La semana pasada el Consejo Directivo de la CGT resolvió por unanimidad postergar la reapertura de las paritarias para mediados de año, y que cada gremio negocie ahora por su cuenta sumas fijas o aumento. “La prioridad es cuidar el empleo”, declaró el organismo a través de su secretario de Prensa, Héctor Daer. Esta semana, los maestros de la Ciudad de Buenos Aires y otras 12 provincias no empezaron las clases. En el marco de la crisis, la cuerda se sigue tensando entre el gobierno, las patronales y la cúpula de la dirigencia sindical por un lado, y por otro la gran masa de trabajadores que ha visto mermar su poder adquisitivo sin pausa, al ritmo de la devaluación y la inflación. El grado de tensión promete ir en aumento en marzo, y el gobierno no lo ignora. “Sería muy importante la constitución de un Consejo Social y Económico similar al español, donde discutir el modelo de país y construir un ámbito para quienes deciden, huyendo de actitudes violentas”, dijo Cristina K (Página 12, 10/2/09). Los gobernadores de Tierra del Fuego, La Pampa, Neuquén, Río Negro, Chubut y Santa Cruz, provincias golpeadas por la caída de la actividad económica, entregaron un documento al gobierno nacional donde hablan de “generar espacios de diálogo, compromiso y trabajo conjunto para evitar los conflictos sectoriales y las medidas de acción directa que puedan poner en riesgo la paz social” (La Nación, 27/2/09). Sobre el salario, tema candente, conversamos con el coordinador nacional de la Corriente Clasista y Combativa, Amancay Ardura.
–¿Cómo ven la lucha salarial?
–Las luchas salariales se dan en el marco de la crisis internacional, que en la Argentina ya tuvo su primera oleada en los últimos meses del 2008. Después de vacaciones adelantadas, despidos de contratados, despidos de agencia, hoy está en discusión los despidos y las suspensiones de efectivos. Ya numerosas fábricas lo están planteando, como fue en General Motors o en Córdoba.
Además, como pasa en las automotrices, más del 60% de las grandes fábricas argentinas son extranjeras, y dependen de cabeceras que están en los países centrales. Por lo tanto, esto es complicado.
Y los patrones pusieron los frenos: medios, chicos, grandes, monopolios imperialistas. Nada de nuevas inversiones, nada de nuevas líneas de producción. Hay una razón: si el empresario no vende, no realiza la ganancia de lo que ya hizo; por lo tanto, no puede extraer la plusvalía. “¿Voy a producir nuevo cómo? –dice–. ¿Financiándome con qué plata si no me financio con los propios trabajadores a través de la masa de plusvalía que obtengo con la realización de la venta?” Por lo tanto, los tipos sólo trabajan a pedido: tengo un pedido, lo hago. Este es el juego, en textiles, vestido, ni hablar de la agroindustria que está en el suelo. De pagar ahora con las ganancias que han obtenido antes, ni hablar. La presión, en realidad, ya no es no dar aumento, sino reducir los salarios. Como diciendo “sólo no despido si bajo los salarios a la mitad”. Esto ya lo vimos en la crisis del 2001, cuando hasta el Estado les redujo de prepo el 13% a los estatales.
–¿Esto frena también la lucha por salario?
–A pesar de esto, la lucha salarial golpea todos los días a la olla de los trabajadores. Por un lado, la inflación, que el gobierno tapa: ¡hablar de 7,2% en un año, 2008, cuando fue más del 30% es una broma! Y al mismo tiempo, está la presión devaluacionista del peso en relación al dólar, que es muy grande. De $3,15 que estuvo largo tiempo el dólar, se fue a más de $3,50 hoy. Eso llevó a la devaluación del salario real, y sigue la presión de lo que han sido los salarios de China o la India, de 70 dólares al mes.
Pero hay un tema de fondo en la lucha salarial: los dirigentes sindicales de las grandes federaciones son funcionales al gobierno kirchnerista y a las patronales, como ya lo sabemos. Influencian sobre sectores de delegados de la fábrica y sindicatos de base, con la idea de que “cómo vamos a empujar la lucha, la crisis es internacional, nosotros qué culpa tenemos, ahora hay que tratar de salvar”. Sin embargo, en un país que va a ir a la crisis con tanta profundidad, hay un solo camino: una multitud de medidas que incentiven el mercado interno (y entre ellas, el poder adquisitivo de los trabajadores es fundamental), que es lo que puede mantener las fábricas en marcha.
–Los empresarios habían hablado de dar un 7%.
–Los patrones se mantienen en la inflación del Indec trucho del gobierno. Moyano largó que iba a pedir el 30% hace dos meses y medio atrás, en un acto en Mendoza. Después bajó al 20%, y el gobierno dice que no va a dar más de 15%. El gobierno habla de consumir, de planes para que consuman los trabajadores, pero no habla de aumento de salario. ¿Por qué? Porque si habla del 20% le va a tener que dar ese aumento a los estatales. Y como el tema es la caja, pagar la deuda… En las provincias la situación es mucho más grave. Ya hay varias que empezaron a tener default, al dejar de pagar lo que estaba en el marco de la ley de responsabilidad fiscal; ni hablemos de los municipios.
Hay una tendencia entre todas las clases dominantes y entre todos los políticos a salarios a la baja, salarios para atrás. Y hay una tendencia entre los trabajadores, aún en el marco de las suspensiones y despidos y al temor de perder el trabajo, a pechar aumentos salariales. Esto tiene ejemplos concretos, como el de los químicos y petroquímicos de Bahía Blanca, que consiguieron entre el 100 y 150% para los trabajadores de todas las tercerizadas.
Todo indica que la lucha salarial va a ser muy dura, sin cuartel. No va durar un ratito: va a ser un largo período hasta que se cierre, si hay desde abajo una voluntad muy firme y se cambian conducciones sindicales, por lo menos a nivel de cuerpos de delegados. Porque los traidores van a ir a los acuerdos para “cambiar salario por despidos”, no sólo para no aumentar, sino para reducir los salarios a la mitad.
La lucha salarial está planteada en un terreno muy difícil. Pero nosotros vamos a pelear por la recuperación de la canasta familiar, que está hoy en 4.000 pesos. Ésa es la pelea, por llegar a esa cifra. Los docentes están marcando el camino.