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13 de marzo de 2019

El drama de no recibir ayuda para producir de los medianeros del Gran La Plata

“Si me voy de la quinta, ¿a dónde me voy?”

Albina Vides tiene 38 años, nació en Bolivia, hace 21 años que vive en la Argentina, trabaja la tierra como medianera. Desde 2017 es presidenta de la Asociación de Medianeros y Afines (Asoma). Nos cuenta sobre la situación en las quintas del Gran La Plata y lo que es ser mujer en el campo.

Con Albina nos encontramos en la Plaza de Mayo, en la jornada nacional por la emergencia agropecuaria. Mientras mirábamos con asombro la cantidad de gente agolpándose contra los camiones para recibir las verduras que los productores llevaron de sus quintas, Albina contaba a este semanario: “la crisis económica que se vive en el sector se profundiza más”.

Enseguida la compañera cuenta que ahora produce ‘verdura chica’: acelga, rabanito, rúcula, “porque ya más no se puede producir. Ahora estamos produciendo una hectárea y media. Todo lo que antes se sabía producir: morrón, tomate, berenjena, pepino, por la cuestión económica, tanto en mi caso como en otros compañeros, ya no lo podemos hacer”.

 

—Contanos cómo es tu trabajo en el campo
-Yo trabajo a medias. Eso significa que el dueño de la tierra pone la tierra y la mitad de lo que se invierte en la producción. Y yo pongo la otra mitad de lo que se invierte en la producción y la mano de obra. Lo que comúnmente se dice ‘medianera’.

 

—¿Vos vivís en el campo que trabajás?
-Sí. Vivo con mi marido y mis cuatro hijos. Gracias a Dios los chicos van a una escuela cerca del paraje.

 

—¿Y cuánto en promedio es lo que invertís para producir mensualmente?
-Ahora no llevo la cuenta porque en los últimos años era todo pérdida, y llevar la cuenta de lo que se invierte era deprimirme y querer abandonar. Pero después pensás: ¿A dónde voy? Porque si me voy de la quinta a dónde me voy… por eso empezamos a hacer changas para afuera, es decir que después de trabajar donde estamos, mi marido sale a trabajar afuera de albañil, electricidad, mantenimiento. Así que no nos queda otra que rebuscárnosla. A veces nos falta para comprar las semillas, falta para el plantín, y hay que salir a buscar esa plata por otro lado.

 

—¿Cómo se las arreglan para sostener la familia?
-Últimamente, con mucho dolor porque pensamos cómo arrancan los chicos la escuela. Hasta ahora, no compré útiles ni fui a preguntar precios porque ¿con qué los compro? Ya nosotros sufrimos la tormenta del 29 de enero que destrozó toda la zona del Pato, el Peligro y el Parque Pereyra. Fueron del gobierno a hacer relevamiento, pero hasta el momento no hubo ningún tipo de asistencia, entonces cuando es en plena temporada, es una pérdida total. Ahí uno llora, pero no queda otra que volverse a levantar, pero últimamente cuesta mucho.

Tengo problemas en la espalda… estar mucho tiempo agachada, hasta hace un año atrás me cargaba la mochila en la espalda para salir a curar. Las mujeres en la tierra hacemos los mismos trabajos que hacen los hombres, y además las tareas de la casa con los chicos… y muchas veces terminamos con la espalda mal.

A mí me daría mucha pena irme, me gusta el campo, yo me siento del campo. Por más que uno pase necesidades, y que la crisis es cada vez más profunda, pero por lo menos para comer, te la rebuscás. El campo uno ya lo siente nuestro y nos duele irnos. Pero no nos queda más que darle la pelea porque hay que seguir. Por eso estoy como presidenta de Asoma.

 

—Y por eso hoy están acá, con esta gran movilización…
-Nosotros vimos por los medios la represión a los compañeros de la UTT en Constitución. Estaba la convocatoria en repudio a la represión, pero también nos trae lo de la emergencia, y no nos queda más que unirnos para enfrentar esta política.

 

—¿Qué resolvería el problema de los productores?
-Para nosotros la solución sería el acceso a la tierra. Porque tenemos un promedio que durante 2016, 2017 y 2018, más del 60% de los que alquilaban, pasaron a ser medianeros o porcentajeros –30% para el que la trabaja y 70% para el que pone la tierra–, o directamente abandonaron la quinta. De estos está el que se vuelve a su lugar, o el que se va a una villa porque no sabe dónde ir. Adonde vaya, pasa a ser un desocupado.

Por eso, en primer lugar, la pelea de nuestra organización es tener la tierra y después, tener los medios para producir.

—El dólar, ¿Cómo les repercute en los insumos?
-Bastante. Porque hasta mediados de 2017, un rollo de nylon nos costaba entre 3.600 y 4.000 pesos, ahora está alrededor de 10.000. Ni hablar de lo que es semilla, de lo que son los remedios.

Por eso, para poder producir todo lo que es de temporada, hay que tener una buena inversión, o como hace la mayor parte de los productores que producen que es meterse en crédito. Hoy los que tienen invernaderos, están con deuda, y la respuesta que nos da la Secretaría de Agroindustria es un fondo de insumos, o sea que es más deuda sobre una deuda que ya tenemos. Entonces, no es una solución.

Después, los compañeros cuando van a sacar un préstamo, el interés es más del 90%. Nosotros pedimos al Ministerio y al Gobierno que pueda haber créditos blandos. Pero si bien en una ocasión nos ofrecieron, nos piden título de propiedad, que saben que no los tenemos. Entonces, cuando nos dicen “título de propiedad”, ya no somos sujetos de crédito. Está hecho así para que el pequeño productor no pueda acceder a la producción.

 

—¿Una última reflexión sobre esta jornada?
-Esta jornada está muy buena, sobre todo la unidad. Porque si no nos unimos, enorme favor que le hacemos al gobierno. Si estamos unos por un lado y otros por el otro, más difícil va a ser conseguir lo que necesitamos. Los productores todos tenemos la misma necesidad, por más que estemos con diferentes colores de banderas, las necesidades son las mismas.

Traer a la ciudad lo que nosotros producimos, por ahí ayudamos a una familia que está igual que nosotros… porque sabemos que la situación es difícil, no solo nosotros en el campo la estamos atravesando, la situación la está viviendo todo el pueblo… El consumidor está muy afectado, está pagando el kilo de tomate a 120 pesos el kilo, el cajón de tomate lo están vendiendo arriba de 1.000 pesos en el mercado, mientras que a nosotros nos pagan 200. Entonces, hay una gran diferencia con la quinta hasta que llega al mercado.

Hoy N° 1758 13/03/2019