A fines de diciembre el frigorífico Santa Elena –bajo la firma Santa Elena Alimentos SA– cerró por enésima vez y desde entonces sus ex obreros no cesan en los intentos y gestiones a su alcance para volver ver en marcha lo que supo ser un importante motor de la economía entrerriana.
Desde hace varias semanas, venden productos de panificación y bloques de cemento para paliar la situación que provoca seguir sin su fuente de trabajo. «Pero no abandonamos nuestra lucha por la reapertura», aclara Sergio Espinosa. Conformaron una cooperativa con doble objetivo: afrontar la situación «mientras tanto» y como posible herramienta de gestión en manos de los trabajadores.
«Seguimos golpeando puertas, tratando de conseguir lo que nos quitaron, porque más allá de que tiene un dueño el frigorífico es un patrimonio de la ciudad», dice Sergio Espinosa, quien ostenta la extraña condición de ser una especie de ave Fénix del frigorífico, sobreviviente de tantas crisis, cierres y privatizaciones y reaperturas, que cada vez hacen más difícil el conteo.
Sin quererlo, Espinosa encarna la esperanza de que, aunque cierre, el Santa Elena no tiene fecha de defunción; no mientras el edificio siga en pie y haya máquinas adentro.
«No nos hemos quedado como con los brazos cruzados esperando soluciones porque sabemos que no es de un día para otro, así que estamos buscando otras alternativas mientras tanto y luchando para que esto se reabra», cuenta en diálogo con Río Bravo tras casi seis meses de parálisis.
«Mientras tanto», con la reapertura en el horizonte
La expresión «mientras tanto» resuena a cada momento y simboliza el espíritu de muchos de los obreros; esa voluntad de no dar por terminada la batalla. Es la forma en que definen a todo el tiempo que pasó y pasará, y las acciones que lleven adelante, hasta que «el Santa Elena» vuelva a abrir y retome la senda de sus años de gloria. Por eso conformaron una cooperativa de trabajo para generar un paliativo, incluyendo a sus familias.
Hacen bloques de cemento, productos de panadería. Pero se aferran con fuerza a la idea de que hacen eso «mientras tanto», porque hay servicios que pagar, chicos que mandar a la escuela, necesidades básicas de las familias. «Y sin trabajo no se puede», sentencia.
Pero se esfuerza en aclarar que eso no significa «abandonar la lucha» por la reapertura. «Todavía seguimos al costado del frigorífico», dice, dando cuenta del reclamo activo que iniciaron en marzo y que contó con numerosas muestras de solidaridad, entre otras de los veteranos de Malvinas –algunos de ellos ex trabajadores del Frigorífico– y de organizaciones sociales de la localidad.
¿Sin patrones?
La experiencia de los trabajadores ex Frigorífico Regional Santa Elena fue catastrófica en los últimos 30 años. Sus propietarios, una y otra vez beneficiados con la distribución de Cuota Hilton y en el caso de Sergio Taselli, beneficiado con la transacción por la cual se quedó con la planta que pertenecía al Banco de la Nación Argentina, que hasta hoy está investigada por la justicia. Pese a todo, tanto Taselli como su antecesor Rodolfo Constantini, parecieron más interesados en exprimirla al máximo de sus posibilidades que por apostar por una empresa que supo ser modelo de desarrollo en la provincia y el país.
Este derrotero, sumado al enfriamiento de las versiones sobre la posible llegada de inversores españoles («hasta ahora no apareció nada en concreto y desde la empresa no dieron ningún tipo de respuesta a los trabajadores») dieron lugar al resurgimiento de la alternativa de gestión en manos de los trabajadores, idea que tuvo fuerza después de la crisis de 2001, cuando el Banco Nación –uno de los acreedores de la firma Euromarche, de Constantini– ya había adquirido la planta en un remate judicial y mientras decenas de fábricas quebraban en todo el país y sus obreros peleaban mantener su fuente de trabajo, nacía el Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas.
Es por eso que el objetivo de la formación de una cooperativa –con personería aún en trámite– no es sólo la realización de trabajos para obtener ingresos y así afrontar la coyuntura: «Se conformó también como alternativa para trabajar el frigorífico, recuperarlo de los trabajadores y ponerlo a trabajar», explica Espinosa.
La idea es esa, «hacerlo trabajar como cooperativa; si es recuperado por los trabajadores, mucho mejor. Ése es el compromiso que tenemos con la dirección nacional de Empresas Recuperadas», dice en referencia al organismo que encabeza Eduardo Murúa, fundador de un movimiento con el mismo nombre que nació, justamente, al calor de la crisis de 2001.
Aunque al principio daba la impresión de que la idea no generaba demasiado entusiasmo entre los trabajadores, la ausencia de inversores más de una vez anunciados y el diálogo que abrieron con el funcionario hace poco más de dos meses hacer crecer la expectativa en esa opción: «Si no aparece algún inversor y conseguimos las plantas, están dispuestos a ayudarnos para que arranquemos, con los insumos, con la materia prima, para que esto se vuelva a reactivar. Ellos estuvieron conversando con el empresario porque nosotros nunca pudimos hacernos escuchar. Están tratando de buscarle una solución a esto», concluyó Espinosa.
Hoy N° 1920 06/07/2022