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29 de junio de 2011

 “… el que suscribe no puede tener duda que, cuando las reales circunstancias del caso sean comunicadas al Gobierno de las Provincias Unidas del Río de la Plata, aquel Gobierno no cuestionará más el derecho de Soberanía que ha sido ejercido por Su Majestad, que indudablemente pertenece a la Corona de Gran Bretaña”
(Lord Palmerston a Manuel Moreno, 8 Enero 1834)

Sin definiciones contra la ocupación colonial británica

Hoy 1375 / Malvinas

Hace pocos días se conocieron las declaraciones del primer ministro británico David Cameron, donde afirmó, durante la sesión semanal de preguntas en la Cámara de los Comunes, lo siguiente: “Mientras las islas Falkland (denominación del usurpador de las Islas Malvinas) quieran ser territorio soberano británico deben seguir siendo territorio soberano británico. Punto. Final de la historia”.

Hace pocos días se conocieron las declaraciones del primer ministro británico David Cameron, donde afirmó, durante la sesión semanal de preguntas en la Cámara de los Comunes, lo siguiente: “Mientras las islas Falkland (denominación del usurpador de las Islas Malvinas) quieran ser territorio soberano británico deben seguir siendo territorio soberano británico. Punto. Final de la historia”.
Estas declaraciones han puesto de relieve que no existe ninguna voluntad de negociación de parte del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte: como ocurre desde la primera ocupación en 1833 y ahora desde la segunda de 1982; el colonialismo británico jamás consideró alguna forma de negociación que abra el camino para la restitución de la soberanía sobre nuestros territorios australes.
Nadie puede sentirse sorprendido. El Reino Unido planifica sus objetivos como potencia colonial e imperialista y actúa en consecuencia. La dirigencia colonial británica se proyecta en siglos y no actúa movida por acciones meramente inmediatas. Estamos hablando de la que fuera una gran potencia colonial, de enormes recursos políticos y diplomáticos para conquistar sus objetivos imperiales.
Un pequeño ejemplo de esto último proviene precisamente de quien efectuó la contestación de 1834 a los primeros reclamos argentinos. Lord Palmerston era el mismo funcionario que en 1859 reasumió como primer ministro para lanzar la segunda guerra del opio contra China y llevar a cabo la política de la “China abierta”, elaborada por él mismo 20 años antes.
Cuando Inglaterra ocupó nuestros territorios en 1833, lo hizo sabiendo la importancia del control del paso interoceánico Atlántico Sur – Pacífico Sur y que ese dominio le garantizaba un punto de apoyo para sus objetivos geoestratégicos en América del Sur en donde tenia (y tiene) importantes intereses. Y cuando nos hizo la guerra en 1982, lo hizo sosteniendo aquel postulado geopolítico de 1833 y agregando su decisión de controlar la puerta de la Antártida y nuestra Patagonia. Desde Malvinas también, el Reino Unido consolida sus posiciones hacia la otra gran orilla del Atlántico, el continente africano.
Con el respaldo de la Unión Europea avanzó en sus pretensiones colonialistas presentándose como país ribereño en el Atlántico Sur en la Comisión de Limites de las Naciones Unidas, obteniendo así un claro triunfo político.
 
 

Ocupación colonial
Las declaraciones de Cameron dejan en ridículo los argumentos de la diplomacia argentina que viene sosteniendo desde 1989 como un “triunfo” argentino, la imposición del paraguas británico de soberanía y el control de policía de nuestras Fuerzas Armadas aceptados en los llamados Acuerdos de Madrid de octubre de 1989 y febrero de 1990 respectivamente. A esos Acuerdos les siguieron otros, públicos y secretos, tan lesivos como los mencionados y que fueron consolidando la presencia británica en el Atlántico Sur. Hoy el Reino Unido con el respaldo de la Unión Europea, aspira a colonizar más de cinco millones de kilómetros cuadrados y respalda esta decisión estratégica en la más importante base militar inglesa en estas latitudes la base de Mount Pleasant que se articula con otras de la OTAN.
Cameron solo expuso crudamente lo que es una política de Estado de parte del Reino Unido: la ocupación colonial de nuestros territorios australes para transformar el Atlántico Sur en un lago británico y poseer una plataforma de acción inmejorable para el control y dominio de la Antártida y el subcontinente suramericano. La presente crisis económica en curso, que señalamos como prolongada y de efectos devastadores, avanza afectando a Europa en su conjunto, incluida Gran Bretaña. La economía de Estados Unidos no reconoce una mejora efectiva y sostenida que aleje los efectos sombríos de la crisis iniciada en 2007. Los hechos demuestran que se trata de una crisis que supera a las conocidas anteriormente, incluida la de 1930. Y las potencias mundiales planifican en un mundo en el que predominara la disputa por los recursos y los espacios estratégicos. La doctrina de la guerra preventiva de Estados Unidos es expresión de estas necesidades de conquista de recursos naturales y espacios en todo el mundo.
Argentina, desde 1982, siguió una política de sumisión frente a la ocupación colonialista inglesa. Su más descompuesta versión fue la del ministro Di Tella, quien ridiculizó a la Nación Argentina con su política de “relaciones carnales” como política exterior y de “seducción y ositos winnie pooh” para los kelpers. Entre otras muchas medidas, la Argentina retiró de la Asamblea General de las Naciones Unidas el tratamiento de la cuestión Malvinas en donde siempre resultó favorable incluso en 1982 -y hasta 1989-, y redujo el reclamo al Comité de Descolonización o Comité de los 24, organismo de las Naciones Unidas de rango subalterno y sin poder de resolución alguno. Hace apenas días, nuevamente la Argentina se hizo presente en dicho Comité con resultados similares a los que se suceden año tras año. Allí Argentina no tiene mucho para ganar -como lo demostró recientemente la visita a Buenos Aires del Presidente del Comité- y Gran Bretaña nada para perder.
 
 

Viraje en el discurso presidencial
De Néstor Kirchner a Cristina Fernández de Kirchner, el discurso oficial fue rotando: de la “cobarde agresión argentina contra el Reino Unido” del primero, a la caracterización de guerra justa de su esposa, luego.
Pero ese viraje de Cristina Fernández de Kirchner no es acompañado por medidas que afecten realmente los intereses económicos, diplomáticos y militares del Reino Unido. Por el contrario, muchas medidas benefician los intereses británicos, como fue en su momento, la concesión del principal yacimiento petrolífero en territorio continental (nos referimos a Cerro Dragón) hasta el 2047 a la empresa Panamerican Energy propiedad de la British Petroleum en un 60%, o los esfuerzos para pagar al Club de Paris la deuda contraída por la Argentina en tiempos de la dictadura militar, mediante las gestiones que llevó adelante el ministro Amado Boudou en conjunto con la Banca inglesa Barcklays, lo que fue oportunamente denunciado por el Dip. Nac. (MC) Ing. Mario Cafiero. Debe incorporarse entre estas gravosas medidas la llamada “Ley antiterrorista” respondiendo al reclamo de los gobiernos de George Bush y Tony Blair, elaborada por el Dr. Néstor Kirchner, impulsada en el Parlamento por la entonces senadora Fernández de Kirchner y defendida en el ámbito del Senado por la Dra. Vilma Ibarra. El discurso oficial en defensa de Malvinas no encuentra aun ningún respaldo en el ámbito de la política, la economía, la diplomacia y la defensa nacional.
Cameron ha despejado por propia boca toda duda en cuanto a qué piensa el colonialismo inglés sobre una negociación con Argentina: no lo consideraron, no lo consideran ni lo considerarán en el futuro. El colonialismo es la verdadera política de Estado para esa potencia imperialista. Y quienes realmente manejan el poder en Gran Bretaña, saben que Estados Unidos nunca abandonará a su aliada estratégica. Ya conocemos las nefastas consecuencias de ilusionarse con la “neutralidad” de Estados Unidos: en 1982 su diplomacia, logística, inteligencia, etc., robustecieron la capacidad militar del imperialismo inglés para asegurar la derrota de la Argentina.
Al colonialismo inglés no se lo va a desalojar de nuestros territorios con declaraciones, “papers”, ni resoluciones. Todos ellos son necesarios pero nunca determinantes. Apoyándonos en la más amplia unidad americana, esa que Perón sintetizó “del Río Grande al Polo Sur”, es decir, con el trazado de una política continental frente a los enemigos externos de la Argentina y la región, se hace indispensable tomar medidas que golpeen “la víscera más sensible del imperialismo inglés”, su bolsillo. Y en esa unidad americana de la que hablaba Perón, también diseñar una estrategia antártica continental. Ocupadas las Malvinas y controlado de hecho el Atlántico Sur por el imperialismo inglés, bajo el paraguas de la Unión Europea y el Acuerdo de Lisboa, y con la asistencia de la IV Flota de EE.UU., la soberanía nacional (y por ende suramericana ) en la Patagonia, el Atlántico Sur, archipiélagos australes y Antártida, esta gravemente comprometida.
Cameron ha demostrado que las palabras y las fotos, son sólo palabras y fotos, frente a la prepotencia colonialista británica. El gobierno actual y todos los candidatos que aspiran a ejercer la máxima magistratura de la Nación, deberían informar al pueblo qué medidas efectivas van a tomar para garantizar la soberanía nacional en todo el Atlántico Sur y la Antártida, y abrir un curso firme y seguro de reconquista de nuestros territorios usurpados. Como dijimos en alguna oportunidad, la Nación Argentina debe prepararse, prepararse y prepararse, para reconquistar lo que le pertenece, del modo y en el momento que sea conveniente.


*Por el Coordinador nacional del Foro Patriótico y Popular, reproducido de www.lanuevahuella.com.ar