Rosa Luxemburgo había nacido en Polonia, el 5 de marzo de 1870 o 1871. Fue miembro del Partido Socialdemócrata del Reino de Polonia desde edad temprana, lo que hizo que tras su desbaratamiento tuviera que escapar a Zurich, Suiza. Luego, emigró a Alemania. Allí militó activamente en el Partido Socialdemócrata Alemán (SPD), defendiendo inclaudicablemente el marxismo revolucionario frente al revisionismo, y rompió con la dirección del SPD al comienzo de la Primera Guerra Mundial en 1914, cuando esa dirección concilió con los terratenientes y la burguesía alemana en la “defensa de la patria”.
Junto con Carlos Liebknecht, Clara Zetkin y Franz Mehring, creó el grupo Internacional el 5 de agosto de 1914, el cual se convertiría posteriormente el 1 de enero de 1916 en la Liga Espartaquista. En 1917, la Liga Espartaquista se afilió al Partido Socialdemócrata Independiente de Alemania (USPD). El 9 de noviembre de 1918 el USPD llegó al gobierno junto con el SPD, tras la abdicación del kaiser Guillermo II y tras el levantamiento conocido como la Revolución de Noviembre alemana. El 8 de noviembre, los comités de trabajadores y soldados controlaban la mayor parte del oeste de Alemania, dando lugar a la formación de la República de Consejos (Räterepublik), basada el sistema semejante de sóviets desarrollado en la revolución rusa de 1905 y 1917.
La insurrección de Berlín
El 1 de enero de 1919 la Liga Espartaquista junto a otros grupos socialistas y comunistas crearon el Partido Comunista de Alemania (KPD), principalmente gracias a la iniciativa de Carlos Liebknecht y Rosa Luxemburgo. Pese a la traición de la dirección del SPD, el auge revolucionario de las masas no se había detenido en Alemania, produciéndose entonces la insurrección de Berlín. En respuesta al levantamiento obrero y popular, el presidente de la República de Weimar, el socialdemócrata Friedrich Ebert, dio órdenes a las tropas de asalto para sofocarlo. Aplastada la insurrección, Rosa Luxemburgo y Carlos Liebknecht fueron capturados en Berlín el 15 de enero de 1919, siendo asesinados ese mismo día.
Tras su asesinato en la noche del 15 de enero de 1919, los hombres del cuerpo de asalto arrojaron el cadáver de Rosa Luxemburgo desde un puente al canal. Al día siguiente toda Alemania sabía ya que la mujer que en los últimos veinte años había desafiado a todos los poderosos y que había cautivado con su oratoria en innumerables asambleas, estaba muerta.
Más de cuatro meses después, el 31 de mayo, se encontró el cuerpo de una mujer junto a una esclusa del canal. Se podían reconocer los guantes de Rosa Luxemburgo, parte de su vestido, un pendiente de oro. Pero la cara era irreconocible, ya que el cuerpo hacía tiempo que estaba podrido. Fue identificada y se le enterró el 13 de junio de 1919.
Lenin, el gran dirigente de la revolución proletaria en Rusia, de cuya muerte en 1924 se cumplen 101 años este 21 de enero, escribió sobre Rosa en febrero de 1922, en respuesta a sus detractores socialdemócratas: “Vamos a contestar a esto con dos líneas de una estupenda fábula rusa: Una águila puede en ocasiones descender más bajo que una gallina, pero una gallina jamás podrá ascender a la altura que puede hacerlo una águila. Rosa Luxemburgo se equivocó en la cuestión de la independencia de Polonia; se equivocó en 1903 en su apreciación del menchevismo… Pero a pesar de todas esas faltas fue y sigue siendo una águila; y no solamente su recuerdo será siempre venerado por los comunistas de todo el mundo, sino que su biografía y la edición de sus obras completas (con las que los comunistas alemanes se retrasan en forma inexplicable, lo que parcialmente se puede disculpar pensando en la insólita cantidad de víctimas que han registrado en su lucha) representarán una valiosa lección para la educación de muchas generaciones de comunistas de todo el mundo” (Lenin: “Notas de un publicista”, publicado en Pravda, núm. 87, 16 de abril de 1924, Obras completas, tomo 33).
hoy N° 2042 15/01/2025