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15 de febrero de 2023

De un texto de Otto Vargas, primer secretario general del PCR de la Argentina

Sobre la lucha de clases

La lucha de clases se da en tres planos: económico, político e ideológico. La lucha económica fundamentalmente tiene el cauce de la organización sindical, gremial, mutual, etc., de la clase. La lucha política tiene su expresión principal en el partido, en la lucha por el poder. Los problemas de la ideología corren por cauces profundos y ocultos. De pronto un militante se quiebra. Estábamos discutiendo hace poco con un grupo de compañeros de una fábrica, que de repente se encontraron con que un compañero, en el momento decisivo, traicionó. Comentábamos ese caso y también el de un dirigente rural que, también sorpresivamente, pegó un salto al costado, dividió la organización sindical y creó un sindicato paralelo. Uno se encuentra ante esos hechos y se sorprende; dice: “¿Cómo? Si es un hombre honesto, no me explico qué es lo que sucede”. Pero allí hay causas ideológicas que han ido corriendo por un cauce profundo. Y de pronto descubrimos que ese hombre ha sido “tocado” por la patronal. De aquí la importancia del partido. Porque lo gremial sólo no resuelve el problema de la lucha por el poder; y la lucha política sola no resuelve el problema de fondo de lo ideológico, de la concepción del mundo, de la forma con que un obrero enfrenta toda la complejidad de la lucha de clases. Aquí es donde la burguesía da su lucha de fondo. Fijémonos simplemente en el contenido de las telenovelas que se dan todas las tardes por la TV argentina; cómo a través de ellas las clases dominantes van modelando, tallando la conciencia de las grandes masas obreras y populares, cómo se van acuñando formas de enfocar los problemas que corresponden a las ideas de las clases dominantes. De modo que el proletariado tiene que dar batalla aquí. Desde ya que solamente podrá hegemonizar en este plano de la sociedad después de conquistado el poder, y no por el simple hecho de conquistarlo, sino a través de una profunda revolucionarización de la sociedad.

Si se quiere comenzar con un ejemplo muy sencillo, desde el jardín de infantes, según se enseñe a un niño a jugar solo o con juguetes que requieran la colaboración de los otros chiquitos, se le está dando una u otra educación ideológica que lo marca para toda la vida. Aquí la sociedad de clases se atrinchera, se amuralla y se defiende encarnizadamente. A veces puede, transitoriamente, perder porciones de poder, no el poder. Pero incluso cuando ha perdido el poder, como se acaba de ver en los países del Este europeo, lleva una batalla profunda, aprovechando el hecho de que las ideas de la clase dominante son, por un tiempo prolongado, hegemónicas en la mayoría de la intelectualidad bajo el socialismo y que por ende el proletariado

carece en gran medida de una intelectualidad propia que le sirva de ejército para librar esta batalla definitiva de la cuestión ideológica. Por eso, para la ceguera prejuiciosa de algunos intelectuales burgueses, es imposible comprender –o solamente pueden entenderlo como una forma dogmática, autoritaria y opresiva– el hecho de que la Revolución Cultural haya comenzado con la crítica a una obra de teatro, con la cual se estaba generando la corriente de opinión favorable a la reivindicación de Peng Tehuai, el cabecilla de la línea burguesa prosoviética en la dirección del partido chino.

 

Extractado de “¿Ha muerto el comunismo? El maoísmo en la Argentina. Conversaciones de Otto Vargas con Jorge Brega

Hoy N° 1950 15/02/2023