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05 de febrero de 2014

Se agrava el déficit con China

Los datos de 2013 sobre la balanza comercial de Argentina

El Indec ha dado a conocer los datos del comercio exterior de Argentina correspondientes a 2013.
Las cifras muestran que se siguió profundizando el deterioro de la balanza comercial del país, habiendo caído el superávit a 9.024 millones de dólares; es decir, que disminuyó un 27% en relación a 2012, cuando fue de 12.419 millones de dólares.

El Indec ha dado a conocer los datos del comercio exterior de Argentina correspondientes a 2013.
Las cifras muestran que se siguió profundizando el deterioro de la balanza comercial del país, habiendo caído el superávit a 9.024 millones de dólares; es decir, que disminuyó un 27% en relación a 2012, cuando fue de 12.419 millones de dólares.
En la relación con los países y zonas económicas, esta caída en el superávit comercial se explica principalmente por el creciente déficit en el intercambio con China, a lo que se agregó este año un fuerte saldo negativo con la Unión Europea. En tanto el saldo negativo con Brasil se mantuvo en cifras semejantes a las del año pasado y algo menos fue el saldo negativo con la Nafta (la Asociación Norteamericana de Libre Comercio, que incluye Estados Unidos, Canadá y México). Si la caída del saldo comercial no fue equivalente a esos déficits, es porque todavía se compensaron con importantes aumentos en el superávit (mayores exportaciones primarias y de manufacturas de origen agropecuario) con las regiones de la Asociación de Naciones del Este de Asia (Asean), Magreb y Egipto (Norte de Africa), y Medio Oriente (Cuadro 2).
El mayor déficit con un país individual, y en crecimiento, sigue siendo con China, que compra principalmente productos primarios, es decir sin elaborar, como el poroto de soja, intermediados por los monopolios imperialistas del comercio internacional de granos y sus derivados, principales sostenes de la política agropecuaria kirchnerista, impositiva y de precios, favorable al monocultivo sojero latifundista. A su vez, China vende a la Argentina manufacturas industriales como bienes de capital, muchos de ellos por compras directas del gobierno –como es el caso de los ferrocarriles o uniformes militares– o como bienes intermedios y piezas y accesorios para bienes de capital para su ensamble local, que van desde celulares a computadoras y electrodomésticos, con régimen impositivo promocional y exclusividad en el abastecimiento de la demanda interna. Todo esto como parte de la política de amarre con el imperialismo de China, en desmedro de una política desarrollo industrial nacional, que agrava el déficit del sector de fabricación de artículos electrónicos, hoy ya en el orden de los 10.000 millones de dólares anuales; una cifra equiparable al creciente saldo negativo del complejo automotor –el sector industrial que fue “estrella” del kirchnerismo–, dependiente principalmente de los monopolios imperialistas europeos y norteamericanos radicados aquí (el 70% del componente de los autos locales es importado) y en Brasil.
El análisis de la balanza comercial de la Argentina con el exterior nos muestra que en la década kirchnerista se ha reforzado la primarización de la economía –ahora de la mano del monocultivo sojero– a favor de los latifundistas y monopolios imperialistas intermediarios del comercio de granos e insumos del agro (como Cargill y Monsanto) y del nuevo imperialismo de China, y de una “industrialización” cada vez más dependiente del sector automotor –regido por los monopolios imperialistas de Europa y Estados Unidos, y del sector electrónico regido por los monopolios imperialistas de China. A esto se ha ido agregando el sector petrolero, hidráulico (represas de Santa Cruz), ferroviario (compra de formaciones enteras y propuestas de instalación de talleres en el país) e incluso indumentaria militar, que profundizan el déficit comercial en la relación con el imperialismo de China.
Al conjunto de los principales déficits se ha agregado, en el conjunto de la balanza comercial, el resultado de la política petrolera y energética de la década kirchnerista que, de un saldo comercial positivo, pasó también a un fuerte saldo negativo: el rojo en 2013 del sector energético fue de 6.163 millones de dólares; las importaciones de combustibles y energía durante 2013 subieron 23 por ciento a 11.415 millones de dólares, mientras que las exportaciones cayeron 24 por ciento a 5.252 millones (Cuadro 3).
Por esta política de favorecer al latifundismo y a los monopolios imperialistas promotores del monocultivo sojero en relación al imperialismo de China, a los monopolios imperialistas importadores de las industrias del automotor y de la electrónica, y a los monopolios imperialistas petroleros (empezando por la asociación del kirchnerismo con la española Repsol, a través de Esquenazi) es que el país está viviendo nuevamente una situación de “estrangulamiento externo”  (“falta de dólares”).
En el Cuadro 1 incluimos los datos de los principales países y zonas económicas –como las publica el Indec–, que dan una idea de cómo se compone la balanza comercial y su relación con la estructura productiva agropecuaria e industrial dependiente y deformada por el latifundio y el imperialismo, en el nuevo contexto agravado por la política kirchnerista, orientada al amarre con el nuevo imperialismo de China. Este desfasaje comercial se cubría en el pasado con los dólares (que hoy ya no alcanzan) provenientes de las exportaciones primarias y de manufacturas de origen agropecuario con las regiones de la Asociación de Naciones del Este de Asia (Asean), Norte de Africa y Medio Oriente, como señalamos arriba.