La soja RR (round up-ready, resistente a glifosato, un herbicida) se ha propagado en nuestro país a costa de decenas de otras actividades vinculadas directamente al consumo de la población y a la producción industrial. Así han sido desplazados o liquidados cultivos hortícolas, avícolas, tambos, campos ganaderos, montes frutales, y otras producciones tales como papa, arroz, batata, lenteja, arveja, algodón, lino, etc. Este proceso ha afectado gravemente las posibilidades de alimentos diversificados y a un precio accesible para la mayoría de nuestra población. La expansión de la soja transgénica ha acentuado a su vez, el proceso de explotación latifundista de la tierra, con todas sus implicancias de despoblamiento (taperización) del campo y uso irracional del suelo. Según el último censo agrario, entre 1991 y 2001 han desaparecido alrededor de 160.000 productores pequeños, dando como resultado que 6.200 propietarios posean el 49.6% del total de la tierra, y que 17.000.000 de hectáreas se encuentran ya en manos extranjeras (Indec: Censo Nacional Agropecuario 2001).
La expansión del monocultivo de soja es la culminación del ciclo de contrarreforma agraria iniciado en 1967 por la Ley Raggio del dictador Onganía, y profundizada por las políticas de la dictadura violovidelista y los gobiernos constitucionales que la siguieron, y que se continúan hoy con los Kirchner.
02 de octubre de 2010