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15 de agosto de 2012

Primer parte de un análisis de la pretensión de construir la realidad desde el “relato”. Publicado por Río Bravo el 25 de julio de 2012.

Sobre la cáscara del relato kirchnerista

Hoy 1432 / La ciencia social del doble discurso (nota 1 de 2)

Hasta ahora nunca se había presentado una forma de conducir donde la realidad, como método, pretenda ser construida desde lo discursivo. Sabemos que desde siempre en general los sectores de poder que acceden a la dirección del Estado suelen hacer lo de Cristina Kirchner, pero nunca en el grado de perfeccionamiento y sistematización deliberada que actualmente esgrime.

 

Hasta ahora nunca se había presentado una forma de conducir donde la realidad, como método, pretenda ser construida desde lo discursivo. Sabemos que desde siempre en general los sectores de poder que acceden a la dirección del Estado suelen hacer lo de Cristina Kirchner, pero nunca en el grado de perfeccionamiento y sistematización deliberada que actualmente esgrime.

 

De cartón pintado
Algunos ejemplos que grafican lo expuesto, claramente los podemos ver en la presentación de los índices falseados que permanentemente publica el Instituto Nacional de Estadística y Censos ocultando la inflación que corroe diariamente los bolsillos de los asalariados; en la catarata de anuncios que rápidamente la realidad se encarga de diluir; en la presentación de los males que nos aquejan a los argentinos sin hacerse cargo de responsabilidad alguna de su parte después de 9 años de gobierno y sobre lo que asume el rol de víctima de extrañas confabulaciones golpistas; en el pago de la deuda externa ilegítima al que eufemísticamente le llama “desendeudamiento”; en el pago de una asignación por hijo totalmente de- valuada y arrancada a la fuerza por la lucha popular; en el sistema jubilatorio estatizado pero con base en los mismos mecanismos perversos que lo llevaron a entregarlo al sistema especulativo de las AFJP; a una estatización sui generis de YPF luego de haber sido junto a su entonces esposo principales impulsores de la privatización y el desguace; en el uso casi promiscuo de la bandera de los derechos humanos cuando a su vez hace sancionar una ley antiterrorista como elemento de control social que profundiza la criminalización de las luchas populares con más de 4.000 procesados; en la presentación de pretendidas fuerzas armadas modernas y democráticas cuando en realidad las ha convertido en simples fuerzas policiales puestas de taparrabos al servicio del apaciguamiento de cuanta tropelía provocada por los diferentes imperialismos, dejando al país en condiciones de virtual indefensión, etc., etc., etc. (podríamos analizar decenas de medias verdades vueltas en dobles mentiras en todos los órdenes: economía, política, historia).
También y como cosa novedosa el cristino-kirchnerismo, bajo el autodenominado modelo “nacional y popular”, ha encarado la reinterpretación de los hechos históricos acomodándolos a la ocasión (hasta creó un Instituto de revisionismo histórico con la dirección de Pacho O’Donnell). Parece inclusive que, desde su punto de vista, antes del 2003 solo existía la oscuridad, a lo sumo una protohistoria cuyos hechos vienen a rescatar y a interpretar. El relato hasta tiene rasgos religiosos con pretensiones de modelo fundacional (“Por eso decía que era necesario profundizar ese trabajo de recuperación de dignidad nacional, comenzado el 25 de mayo de 2003” -fragmento del discurso en conmemoración de la Independencia).
Una mega construcción desde lo publicitario-comunicativo intenta ser el vehículo adecuado para penetrar un mensaje masivo de falsa epopeya. El uso indiscriminado de los medios de comunicación, la cadena nacional, el montaje -a fuerza de la dilapidación de ingentes recursos- de espectaculares eventos artísticos culturales (¿?) abonan la intención de imponer en la conciencia colectiva el concepto de que asistimos a una suerte de “revolución imaginaria”, al decir de Jorge Asís.

 

¿Y la esencia?
¿Toda esta parafernalia discursiva es un invento caprichoso o tiene algún otro fundamento? En realidad todo indica que los Kirchner, pero sobre todo la Presidenta (así gusta designarse) es una seguidora fiel de los postulados denominados posmarxistas que encarna principalmente el politólogo Ernesto Laclau, quien pretende darle entidad política estructurada a lo que llama “populismo”.
Esta teoría funciona tal cual caballo de Troya, mostrando un aspecto exterior revestido de supuestas posibilidades de libertades, realizaciones y felicidades, cuando el interior está conformado de esencias profundamente conservadoras del status quo y portadoras de encadenamientos, dependencia y frustraciones. Laclau juega con apariencia de superación de las teorías posmodernas, pero comparte con ellas varios de sus postulados para, finalmente, concluir dentro de los límites del modo de producción capitalista de una “democracia plural y radicalizada” , donde se combinan los mecanismos de mercado y la intervención del estado, éste como si fuese un árbitro.
Básicamente sus postulados devienen del estructuralismo e indican en común la imposibilidad de concebir la realidad como un todo, que ésta es fragmentaria y relativa, lo cual implica el impedimento de establecer centralidades. La objetividad de la realidad social no puede asirse ni es única, es construida desde lo discursivo.
Estas elucubraciones son derivaciones, quizá tergiversadas, de la teoría semiótica de Ferdinand de Saussure, de donde se desprenden dos consecuencias en referencia al análisis del lenguaje: 1º, que el signo lingüístico es arbitrario (la relación entre significante y significado es cultural) y 2º, que su valor es diferencial (adquiere significación en referencia a lo que no es). Llevado al campo de las realidades sociales, ellas serían construidas desde lo lingüístico por lo cual, y a consecuencia de la arbitrariedad de la relación entre significante y significado, se conforma un círculo vicioso de la cual no se puede salir. Entonces, se habla de “significantes vacíos” que se van llenando de forma contingente y que se articulan desde el discurso: si bien para esta corriente de pensamiento la realidad social es un hecho existente, ella adquiere significación política en cuanto es interpretada y articulada por quien tiene capacidad de conducción.
Mientras que los seguidores del posmodernismo sostienen que a lo sumo se pueden pergeñar luchas individuales por demandas concretas desde las diferentes identidades culturales (de género, raciales, ecológicas, ambientales, etc.), y por lo tanto sin sujeto central desde lo ontológico, el posmarxismo de Laclau en una vuelta de tuerca (coincidiendo si bien en que la realidad es fragmentaria y que las identidades son contingentes) se propone rescatar un nuevo tipo de sujeto, este es el “líder populista”, quien será el que tiene el papel de articular las demandas sociales insatisfechas originadas en las diferentes categorías identitarias. Este “líder populista” es el que logrará la hegemonía (en el sentido posgramsciano –pobre Gramsci que lo despanzurran, perdón, “decontruyen”- dejando la forma sin la esencia) del orden comunitario, satisfaciendo las demandas en un plano de equivalencias desde significantes aglutinantes de amplios sectores sociales que, reconociendo las diferentes identidades, en base a esta articulación tendría algún viso de universalidad.
Los teóricos posmarxistas (en consecuencia los prácticos también como Cristina) se mueven en el ámbito de los valores -”igualdad” y “libertad”- de la democracia liberal, en la imposibilidad de cambios sustanciales.