La intervención del Indec reconoció un aumento del 0,9% en el índice de precios al consumidor (IPC) de marzo, un porcentaje mayor al 0,8 del mismo mes del año pasado, pero muy por debajo del 2,3% del “índice Congreso”, relevamiento entre consultoras privadas que presentaron el día anterior legisladores de la oposición, y de las mediciones de los organismos estadísticos de las provincias.
La intervención del Indec reconoció un aumento del 0,9% en el índice de precios al consumidor (IPC) de marzo, un porcentaje mayor al 0,8 del mismo mes del año pasado, pero muy por debajo del 2,3% del “índice Congreso”, relevamiento entre consultoras privadas que presentaron el día anterior legisladores de la oposición, y de las mediciones de los organismos estadísticos de las provincias.
De esta manera resulta que la inflación acumulada entre abril de 2011 y marzo de 2012 fue –según las mediciones privadas– del 19,3%, en tanto que para el Indec apenas alcanzó un 7,9%. Como los aumentos de precios en enero y febrero también fueron superiores a los de los mismos meses del año pasado, se estima que en este año la inflación real no bajará de un 25%.
Esto en términos del índice general de precios, mientras no haya aumentos en los pagos por servicios básicos, como el trasporte, electricidad, gas y agua, es decir si no se avanza en la quita de subsidios. Sin embargo este índice general no mide la magnitud del azote que significa la inflación para los sectores de más bajos ingresos, que dedican la mayor parte de los mismos a alimentos. Hasta marzo, en comparación con marzo del año pasado, la canasta básica alimentaria había aumentado en un 38%, según las mediciones privadas y las de las provincias. Pero en abril los aumentos han venido con todo y no solo en la yerba mate, que prácticamente duplicó su precio. También aumentaron el azúcar, la leche, los fideos y hasta la carne vacuna, que ya era inaccesible para los bolsillos populares.
El gobierno kirchnerista miente con los índices de inflación y no habla de eliminarla; al contrario, con su política de emisión monetaria alimenta la inflación, robándole así parte de sus ingresos a los trabajadores y el pueblo.
