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04 de marzo de 2020

Sobre consumos y narcos en Santa Fe

Propuestas para su abordaje.

En la nota anterior (La trágica pelea por el control del narcotráfico, Luis Molinas, Hoy No.1800) se ha planteado la situación difícil y compleja que atraviesa la provincia dada las actividades del narco. Sostenidas por una red de complicidades perversas con sectores de las fuerzas de seguridad, personajes de la política y del poder judicial, y del mundo empresarial.

En estos días ha estallado el escándalo de Vicentin, corporación empresarial sojera, productora y exportadora de granos y aceites, con un puerto privado de los más modernos del mundo. Aportante y beneficiaria de los años macristas, con créditos millonarios de la banca oficial, y hoy afectada por “stress financiero” razón por la cual amenaza dejar en la calle a miles de trabajadores y ha dejado de pagar su deuda de 1.300 millones de dólares.

Lo singular del caso, es que esta corporación ha sido mencionada por el inefable “espía” D`Alessio como comprometida con el narcotráfico. Acusación  creíble pues sobre estos puertos no se ejerce el menor control, y pueden recibir cargas de múltiples lugares, particularmente de Paraguay por la hidrovia.

Mencionamos esto para dar la idea del volumen del enemigo que debemos enfrentar, es decir, nada menos que las expresiones del estado oligárquico imperialista, que como hemos demostrado en otros trabajos utiliza las sustancias psicoactivas como forma de acumulación de dinero paraestatal y además, como instrumento de control social, particularmente dirigido a las barriadas más golpeadas del conurbano.

 

El doble aspecto de la droga

La droga tiene dos aspectos que funcionan en interdependencia: uno es el político económico -que tiene su expresión en los carteles narco-, y el otro es el socio sanitario.

Este último se refiere a los efectos que las sustancias producen en la población que las consumen, en las injurias sobre el grupo familiar y el tejido comunitario. Circulación y  consumos desbordados de alcohol y drogas en nuestras barriadas populares están afectando seriamente la salud de un importante sector de la juventud, erosionado los vínculos solidarios necesarios para enfrentar las injusticias e introduciendo prácticas corruptas de complicidad con el narco.

Por tanto, una política que se plantee incidir sobre este problema, tiene que tener en cuenta los dos aspectos mencionados, pues un abordaje unilateral corre el riesgo de esterilizar las mejores intenciones.

 

El problema principal

El problema principal al que nos enfrentamos es el corporizado por el poder narco que forma parte de las clases dominantes. En nuestra provincia se demostró que Los Monos pudieron operar y continúan operando merced a la sociedad con comisarios y miembros del poder judicial y de la política. Lo mismo vale para Alvarado, y sus relaciones con cuadros de las fuerzas de seguridad y de la política de San Lorenzo.

Romper esa trama perversa es condición para cortar con el aprovisionamiento de sustancias en el territorio provincial. Un costado de los enfrentamientos políticos en nuestra provincia está vinculado a los intereses de diversos grupos por quedarse con el control de producción y distribución de la droga.

¿Hay posibilidad de enfrentar  el narcotráfico? Nuestra respuesta es afirmativa, a condición de que se gane a la mayoría del pueblo para dar batalla contra esas corporaciones. Por el tamaño del enemigo a enfrentar.

Por ejemplo, hay que controlar en serio  las fronteras, las rutas, la hidrovía y los puertos por donde ingresan la cocaína y la marihuana. Y en los últimos tiempos las drogas sintéticas desde Europa.

Y tomar medidas efectivas contra las poderosas empresas y financieras implicadas en el lavado de dinero.

 

Distintas propuestas

Para lograr ese objetivo es necesario desenmascarar aquellas propuestas que desvían el eje de la lucha y terminan –explícita o implícitamente – cubriendo las espaldas de estos grupos criminales.

Una de estas posturas -la principal- parte de considerar a los carteles de la droga como una excrecencia del sistema capitalista. Es un “desarrollo anómalo” y como tal hay que eliminarlo con las fuerzas policiales. Esta es la propuesta “neoconservadora” del macrismo. Pero la fuerza del poder estatal va dirigida (como lo planteaba la ex ministra Bullrich) contra el narcomenudeo, y por tanto al saturar las villas con la Gendarmería, lo que logra es criminalizar la pobreza y la infancia. Mientras los popes de los narcos continuaron acumulando poder y riqueza.

Otra postura concurrente es la que presentan algunos sectores enrolados en la corriente autodenominada “reducción de daño”. Su concepción es que el narco es un producto de lo que catalogan de “prohibicionismo”. Ignorando totalmente las relaciones –objetivamente demostradas- del narco con los organismos del estado, terminan asignado la responsabilidad del aumento de circulación de drogas, a los supuestos “prohibicionistas”. Entre ellos a todos aquellos que -como nosotros- venimos planteando los riesgos que implican los consumos de sustancias psicoactivas. De hecho, hacen desaparecer de la escena al narco, encubriendo sus responsabilidades en la expansión “pandémica” de los consumos, todo esto tras un discurso aparentemente “transgresor”.

 

Se puede enfrentar

Frenar la proliferación de las drogas, exige el despliegue de un poderoso movimiento político de masas, en un gran frente único, donde las experiencias de “Ni un pibe menos por la droga” señalan un camino. Es determinante apelar a los movimientos que van creciendo en las barriadas populares y que agrupan a madres y familiares de personas que han sido y son golpeadas por los consumos. Como también es necesario confluir con el movimiento obrero, dado que cada vez más muchos jóvenes trabajadores son cooptados por los consumos, en muchos casos para soportar los agobiantes ritmos de explotación a los cuales lo someten las empresas.

Hay que construir espacios desde la democracia directa, con un gran frente único, donde los sectores populares exijan rendición de cuentas desde el comisario de la seccional barrial, hasta el jefe de cada Unidad Regional. Nadie mejor que los vecinos  conocen movimientos y andanzas de los grupos narcos en cada barriada.

 

El aspecto socio sanitario

Dijimos que el otro aspecto es el sociosanitario, y aquí es determinante rescatar las experiencias que vienen realizando agrupamientos de vecinos y profesionales en el desarrollo de estrategias de prevención comunitaria. Como también en la formación de Preventores Comunitarios, Madres y Adolescentes preventores. Comprometer a los poderes públicos para el apoyo y sostén económico de estas iniciativas, donde se manifiesta el empoderamiento popular. Hay que inundar los barrios con trabajos preventivos, dirigidos a diferentes sectores de la comunidad, a niños, adolescentes, jóvenes, adultos y adultos mayores.

A la vez hay que luchar para que el Estado brinde apoyo a todas las instituciones y agrupamientos que hoy vienen desarrollando -con tremendos esfuerzos- experiencias importantes en el campo asistencial, en los tratamientos clínicos terapéuticos para personas que padecen trastornos por consumos de sustancias.

Lamentablemente cada vez es mayor la cantidad de personas -de todas edades- que terminan invalidadas por las injurias producidas por los distintos tipos de consumos de sustancias psicoactivas. Hay que tener presente que no hay impunidad con los consumos, y que estos  -en algún momento- producen severos daños en el organismo del consumidor, como en el tejido comunitario donde reside la persona.

Sabemos que enfrentamos a enemigos poderosos, pero cuando las fuerzas populares se deciden a movilizarse por las vidas y el futuro de sus hijos, no hay poder que las detengan.

 

Escribe Horacio Tabares