Con un acampe y quema de cubiertas, los trabajadores de la fábrica de heladeras Briket, ubicada en la zona sur de Rosario, han iniciado la lucha por la inmediata reincorporación de los 76 despedidos (de planta y contratados), en el marco del reclamo que ya venían realizando por aumento salarial desde hace dos meses ante la Secretaría de Trabajo de la provincia de Santa Fe.
También forman parte de esta lucha los trabajadores despedidos de Bambi, otra fábrica de heladeras de la zona. Este conflicto se desarrolla simultáneamente a las luchas de los obreros de Gafa, quienes lograron una recomposición salarial marcando un antecendente de conquista en el rubro.
“El que trabaja 9 horas no dura un mes”
Es la frase que sintetiza un trabajador para describir las condiciones de superexplotación en la que desarrollan sus tareas los 250 operarios (más de la mitad contratados hace más de dos años), y que se traducen en los aprietes permanentes por parte de la patronal para alcanzar ritmos infernales de producción con jornadas de trabajo que no bajan de 11 horas y que se hacen pasar como horas extras.
Para justificar los despidos utilizan argumentos mentirosos como “la caída de la producción” mientras amplían sus instalaciones y aumentan las exportaciones, cuando todos sabemos que en verano producen y venden más.
“Estamos en un estado de esclavitud”, afirma uno de los despedidos, quien resumió las condiciones que deben soportar a diario: la falta de un comedor (comen arriba de las máquinas), los baños en estado deplorable, las condiciones más precarias de seguridad que ya le ha costado la vida a varios trabajadores en los últimos años.
Todo se decide en asambleas
Resolviendo todo democráticamente, con asambleas masivas en la que participan tanto los despedidos como los que siguen la lucha desde adentro, estos trabajadores han encontrado la manera de organizarse y pelear por sus reinvindicaciones. Los “voceros” (así llaman a los representantes ante la patronal y el estado) son los encargados de llevar adelante las negociaciones y denuncian: “Nos quieren comprar para que el conflicto se termine; nos ofrecieron quince mil pesos para irnos: no lo aceptamos, estamos acá dando la cara por los compañeros”.
El reclamo también es para la UOM, sindicato al que mes a mes los trabajadores aportan, pero que sistemáticamente se ha negado a intervenir en el conflicto, quitándoles además el reconocimiento sindical, por lo que no hay comisión interna ni delegados que cuenten con los fueros necesarios para poder llevar adelante los reclamos.
No es la primera vez que la UOM mira para otro lado, por lo que los trabajadores están dispuestos a movilizarse también a la propia sede del sindicato para ser escuchados.
El Estado se tiene que hacer responsable
Los trabajadores de Briket tienen actualmente un sueldo básico de 1.000 pesos que con los descuentos se reduce a 850 por mes. Sobre todo los jóvenes de entre 20 y 30 años, muchos ya con hijos, ven que la plata no alcanza, que la mentira del Indek se ve todos los días cuando no se llega a fin de mes.
Hasta el momento, ningún funcionario provincial ni nacional ha dado respuestas ante esta grave situación. En el proceso conciliatorio de noviembre de 2007 la empresa se había comprometido a no despedir, pero ante la violación de este acuerdo la Secretaría de Trabajo de la provincia sólo ha planteado multar a la empresa dejando sin salida a las decenas de familias que hoy están en la calle.
Un ejemplo de unidad y lucha
Con el apoyo de muchas organizaciones sociales y políticas que ya se han hecho presentes en el lugar, como la CCC, centros estudiantes, gremios, etc.; se realizó el 31/01 una reunión multisectorial de solidaridad en la puerta de la fábrica que va conformando un frente de lucha para lograr masificar el reclamo y hacerlo visible ante el resto de la sociedad; para lo que se programan algunas actividades como festivales, alcancías, bonos, etc.
Los trabajadores de Briket y Bambi no están solos; cuentan con el apoyo de muchos como ellos que se animan a enfrentar esta política de pacto social y tope salarial que implementa nacionalmente el gobierno de Cristina K y que encuentra su correlato en los despidos y aprietes de los compañeros que alzan su voz.
Son ejemplo de unidad y lucha e iluminan el camino que empieza a recorrer la clase obrera en Argentina para imponer sus reivindicaciones.