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01 de diciembre de 2021

De una ponencia de Otto Vargas, secretario general del PCR Parte 2

Seguir la política de unidad y lucha

Para el Seminario Internacional realizado en Alemania en 1993, en el Centenario del nacimiento de Mao Tsetung, Otto Vargas escribió “Reflexiones sobre una charla del camarada Mao”, de cuya segunda parte extractamos esta nota.

Acerca de la burguesía nacional, Mao plantea que ella es «nuestra contrincante» y que «los contrincantes se encuentran siempre». La burguesía nacional, desde el punto de vista marxista-leninista y después de la larga experiencia acumulada por el movimiento comunista internacional desde la revolución rusa a nuestros días, es aquella burguesía que políticamente resiste al imperialismo, a diferencia de la burguesía intermediaria, que es aquella burguesía que se subordina al imperialismo. Esta definición de burguesía nacional es propia de Mao y del Partido Comunista de China, y resume una larga y rica experiencia de trabajo de ese partido con la burguesía nacional. La experiencia de la revolución china dice Mao: «Enseña que es necesario tratar con prudencia a la burguesía nacional. Ella es contraria a la clase obrera y, al mismo tiempo, contraria al imperialismo. En vista de que nuestra tarea principal reside en luchar contra el imperialismo y el feudalismo, y que sin haber derribado a estos dos enemigos el pueblo no puede emanciparse, debemos esforzarnos por hacer que la burguesía nacional luche contra el imperialismo. Esta no tiene interés en la lucha contra el feudalismo, porque mantiene estrechos vínculos con la clase terrateniente. Además, oprime y explota a los obreros. Por lo tanto, debemos luchar contra ella. Sin embargo, con el propósito de lograr que combata junto con nosotros al imperialismo, nuestra lucha contra ella no debe ir más allá de lo conveniente, debe liberarse con razón, con ventaja y sin sobrepasarse. Valga decir, al librar la lucha, debemos contar con la razón, tener seguridad de vencer y no sobrepasarnos una vez alcanzada determinada victoria. De ahí la necesidad de investigar la situación de ambas partes, tanto la de los obreros como la de los capitalistas». Y en ese terreno también, plantea el camarada Mao, hace falta investigar ejemplos típicos, «hacer la disección de uno o dos ‘gorriones’». Mao señala, incluso, que la política por ganarnos a la burguesía nacional y unirnos con ella para que se coloque del lado del pueblo y combata al imperialismo, es una política válida para todo el período histórico de la lucha contra el imperialismo y el feudalismo, pero que, terminada en lo fundamental la tarea de la lucha antiimperialista y antifeudal, va a ser necesario mantener la alianza con ella durante un determinado tiempo para enfrentar la agresión imperialista, desarrollar la producción y estabilizar el mercado, así como para ganarnos y remodelar a los intelectuales burgueses.

Es decir, frente a la burguesía nacional, recomienda Mao «se debe seguir la política de unidad y lucha». «Es erróneo limitarse a un solo lado: mera lucha sin unidad es error de izquierda, y mera unidad sin lucha, error de derecha. Ambos errores los cometió nuestro Partido, y la experiencia fue dolorosa». En el artículo llamado: Con motivo de la aparición de El Comunista, escrito el 4 de octubre de 1939, el camarada Mao Tsetung sintetiza, resume, la experiencia del Partido Comunista de China hasta ese momento con la burguesía nacional y dice: «El Partido formó un frente único nacional con la burguesía y luego, a raíz de la ruptura de este frente, llevó a cabo una dura lucha armada contra la gran burguesía y sus aliados. Desde hace tres años se halla de nuevo en un período de frente único nacional con la burguesía. La revolución china y el Partido Comunista de China se han desarrollado precisamente a través de esta compleja relación con la burguesía. Esto constituye una particularidad histórica, que es propia del proceso revolucionario en una colonia o semicolonia y no existe en la historia de la revolución de ningún país capitalista».

Más adelante, en ese mismo artículo, Mao señala dos características fundamentales de la revolución china: 1) que la lucha armada es la forma principal de la revolución; y, 2) que el proletariado o bien establece un frente único nacional revolucionario con la burguesía, o lo rompe cuando se ve obligado a ello. Y más adelante señala que: «Cuando nuestro Partido adopta una línea política correcta respecto al establecimiento del frente único con la burguesía, o a la ruptura de dicho frente al verse obligado a ello, da un paso adelante en su desarrollo, consolidación y bolchevización; en cambio, da un paso atrás en estos mismos aspectos si adopta una línea incorrecta en su relación con la burguesía». El camarada Mao analiza luego el comportamiento de la burguesía nacional y del frente único con ella en las tres fases de la revolución china hasta el momento de escribir el artículo; señala las características de la burguesía nacional que hacen posibles, en ciertos períodos, la alianza con ella y las razones por las cuales, en determinados momentos, la burguesía nacional vacila y claudica, y analiza la política a seguir en ambos casos con ella y, al mismo tiempo, señala con claridad la diferencia entre burguesía nacional y la gran burguesía compradora china.

En el trabajo La revolución china y el Partido Comunista de China, de diciembre de 1939, el camarada Mao Tsetung vuelve a señalar, en el tema de los blancos de la revolución china, la política a seguir con la burguesía nacional y, particularmente, con la capa superior de la misma, representada por la camarilla reaccionaria del Kuomintang, cuando esta capa superior traiciona el frente único y se une a los enemigos de la revolución. Para Mao, una de las condiciones para que triunfe la revolución es que exista un Partido capaz de dirigirla. En China, dijo, la «edad de oro de la burguesía china se sitúa entre 1905 y 1911»; luego el proletariado tomó, en la década del 20, el lugar de la burguesía. Para triunfar, el Partido Comunista de China, según Mao, debió llegar «a su madurez», «no estaba maduro en 1927»,… «lo que significa, esencialmente, que nuestro Partido, aliándose a la burguesía, no previó que ella pudiera traicionar la revolución, y no estaba listo para hacer frente a esa situación». La característica que Mao define como «propia del proceso revolucionario en una colonia o semicolonia» también constituye una «particularidad histórica» de la revolución argentina.

El PC de la Argentina tardó diez años, desde su fundación (el 6 de enero de 1918), en definir el carácter de la revolución argentina y sus blancos. Entonces estaba en el gobierno un partido burgués, la UCR, y ejercía la presidencia un representante de esa clase: Hipólito Yrigoyen. Este representó, principalmente, a sectores de la burguesía rural. El gobierno de Yrigoyen fue «contrario a la clase obrera y contrario al imperialismo». Particularmente al imperialismo yanqui. La dirección del PC golpeaba a la burguesía en general y no diferenció a Yrigoyen y la UCR de las fuerzas proimperialistas que, el 6 de septiembre de 1930, dieron un golpe militar y establecieron un régimen proimperialista y proterrateniente que gobernó el país hasta que otro golpe de Estado, en 1943, abrió el camino, merced a un complicado proceso político, al triunfo electoral del general Perón en 1946. La dirección del PC, que en la década del 30 y del 40 tuvo, salvo breves períodos, una política seguidista de la burguesía y de los terratenientes liberales, se opuso frontalmente al peronismo en ascenso. Este enfrentó al imperialismo yanqui representando principalmente los intereses de la burguesía industrial argentina. Esto permitió a la burguesía nacional hegemonizar la lucha antiimperialista, particularmente antiyanqui, impulsar el desarrollo de la industria y de la economía nacional y hacer concesiones importantes a las masas populares que ganaron su apoyo.

 

Hoy N° 1892  01/12/2021