Me toca a mí despedir al camarada Pedro, de alguna manera en representación de la camada de comunistas que compartimos y militamos con él en la Juventud. Quizás otros camaradas que no están acá podrían reflejar lo que significó Pedro en la Jota. El Flaco Pablo está radicado en Neuquén, Adolfo en Salta, el Lolo en Tierra del Fuego; camaradas que no están como Normita, y que todos sabemos lo que significó para nosotros como Juventud y Partido.
Con él militamos en la época de la dictadura, hay anécdotas de todos los colores. En esa época conocí Berisso. Por ahí anda Norma… el gordo Paco que en un carro pasaba el Nueva Hora de La Plata a Berisso. El gordo trataba de que entendiéramos esos ejemplos y esos caminos que había para enfrentar la dictadura. O cómo se podía hacer finanzas de masas en esas condiciones; con el asado, fútbol y truco, la primera iniciativa de masas que hubo para juntar guita en el medio de la dictadura y que la discutimos en el Central; si se podía o no se podía.
Después vino el congreso de la Juventud. Fue elegido en el ‘85 secretario general de la Jota. Nos acordamos con el Santi una frase de él que planteaba “salir de la bañera e ir al mar”, a las masas… Y peleamos para buscar camino para eso, lo que después la Jota fue logrando, lo podemos ver en estos momentos.
Enfrentamos el alfonsinismo en la lucha contra el hambre, en eso dábamos batalla. El tenía una preocupación que era la clase obrera, el proletariado industrial, en eso insistía mucho. Sobre todo, la Juventud tenía trabajo en la alimentación. El tenía muy metido ese tema en la cabeza y daba pelea por eso, y también por la construcción estratégica de la Jota, en eso también era de insistir.
Después enganchamos el período del menemismo, en el que nos perdimos en política, cometimos errores que dificultaron el camino. Fueron épocas complicadas, más difíciles para encarar el trabajo juvenil y dentro de la Jota. Y después la Juventud supo salir adelante.
Creo que el gordo, como le decíamos nosotros, dio la pelea por corregir y avanzar, dirigió una zona e hizo un trabajo de construcción estratégica con los metalúrgicos.
Compartíamos la vida cotidiana, porque por mi tarea me tocó estar en el día a día con él. Era un tipo de ímpetu. El día a día de él era a mil, creo que lo seguía haciendo: eran las 10 de la noche, terminábamos la reunión y nos íbamos a correr, a jugar a la pelota… éramos jóvenes. Así era el gordo… era de pegarle para adelante en todas. Yo creo que vivió intensamente como comunista.
Tal vez haya dejado cosas en el camino. Tal vez pesen por calidad y no por cantidad, en relación a las cosas que uno deja en la lucha por la revolución; porque en ese sentido él tenía sentimientos muy solidarios, muy preocupado por los de abajo. A mí me queda el valor de un comunista. ¡Hasta la victoria siempre, Gordo!
02 de octubre de 2010