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30 de abril de 2019

Otto Vargas, secretario general del PCR fallecido el 14/2/2019

Somos el partido del comunismo

El texto que aquí publicamos está extractado de la “Charla a la Juventud”, dada por Otto Vargas en una escuela de la JCR en el verano de 1975, en el período de la lucha antigolpista y antes de la muerte de Mao Tsetung en China, ocurrida en 1976.

La cuestión sobre la Juventud Comunista que tanto el Partido como la Juventud tienen que tener en claro es que nosotros somos el partido del comunismo.

El otro día, discutiendo con un grupo de gente entre los que había algunos que no eran amigos del Partido, uno de éstos nos preguntó: “¿Por qué ustedes hablan tanto de China?”. Y nosotros le dijimos: “¿Cómo no vamos a hablar de China si nosotros somos comunistas?”.

Somos comunistas. Luchamos por el comunismo que es la causa del proletariado, que es una clase internacional. Esta verdad tan elemental es una verdad que no debemos olvidar nunca.

Por ejemplo, el otro día un compañero obrero rural tuvo una reunión con un grupo de gente del Fatre [sindicato de obreros rurales antecesor del Uatre] que está trabajando para crear una corriente de recuperación sindical. Y entonces se conocieron en esa reunión compañeros nuestros que son dirigentes en algunas seccionales importantes del Fatre y gente del peronismo que responde a la orientación de Lorenzo Miguel, y el compañero del Partido, en esa reunión donde se trataba el problema de la unidad, habló así: “Bueno, vamos a comenzar por decir (porque no estaba claro quién era él, que es un líder de masas) que yo soy del Partido Comunista Revolucionario, yo soy comunista, nosotros luchamos contra las dos superpotencias, por un política tercermundista para la Argentina, y en esas perspectiva, actualmente, frente al golpe de Estado defendemos el gobierno de Isabel …”, etc.

Esto es una cuestión muy importante. Podríamos decir que es la cuestión fundamental. Es la base de todo lo nuestro. Por eso es que no conviene olvidarse de esta cuestión que es la base de todo lo nuestro: nosotros luchamos por el comunismo.

Nosotros defendemos a la República Popular de China, divulgamos los avances de la Revolución China en tanto y en cuanto somos comunistas y ellos son comunistas. Si algún día nosotros dejamos de ser comunistas y en vez de ser rojos nos transformamos en blancos, como ha pasado con muchos partidos comunistas, no difundiremos más los logros de China; en tanto los camaradas chinos, en tal caso, sean comunistas y nuestro Partido hubiese dejado de serlo. O, si como dicen los camaradas chinos, algún día China se transforma de roja en blanca, y nosotros seguimos siendo comunistas, no defenderemos más a la República Popular China.

Esto es muy importante. Fue la primera discusión que tuvimos en el Partido. Si íbamos a ser un Partido Comunista o un “movimiento de liberación nacional” como querían los elementos revisionistas prosoviéticos y procubanos dentro del Partido.

Nosotros somos comunistas
¿Y por qué nos llamamos comunistas? Nos llamamos comunistas porque nosotros somos comunistas. Este es un primer problema. Seguramente en la bibliografía de la “escuela” tendrán ustedes el trabajo de Lenin sobre la juventud, “Tareas de las Juventudes Comunistas”. Esto se plantea ahí claramente. Nosotros no somos utópicos. No luchamos por el comunismo por una idea “moral”, o porque el comunismo es bueno. Nosotros rechazamos toda teoría histórica moralista colocada por encima de la lucha de clases. Nosotros luchamos por el fin de la explotación del hombre por el hombre y por el comunismo, guiados por una doctrina científica: la doctrina marxista, que, como dijo Lenin, “es científica porque es exacta”. Esa teoría demuestra que el paso del capitalismo al comunismo es inexorable. Por lo tanto, somos marxistas-leninistas.

Esto plantea un problema. Hace un tiempo me decía un compañero del Partido respecto de un compañero de la Juventud de su zona: “este compañero de la Juventud tiene la idea de que la lucha es corta”. A lo mejor en la juventud existe esta idea, vinculada a nuestra lucha actual contra el golpe proimperialista.

Nosotros en el Partido hemos tenido esta idea, profundamente revisionista, porque nosotros, en determinado período y en cierto grado fuimos “guevaristas”. Nosotros organizamos el Partido en los últimos días de septiembre de 1967, y la primera actividad que realizamos fue una manifestación por la muerte del Che Guevara. Y si el Che Guevara no hubiera sido derrotado ni hubiese muerto como murió, probablemente la mayoría de nosotros hubiera dicho “¡A la orden mi comandante!”. Porque en cierta medida éramos “guevaristas”; es decir, en cierta medida éramos “foquistas”.

En ese entonces nosotros nos emborrachamos mucho con todas esas ideas sobre la lucha corta. Desilusionados del reformismo decíamos que “la revolución la hacen los revolucionarios”, como solía decir Fidel Castro. Ese pensamiento tan profundamente revisionista, semejante a algunas pintadas que hay por ahí del ERP que dicen “el ERP lucha porque el pueblo sufre”, resume la filosofía foquista: “los revolucionarios hacen la revolución por las masas”. Es una idea profundamente reaccionaria, porque lleva, en un desarrollo lógico, a lo que está pasando hoy en Angola. Porque esos revolucionarios que “hacen” la revolución por el pueblo se sienten también por encima del pueblo.}

Nosotros también tuvimos en cierto grado esas ideas sobre la inmediatez de la revolución, en polémica con las tesis revisionistas. Y cuando posteriormente revisamos nuestras supervivencias revisionistas, profundamente revisionistas, sobre todo estudiando la experiencia de la Revolución China y reflexionando a la luz de la Revolución China y de otras revoluciones, como la Revolución Rusa y el proceso revolucionario mundial en general. El movimiento comunista internacional reconoce excepciones, como ha sido la Revolución Cubana, y que por eso son excepciones, aunque tampoco fue tan corta ni el producto de la lucha afortunada de doce guerrilleros como la pintan los “foquistas”.

La nuestra es una lucha prolongada
Cuando nosotros meditamos sobre ese pequeño artículo de Mao sobre “El viejo tonto que removió las montañas” (es muy importante estudiar y reflexionar sobre ese artículo), comprendimos lo profundamente revisionista que es esa idea de la revolución a corto plazo. Porque si nosotros luchamos por el comunismo la lucha nuestra es larga, muy larga. Porque la lucha por el comunismo va a cubrir todo un período histórico; no está claro cuánto tiempo va a abarcar ese período histórico. Todos aquellos que dijeron “en veinte años estamos en el comunismo” se equivocaron.

Recuerdo cuando por primera vez tuve oportunidad de conocer los países socialistas, en el año 1951. Y recuerdo que cuando salíamos de Checoslovaquia un soldado nos dijo: “en cinco años todo el mundo es comunista”. Después ellos se transformaron de rojos en blancos, y las cosas no resultaron como las imaginó aquel soldado. La Unión Soviética se transformó de roja en blanca.

Estamos hablando de una doctrina científica, y esa doctrina científica nos enseña que, por ejemplo, la lucha por acabar con la esclavitud duró siglos. Hubo gigantescas rebeliones de esclavos, como la de Espartaco, por ejemplo. Y la de Espartaco fue una de las tantas rebeliones de esclavos; hasta que el régimen esclavista cayó y se instauró el feudalismo. Y hubo durante toda la época del feudalismo, durante siglos, gigantescas rebeliones campesinas, y murieron miles, millones, en esas luchas. Hasta que el desarrollo de una nueva clase social, la burguesía, el desarrollo de los gérmenes de un nuevo modo de producción, el capitalista, que en cierta medida fue a su vez producto de esas luchas, empalmó con ellas, y el feudalismo fue liquidado.

Pero, herido de muerte el feudalismo por revoluciones como la Revolución Francesa (que fue profunda, porque acabó de cuajo con las servidumbres feudales en el campo), todavía años después de 1789 hubo restauración, y hubo nuevas luchas de la burguesía contra los feudales. Lo mismo en Inglaterra y Alemania.

Bueno, estamos hablando de la lucha revolucionaria mundial, pero si hablamos de la lucha liberadora nacional de las colonias latinoamericanas, es necesario recordar que cuando los españoles fundaron Asunción del Paraguay, apenas instalados debieron enfrentar grandes rebeliones indígenas como la que encabezó la india Juliana. Desde entonces se luchó, y se lucha mucho y duramente. Sabemos lo que le pasó a Don Pedro de Mendoza por estos pagos. Y después hubo lucha en todo el Virreinato, espacialmente en toda la zona del noroeste, en donde se luchó durante siglos. Luego la guerra de liberación antiespañola duró 14 años.

¿Cuánto puede durar la lucha por el comunismo? No lo sabemos. Esa lucha no trata de acabar con una forma de explotación del hombre por el hombre para reemplazarla por otra, como fue el reemplazo de la esclavitud por el feudalismo o del feudalismo por el capitalismo. Aquí se trata de acabar para siempre con la explotación del hombre por el hombre, que tiene milenios en la tierra y que ha impregnado profundamente la ideología de las grandes masas…
Por lo tanto, nosotros tenemos que educar una Juventud Comunista que tenga la idea de la lucha prolongada. Es muy distinto educar una organización juvenil con esa idea que hacerlo con la idea de la lucha corta, como es propio del foquismo y del revisionismo.

Y entonces adquiere toda su magnitud aquella respuesta que dio Carlos Marx a su hija, cuando ésta le preguntó en un cuestionario personal: “¿qué es la felicidad?”; y Marx respondió: “Es la lucha” (estoy citando de memoria, así que las palabras son aproximadas).

Como ha dicho el camarada Mao: “El árbol quiere estar quieto, pero el viento no lo deja”. El joven comunista ha de ser un revolucionario, un luchador; y para un luchador la quietud es la muerte. La felicidad es la lucha… La Juventud, como auxiliar del Partido entonces, lucha por el objetivo histórico de la sociedad sin clases: el comunismo.
(Completa en Cuadernos del hoy números 160 y 161).

Hoy N° 1764 30/04/2019