En los últimos 30 años los movimientos de mujeres vienen ganando terreno en la conquista de derechos, conformando organizaciones feministas de todo tipo, con o sin filiación política y con gran participación de jóvenes.
Recientemente, y después de muchos años de lucha, la discusión por el aborto estuvo a un paso de convertirse en ley y el rechazo, por lo que parece, no será obstáculo para un nuevo intento en el próximo periodo de sesiones ordinarias.
Actualmente se lleva a cabo una gran lucha contra los abusos sin dejar de pelear por la peor de las violencias, “el femicidio”. Todos estos aspectos positivos por donde se los mire llevan consigo –como todo proceso dialéctico– algunos aspectos negativos que, aclaro, son a mi modo de ver secundarios, pero no por ello, menos merecedores de crítica.
Se instaló entre los partidos políticos, organizaciones sociales y militantes por los derechos de género un discurso que trasciende la conquista de reivindicaciones concretas de derechos, que va mucho más allá. Aparece en las redes sociales, en los eslóganes políticos y en las motivaciones individuales la idea de que en el corto plazo el sistema patriarcal caerá, será derribado y por fin la mujer será igual al hombre.
Desde las clases dominantes y con el apoyo de todos los medios de comunicación –incluso los que se dicen de “izquierda”– se baja el mensaje de que es perfectamente posible en lo inmediato terminar con el patriarcado sin siquiera cuestionar el sistema capitalista. Es decir, las “ideas socialistas” propio de “idealistas” son viejas y no valen la pena luchar por ellas, sin embargo, el fin del patriarcado (que lleva más de 3.000 años) está a la vuelta de la esquina. Ahora bien ¿Se puede acabar el sistema patriarcal sin salir del capitalismo? Es bueno recordar dos grandes obras del marxismo: “Studies in Ancient History” de Lewis H. Morgan y El Origen de la Familia, la Propiedad Privada y el Estado de F. Engels. Conforme la obra de Engels, basada en los estudios de Morgan, el sistema patriarcal nace simultáneamente junto al nacimiento de la propiedad privada de los medios de producción y junto a la división de clases de la sociedad, ya que era necesario que algunos hombres exploten a otros, nace también el patriarcado con la monogamia.
El sistema patriarcal de más de 3.000 años de existencia, nacido y basado en la propiedad privada coexistió con diversos sistemas sociales de producción: El sistema esclavista, el sistema feudal y el actual sistema capitalista.
Si el basamento del sistema patriarcal es económico y se sustenta en la propiedad privada de los medios de producción, la única manera de salir del patriarcado es acabando con el sistema capitalista y sustituyéndolo por uno socialista, tal la conclusión de Engels: “Por tanto, el matrimonio no se concertará con toda libertad sino cuando, suprimiéndose la producción capitalista y las condiciones de propiedad creadas por ella, se aparten las consideraciones económicas accesorias que aún ejercen tan poderosa influencia sobre la elección de los esposos (F. Engels, Pág. 37 y 38). Claramente, según Engels, la igualdad real de la mujer se logrará saliendo del Capitalismo.
Desde algunos sectores se plantea la posibilidad de salir del patriarcado sin salir del capitalismo. El principal argumento de esta idea sería que el “capitalismo” “incorporó” a millones de mujeres a la industria. El problema es que esa “incorporación” al sistema productivo de ninguna manera implicó la “renuncia” a la responsabilidad principal en el cuidado del hogar, por lo tanto en los hechos implicó una doble o triple jornada de trabajo con el agravante de recibir peores condiciones de trabajo, menores sueldos y tareas menos importantes.
Ahora bien ¿Esto quiere decir que hay que renunciar a la lucha por la igualdad de la mujer hasta tanto el capitalismo sea suplantado por el socialismo? Obviamente eso sería absurdo y no es lo que estoy expresando. Lo que afirmo es que las dos luchas (por la igualdad de la mujer y por el Socialismo) deben ir de la mano. Obviamente, las clases dominantes no estarán muy de acuerdo.
Está bien que se hable y ocupen tapas de diarios, minutos de tv y radio en la denuncia por abuso al actor Darthés, pero también debe hablarse de la pobreza en la Argentina, de la entrega de los recursos naturales, de la deuda con el FMI, de los despidos y el cierre de fábricas, sobre todos desde los sectores progresistas de izquierda, para no quedar entrampados en los discursos de las clases dominantes que cuestionan algo tan profundo como el sistema patriarcal y sin embargo tienen como algo “dado”, “inmutable” e “incuestionable” al sistema capitalista, y callan sobre temas sensibles cómo la distribución de tierra en la argentina. Se debe caer el patriarcado y seguro caerá, se debe caer el capitalismo y seguro caerá. Los revolucionarios trabajamos para que ambos caigan, las clases dominantes no.