Tres años consecutivos de sequía son los antecedentes de la situación actual, el gobierno de derecha y ultraderecha no sólo no tomó las previsiones necesarias para atender las consecuencias de un fenómeno que es sensible e involucra el cambio climático y que además es esencial para la vida y la producción nacional. Tan es así que se cayó en una emergencia hídrica, que golpeó duramente a medianos y pequeños productores y las soluciones que se dieron desde el gobierno para atender a los afectados, si las hubo, fue sobre la base del endeudamiento a un sector ya endeudado. Los castigados de siempre fueron los que sufrieron las consecuencias.
La extensión en el tiempo de falta de precipitaciones principalmente en la cuenca del río Santa Lucía, principal fuente de abastecimiento de agua potable para la zona metropolitana que suministra a cerca de 1.800.000 habitantes comenzó a mediados del mes de febrero a mostrar las deficiencias en la falta de previsión y gestión de una crisis anunciada. La primera “solución” fue restringir el uso domiciliario de agua potable. Una medida que parece razonable y que pasa desapercibida, si no tomamos en cuenta que del agua potable que se produce el uso domiciliario consume el 8% a lo sumo, el resto un 47% es agua no contabilizada, es decir, que OSE pierde y el 45% restante es consumido por grandes consumidores. Por tanto, la restricción del uso domiciliario no movía la aguja, es más, no hubo ningún corte de servicio a pesar de haber múltiples denuncias de incumplimiento a las medidas restrictivas. Las otras “soluciones” fueron escasas o se transformaron en promesas para calmar las aguas.
En épocas primitivas, el ritual que se hacía a los dioses que dominaban las lluvias posiblemente fuera más eficaz que el gobierno, que augura a los dioses de la lluvia para que se apiaden de nosotros.
Una gran solución, esperar a que llueva y mientras tanto esta crisis se ha transformado en un gran negocio para las embotelladoras de agua. Lo cierto es que, para no generar alarma pública, es decir, para frenar cualquier levantamiento popular suministran, a través de la prensa, algunas gotitas de optimismo sobre las menguadas lluvias en la cuenca del Santa Lucía y soluciones multimillonarias que por ahora han sido promesas, como el trasvase del río San José.
El reclamo no se hizo esperar, el 7 de mayo comenzaron a marchar bajo la consigna “No es sequía, es saqueo” los autoconvocados por el agua. El 31 de mayo el PIT-CNT (Plenario Intersindical de Trabajadores – Convención Nacional de Trabajadores) marcha por 18 de julio desde la explanada de la Intendencia hasta Torre Ejecutiva bajo la consigna “Crisis hídrica, emergencia sanitaria, social, ambiental y productiva”.
La situación se ha venido agudizando, la calidad del agua ha venido empeorando, pensamos que es necesario desde las organizaciones que permanentemente estamos militando en defensa del agua,
ligados a la realidad que vive nuestro pueblo que ante el agravamiento de una situación que ya no admite más demoras es necesario movilizarse, unificar la lucha en una cuestión tan esencial y sentida como el acceso al agua potable, como lo mandata la constitución, hoy no garantizado por el gobierno.
Hoy N° 1969 12/07/2023