La fuerza de trabajo es el conjunto de capacidades físicas e intelectuales que posee el hombre y emplea en el proceso de producción de los bienes. La fuerza de trabajo es el elemento indispensable de producción en cualquier forma de sociedad, pero sólo en el capitalismo se convierte en mercancía.
Como señalamos en nuestra nota anterior, lo que se compra y se vende en el capitalismo es la fuerza de trabajo. No el trabajo mismo, que se realiza fuera del mercado, a través de la utilización que hace el capitalista de esa fuerza de trabajo, en su empresa. Allí, como vimos, es donde se da simultáneamente el proceso de producción de mercancías y de plusvalía.
El valor de la fuerza de trabajo se determina, como en las demás mercancías, por el tiempo de trabajo socialmente necesario para producirla.
En esto hay que contar, en primer lugar, el valor de los medios indispensables para mantener con vida al propio obrero. La cantidad y calidad de estos medios dependen en cada país de una serie de factores: de las condiciones naturales, del nivel de desarrollo económico, de las circunstancias en que se ha formado la clase obrera y de los resultados de sus luchas, históricas y presentes.
En segundo lugar, hay que contar el costo de reproducción de los obreros, como clase. Por eso, en el valor de la fuerza de trabajo debe entrar también el valor de los medios de existencia de su familia.
En tercer lugar, el hombre no nace con una determinada profesión. A fin de preparar la mano de obra hay determinados gastos, como la educación. Estos también entran en el valor de la fuerza de trabajo.
En definitiva, el valor de la fuerza de trabajo lo determina el valor de los medios de vida indispensables para la existencia del obrero y su familia, así como para su capacitación. El valor de la fuerza de trabajo expresado en dinero es su precio, o salario.
Como ocurre siempre con el precio de cualquier mercancía, el monto del salario no se corresponde directamente con el valor de la fuerza de trabajo, sino que oscila en torno a él de acuerdo con las condiciones de oferta y demanda de dicha mercancía en cada momento determinado. Además, como el salario puede pagarse por tiempo (horas, días, semanas o meses) o por piezas (a destajo), la relación entre salario y el valor de la fuerza de trabajo no aparece directamente.
Por otro lado, como en el capitalismo ya desarrollado el salario se paga siempre en dinero, es necesario distinguir entre el salario nominal y el real.
El salario nominal refiere a la cantidad de dinero que recibe el obrero por un tiempo determinado, mientras que el salario real refiere a la cantidad de bienes y servicios que puede adquirir el obrero con ese dinero.
Para determinar el salario real del obrero, es necesario tener en cuenta de su salario nominal, el nivel de precios de los artículos de uso y consumo, el costo del alquiler de la vivienda, el volumen de impuestos que el obrero tiene que pagar, la duración de la jornada, el grado de intensidad del trabajo, los días que no cobra si trabaja solamente una parte de la semana y la cantidad de obreros parados y semiparados que se sostienen a expensas del conjunto de la clase obrera.
Cuando hay inflación, a medida que suben los precios, menos es lo que se puede comprar con un determinado salario nominal. Esto se conoce como deterioro del salario real. Los salarios son fijados por el Estado o por convenios, que duran un determinado tiempo, mientras los precios de las demás mercancías siguen subiendo. El proceso inflacionario es aprovechado, y generalmente incentivado por los propietarios que se apoderan así de una porción mayor del ingreso, a través de precios más elevados.
En los distintos países capitalistas existen diferentes niveles de salarios para los obreros, lo que se debe a que las condiciones que determinan el valor de la fuerza de trabajo en cada país no son las mismas. Al comparar los salarios de los distintos países debe tenerse en cuenta las condiciones históricas en que se ha formado la clase obrera, lo que ha logrado con sus luchas, así como los gastos de preparación profesional, la productividad del trabajo, el grado de organización de los sindicatos, etc. El nivel de los salarios es especialmente bajo en los países dependientes como el nuestro, porque al atraso de la explotación capitalista se suman los efectos de la explotación imperialista y la opresión latifundista, con sus cargas de superbeneficios monopolistas y de renta terrateniente.