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10 de abril de 2019

Tapadera de la oligarquía y el imperialismo

Sobre el “neoliberalismo”

Diversas corrientes de izquierda en nuestro país vienen usando, al menos desde la década de 1990, el engañoso término de “neoliberalismo”, o “las políticas neoliberales”, para hablar del proyecto económico y político que vienen impulsando sectores imperialistas y de las clases dominantes, particularmente los Estados Unidos, las potencias europeas occidentales y sus socios locales.

Es difícil precisar muchas veces qué se quiere decir con “neoliberalismo”, pues se usa para un barrido y para un fregado, y ha tenido distintos significados según quién lo utilice. Nos vamos a limitar a los seguidores de la corriente que impulsó la tesis del “neoliberalismo” en los 90, pues es la más difundida entre nosotros.
Estas teorías se pusieron de moda, principalmente, de la mano de algunos “teóricos” como Michael Hardt y Antonio Negri con su obra Imperio, o Heinz Dieterich Steffan, autor de Socialismo del Siglo XXI. Y hoy, pese a que la historia transcurrida ha desmentido en repetidas ocasiones los conceptos fundamentales de esta corriente, se sigue usando su terminología.

El núcleo de esta teoría del “Imperio”, es plantear que ha caducado la época del imperialismo tal cual la planteamos los marxistas y la definió Lenin, y que pasamos a otro momento de “desarrollo del capital”, la “globalización”. Con esto vino una cantidad de teorías, como la de la destrucción progresiva de la clase obrera y el campesinado pobre, con la obvia caducidad de éstos como vanguardia en los procesos revolucionarios, ya que “ha terminado la misión histórica” del proletariado. En el mejor de los casos podemos hablar de su reemplazo por los “nuevos sujetos sociales”, si no nos convence la “multitud”, de la que hablaba Negri que fue más lejos al decir que se había “terminado con el paradigma de la lucha de clases”.

Otra consecuencia obvia de esta teoría, es la inutilidad de pelear por la construcción de un partido revolucionario, ya que la revolución pasó de ser una “utopía” a un imposible. A lo más que podemos contentarnos es a desarrollar un “movimiento autónomo alternativo”, como soñó Negri analizando el Argentinazo del 2001.
Estas tesis de Negri y compañía sostenían que el “imperio” había reemplazado al imperialismo, con lo que habían perdido sentido “las viejas formas de soberanía”, ya que hay un “imperio soberano que gobierna el mundo”, a través del FMI, el Banco Mundial, etc. “Políticas neoliberales” eran las que impulsaban las privatizaciones que llevó adelante el gobierno de Menem, así como son “neoliberales” hoy las políticas de ajuste y entrega de Macri.

Otro exponente de esta misma corriente es David Harvey, quien en su “Breve historia del neoliberalismo” argumenta que hoy existe un “estado neoliberal”, que garantiza sobre todo la libertad de las empresas y el comercio, lo que va a favorecer “regímenes autoritarios” en los que la frontera entre el Estado “y el poder corporativo se hace cada vez más porosa”.

Desde ya estas teorías chocaron brutalmente con la realidad de la crisis económica imperialista del 2008, y más aún con las políticas proteccionistas de Trump y su cada vez mayor enfrentamiento con otras potencias, particularmente con China.

Sin embargo, hoy muchos siguen caracterizando las políticas del gobierno de Macri como “neoliberales”, sin saber demasiado bien qué se quiere decir con esto. Lo peligroso de mantener ese análisis es que niega que la Argentina es un país dependiente, y disputado por varios imperialismos. Para no hablar de que niegan las tesis leninistas del Estado, como el aparato que permite a las clases dominantes mantener su poder. De paso se niega, en nuestro caso particular, que este Estado es oligárquico-imperialista, y que sólo es posible construir un nuevo Estado, donde los trabajadores y el pueblo “tengan la manija”, con la destrucción revolucionaria del actual Estado.

Hablar de “políticas neoliberales” en general impide profundizar en beneficio de para qué sector del bloque de clases dominantes gerencia este gobierno macrista. No nos deja ver los cambios que se produjeron en la alianza de monopolios imperialistas, sectores de burguesía intermediaria y grandes terratenientes que constituyen el sector hegemónico del bloque dominante.

El “neoliberalismo” es, en síntesis, un engañoso concepto que no ayuda en nada al avance de los sectores populares que tiene como tarea principal unir todo lo posible de ser unido para derrotar esta política, pues confunde el carácter del poderoso enemigo que estamos enfrentando.

Escribe Germán Vidal

Hoy N° 1762 10/04/2019