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07 de septiembre de 2019

Un debate de mucha actualidad

Sobre la reforma agraria

La semana pasada volvió a abrirse un debate que ya es histórico sobre los cambios necesarios en el campo argentino para romper con las cadenas que condenan al país: el dominio monopolista de la tierra –el latifundio– asociado a la dependencia de los imperialismos.

Por ahora el debate se ha reducido al tema de la propiedad de la tierra como recurso natural básico para la producción agropecuaria, que determina el qué, para qué, y cómo se produce y cómo se distribuye lo que se produce, aunque ello también puede referirse a la apropiación de todos los recursos naturales (minas, canteras, bosques, etc.).

El primer exponente del gobierno macrista que salió al cruce de la discusión fue el ministro de Agricultura, Ganadería y Pesca, Luis Etchevehere, atribuyéndose la defensa de “todo el campo” cuando en realidad lo hace desde el pequeño sector que domina el monopolio de la tierra y de la producción y comercialización de sus productos. Eso sí, como estamos en campaña electoral, lo hizo destacando los supuestos “logros” del gobierno de Macri, atribuyendo los reclamos de los oprimidos del campo a “dirigentes del espacio kirchnerista que alientan una mayor intervención del Estado en el sector agropecuario”. Algo semejante a lo que hizo después la ministra Bullrich asegurando que hay kirchneristas en las marchas sociales y reprochando al candidato presidencial Alberto Fernández no «desmentir» las propuestas de Juan Grabois.

El ministro Etchevehere consideró que “no son casuales” las declaraciones formuladas en favor de una reforma agraria por el líder de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), Juan Grabois, “a las que se sumó luego (el dirigente del Movimiento Evita Emilio) Pérsico”. El ministro criticó además la propuesta anterior del ex gobernador bonaerense Felipe Solá, sobre la posibilidad de recrear mecanismos como la Junta de Granos. “No creo que se confundan, no es un matiz: coinciden con lo que quiso imponer el kirchnerismo en 12 años de gobierno (en su imaginación); es lo que piensan y es lo que quieren”, afirmó Etchevehere.

Así el ministro Etchevehere escribió en su cuenta de Twitter: «A la idea de la vuelta de la Junta Nacional de Granos, ahora se le suma la reforma agraria y expropiación de campos. Estos sistemas ya fracasaron hace muchas décadas dañando seriamente la economía en varios países. Cuidemos la República y la producción. Es tan malo el sistema que hasta el comunismo lo dejó de lado», aseverando que «esos países fracasaron y tuvieron que volver atrás”.

Más allá de que sigue llamando comunistas a esos países donde fue derrocado el poder de los obreros y campesinos para imponer una contrarreforma agraria ¿por qué no mira países como Canadá?, que cuentan con un desarrollo, aún dentro del capitalismo, basado en la colonización de la tierra y que aún hoy mantiene sus instrumentos de defensa de los pequeños y medianos productores como son las Juntas Reguladoras, el arrendamiento impuesto a las tierras ociosas y la extensión de los plazos de los contratos para defender el poblamiento del campo y el mercado interno para su industria y comercio.

Además en su afán de atribuir todo al kirchnerismo, Etchevehere “olvida” que el peronismo también nació y sigue vigente con la bandera de “la tierra para quien la trabaja”. Los únicos aliados que puede conseguir son los trotsquistas como los que escriben en Razón y Revolución o en Prensa Obrera que, en su desubicación sobre la Argentina, consideran retrógrada la reforma agraria y terminan defendiendo al latifundio así sea o no capitalista. Así podemos leer esta misma semana que “ya los estudios clásicos sobre el problema agrario dejaron establecida la superioridad en términos de productividad de producir en grandes extensiones por sobre la pequeña propiedad” (prensaobrera.com, 4 de septiembre de 2019).

Ya que hablan de “los estudios clásicos” refiriéndose a Marx y Lenin deberían releer lo que éstos escribieron sobre la cuestión agraria y la renta de la tierra. Lo específico del problema agrario es que la tierra es la condición fundamental de producción. El capital y el trabajo necesitan de la tierra para poder producir. Y de la tenencia de la tierra, de cómo ésta esté distribuida, van a depender las características de su uso y las relaciones que se establezcan entre los poseedores del dominio de la tierra y los que necesitan de ésta para poder producir y determina el peso de la renta monopolista de la tierra directamente sobre los obreros rurales y campesinos trabajadores e indirectamente sobre el conjunto de la economía nacional. Esto en un país donde el 2% de los establecimientos delimitados de más de 5.000 hectáreas dispone del 50% del total de la tierra censada, mientras que el 50% de las unidades con menos de 50 hectáreas dispone de apenas el 1% del total de la tierra explotable. De ahí el hambre de tierra de todos los verdaderos productores del campo a los que no defienden precisamente los Macri, Etchevehere y compañía.

 

Escribe Eugenio Gastiazoro