En el número anterior del hoy nos referíamos a las protestas desatadas en China a partir de las restricciones por el encierro en la política del gobierno socialimperialista de Xi Jinping, denominada «Covid cero».
Lejos de aplacarse, estas protestas se fueron extendiendo a pesar de la represión. Desde el 27 y 28 de noviembre la policía confisca celulares, interroga a los detenidos, lanza advertencias a potenciales manifestantes, y hace demostraciones de fuerza donde pueden estallar protestas, en otra muestra de una política interna socialfascista y de gran represión.
Pero las protestas se extendieron en Pekín, Shanghái y Cantón (en chino Guangzhou), las tres ciudades más grandes de China, y otras, con consignas contra la censura. En Cantón, distrito de Haizhu, cientos de personas se enfrentaron con la policía, les tiraron botellas de vidrio, derribaron las barreras usadas para cerrar comercios y edificios y destrozaron lugares de chequeos sanitarios. Los cierres no solo dificultan la alimentación, sino que llevan al cierre de pequeñas empresas y son un freno a la economía, ya que afecta el PBI en las ciudades bloqueadas.
El gobierno habla de «infiltración de fuerzas antichinas», pero el volumen de las protestas provocó la primera declaración sobre «actos ilegales y criminales que perturban el orden social» por parte de la Comisión Central de asuntos políticos y legales del Comité Central del PC chino.
A medida que las protestas crecían muchos también exigieron mayores libertades políticas, algunos incluso pidieron la destitución de Xi Jinping.
En Shanghái cientos de personas se reunieron para una vigilia con velas en la calle Urumqi, llamada así para llorar a las víctimas del incendio que describimos en el número anterior.
¡Allí algunos cantaron La Internacional!
También hubo protestas en campus universitarios en Pekín, Nanjing, y en Hong Kong, donde se llevaron, como en otros lugares, hojas de papel en blanco, denunciando la censura. La CNN ha verificado 23 manifestaciones en ciudades chinas.
Desde ya, que además de la represión, las protestas han causado otros efectos: varias ciudades relajaron algunas restricciones y según la agencia estatal china de noticias, funcionarios de salud de alto rango declararon el 30 de noviembre que se abre una «nueva etapa y misión» en respuesta a la pandemia debida a la «toxicidad decreciente» de la variante Omicron, el aumento de las vacunas aplicadas y la «experiencia acumulada». Es decir que, sin reconocerlo, el gobierno chino tuvo que hacer concesiones frente a las protestas.
Escribe Alicia Sourges
Hoy Nº 1942 07/12/2022
