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03 de marzo de 2011

Del discurso mentiroso a la represión abierta.

Situación de Derechos Humanos durante el Kirchnerismo

Política y Teoría N° 72 (105) / Marzo - junio de 2011

Siendo  el  tema de la lucha  por las  libertades democráticas uno de los pilares que recorre nuestra  historia, ubicamos  esta problemática  en la  perspectiva de  la acumulación de fuerzas en el  camino revolucionario.
Nos interesa plantear, en oportunidad  de cumplirse los  35 años del golpe, nuestra  visión de la  perspectiva actual del llamado  campo  de  los  derechos humanos.

Siendo  el  tema de la lucha  por las  libertades democráticas uno de los pilares que recorre nuestra  historia, ubicamos  esta problemática  en la  perspectiva de  la acumulación de fuerzas en el  camino revolucionario.
Nos interesa plantear, en oportunidad  de cumplirse los  35 años del golpe, nuestra  visión de la  perspectiva actual del llamado  campo  de  los  derechos humanos.
A pesar de que la denominación derechos humanos implica una definición desde el  estado burgués, que escamotea la lucha de clases, y que nosotros preferimos hablar de  libertades públicas y de derechos  populares, reconocemos esa denominación  en nuestro país,  teniendo  en cuenta  que  se ha  ido connotando con el tiempo en  relación  al  movimiento democrático y que caló profundamente en el pueblo como expresión del perseverante enfrentamiento a  la  represión  y la  impunidad a partir de  la   resistencia  antidictatorial.
La  lucha democrática en nuestro país  ha  tenido una  importancia decisiva  a lo largo de la historia. No obstante, en muchos  períodos  hubo contradicciones entre el aspecto nacional y lo  democrático, que  favorecieron  la  división del  campo popular,  división que fue aprovechada por las clases dominantes. Es por ello que siempre hemos sostenido la posición, junto a otros  sectores, de otorgarle el sentido que la asocia inseparablemente a la lucha patriótica, antiimperialista  y de  defensa de los sectores explotados  y oprimidos.
Entendemos  a la lucha  por las  libertades públicas   y contra  la  impunidad como  parte sustancial del camino liberador. Consideramos que mientras exista opresión imperialista, mientras  exista  un sistema  de explotación de clase, habrá  represión y habrá  impunidad, en algunos  momentos  abierta , en otros  más  solapada. Sólo con la  liquidación  del  Estado  que responde  a  las  clases dominantes, con su derrocamiento revolucionario,  será  posible   avanzar en la  construcción de  una  sociedad que  no necesite  utilizar  ese instrumento contra los  obreros  y las  grandes  masas populares. Recién  entonces podremos  hablar  de un  verdadero nunca más.
Mientras  tanto enfrentaremos una  y otra  vez cada una  de las  manifestaciones  de las políticas represivas.   
En la  actualidad, es una  problemática que  vale  la pena  abordar, no sólo por  la  importancia que tiene en sí misma para el pueblo argentino, sino también porque  el   kirchnerismo   ha  utilizado, desde el inicio de sus gobiernos, esta  bandera tan  cara que  recorre tantos  años  de lucha, intentando apropiarse de la  misma a los efectos  de ganar  consenso favorable. Los hechos  ocurridos  en el último período de 2010, particularmente  en relación  a  la  pueblada de Bariloche,  el asesinato del militante  del PO  Mariano  Ferreira,  la  represión  de la  ocupación en el parque Indoamericano  que  dejó un  saldo  de  3 muertos (Bernardo Salgueiro, Rosemary Chura Puña y Juan Canevari) y numerosos heridos, y la  brutal  represión a   Colonia  La  Primavera  en   Formosa,  en la que  asesinaron  a Roberto López  de  la  CCC  y  Mario López de MOCAFOR, y  destruyeron bárbaramente  numerosas  viviendas, han corrido  con absoluta  claridad el velo de la democracia kirchnerista..

 

El pueblo y los derechos humanos

La lucha contra la dictadura y la impunidad tiene una inmensa importancia histórica. Los  crímenes contra el pueblo perpetrados por los  genocidas encontraron respuesta en la heroica resistencia antidictatorial, cuya  expresión pública más avanzada fueron las Madres de Plaza de Mayo.   
La lucha antidictatorial, así como la derrota de Malvinas, marcaron un punto de inflexión y la dictadura tuvo que retirarse.
No obstante, lo hizo sobre la base de ciertos acuerdos en los que  cifraba  la  expectativa de  impunidad y no  sobre la  base de  un  derrocamiento que, tal  como planteaba nuestro partido,  permitiera que no  quedara  piedra sobre piedra del andamiaje  fascista.
Si bien no  es  materia  de  este artículo y merecería un desarrollo más  pormenorizado, podemos  decir  que  es desde esta  perspectiva que  puede comprenderse el  sentido  de la  política de  derechos humanos de Alfonsín.
El pueblo, en marchas multitudinarias, que no tienen parangón  en toda  América  Latina, exigía  justicia frente a los  crímenes  de la dictadura. El clamor popular fue tan extraordinario que Alfonsín basó su campaña electoral en las promesas de justicia y esta bandera tuvo incidencia en su  triunfo electoral.
En esas condiciones se realizó el juicio contra las Juntas militares, que significó un extraordinario triunfo popular.
Logro histórico, aunque hay que tener en cuenta que dicho juicio se denominó “juicios  a los excesos en la lucha contra la subversión”, lo cual implicaba  la  intención de legitimar, de  contrabando, la teoría de los dos demonios.
Pero los acuerdos asumidos con la cúpula de la  dictadura, hicieron que luego el mismo  gobierno tomara medidas que  abrieron el camino de la impunidad. Primero la decisión, por vía  parlamentaria, de que los juicios a los represores se hicieran por tribunales militares y no civiles, y en 1987, la sanción de las leyes de punto final y obediencia debida, que impusieron el fin de todos los juicios y la impunidad de los genocidas.  
Durante todos los años posteriores siguió incesantemente, con momentos de enorme  expansión y otros de  relativa  retracción la  lucha contra la  impunidad, que continuó   siendo un ejemplo mundialmente reconocido.
La sanción de los indultos a los jefes de la dictadura por parte de Menem fue  un durísimo golpe  al movimiento democrático y al pueblo  argentino en su conjunto.
Al cumplirse el 20 aniversario del golpe, en una  demostración de la  construcción  de la  memoria colectiva,  el pueblo salió  a las calles, a lo largo del todo el país, denunciando a la  dictadura y exigiendo justicia. Fue en  ese momento, en medio de  la efervescencia  popular,  que   se conformaron espontáneamente en todo el país las agrupaciones de  hijos  de desaparecidos  y  también se formó el Encuentro Memoria Verdad y Justicia, una verdadera multisectorial conformada por centenares de organizaciones sociales, políticas, de ddhh, de trabajadores,  estudiantes, etc., que organizó la marcha del 24 de marzo de 1996, cuya  conmovedora masividad  todos  recordamos.
El Encuentro Memoria Verdad y Justicia, espacio de nucleamiento de la lucha democrática, a pesar de múltiples boicots,  sujetos  a  las  vicisitudes políticas  de todos estos  años, se ha  ganado un lugar de reconocimiento en enormes sectores populares en la lucha  contra  la  represión y la  impunidad.
Manteniendo siempre  el sistema de  toma de  decisiones  por  consenso, continuó  siendo el centro principal de convocatoria de las marchas del 24 de marzo de todos los  años, encabezó  los  movimientos por la  aparición con vida  de  Julio López y el castigo a los culpables de  su  secuestro, y contra  la  criminalización de la  protesta social en estos años.
Las iniciativas del Encuentro fueron referentes para las movilizaciones que se  desarrollaron en todo el país. En el  caso de la  desaparición  de  Julio López,  es  importante  destacar el papel que  jugó la  multisectorial de La Plata, que  contó con la  participación de numerosas organizaciones, entre  ellas Liberpueblo (La Plata), Hijos  La Plata y  amplios sectores del movimiento obrero.
 
 

El Argentinazo y la nulidad de las leyes

La sensibilidad de nuestro pueblo y la  profundidad de la lucha democrática es de tal magnitud, que  el disparador que  detonó el argentinazo fue la declaración  del estado de sitio por  parte del gobierno de De la  Rúa.
La  inmensa rebelión  popular  que  recorrió la Argentina, cuestionó las  instituciones  del  sistema con la  consigna “que se vayan todos” y abrió una crisis de gobernabilidad que preocupó profundamente a las clases dominantes. El argentinazo sacudió a nuestro país hasta  sus últimos  cimientos y abrió una  nueva  etapa en el  camino de la lucha liberadora.
 Si bien la  correlación de fuerzas y el grado de desarrollo y organización  popular  no  permitió coronarlo en la  constitución  de  un gobierno patriótico y popular, el argentinazo dejó profundas  huellas, y  perfiló un boceto, como lo hizo el Cordobazo, de las posibilidades del camino insurreccional.
 Después de la semana en la que  tuvimos 5 presidentes, Duhalde se propuso recomponer   la  gobernabilidad, pero  los  asesinatos  de  Kostecki y Santillán, nuevamente  un tema vinculado  a  las  libertades públicas,  produjo  tal  respuesta popular que  puso nuevamente  en cuestión la  estabilidad del sistema y sus instituciones.
Ante la nueva  situación,  Duhalde adelantó las elecciones. Lo que estaba  claro para las clases dominantes, era que el tema democrático, además de la problemática del hambre y la entrega, constituía un factor de desestabilización para sus proyectos y políticas.
 Duhalde y el grupo que lo apoyaba eligieron a Néstor Kirchner como su candidato en las elecciones presidenciales, luego de las deserciones de Reutemann y De la Sota.
 Néstor Kirchner llegó a la Presidencia de la Nación luego de haber perdido en la primera vuelta contra Menem, sacando sólo el 20 % de los votos y sin la realización de la segunda vuelta en virtud de la maniobra de Menem de bajarse de la misma.
 Así, sin en el menor antecedente en la lucha contra la dictadura ni contra la  impunidad posterior, cuestionado por izquierda y no por derecha, era imperioso para Kirchner producir  algunos  hechos  y discursos  que  le  garantizaran  consenso social  y le  permitieran construir  y afirmar  una  fuerza propia política  y económica.  
También  era  importante  para  esos  sectores  recuperar  la credibilidad en las  relaciones  exteriores y en  los  países centrales, que  tienen experiencia, en la  medida de que se trate de  otros  países que  no son ellos, en utilizar la  causa de los derechos humanos como método de presión.
 Precisamente  en  ese  contexto , la  enorme  lucha  contra  la  impunidad encontró condiciones  favorables para   conseguir un triunfo, que  se  materializó en la  anulación de  las  leyes de  Punto final y Obediencia  Debida. Esta experiencia es importante de tener en cuenta, en términos más generales, porque hace a un debate presente en el campo  popular.  Demuestra que  muchas  veces  la lucha  obrera y popular  puede aprovechar  ciertas coyunturas  políticas para conseguir, arrancar,  determinadas  conquistas. Esto no quita ningún mérito  ni implica concesiones de principio, sino que reconoce  que es también importante tener en cuenta la valoración de las contradicciones y posibilidades que ofrece cada momento.
Desde esta valoración histórica  es que consideramos  que la  anulación  de las  leyes  de  Punto Final y Obediencia Debida, constituyó un importantísimo triunfo del pueblo argentino en  la  larga lucha contra la represión y la  impunidad y no un  acto generoso de los  Kirchner.
Merece recalcarse también que el mecanismo de anular estas leyes sólo puede entenderse desde los  hechos de diciembre de 2001. Implicó en sí misma  un  cuestionamiento  de las instituciones  formales  e  informales  del sistema,  ya que, a  diferencia  de la derogación ( que ya  había  sido sancionada ), que es el procedimiento  habitual para  hacer  cesar  la  aplicación de  una  ley y no tiene  efecto retroactivo, la  anulación permitió actuar sobre hechos  previos.
Es decir, el protagonismo popular  impuso la legalidad de lo que había legitimado  mediante  tantos  años  de  protesta y movilización.
Lo que sí podemos  reconocerle a  Kirchner (y a sus  asesores, entre  ellos  y fundamentalmente  H. Verbitsky)  es la   habilidad de  detectar una demanda  profunda  de masas, un  tema sensible   en el  que él nunca  había incursionado  ni denunciado, cuyo abordaje   le  ayudaría a  reubicarse ganando consenso social  y  político.
Así, no sin vaivenes, aceptó apoyar el proyecto  de anulación de las leyes de obediencia debida y punto final encabezado por Patricia  Walsh.      
Muchos dicen que  Kirchner  tuvo la  voluntad política de apoyar la  anulación de  las  leyes, así como Menem  la  de dar los  indultos. Obviamente, no se trata de juzgar intenciones sino hechos, pero los hechos deben analizarse en el conjunto de sus determinaciones. Y la necesidad de legitimación  de  los Kirchner era imprescindible, para ellos y el grupo que los llevó al poder.
Por lo tanto debemos decir que, en el contexto que describimos, Kirchner aceptó el proyecto de anulación de las leyes de obediencia debida y punto final y la  bancada oficialista  contribuyó  a la  sanción de  la  ley. También  es  cierto que  dicha  sanción contó con el apoyo  de Carrió, que  luego volvió  al  discurso  de  la reconciliación, y  de otros  diputados  y senadores que le dieron su apoyo en función  de  especulaciones  políticas  y no por  convicción.
Pero lo cierto es que la  ley se  aprobó  y también por  el  conjunto  de los  hechos  que  hemos  planteado decimos  que  ese fue  un  gran triunfo popular  y no  un logro  de los  Kirchner.
Sobre la base de esta  situación,  y  con algunos  gestos  simbólicos, como el  retiro  del  cuadro  de Videla, el gobierno kirchnerista comenzó una  campaña de opinión pública, montando una  imagen  popular  y progresista, apropiándose de esta conquista y ocultando a  los   verdaderos protagonistas: las  masas populares.
La  anulación de las  leyes  abrió curso  a la realización  de los  juicios. Estos  tienen una enorme  importancia  histórica y simbólica, porque  implican el  reconocimiento, por parte del  Estado, del  genocidio perpetrado. Que genocidas como Videla,  Bussi, Etchecolatz,  Menéndez, sean  condenados, es una  reparación , no sólo para  los familiares de  los desaparecidos y para los que  sufrieron de manera directa la  represión, sino para todo el pueblo argentino, que  sufrió de las  más diversas  maneras  la  brutalidad dictatorial.
Merece destacarse la  acción sostenida  de la Asociación de Ex Detenidos  Desaparecidos, que además de jugar un papel fundamental en el  Encuentro Memoria Verdad y Justicia,  fue la principal  impulsora de los  juicios por la Verdad, desarrollados en la ciudad de La Plata  y posteriormente  motor  fundamental en las  querellas   y testimonios de los  juicios  actuales a los  genocidas.
Es  necesario también  señalar que los juicios tienen enormes  falencias y que  el  gobierno no  ha tomado en todos estos años las medidas políticas necesarias para terminar  verdaderamente  con la  impunidad .
En su desarrollo, como no podía ser  de otra  manera, está la  marca de los límites de este Estado y  de  los custodios de la continuidad del poder de las clases  dominantes. Por  la  magnitud de la represión , por su carácter sistemático y planificado,  era necesario  implementar  una metodología  que  garantizara que  el objetivo  de  justicia  se hiciera realidad mucho  más  rápida y ampliamente.
La  mecánica  de los  juicios está en  contradicción con esa  necesidad. Transcurren  como si  se  juzgaran delitos aislados individuales y no una  práctica  planificada y sistemática. El tiempo que requieren, el número limitado  de  represores a los que alcanzan, la inacabable  repetición  de  testimonios por  cada uno de los  pequeños  grupos de casos  que en  cada oportunidad  se consideran, el  hecho de que haya que  probar una y otra  vez torturas, asesinatos, violaciones, apropiación  de  niños, ya reiteradamente probados socialmente, relativiza su  eficacia y afecta la  continuidad de la  vida  cotidiana  de los querellantes y testigos.
Todas las  falencias  de los  juicios  hacen que, a 7 años de la nulidad de las leyes, sean algunos pocos los genocidas condenados,  y además  algunos gocen de condiciones de detención inaceptables en countries, dependencias militares o celdas VIP.
Las  limitaciones de los juicios no han encontrado otra acción de  parte del  gobierno más  que los exhortos discursivos. Por  ejemplo no destinaron un solo peso extra para los juzgados que tramitan las causas contra los genocidas, no impulsaron ninguna reforma legislativa que permitiera que los juicios avancen más rápidamente ni impulsaron la  remoción  de los  jueces que  se resisten  a  hacerlos  avanzar.
Por  otra parte, a pesar de  haberlo anunciado, el gobierno no abrió  todos los archivos de la dictadura. Sólo fue  dado  a  conocer   una  parte del  archivo  del  batallón 601. Esta medida hubiera  permitido  tener  información  fundamental,  como  el  destino  de niños  apropiados, nombres de represores que revistaban  en  aquella  época  lo que  permitiría conocer  cuales siguen  en  actividad y en qué función.  Como se pudo descubrir, a raíz  de la  información que  tomó estado público  del 601,  la  presencia de  un infiltrado en el MST  en Neuquén .
Otra  característica  de la  política  del gobierno es la  cooptación  de  organismos de derechos humanos como parte de una  política  divisionista del movimiento popular.
Algunos de  nosotros  hemos participado junto  a  las  Madres de Plaza de Mayo  en la  resistencia antidictatorial y nos  hemos  nutrido  y reforzado  en su espíritu de lucha durante  la  dictadura y también mucho tiempo  después.  Hemos  conocido  de  cerca la  firmeza de  Hebe  Bonafini y su posición ética de sostener  los  principios.
Nos  resulta  trágico encontrarnos  con  la  utilización de  las  Madres como estandarte de  un gobierno  que  paga  la  deuda  externa usuraria  y fraudulenta,  que  remata  nuestros recursos  naturales, que  toma  medidas  contra  las  que  Hebe  luchó  denodada  y consecuentemente  durante  años. Aún hoy recordamos, con dolor, las  marchas  de la  resistencia  encabezadas  por  la  bandera  del no pago  de la deuda externa.
El  gobierno  ha  desarrollado su política de  cooptación, no sobre la  base de responder a las  necesidades populares, sino  utilizando la  billetera para apoyar  negocios, empresas inmobiliarias,  repartiendo puestos, etc.

 

La desaparición de Julio López

La  desaparición de  Jorge  Julio López   dio por  tierra con la  ilusión del nunca  más y es  un ejemplo paradigmático de la  persistencia de la  impunidad, también expresada en el  asesinato  de  Silvia Suppo, los  secuestros transitorios  y las  amenazas de querellantes  y testigos o  el  “suicidio” del prefecto  Febres.
No  se  trata de considerar que  el gobierno hubiera sido culpable  del  secuestro de Julio.  Pero debió asumir  la responsabilidad política  para  conseguir  su aparición con vida, buscar a los  responsables de  su  secuestro y de todas las  agresiones, amenazas y secuestros posteriores en la  Bonaerense (en la que siguen  revistando 9000 efectivos  de  la  época  de la dictadura), en los  organismos  represivos,  y en la derecha  fascista . Por  el contrario, su  actitud fue  encubrir,  permitir  que  se plantaran pruebas y se ocultaran otras, que  se  frustraran líneas  de investigación enteras.
Es decir, el  gobierno no tomó ninguna  medida para quebrar la cadena  de  impunidades,  y se ocupó específicamente de   ocultar  e intentar  llevar  al olvido  el tema de  Julio López.
  A pesar  de  la  enorme  demanda  popular  por  la  aparición  con vida de Julio,  a pesar de hablar  permanentemente en sus discursos de los derechos  humanos, Cristina  Kirchner jamás lo mencionó ni tomó ninguna  medida.  

 

El gobierno ante las luchas: criminalización y represión

Para analizar en  su  conjunto la política de derechos humanos de un  gobierno es necesario valorar su  actitud frente al pueblo en lucha.
 Los Kichner respondieron siempre teniendo muy presente la  experiencia del  argentinazo, la respuesta popular frente a los asesinatos de Kosteki y Santillán y la necesidad de mantener su discurso progresista.
 Su estrategia, hasta Terrabusi, fue utilizar las distintas herramientas represivas, midiendo cuidadosamente los efectos sobre su imagen y las condiciones de gobernabilidad.
 Las herramientas represivas utilizadas se apoyan en tres elementos fundamentales, judicialización y criminalización, patotas (tercerización de la represión) y represión directa.
Una serie de hechos a lo largo de estos años, evidencian la contradicción entre el discurso y la realidad:

• La judicialización de la protesta social, a través del procesamiento de los luchadores populares.
• La aprobación de la ley antiterrorista, cuyo proyecto fue enviado por Néstor Kirchner;
• El cierre de la Plaza de Mayo, en ocasión de la visita de Bush a la Argentina, hecho inédito de prohibición del derecho a manifestarse.
• El asesinato de Fuentealba en Neuquén en el marco de una lucha nacional contra la política educativa y que no mereció ninguna acción concreta de parte del Gobierno Nacional.
• La represión y las detenciones durante 3 años en Las Heras, Provincia de Santa Cruz.
• La desaparición de López, de la cual nos hemos referido.
• La desaparición de Luciano Arruga.
• La continuidad del gatillo fácil y el asesinato de los jóvenes, como el caso de Rubén Carballo.
• La combinación de gatillo fácil y la represión a una pueblada como fue en caso de Bariloche que dejó un saldo de tres jóvenes asesinados por la Policía.
• La utilización de las patotas en los hospitales Francés y Garrahan, que inauguraron la sistematización de la tercerización de la represión, como se vio luego en la lucha agraria, en el Indec y en la lucha de los trabajadores tercerizados.
• La brutal represión a los trabajadores de Terrabusi-Kraft.
• La criminalización de la lucha de Gualeguaychú.
• La existencia de presos políticos
• Los asesinatos de Mariano Ferreyra, Roberto López (Qom militante de la CCC), Mario López (Pilagá militante de MOCAFOR), Bernardo Salgueiro, Rosemary Chura Puña y Juan Canevari (vecinos de Villa Soldati y Lugano)
Como resulta evidente, no han sido pocos los casos de represión durante la última década, y en particular durante el gobierno de Néstor Kirchner, pero ha sido luego de la asunción de Cristina Kirchner que la represión se ha profundizado.
El año 2010 marcó un punto de inflexión, con un saldo de asesinatos sin precedentes desde el Argentinazo.
A continuación nos detendremos en el análisis de algunas de las herramientas represivas utilizadas en este período.

 

 La judicialización y criminalización de los conflictos sociales

 Esta forma de represión, la herramienta más utilizada, le permite al Gobierno no aparecer utilizando violencia estatal física, despolitizar la represión convirtiéndola en un asunto legal, intimidar y condicionar a los protagonistas de las luchas con la amenaza de cárcel efectiva, mantener ocupados a los protagonistas y a los organismos de derechos humanos en defensas jurídicas en cada expediente y por último mantener para las grandes masas su discurso “democrático”.
Esta ha sido la herramienta por excelencia que ha usado el gobierno nacional y los gobierno provinciales, en las condiciones postargentinazo, donde utilizar la represión física les implicaba costos políticos que no estaban dispuestos a pagar.
No hay conflicto social en la Argentina que no se transforme en un expediente que tramita ante un Juzgado Penal. La lucha de Gualeguaychú (5 causas y 30 imputados), de Andalgalá (2 imputados), de Terrabussi (18 causas penales contra 70 trabajadores), estudiantes universitarios (4 causas y 20 estudiantes imputados), dirigentes del movimiento de desocupados (Alderete, Kuperman, etc), los trabajadores del Subte, Hospital Francés y Garrahan, originarios del Chaco (Mártires López), Formosa, y Salta, son sólo unos pocos ejemplos.
 Una característica de la profundización de la criminalización ha sido la utilización de figuras penales cada vez más gravosas y desvinculadas de los delitos políticos clásicos. Por ejemplo a las imputaciones clásicas de atentado y resistencia contra la autoridad y entorpecimiento del transporte y los servicios públicos se suman los delitos de perturbación  de funciones  públicas,  robo, extorsión, usurpación,  daños, intimidación pública, incitación a la violencia, apología del crimen, lesiones, coacción, coacción agravada, sedición, privación ilegítima de la libertad, amenazas, entre otros. La utilización de este tipo de figuras penales responde al intento de transformarlos  en delitos comunes.
Vale la pena recordar que, cuando asumió la presidencia Néstor Kirchner se realizó una reunión de los organismos de derechos humanos con el Dr. Eduardo Luis Duhalde, nuevo Secretario de Derechos Humanos de la Nación.
En dicha reunión los organismos planteamos la necesidad de terminar con la criminalización de la protesta social. Miles de juicios contra trabajadores ocupados y desocupados se extendían por todo el país.
El Dr. Duhalde se comprometió a impulsar desde el Gobierno Nacional un instrumento que permitiera resolver la situación.
No sólo nunca cumplió con su promesa, sino que esta política se profundizó, al punto tal de que algunos de los procesados se transformaron en presos políticos. Hoy se encuentran presos por luchar y son presos políticos Roberto Martino, Carlos Olivera y José Villalba.
Desde Liberpueblo tomamos el tema de la criminalización de la protesta social como uno de nuestros ejes, entendiendo la gravedad de la situación y la necesidad de darnos una política que permitiera al conjunto del pueblo enfrentar esta forma de disciplinamiento social.
En esta línea motorizamos, en conjunto con otras organizaciones sociales y de derechos humanos que conforman el Encuentro Memoria Verdad y Justicia, distintas medidas de lucha concretas, actos, manifestaciones, entrevistas a funcionarios, etc. Es materia prioritaria del Encuentro que sostiene la consigna de “no a la criminalización de la protesta y libertad a los presos políticos”
Así también hemos colaborado activamente en la presentación, en los últimos 3 años del proyecto de ley de amnistía, encabezado por el Diputado Horacio Alcuaz (GEN) y firmado por 15 diputados nacionales de distintos bloques (GEN, Proyecto Sur, Socialismo, SI, Coalición Cívica), dando de esta manera también la batalla en el Congreso Nacional.
Al respecto existió un profundo debate entre las organizaciones del campo popular sobre la herramienta política-jurídica  para impulsar y luchar por una solución que abarcara a todos los compañeros encausados por luchar.
En ese camino desde Liberpueblo consideramos que una ley nacional de amnistía  es la que permite el cierre todas las causas penales iniciadas por motivos políticos que existen en el país y no depende de las decisiones individuales de los distintos jueces. Esta herramienta, apoyada en la movilización, nos permite trabajar en un amplio reagrupamiento que posibilite juntar todas las fuerzas detrás de una medida que resuelva el problema presente y que golpee duramente la política de criminalización para el futuro.
El gobierno nacional ha trabado todos los proyectos de ley presentados hasta la fecha. El mismo gobierno que hizo aprobar la ley antiterrorista en una semana, impidió e impide sistemáticamente la sanción de la ley de amnistía-

Patotas: tercerizacion de la represión

Con la finalidad de evitar aparecer ante las masas como responsables de la represión, el gobierno nacional y sus socios provinciales han tercerizado la represión en las patotas.
La utilización de patotas es marca registrada de los últimos 8 años. Por citar sólo algunos casos, éstas actuaron en: Hospital Francés, Subte, Ferroviarios, Indec, Indoamericano, UCEP, rebelión agraria.
Esta herramienta ha sido fuertemente repudiada por el movimiento popular que supo descubrir la relación entre ellas y los funcionarios del gobierno. El caso de Moreno en el Indec resulta paradigmático.
Tal como se ve en el caso de Mariano Ferreyra, las patotas (siempre con cobertura policial y política) permiten al gobierno nacional aparecer como un tercero, no responsable de los hechos.
En el conflicto de los tercerizados del Roca, la patronal UGOFE S.A. (que no es otra que la Unión Ferroviaria y el Estado Nacional) a través de su grupo de choque, con la colaboración de la Policía Federal, que liberó la zona, asesinó a Mariano Ferreyra y dejó al borde de la muerte a Elsa Rodríguez. Ante su asesinato, Cristina Kirchner declaró “Voy a defender todas las manifestaciones, pero no con armas o palos” poniendo en un mismo  nivel a la patota armada con los trabajadores. El asesinato de Mariano Ferreyra despertó una ola de indignación de masas que se tradujo en una inmediata movilización ante la cual el gobierno modificó su discurso inicial y maniobró intentando mostrarse ante la sociedad como conmovido y colaborando con el castigo a los responsables. Entregó a la patota a la justicia, pero blindó a los funcionarios y jerarcas sindicales involucrados.

 

Represión institucional directa
Este gobierno reprime e intenta despegarse de sus actos para mantener su fachada progresista.
Por esta razón cuando han podido evitar la intervención de fuerzas de seguridad federales, han utilizado las provinciales.
A conflictos de carácter nacional que se desarrollan en las distintas provincias se los ha reprimido con policías provinciales. Tal es el caso de la represión a los maestros de Neuquén y Salta durante la lucha de los docentes, en la cual fue asesinado Carlos Fuentealba.
Contra los petroleros del norte de Santa Cruz y el sur de Chubut el gobierno nacional, conjuntamente con los provinciales y las empresas petroleras han utilizado fuerzas federales y provinciales en forma combinada, demostrando que los negocios no se tocan.
En febrero de 2006, frente a la movilización popular que exigía la liberación de Mario Navarro, delegado de los trabajadores petroleros de Las Heras, la Policía de la Provincia reprimió ferozmente a las 4000 personas (el pueblo tiene 15000 habitantes) que se encontraban manifestándose fuera de la Alcaldía, produciéndose escenas de desesperación. En los hechos muere el agente de policía Sayago. Este hecho fue utilizado para desplegar una fuerza especial de gendarmería nacional de más de 400 efectivos y comenzar un caza de brujas contra los trabajadores en lucha y vecinos solidarios con ellos. Así se detuvieron a 17 personas, las cuales denunciaron que fueron brutalmente torturados. A tal extremo llegaron los vejámenes que cuando la policía con asiento en Las Heras transporta a los detenidos a la Alcaldía de Puerto Deseado, el Comisario a cargo denuncia penalmente que los detenidos fueron torturados. De los 17 imputados, 6 estuvieron presos durante 3 años sin que exista ninguna prueba en su contra, encontrándose pendiente la realización del juicio oral. Por su parte, la causa donde la justicia debería investigar las torturas fue cajoneada.
 Todos estos hechos fueron oportunamente denunciados por Liberpueblo ante la Secretaría de Derechos Humanos, teniendo como respuesta del Sub-Secretario Dr. Matarolo que ellos no iban a intervenir porque las torturas no las cometieron fuerzas de seguridad federales.
Apenas asumió Cristina se produjo la huelga de los trabajadores del Casino de Buenos Aires, en reclamo de sus legítimos derechos contra la patronal, encarnada por Cristobal López.
En un primer momento se utilizó a la patota contra los trabajadores. Al no ser esto suficiente se dio orden de reprimir a la Prefectura, quien cumplió las ordenes con especial saña para con los trabajadores, golpeando y deteniendo a decenas de compañeros.
A continuación se desató la rebelión agraria en donde la correlación de fuerzas determinó que en primer lugar se utilice a la patota de Moyano para despejar las rutas. Al no lograr el efecto deseado, el gobierno ordenó a gendarmería despejar la ruta 14 a la altura de Gualeguaychú y detener a los manifestantes. Esta acción represiva encontró una vez más la resistencia de gran parte del pueblo argentino que salió a la calle y logró el retiro de la gendarmería y la libertad de los detenidos.
Pero la bisagra en cuanto a represión policial fue Terrabusi-Kraft, cuando mientras Cristina Kirchner se abrazaba con Obama, se daba la orden a la Policía Bonaerense de reprimir a los trabajadores, produciéndose detenciones masivas (más de 65 compañeros detenidos), utilizando altísimos niveles de violencia, y haciendo funcionar a la planta de la Kraft como una prisión en la cual las leyes argentinas no regían.
En julio de 2010, el gatillo fácil se cobró la vida de Diego Bonefoi en Bariloche. La respuesta policial a la justa indignación popular, que se expresó en una verdadera pueblada, y se cobró la vida de otros dos jóvenes, Cárdenas y Carrasco.
A la larga lucha de los originarios Qom de Formosa por sus tierras ancestrales, después de 4 meses de lucha cortando la ruta, se le respondió con la patota de los Celia y la policía de la Provincia, que asesinó, en la colonia La Primavera, al compañero Qom de la CCC Roberto López por un tiro por la espalda cuando cubrió a uno de sus compañeros. También fue asesinado Mario López, (Pilagá de MOCAFOR), cuando fue atropellado intencionalmente por un automóvil conducido por personal policial. La responsabilidad de Insfrán quedó al descubierto de inmediato. 24 horas después del asesinato la presidenta Cristina Kirchner se mostró sonriente en la inauguración de una obra pública con Insfrán, a través de una teleconferencia. Ante esta situación el dirigente de la Comunidad Felix Díaz viajó a Buenos Aires y tuvo una reunión con el Ministro del Interior Florencio Randazzo quien prometió retirar a las fuerzas de seguridad, realizar un censo sobre la situación de la comunidad y empezar a estudiar la situación de las tierras objeto de reclamo. Nunca cumplieron estas promesas. Por el contrario, saturaron la región con gendarmería nacional, que según denuncian los pobladores, en lugar de defenderlos efectúa un control constante de todos sus movimientos. A tal extremo llegó el incumplimiento de las promesas efectuadas por el gobierno nacional que el cacique Félix Díaz retornó a Buenos Aires para reunirse nuevamente con el Ministro del Interior, y ante la negativa de éste a recibirlo inició una huelga de hambre durante varias semanas. Debió levantar la medida sin lograr que ningún funcionario de primera línea lo reciba debiendo consolarse con una reunión con el Subsecretario de Derechos Humanos.
Nuestra experiencia nos marca que, cuando le es posible, el gobierno suele mandar en primer lugar a fuerzas provinciales y luego utiliza fuerzas federales para amedrentar a los trabajadores, vecinos o comunidades, así pasó en Las Heras (Santa Cruz) y en La Primavera (Formosa).

Un nuevo salto de calidad en la política represiva del gobierno la vimos el 7 de diciembre de 2010 en el Parque Indoamericano. Ante la explosión de la pobreza en la mismísima Ciudad de Buenos Aires, a 10 minutos de Plaza de Mayo, el gobierno enfrentó el problema mediante la represión. El Ministro de Seguridad y Justicia Julio Alak ordenó a la Policía Federal el desalojo del Parque Indoamericano. Por primera vez la Federal actuaba en conjunto con la “nueva” Policía Metropolitana. Tal como quedó demostrado por la investigación judicial en curso, la fuerza a cargo del operativo fue la Federal, actuando la Metropolitana en apoyo de aquélla. El saldo del desalojo fueron dos personas asesinadas por balas policiales (Bernardo Salgueiro de 22 años y Rosemary Chura Puña de 24), otra por patotas conformadas por barras bravas (Juan Canevari –Quispe), 12 detenidos y un número no determinado de heridos de bala de plomo. El gobierno nacional no separó de sus cargos a ninguno de los comisarios a cargo del operativo, ni entregó ninguna prueba que permita individualizar a los autores de los asesinatos. Si la causa avanza es a pesar del gobierno nacional y de la ciudad.
Resulta claro a esta altura de los acontecimientos que la política de derechos humanos de Cristina Fernández de Kichner es compatible con represión y muerte
 

 

Creación de nuevas fuerzas represivas

El gobierno nacional ha impulsado la creación de nuevas policías “locales”, por ejemplo, en el partido de Ezeiza se creó una nueva policía que depende del municipio. Pero el caso más importante es la creación de la policía Metropolitana.
La Policía Metropolitana fue posible en virtud de la reforma de la Ley Cafiero por parte del Congreso Nacional gracias al acuerdo llegado entre el Pro y el Frente para la Victoria. Todo el arco oficial votó por incorporar en las facultades de la Ciudad de Buenos Aires la creación de su nueva Policía.
 Este acuerdo en el Congreso Nacional, continuó en la Legislatura Porteña donde los legisladores del Pro y del Frente para la Victoria votaron la creación de la Policía Metropolitana tal como existe hoy en día.
No podemos dejar de resaltar que el Pro y el Frente para la Victoria se unieron para crear la Policía Metropolitana, y que la Federal y la Metropolitana actuaron conjuntamente para reprimir en el Parque Indamericano.

 

Conclusión

En estos últimos 8 años se han sancionado leyes reaccionarias, se han creado nuevas fuerzas policiales, se ha judicializado la lucha popular, han desaparecido Julio López y Luciano Arruga, han existido numerosos hechos represivos, que han dejado como saldo decenas de asesinatos, que en su mayoría se encuentran impunes, se han utilizado patotas contra los que luchan y se ha encarcelado a numerosas personas por causas políticas.
Cristina Fernández de Kichner ha demostrado que su política de “derechos humanos” es compatible con represión y muerte de los que luchan.
Frente a estos hechos y a un gobierno que ha jugado al milímetro y que se ha dado una política para dividir al campo popular,  el pueblo argentino se ha movilizado y organizado, luchando para dejar al descubierto la política real de derechos humanos de este gobierno.
Reafirmamos  nuestro compromiso  de enfrentar la  represión y la  impunidad, denunciarlas  en sus  más  variadas expresiones,  inscribiendo la  lucha  por  las  libertades democráticas   del movimiento obrero  y popular  en el  camino   de la  liberación nacional  y social.