, médicos y enfermeros.

Los que se llenaron los bolsillos de plata con nuestros recursos y con nuestro trabajo, hoy tienen que pagar. En ese camino, Juan Carlos Alderete y Verónica Caliva, nuestros diputados del PTP en el Frente de Todos, presentaron un proyecto de Ley que busca implementar un Impuesto Extraordinario a las grandes fortunas. Con esa plata tenemos que construir los cimientos de otra Argentina: una argentina independiente y soberana, con industria y desarrollo nacional, donde el techo, la tierra y el trabajo, no sean solo un sueño borroso para nosotros/as, los jóvenes. Vale la pena seguir luchando porque como dice el Che, “sí el presente es de lucha, el futuro es nuestro”.

Nota de opinión de Revista Chispa