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09 de abril de 2014

Conversamos con Marcelo, obrero de una autopartista de la zona sur del Gran Buenos Aires, quien cuenta a este semanario las condiciones actuales
de trabajo.

Ser joven y obrero en la década K

Superexplotación en una autopartista

Marcelo tiene unos veintipico de años, y hace un par que trabaja en una autopartista de la zona sur de GBA, en la parte de mantenimiento. En la charla, comienza contándonos el camino preocupacional que tuvo que hacer para entrar en el mundo de la fábrica: “Actualmente pasas por tres instancias de exámenes: uno clínico, otro físico más profundo y el psicotécnico”. Se trata de tres filtros donde “ahí ya una gran parte de pibes queda atrás”. 

Marcelo tiene unos veintipico de años, y hace un par que trabaja en una autopartista de la zona sur de GBA, en la parte de mantenimiento. En la charla, comienza contándonos el camino preocupacional que tuvo que hacer para entrar en el mundo de la fábrica: “Actualmente pasas por tres instancias de exámenes: uno clínico, otro físico más profundo y el psicotécnico”. Se trata de tres filtros donde “ahí ya una gran parte de pibes queda atrás”. 
“El primer filtro es el de los análisis. Resonancia, estudios de  motricidad.  También está el examen visual”. 
Luego viene la evaluación ambiental, que es en el domicilio: cercanía, accesibilidad y el tipo de vivienda en que se habita. “Ellos quieren saber con quién vivís, cómo vivís, si mantenés a alguien, si tenés inodoro, hacen una radiografía completa de tu vida”. Y agrega “te evalúan tu apariencia física, tez y cabello, si usás arito, si tenés el pelo largo… Te das cuenta en el camino de la búsqueda que a éste lo toman, a este otro no lo toman. Ni hablar que un pibe que tiene experiencia como ayudante de albañil, queda descartado. Porque lo que buscan es a alguien que tenga experiencia en rendimiento de tiempo. Pibes de 20 a 25 años que aguanten la producción. Los pibes terminan arruinándose en dos o tres años”.
Con el correr de los meses, según cuenta Marcelo, el propio ritmo de laburo los va descartando: “Hay muchos que laburan seis, siete meses y se van porque no aguantan el ritmo de producción. Otros que te dicen: estoy hace un año y no llego a lo que me piden”.
 
Estar adentro: que la máquina funcione
“Al ingresar te hacen contratos de cuatro meses, renovables desde dos hasta cuatro veces. Identifican por medio de la ropa de trabajo a los principiantes, ellos te dicen que es para ayudarte porque sos nuevo”.
Cuenta que su tarea está divida en dos: la guardia y el trabajo preventivo; este último “es un laburo más rutinario de ocho horas en el que hay que ajustar cuestiones puntuales de una máquina”; en cambio el de guardia es correctivo, es cuando se para la producción por determinado problema, y vamos a resolver. En el laburo preventivo, el trabajo es más medible, por eso tenés un trabajo de rutina; en las guardias hay días que no parás en las ocho horas, te tenés que quedar hasta que se solucione el problema, pero hay días que es mucho más tranquilo”. 
Aunque aclara, cada sector tiene su complejidad: “a veces, te tenés que meter en sectores donde las temperaturas son muy altas. Nosotros nos sometemos a tareas de peligro, de altura, temperatura, electrocución. Encima que tenés la máquina parada, siempre tenés la presión de tu jefe preguntándote “¿llegamos o no llegamos?” Entonces, en eso se van las normas de seguridad. Porque para ellos lo principal es que funcione, de ahí que “las manos son tu primera herramienta”, cuando las papas queman te tenés que meter con todo. Y en eso entra en juego lo que uno se puede arriesgar, colgarse sin arnés, no tener las herramientas adecuadas de protección y a su vez el estado de las máquinas. Si queda una barrera de seguridad que no está, el operario que labura ahí puede terminar aplastado por una prensa. Se puede caer un eje en la cabeza… está el trabajo propio y cómo influye al que está trabajando sobre esa máquina las ocho horas”.
 
Con el sueldo que no se puede planificar
Marcelo cuenta que un ingresante comienza con un sueldo de seis mil pesos, uno con dos o tres años de antigüedad “puede llegar a las 8 o 10 lucas”. Marcelo indica que para los pibes que venían de ganar 2.500 pesos haciendo changas, entrar a la fábrica donde tiene otro tipo de sueldo, obra social, es todo un cambio. “En cuanto entra: tiene comedor, gana el doble que en las changas, tiene tarjeta de crédito, no tiene que estar catorce horas como estaba en el taller”. Pero con el correr de los meses “ese pibe va viendo el deterioro, va viendo la guita que gana la empresa, las condiciones reales de laburo, porque está lo que te dicen cuando entrás, que estás en el primer mundo y después te encontrás laburando como un esclavo”.
“Hay muchos pibes solteros y pibes juntados, o por juntarse. Antes de la devaluación venían los solteros y decían: ‘me voy a alquilar algo’, querían planificar: ‘cambio el auto’, ‘me compro un cero’, ‘me voy a vivir con mi novia’, pero después de la devaluación no se puede planificar. Hay un nivel de desesperación, donde los pibes dicen ‘no voy a hacerme la casa nunca’, algunos se fueron de la casa de los viejos pero les aumentaron el contrato. Todo esto, en un proceso de menos de un año”.
 
El control salta con la producción
“Nosotros trabajamos ocho horas con turnos fijos, lunes a sábados. Empezamos el domingo a la noche y terminamos el sábado a la mañana.
“Tenemos horarios de descanso. En mi sector nos lo tomamos por separado para que siempre esté una guardia. Legalmente tenemos media hora para comer. Después, te escapás para fumar un pucho, un café pero por convenio tenemos media hora por día. Pero el que está en producción, ahí no se jode, ahí no se pierde un minuto: salen al descanso y pasa un minuto y ya tiene el control. El control salta con la producción. Vos tenías que hacer cien tuercas, hiciste ochenta. Diez no las pude hacer porque tenía la máquina parada, las otras diez ¿por qué no las pudiste hacer? Eso siempre recae a nivel individual… generalmente cae en un operador, y por lo general uno nuevo…
“Después hay otro tema, que hay sectores donde hay temperaturas altísimas y no hay plus de descanso en verano, un plus de refrigerio, son las mismas condiciones que en cualquier otro sector.
“Hay algunos sectores de descanso dentro de planta, pero ahora por modificaciones los están sacando; lo mismo ocurre con las áreas de fumar, han hecho unas más chicas y más lejos de planta, con todas las cámaras, donde hasta el último de los jefes ve que estás fumando”.
 
Ajuste: Suspensiones, vacaciones adelantadas
Marcelo cuenta que en el último período cuando comenzó la devaluación, “aumentó el precio de los coches, bajó la venta”, a ellos les repercutió un montón: “a todos los que estamos en producción nos adelantaron una semana de vacaciones. Hubo algunas licencias, hasta que se “olvidan” que estás de licencia y ahí te echan. Ha habido mucha suspensión en el último período y adelanto de vacaciones. También la empresa está yendo más a fondo con el tema de la puntualidad, con el tema de los médicos. Vas y te dan una pastillita. A un pibe con diarrea, el médico le ha dicho “a ver quiero ver tu caca”, en esas condiciones. El otro día que llegué tarde se enteró mi jefe antes de que lo viera”. 
 
Cristina Kirchner y las “otras opciones”
Para ir cerrando nuestra entrevista, Marcelo cuenta cómo fue creciendo la bronca contra el gobierno de CFK: “En el 2011 había cierta expectativa en el gobierno, se escuchaban comentarios positivos, lo de YPF en un primer momento; después, con lo de la masacre de Once donde Cristina no salió hasta una semana después, empezó a crecer bronca; después vino el aumento del 100% al Legislativo cuando se quería poner un tope del 18, 19% a los salarios; la inflación, sumado al impuesto a las ganancias tanto a los que les tocaba como a los que no (en ese momento a muchos no nos tocaba por el bajo sueldo que teníamos) daba mucha bronca; porque te quitaban con el impuesto a las ganancias y a las empresas le daban los Repro. Entonces, se escuchaba “¿el gobierno te saca a vos y subsidia a la empresa?”
“El año pasado había cierta expectativa en el proyecto de Massa pero en los últimos dos o tres meses, está en discusión porque la gente quiere otra cosa: No quiere a Cristina pero tampoco quiere a Massa con lo que sale a decir por la reforma. Tampoco quiere otro que venga y privatice YPF. Está en discusión las elecciones y quién va a estar a la cabeza.
“A Cristina no se la quiere ni ver. Hay bronca. Odio también hay, pero lo que predomina es la bronca. Esto empezó cuando imprimieron los billetes de cien pesos, los pibes decían ¿va a poner la cara de ella? Molesta su soberbia. Saturó con las cadenas, nadie la quería escuchar más. Cuando decretó el aumento en el impuesto a las ganancias decían: ¿ahora se acuerda?; ¿tienen que perder en las elecciones para que aumente el rango? Por eso te digo, bronca hay. Antes se cuidaban de hablar frente a un kirchnerista, hoy lo chicanean”.
 
Nosotros y los docentes estamos del mismo lado
En nuestro sindicato no se habla de paritarias. Otros años lo que uno escuchaba era “los docentes laburan cuatro horas, tienen tres meses de vacaciones” y ahora empezás a escuchar “los docentes tienen que sacar un buen porcentaje para que nosotros podamos sacar algo”. Las declaraciones de la presidenta cayeron muy mal. Hoy nosotros y los docentes estamos del mismo lado”.