Tenemos una recesión económica con altísima inflación (una de las más altas del mundo). Los convenios firmados por los gremios en 2014 fueron devorados por la inflación.
Tenemos una recesión económica con altísima inflación (una de las más altas del mundo). Los convenios firmados por los gremios en 2014 fueron devorados por la inflación.
La situación económica es, entonces, muy difícil. Esto se ha agravado por la caída del precio internacional de la soja. Ésta se transformó, prácticamente, en monocultivo en casi todo el país y, con la caída del precio, zonas marginales que la producían ya no pueden hacerlo.
Se destruyó la ganadería; de haber llegado a ser, en el siglo 20, primer exportador mundial de trigo pasamos el año pasado a tener que importar trigo para las panaderías y el precio del pan se fue por las nubes; se destruyó la industria láctea (cerraron 7 mil tambos en menos de tres años). Se ha sancionado recientemente la nueva Ley de Hidrocarburos enviada por el gobierno kirchnerista, que es una modificación reaccionaria de la ley de hidrocarburos 17.319, que data de la dictadura de Onganía. Las modificaciones introducidas profundizan la entrega del petróleo argentino a los monopolios extranjeros.
Además, se ha consolidado lo que Néstor y Cristina Kirchner definieron como la “alianza estratégica integral” con China, que abarca aspectos económicos, comerciales, políticos y militares. Se han firmado acuerdos que implican inversiones chinas por 7.500 millones de dólares en represas hidroeléctricas y en infraestructura ferroviaria en nuestro país. Además China financiará y participará en el proyecto de la central nuclear eléctrica Atucha III, de 700 megavatios, de agua pesada y uranio natural. Hay proyectos (que fueron paralizados por la lucha popular) para arrendar 300.000 hectáreas de tierra en la provincia de Río Negro y 320.000 en el Chaco. Junto con esto, la Argentina ha permitido a China la construcción de una base militar para rastrear misiles en la provincia de Neuquén. Es la primera vez, en la historia del país, que se instala una base militar extranjera en el continente.
Luego de visitar nuestro país, el presidente ruso, Vladimir Putin afirmó: “La Argentina es el principal socio estratégico de Rusia en América Latina, en la ONU y el G-20”.
El gobierno kirchnerista ha tomado distancia del imperialismo yanqui. Pero esto no le impidió negociar con la petrolera yanqui Chevron acuerdos por el yacimiento de Vaca Muerta, que permanecen secretos para la ciudadanía argentina e incluso para el gobierno de Neuquén.
Ahora la economía argentina está sufriendo el enfriamiento de la economía brasileña, tanto en algunas exportaciones, como la de automotores, como en las importaciones de autopartes y otros productos.
Se acabó el tan mentado “viento de cola” de nuestra economía y, con la caída del precio del petróleo, se evaporó el espejismo de Vaca Muerta que, según el kirchnerismo, iba a terminar con todos nuestros males.
En la lógica de las clases dominantes es inevitable un ajuste (que, desde ya, debería recaer sobre las espaldas del pueblo). El tema es: ¿quién lo hace?¿ Cristina Kirchner en el 2015, antes de las elecciones de este año? ¿O, como hace actualmente, seguirá emparchando los problemas, tratando de dejarle el paquete al próximo gobierno?
Esta es la causa de la preocupación de las clases dirigentes por la “estabilidad”.
Hay que tener presente que en todo esto no hemos hablado de la negociación pendiente con los “fondos buitre”. Negociación de resultados imprevisibles, o al menos desconocidos por el pueblo, que el kirchnerismo utiliza para disfrazarse de antiimperialista y cubrir la entrega infame que está haciendo de las riquezas nacionales a chinos y rusos. Desde ya: en ningún momento el kirchnerismo ha planteado la suspensión del pago de la deuda externa, ni la investigación para ver qué parte de ella es legítima y cuál ilegítima, como le reclaman las fuerzas patrióticas y antiimperialistas.
A mediados de Diciembre, el Financial Times (que como es sabido no escribe para los obreros ingleses sino para los financistas de ese país, interesados en saber el futuro de sus inversiones en diferentes lugares del mundo) planteó que la Argentina tiene por delante, en el 2015, tres peligros: 1) un estallido inflacionario. 2) una crisis de pago por su abultada deuda y 3) una revuelta popular.
Esto significaría que si el kirchnerismo logra llegar a fines de diciembre del 2015, la tarea del ajuste recaería en su sucesor ( hay que tener presente que sólo en el 2014 el kirchnerismo gastó más de 73.000 millones de pesos en subsidios a la electricidad, al transporte, etc., etc.) lo que implica preveer que muy difícilmente el gobierno que suceda a Cristina Kirchner, teniendo en cuenta a quienes aparecen como sus herederos, llegará al 2019 y, lo más probable, es que sea un gobierno de transición.
Otro problema que desvela al gobierno es su futuro si pierde las elecciones y no logra garantizarse la impunidad. Es tanto lo que han robado que muy difícilmente muchos de ellos escapen a la justicia, salvo un acuerdo de impunidad semejante al que hicieron otros gobiernos anteriormente. Esto ha gravitado seriamente en el actual conflicto entre gran parte del poder judicial y el gobierno, que tiene a ambas partes y a todo el país en vilo.