Unos 20 mil labriegos llegaron hasta esa capital, castigados por la sequía, sin precio para sus cosechas, para reclamar una profunda "reforma agraria contra el latifundio", y políticas oficiales que contemplen la situación de quebranto y endeudamiento de los pequeños productores. Con sus pancartas y garrotes en alto, volvieron a ocupar el centro de la escena política, a ocho meses de haber asumido la presidencia el ex obispo Fernando Lugo.
Además de sus reivindicaciones sectoriales, en esta ocasión la FNC centró su planteo en la crisis mundial, su incidencia en el pueblo paraguayo, y la ausencia de un plan de gobierno acorde. Temas largamente debatidos en asambleas por el conjunto de la masa campesina, en el transcurso de los días previos.
Concentración
Desde el día 22, los abigarrados contingentes fueron llegando desde los asentamientos y comunidades rurales al predio del Ex Seminario Metropolitano, en el sector Este de la Capital, a 6 kilómetros del Parlamento. Hacia la tarde del 23 habían arribado casi todos los manifestantes, no sin librar una pulseada pública con el jefe de la Policía Caminera, Eduardo Petta, quien esgrimiendo "cuestiones de seguridad" anunció un operativo riguroso para permitir el ingreso a la ciudad únicamente de aquellos que llegaran en colectivos pero no en camiones (modalidad común entre los campesinos por razones de costo). "No se puede esgrimir la pobreza para incumplir la ley" refutó el funcionario.
Y la FNC tuvo que apelar a la solidaridad y el coraje de choferes y transportistas que se arriesgaron. En los pasos Emboscada y San Bernardino se registraron incidentes al querer la policía secuestrar la documentación de los choferes, pero los campesinos irrumpieron en el destacamento policial, recuperaron la documentación y siguieron camino. La autoridad dispuso levantar los controles, y así lograron ingresar sin dificultad gruesos contingentes desde Central, Concepción, San Pedro, Canindeyú, Caaguazú, Caazapá, Guairá, Itapúa, Misiones, Paraguarí y Cordillera, entre otros.
Cada núcleo costeó su traslado, practicando actividades extras a lo largo de 6 meses, en un año sumamente difícil para el campesinado, ya que sus "productos de renta" fueron afectados por la sequía y por la caída abrupta de los precios a raíz de la crisis mundial. Hoy, por un kilo de algodón cosechado, perciben 800 guaraníes (equivalentes a 80 centavos argentinos). Asimismo se procuraron el alimento para la estada en Asunción, aportando cada grupo una bolsa de mandioca y 50 gramos de poroto por manifestante.
El día 23, mientras en la calle montaban una exitosa feria atendida por las compañeras que ofrecían productos de huerta, en el interior del Seminario, en una suerte de radio abierta, al son de una música alegre y combativa, van tomando la palabra un sinnúmero de campesinas y campesinos para narrar las distintas experiencias organizativas de cada organización, de cada asentamiento; sucesos de lucha cruenta o de represión. Como la ocurrida en Crescencio González, una toma protagonizada por mil campesinos a quienes conquistar la tierra demandó 500 detenidos y 4 muertos. "Los guardias mientras nos insultaban, alzaban nuestras faldas con los fusiles", describió una mujer dando cuenta de uno de los tantos vejámenes sufridos.
Conferencia
Después de la cena, en el mismo predio, tuvo lugar una Conferencia sobre la crisis mundial y su incidencia en el pueblo paraguayo, con la presencia de una representante del ministro de Hacienda y un empresario textil, Caballero Vargas, quien dio su visión como industrial nacional.Desde el público, un labriego reflexionó: "Mientras los campesinos no podemos vender el algodón porque con la crisis su precio está por el suelo, y mientras la principal fábrica textil del Paraguay está por cerrar, el Estado todavía compra los uniformes de la policía en Indonesia".
También hizo uso de la palabra Amancay Ardura de la CCC de la Argentina, cerrando el panel el secretario adjunto de la FNC, Marcial Gómez, cuestionando con dureza al gobierno de Lugo, que "más allá de los dichos nada hace para cambiar el modelo de dependencia imperialista y ante la crisis, sólo planea endeudarse".
Al concluir la conferencia hubo un rico intercambio de opiniones con la masa campesina. A su término, discusiones y comentarios se prolongaron con fervor en los fogones alzados durante la vigilia de la marcha.
La Marcha
El día 24 a las 7,30 hs., los labriegos, desplegando un fuerte operativo de autodefensa, emprendieron su tradicional marcha hasta las puertas del parlamento con una imponente columna.
Después de caminar una hora bajo una temperatura de 38 grados, el presidente de la FNC, Odilón Espínola, fue recibido por la masa con bombas de estruendos y gran algarabía. Momento en el que alzó la voz para pedir subsidio alimentario para las familias afectadas por la sequía; que el gobierno se haga cargo de la deuda de los pequeños productores (el 90% de ellos lo están) mediante el mecanismo de refinanciación, redescuento o condonación; y una reforma constitucional para la expropiación de latifundios. También fustigó con llaneza al gobierno entrante que -sostuvo- no da señales de avanzar en las medidas populares y no hace la reforma agraria, pese a que el primer mandatario durante la campaña recorría los asentamientos lanzando el compromiso de llevarla a cabo "llore quien llore", recordó Odilón.
Tras enumerar los atropellos y padecimientos que aún soportan las familias en el campo. Puso como ejemplo lo ocurrido con las tierras de San Juan de Puente Kyha, un asentamiento de los años ’90, de 5 mil ha en Canindeyú (zona fronteriza en permanente disputa con Brasil), al que sojeros brasileños le hicieron "un entre" rapiñando tierras sobre la que los campesinos ya poseían títulos. Desde hace meses -instados por la FNC- 500 campesinos de la zona se organizaron y talaron a machetazos la soja, buscando recuperar los 146 lotes de 10 ha. Todavía resisten. Pero el gobierno de Lugo demora su intervención en el conflicto, cediendo a la presión de los sojeros que afectan, inclusive, la soberanía territorial.
Al concluir la Marcha, el presidente Lugo recibió a la FNC. Expresó coincidir con la propuesta de la organización, juzgándola "muy clara". Además aseveró compartir la necesidad de la reforma agraria (ministros de su gabinete admitieron demoras en tal sentido).
En cuanto a las propuestas coyunturales, prometió que se estudiarían y la creación de una mesa de diálogo, aunque no fijó plazos para su cumplimiento.
En el acto también hicieron uso de la palabra la dirigente Teodolina Villalba (ver recuadro), y Eduardo Ojeda, secretario de la Corriente Sindical Clasista del Paraguay, quien manifestó que en ese país "la clase obrera sigue esclavizada, sin libertad sindical, mientras se cierran fábricas y no hay puestos de trabajo".
Procedentes de la Argentina saludaron Amancay Ardura de la CCC, y el cacique Luis Benegas. Además se hicieron presentes representantes de organizaciones de campesinos pobres de la Argentina, como la Asociación de Pequeños Productores del Centro Norte de Entre Ríos (Procener), Asociación Cacique Taygoyi, Unión Campesina del Chaco, Asociación Campesina de Tucumán, una delegación del PCR integrada, entre otros, por Clelia Iscaro y Ardura. Cursaron adhesiones Asoma La Plata, Asociación Campesina Jujeña, la CCC, su juventud, el PCR y la JCR de la Argentina.
También acudieron para saludar a los labriegos el ministro de Agricultura y Ganadería del Paraguay, Vera Bejarano, y el ministro del Interior, Filizzola. El ministro de Emergencia Nacional, Soárez caminó todo el trayecto de la marcha, igual que Carrillo, ministro renunciante de Salud, así como una delegación importante del P-MAS y trabajadores profesionales del Instituto Agronómico Nacional.