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26 de junio de 2019

Somos maoístas, no “chinos”

De la introducción de una charla brindada por el camarada Otto Vargas en julio de 2010 en la Capital Federal, en el marco de la Campaña Financiera de ese año.

Amigas, amigos, camaradas.   Yo también hago votos porque terminemos bien la campaña financiera; es una gran necesidad para nosotros. El nuestro no es un partido sostenido por ningún monopolio, ni por ningún país. Porque hay algunos partidos, incluso de izquierda, que aparecen como independientes, pero en realidad son subvencionados fuertemente por centrales que tienen sus sedes en los países imperialistas. Como se dice vulgarmente, los imperialismos no ponen huevos sólo en determinadas canastas, sino que los ponen en muchas canastas. Y nosotros somos un partido que no tenemos ningún monopolio ni ningún país, nadie, que nos sostenga. Algunos que nos llaman “los chinos” viajan todos los años a Pekín, y vuelven de allí con los bolsillos forrados. Nosotros somos maoístas, no “chinos”.

En el último viaje que hice a Pekín, en 1979, era secretario del Partido Comunista de China un compañero, Hu Yaoban, al que yo había conocido en el movimiento juvenil. El hizo una alocución contra Mao. Y después de terminar de hablar me dice: “¿Cómo van las cosas en la Argentina?”, y yo le contesté: “Para nosotros ni Marx ni Engels fueron marxistas alemanes, ni Lenin ni Stalin marxistas rusos, ni Mao Tsetung un marxista chino; para nosotros fueron marxistas de la clase obrera internacional. Así que permítame que le dé mi opinión sobre algunas cosas que usted ha dicho”. Bueno, casi nos sacaron… Me acuerdo que llovía cuando nos fuimos de Pekín y ni siquiera nos acompañaron con un paraguas a tomar el avión. Y vinimos aquí y dijimos: “en China se ha restaurado el capitalismo”. Nosotros en el año 79 dijimos eso. Cualquiera podría decir: ¡qué tarados!, podrían haber aprovechado su amistad y nada más que con una guiñadita de ojo podrían haber tenido una ayuda, que tanta falta les hacía en plena dictadura.

Por eso esta campaña que hacemos con tanto esfuerzo, con el sacrificio de tantos compañeros, de tantos amigos, tiene para nosotros mucha importancia, ya que así nos sostenemos.

Tengan presente que el capitalismo se restauró en Rusia en el ‘57, aunque eso no fue público, luego del 20 Congreso del PCUS. Y en China después de la muerte de Mao, en el ‘78. Y nosotros hemos andado muchos años como corderitos guachos, manteniendo las banderas del marxismo-leninismo-maoísmo hasta el día de hoy. Y moriremos con ellas. Como dijo Saramago, “yo soy un comunista hormonal”. Somos comunistas hormonales.

Somos un Partido

No quiero hacer una charla de coyuntura, si acá tenemos diputados, compañeros que pueden hablar de eso muchísimo mejor que yo. Yo quiero simplemente explicar por qué les pedimos un aporte para el Partido Comunista Revolucionario, que es un partido; no es un grupo “testimonial”. No es un grupo “testimonial” que anda por ahí levantando banderas pasadas de moda. Como decía Gramsci, la historia de un partido político está vinculada a la historia de una determinada clase social a la que ese partido pretende representar.

Porque nosotros surgimos de una ruptura con el Partido Comunista de la Argentina; la más grande de la historia de ese partido. Todavía hoy, en el Partido Comunista, hay algunos que se siguen preguntando “¿Qué pasó con aquellos muchachos?” –éramos muchachos, hoy somos viejitos–. “Con aquellos muchachos que se fueron en el ‘67, ¿qué pasó?” “Eran fraccionistas”, les contestan. Sí, sí, pero nos fuimos porque ellos habían dejado abandonado al Che Guevara en Bolivia. Fue el resultado de una larga historia. Porque algunos de nosotros ya sabíamos, entonces, que la Unión Soviética estaba podrida. Lo que después llamaron “socialismo real” estaba podrido.

Pero el problema que nosotros nos planteábamos era la posibilidad de construir otra vanguardia para la clase obrera aquí, en la Argentina. Y surgió una corriente en la Juventud y en el Partido, que, con ese objetivo, dio origen al Partido Comunista Revolucionario: nuestro Partido.

Nosotros, inicialmente, dirigíamos la Federación Universitaria Argentina. Y teníamos alguna fuerza en la clase obrera. Cabe decir que en esa época estaba la dictadura de Onganía. Y hay que recordar que la primera gran lucha contra esta dictadura, que fue la lucha de los obreros de la Destilería de La Plata, fue dirigida entre otros por militantes de nuestro partido. Cuando fundamos el Partido –en el caso de La Plata– teníamos dirigentes en el Sindicato de la Carne, en el Swift y el Armour de Berisso, que en ese entonces tenía 12.000 obreros. Teníamos dirigentes claves en la dirección del sindicato. Y compañeros nuestros jugaron un papel grande en la declaración de la huelga de la Destilería de YPF, y posteriormente en esa lucha, que fue heroica, larga, en plena dictadura de Onganía. Así como fue importante también la lucha de la fábrica Alba, acá en Buenos Aires, entre otras.

En esa época, como pasa siempre en la Argentina, Onganía había dicho que él venía para quedarse. Él hablaba de “tres tiempos” que tendría la dictadura y quería “llegar al 2000”; como Alfonsín, cuando después quiso crear el “tercer movimiento histórico”, y llegar hasta el 2000. Y como el matrimonio que tenemos ahora, que quiere llegar al 2020. Se ve que todos llegan a la presidencia con una idea parecida.

Y entonces se decía que no se podía hacer nada contra esa dictadura. La huelga ferroviaria había sido derrotada por la traición del Partido Comunista (por eso con nosotros vinieron muchos ferroviarios: en Bahía Blanca, San Martín, General Pico, en muchos lugares).

Perón había dicho que había que “desensillar hasta que aclare”. El Partido Comunista traicionó la huelga portuaria y la huelga ferroviaria. Y nosotros dijimos que “bajo los pies de esa dictadura se había acumulado un polvorín de odio popular” y que íbamos a trabajar para que estalle.

Dijeron que la táctica nuestra era una táctica de “provocación”. Dijeron: ¿qué es esa táctica de que van a hacer estallar el polvorín? Esa es una táctica de provocación. Y bueno, todo comenzó en Corrientes, en la lucha por el comedor estudiantil dirigida por la Federación Universitaria encabezada por compañeros de nuestro Partido, con una gran pueblada. La pueblada de Corrientes generó la pueblada de Rosario. La pueblada de Rosario generó puebladas en distintos lugares. Y se produjo el Cordobazo y ardió Córdoba. Y el pueblo fue dueño de las calles. Como pasa siempre, eso tenía que ver con fracturas arriba, en las clases dominantes, con un sector de las clases dominantes que ya estaba jugando contra Onganía, preparando su relevo. Ahí estaba el general Carcagno, al que presentaron como un general “patriota”.

Resumo. Cayó Onganía. No llegó al 2000, cayó mucho antes. Y nosotros crecimos como Partido, y comenzamos a afianzarnos en el movimiento obrero porque volvimos a levantar las banderas que no se levantaban desde la huelga grande de la Construcción de 1935-36. Las banderas del clasismo, cuyo objetivo se puede sintetizar en la frase: el clasismo concibe a la clase obrera como clase de vanguardia del proceso revolucionario nacional y social.

Hoy N° 1772 26/06/2019