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02 de octubre de 2010

La semana pasada la Reserva Federal de Estados Unidos, Fed, volvió a recortar la tasa de interés procurando aliviar los efectos de la crisis sobre el sector financiero, aunque ello sea a costa de un mayor debilitamiento del dólar.

Siguen temblando las Bolsas

Nueva baja en la tasa de interés yanqui

La Fed bajó la tasa de fondos federales al 3 por ciento, a sólo ocho días de la anterior súbita bajada de 4,25 a 3,50  por ciento. La baja acumulada en la tasa de interés en menos de dos semanas es una de las reducciones más profundas y abruptas del costo del crédito en la historia moderna del banco central de Estados Unidos.
“Los mercados financieros se mantienen bajo una tensión considerable, y el crédito se ha ajustado aun más para algunos negocios y hogares. Además, cifras recientes indican una profundización de la contracción inmobiliaria, así como un debilitamiento en el mercado laboral”, señaló la Fed al comunicar su decisión.
Esta nueva baja se produjo tras el informe gubernamental que mostró que el crecimiento de la actividad económica se contrajo al 0,6 por ciento anual en el último trimestre de 2007, por la reducción en el gasto de parte de los consumidores y una caída en el número de construcción de casas. El promedio para el año 2007 se redujo a 2,2%, el crecimiento más débil de Estados Unidos en cinco años.

Se profundizan los efectos de la crisis
Desde agosto de 2007, el creciente número de moras en las hipotecas viene sacudiendo a los bancos. Todos los auxilios monetarios del Estado yanqui no han impedido que se profundicen los efectos de la crisis, y que siga la volatilidad de los mercados financieros. La exposición por sobreendeudamiento también está llegando a las aseguradoras de bonos, lo que significaría nuevas pérdidas para los bancos.
La caída del sector inmobiliario sigue profundizándose. Las ventas de casas unifamiliares volvieron a caer un 4,7 por ciento en diciembre a su menor tasa anualizada desde 1995. Lo que hizo que para todo 2007, la caída de las ventas fuera un récord de 26 por ciento, pese a que los constructores rebajaron fuertemente los precios. El dato más evidente del impacto de la crisis fue que el gasto en construcción de casas nuevas se desplomó un 23,9% en el cuarto trimestre, la mayor caída en 26 años, tras haber descendido un 20,5% en los tres meses previos. Para todo 2007, la contracción del gasto residencial fue de un 16,9%, el peor desempeño anual desde 1982.
Finalmente confirmando la reversión del ciclo económico (crisis), desde un período de auge a uno de depresión, la tasa de desempleo comenzó a aumentar llegando a 5% en diciembre, contando sólo a los desocupados que buscan trabajo. Suman casi 8 millones de personas.

Aumentan las presiones inflacionarias
Por otro lado, también han aumentado las presiones inflacionarias. El llamado índice de inflación subyacente (que no incluye energía y alimentos, cuyos precios han subido mucho más), aumentó un 2,7% en el cuarto trimestre en la comparación interanual, muy por encima del 2% del tercer trimestre. Por eso la Fed tuvo que decir que espera que “la inflación se modere en los próximos trimestres pero que será necesario seguir viendo con cuidado los acontecimientos”.
El recorte de tasas debilita aun más al dólar, que venía golpeado por los crecientes déficit gemelos (fiscal y externo) y el sobreendeudamiento interno y externo en que se basó la recuperación y auge la economía yanqui de 2002 a 2007, con el agravante de que las empresas dedicaban el crédito más a la especulación financiera que a la inversión en infraestructura. De ahí las limitaciones de la oferta, como ocurre en el sector energético, que tira sus precios hacia arriba empujando hacia una mayor inflación.
Por eso el pronóstico para la economía yanqui es de un largo período de estancamiento con inflación (stangflacion), que se compara con lo sucedido en la llamada crisis del petróleo de la década de 1970, tras el abandono por Estados Unidos del patrón oro. Ahí con el trasfondo de su derrota en Vietnam, que llevó a la caída de Nixon y obligó al imperialismo yanqui a hacer grandes concesiones a su principal rival de entonces, el socialimperialismo soviético, quien aupándose en la lucha de los pueblos avanzó en sus designios imperialistas no sólo en el propio Vietnam y Laos, sino también en Africa (Etiopía, Angola, etc.) y América Latina (de lo que fue testigo la Argentina con la dictadura de Videla-Viola, impuesta en 1976).

La opinión de un vocero imperialista
El alza de la inflación amenaza la economía mundial

Tras años de una inflación persistentemente baja, los precios están subiendo a un ritmo mucho más rápido en el mundo industrializado. Entre 1996 y 2006, la inflación en las economías avanzadas aumentó en promedio 1,9% al año, según el Fondo Monetario Internacional. El año pasado, creció 2,4 por ciento. Estas cifras preocupan a la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) y el Banco Central Europeo (BCE). La inflación en los 15 países que comparten el euro batió el récord de los últimos seis años y medio al alcanzar un 3,1% en noviembre y diciembre, muy por encima de la meta del BCE de menos de 2%. Las insistentes presiones inflacionarias y la amenaza de que se vea una espiral de precios subrayan la resistencia del BCE a imitar a la Fed con un recorte de tasas, pese a las señales de un crecimiento más lento en la zona euro.
Muchos economistas, incluido el ex presidente de la Fed Alan Greenspan, argumentan que la entrada de millones de trabajadores chinos, indios y de países ex comunistas a la economía mundial [con salarios de hambre que deprimían los salarios en todo el mundo, permitiendo una mayor superexplotación obrera] solía ser un motor que combatía la inflación pero que ha perdido fuerza [también en China e India se ha incrementado la resistencia obrera a la superexplotación]. El nuevo cálculo global de la inflación tiene varios motivos. En Estados Unidos, las ganancias provenientes del auge tecnológico de los años 90 se están agotando.
Mientras tanto, las compañías se están concentrando más en cosas como la recompra de acciones que en la inversión en infraestructura. Como resultado, la economía no puede crecer con la misma rapidez sin provocar la inflación.
(Del Wall Street Journal, en La Nación, 25/1/08).