Cuando la Alimentación cerró a nivel nacional, en abril, un acuerdo con los empresarios del 16,5% en cuotas, los trabajadores quedaron masticando rabia. Otro año en que los traidores de Daer y los gordos cierran negociaciones que golpean a los obreros. Los trabajadores de Terrabusi marcaron el camino al no aceptar y llevar adelante una lucha ejemplar que terminó en la obtención de un 32,5%. Esto ayudó al debate en las fábricas, que estaba abierto.
En julio, frente al malestar general que se escuchaba tanto en Lía, como en Totoral (Arcor galletas) y en Colonia Caroya (planta de Chocolate), el gremio inicia negociaciones nacionalmente con el grupo Arcor. Luego de dos meses “consiguen” adelantar las cuotas del 2,5 de octubre a agosto, y la de enero de 2008 para septiembre, más 2 cajas de alimentos y $ 150 por única vez en enero de 2008. Si algo faltaba para que creciera la bronca fue éste acuerdo.
Vivir adentro de la fábrica
En medio del aumento indiscriminado de los precios de la canasta familiar, un obrero de Bagley gana $ 1.200 de básico. Esta empresa ocupa alrededor de 500 trabajadores y tiene cerca del 50% eventuales y contratados. Un obrero u obrera de esta empresa, si quiere llegar a un salario de $ 2.000, tiene que vivir, literalmente, adentro de la fábrica. Muy pocos hacen sólo 8 horas de trabajo. Lo más común son 12 horas diarias, incluidos los fines de semana. Hay una cantidad que supera, dicen los mismos trabajadores, los índices normales de carpetas psiquiátricas. No tienen comedor, sólo una cantina con minutas frías y caras. Las mujeres, el 50% de la planta, no tienen acceso a una guardería para los chicos. Reciben $ 40 por ese ítem. Y hay una gran cantidad que son cabezas de familia.
Pero esta fábrica es una de las 35 plantas que tiene el grupo Arcor en el mundo. Una de las 35 que compró o construyó entre los años negros de la dictadura militar del ‘76 en la Argentina, y luego en la época menemista cuando Cavallo fue ministro de Economía y el ahora, gobernador (fraude de por medio) Schiaretti, era su secretario de Industrias. Es una empresa que se ufana en ser Nº 1 en facturación en el rubro de la alimentación y en exportación. Amasa millones por hora mientras sus trabajadores amasan deudas para llegar a fin de mes.
Estalla la bronca
Todo eso estalló cuando el conjunto decidió el paro del día 17/10 y la toma del 18. La primera semana de octubre, luego de varias dilaciones por parte del gremio, un turno completo decide salir e ir al sindicato a reclamarle que se jueguen con los delegados porque van a ir al paro.
Hemos escuchado opiniones durante la toma, como “si los efectivos se juegan por nosotros, nosotros nos jugamos por ellos”. El día 11 una asamblea decide dar 48 horas a la empresa para contestar el petitorio, que se vencían el martes 16. No hubo respuesta, y se pusieron en juego dos posibilidades: dar 72 horas más, o iniciar el paro el mismo miércoles. Gana la segunda y se inicia el paro. Se decide estado de asamblea permanente y no se trabaja hasta no obtener una respuesta. Piden $ 400 de aumento, $ 150 más en ticket canasta (además de los actuales $ 150) y $ 150 en premio por productividad.
Durante todo el día se mantiene el estado de asamblea en los puestos de trabajo pero sin sacar producción. Comienzan a llegar cartas documento intimidatorias y amenazadoras a los trabajadores del turno siguiente, para que se presenten a trabajar, ya que de lo contrario serían despedidos. Los compañeros que van recibiendo las cartas documento comienzan a acercarse a la fábrica y se acoplan a la medida, afuera del alambrado. Comienzan a llegar los telegramas de despido… a todo el turno mañana, el que inició el paro, 174 despidos. La bronca se generaliza y estalla. Una asamblea general, con representantes del gremio presente, decide iniciar una toma pacífica: por aumento salarial, respuesta al petitorio, ni un solo despido, efectivización de todos los contratados.
Los que están cubriendo el turno quedan adentro. Los de los otros dos turnos se lanzan a la ruta 9 norte. Cantan “queremos aumento, la puta que los parió” y “si no volvemos todos, qué quilombo se va a armar”. Llega solidaridad. Se acerca gente de los barrios cercanos, vienen delegados de Colonia Caroya, de Totoral, Docentes de la Agrupación Azul y Blanca de la CCC.
A las 19.30 vuelve la comisión que estuvo en el Ministerio con la propuesta de la conciliación obligatoria. Una asamblea muy discutida decide no acatar la conciliación y mantener la toma hasta las 6 de la mañana, donde harán una nueva asamblea y evaluarán cómo seguir.
Se sabe que el Ministerio de Trabajo declarará ilegal la medida. La asamblea de la mañana, muy masiva, nuevamente discute toda la situación, y decide acatar la conciliación. Todo a foja cero. Ningún despido. Y se abre la discusión sobre el petitorio de los trabajadores. Se escuchan cosas como: “la teníamos que hacer”, “estalló la bronca”, “no nos van a pisotear más así nomás”, “queremos plata, no cajas”, “esto es el comienzo”. Se resaltaba la unidad obtenida.
Ahora, se abren las negociaciones de los próximos 15 días. Serán 15 días largos y difíciles, donde la clave está en que los trabajadores sostengan su unidad porque la patronal intentará todo tipo de maniobras para dividir. Esta toma muestra lo duro que va a ser arrancar el aumento salarial y la efectivización. Hace bastante tiempo que STIA Córdoba publica el costo de la canasta familiar. Los obreros de Lía han demostrado con su unidad que es posible unir también a los trabajadores de otras plantas y que es muy necesario que el gremio se ponga a la cabeza de la lucha por “abrirles las valijas a Bagley/Arcor”. Esto, en el camino de desplazar a las direcciones que como Daer y compañía, son parte de las patronales y de este Estado explotador.