Jorge Dickson había sido cónsul de nuestro país en Londres, y luego se transformó en un importante comerciante inglés. Con motivo del conflicto anglo–francés contra el Río de La Plata, Mr. Dickson se dirige respetuosamente al libertador, consultándolo sobre el posible resultado de una intervención armada en el Plata.
Jorge Dickson había sido cónsul de nuestro país en Londres, y luego se transformó en un importante comerciante inglés. Con motivo del conflicto anglo–francés contra el Río de La Plata, Mr. Dickson se dirige respetuosamente al libertador, consultándolo sobre el posible resultado de una intervención armada en el Plata.
La respuesta de San Martín desde Nápoles, del 28 de diciembre de 1845, dice entre otras cosas “Debo manifestar a Ud. mi firme convicción de que no lo conseguirán. (…) La firmeza de carácter del jefe que está actualmente a la cabeza de la Republica Argentina es conocida por todos, como asimismo el ascendiente que posee en las vastas llanuras de Buenos Aires y en las otras provincias. (…) Estoy persuadido de que ya sea por orgullo nacional, o por temor, o por la prevención heredada de los españoles contra el extranjero. Cierto es que todos se unirán y tomaran una parte activa en la lucha. (…)
“No tengo duda que con más o menos pérdida de hombres y de dinero, podrían obtener la posesión de Buenos Aires, aunque tomar una ciudad resuelta a defenderse es una de las más difíciles operaciones de la guerra, pero aún después de haber conseguido esto, estoy convencido de que no podrán conservarse por ningún tiempo en la capital. El alimento principal, o casi podría decir único, del pueblo es la carne, como igualmente que, con la mayor facilidad, se puede retirar todo el ganado en muy pocos días, muchas leguas al interior, como también los caballos y todos los medios de transporte. En una palabra, que se puede formar un vasto desierto, impracticable al pasaje de un ejército europeo, el cual se expondría a tanto mayor peligro cuanto más crecido fuese su número.
“Finalmente, con una fuerza de siete u ocho mil hombres de la caballería del país, y 25 piezas de artillería solamente, que el general Rosas mantendrá con la mayor facilidad, podrá perfectamente no solo mantener un sitio riguroso en Buenos Aires, sino también impedir que ningún ejército europeo de 20.000 hombres penetre más de treinta leguas, sin exponerse a su ruina total por falta de recursos necesarios.
Tal es mi opinión, y la experiencia probará que es bien fundada”.
Hasta acá los parágrafos salientes de la carta, que vale la pena leer en su totalidad. Mr. Dickson la publicó en el influyente diario Morning Chronicle, el 12 de febrero de 1846, seguramente como una operación política destinada a la opinión publica, y teniendo en cuenta que las cámaras ya habían votado la intervención armada.
En Buenos Aires, se publicó el 23 de mayo de 1846 en La Gaceta Mercantil. El 29 de julio de ese año cayó el ministerio inglés qué había planificado la intervención y se formó nuevo gabinete, con lo que el conflicto entró en otros parámetros, que no son motivo de esta nota.
Lo que nos interesa es el análisis concreto que hace San Martín sobre una línea general de defensa para un país invadido, donde descuenta el apoyo y la participación de las masas y al mismo tiempo la voluntad de enfrentar que notaba en el gobierno de ese momento.
Esta opinión provenía de un militar que había protagonizado varias guerras, en ejércitos que habían sido derrotados o triunfado, que sabía de lo que estaba opinando. La carta, a pesar de estar publicada en los diarios de la época, permanece sin mayor difusión por la historia oficial.